México. En algún momento de la historia de
América Latina fue un ejemplo por su sistema democrático, por sus
Instituciones, el nivel de Educación, los sistemas de salud, el conjunto de sus servicios
públicos. Su producción. Su Ingreso nacional pér-cápita. La producción nacional
del petróleo – los mexicanos sentían su identidad nacional, la recuperación del
petróleo, las acciones heroicas del General
Lázaro Cárdenas, su turismo, lo mejor en América Latina, sus altos ingresos
por las remesas que enviaban los miles – millones – de mexicanos en el extranjero,
su producción agrícola, propia y altamente competitiva. El cine y su extraordinaria Industria posesionada en todo el mundo,
el fútbol y el deporte en general, pero todo lo resumo en una sola idea: única, extraordinaria, inigualable, fue
– y sigue siendo – su Identidad Nacional. (desde su revolución de 1910,
durante todo el siglo XX y la influencia política de las personalidades como Pancho Villa, Emiliano Zapata y en los
últimos tiempos el propio Movimiento
Zapatista de Liberación Nacional) (Quizás peco de ignorancia, pero es lo
que siento a nivel general, por tener tantos amigos y colegas muy respetables y
porque siempre me sigue abriendo las puertas de la UNAM – Sociología – para mis
publicaciones sobre los Movimientos Sociales en Sud-América (Nuestra América). Toda esta riqueza cultural, histórica,
política, industrial, deportiva y en general la vida cotidiana, está siendo destruida, demolida,
por poderes facticos (invisibles)
pero, porque, simplemente porque el mundo entero conoce el vil asesinato de los
43 estudiantes
de la Normal Rural de Ayotzinapa.
No, el problema es mucho más grave, no es solamente ahora la explotación inhumana de los campesinos del Valle de San Quintín – no es con seguridad la excepción – como no es
el problema del magisterio y la
reforma de la Educación, de los trabajadores
y su “reforma laboral o el problema de los millones de jóvenes, absolutamente ignorados por el Estado y hoy cientos de
ellos(o quizás miles) “alineados”
con los “ejércitos” de la violencia,
la inseguridad ciudadana y lo peor y destructivo para el ser humano y para la propia
sociedad, son parte del “crecimiento” – sin control de los “ejércitos” del narco-tráfico y la gran cantidad de carteles – mafias de asesinos, no sólo
hoy del tráfico de drogas, sino ya presentes en la política: la narco-política
y su manifestación en la democracia fallida, democracia de papel, mediática y procedimental, y la
existencia de un Estado fallido,
inviable –camino hacia los narco-estados – que ya son visibles en varias
partes del mundo.
Ciudadanos mexicanos, ustedes representan
una de las Identidades Nacionales de mayor respeto y trascendencia social,
cultural y política, sus Universidades
son consideradas entre las mejores por la calidad de sus Maestros, por la
investigaciones científicas, su formación profesional y por los propios
estudiantes. Sus campos agrarios y su
producción – por lo menos hasta antes del TLC – México, Estados Unidos y
Canadá – ha sido una de las mejores y competitivas en el mundo. Modestamente
creo que llegó la hora de ponerle un “punto final”, democrático, ciudadanos,
participativo, a las elites político-financieras,
responsables de la inmensa corrupción que existe, corrupción en sus diferentes
modalidades, prácticas – la mayoría – destructivas y asesinas para el ser
humano. Su
pueblo, sus Ciudadanos no pueden doblegarse ante la narco-política y menos ante el poder de
las corporaciones transnacionales, (los poderes facticos mundiales) como
tampoco a las más variadas formas de injusticia social y diversas formas de explotación
(simplemente una mirada la situación
actual en la zona norte la más afectada por el cambio climático global – y sus graves y dramáticas consecuencias sobre
la población, pero más allá están en pleno funcionamiento miles. LAS MAQUILAS
(la más inhumana explotación, la pérdida de derechos sociales-laborales de los trabajadores,
hoy parte de los “nuevos esclavos asalariados
del siglo XXI”. Ciudadanos del mundo: Otro
Mundo Socialista, Democrático, Participativo, si es posible en el nuevo
milenio del Cambio de Época Histórica. En Nuestra América, la Patria Grande, estamos caminando
millones de ciudadanos latino-americanos por la larga avenida del Socialismo.
/////
MÉXICO.- EL VALLE SAN QUINTÍN: ENTRE EL ABUSO LABORAL Y LA
MOVILIZACIÓN DE LOS JORNALEROS.
*****
Guillermo Castillo Ramírez.*
ALAI.- América Latina en
Movimiento. Viernes 24 de abril del
2015.
“En
[en el valle de] San Quintín nos tienen muriendo de hambre desde hace veinte
años”, Javier Ramírez, Jornalero, marzo 2015.
“…. Lo que hay detrás nuestro es el hambre, es el salario de hambre que
recibimos”, Fidel
Sánchez, Jornalero, marzo 2015.
“Aquí [en los campos del valle
San Quintín] es peor, porque los niños tienen hambre, llegas y vendes todo lo
que tienes porque no tienes ni un centavo; definitivamente aquí es peor, porque
llegas con promesas, ilusiones, y no pasa nada, te va peor, me da tristeza”, Julián de Jesús, Jornalero.
Reportaje San Quintín, el valle de la explotación laboral, junio 2014.
El valle de los contrastes,
entre la explotación y la resistencia.
El valle de San
Quintín, uno de los lugares de México con mayor producción agrícola mercantil
destinada principalmente a la exportación, es también uno de los sitios con las
condiciones de trabajo más abusivas, antihigiénicas y nocivas para los
jornaleros. Desde este contexto, las recientes revueltas y movilizaciones de
trabajadores agrícolas de marzo pasado en demanda de sus derechos laborales y
de condiciones de trabajo justas no fueron improvisadas ni gratuitas, sino
resultado de la injusticia. Tras dos fallidas mesas de negociación en octubre
de 2014 y enero 2015, estas acciones de los jornaleros organizados respondieron
al desdén y mutismo del soberbio sector patronal y a la indiferencia y falta de
respuesta efectiva y voluntad política de las autoridades estatales. Con esto,
los trabajadores agrícolas, además de exigir el cumplimiento de sus demandas,
mostraron y denunciaron que hoy día la explotación laboral exacerbada es una
realidad social aguda y vigente que padecen decenas de miles de personas en San
Quintín
En este contexto, hablar
actualmente de esclavitud no es una exageración ni una desproporción, sino,
como han manifestado diversas organizaciones en pro y defensa de los jornaleros
dentro de México y en Estados Unidos,[1] es una referencia clara a condiciones de
explotación laboral muy precisas: jornadas de aproximadamente 60 horas
semanales, ausencia de contrato laboral, situaciones de trabajo nocivas
(exposición a agroquímicos, pesticidas, insolación), explotación infantil,
acoso y abuso sexual a las mujeres, carencia de las prestaciones de ley, así
como ausencia de seguridad social y de servicios médicos.[2]
Los jornaleros agrícolas,
campesinos sin futuro y ciudadanos del olvido estatal.
Gran parte de los
jornaleros de San Quintín cargan historias de exclusión previas y son
originarios de diversos estados del país, principalmente de las entidades del
sur de México, entidades como Oaxaca y Guerrero, que cuentan con una alta
población étnico-rural y presentan los niveles más altos de mortalidad infantil
y materna, así como una de las menores esperanza de vida y los indicadores más
bajos de educación e ingreso. No pocos de estos trabajadores agrícolas del sur
pertenecen a diversos grupos indígenas (mixtecos, triquis, zapotecos) y han
tenido arduas y difíciles historias migratorias. Salieron huyendo de la miseria
y en el norte encontraron pobreza, exclusión y explotación.
Estos campesinos e
indígenas dejaron sus tierras natales en busca de mejores condiciones de vida y
tratando de dejar a tras las carencias histórico-estructurales de servicios
sociales (salud, empleo, educación) en sus localidades rurales de origen.
Fueron y son los desheredados, los sujetos olvidados de manera sistemática y
constante por el Estado. No obstante, a raíz de la política neoliberal en el
agro se agudizaron las crisis de las economías campesinas y se desincentivaron
los apoyos y estímulos a la pequeña producción agrícola, y estos desheredados
vieron recrudecer sus ya de por sí precarias condiciones de existencia,
incrementándose los desplazamientos hacia el norte del país en aras de
encontrar oportunidades de empleo. Tanto la imperiosa urgencia de salir para
subsistir como su condición de migrantes pauperizados y en necesidad, han
acentuado la vulnerabilidad de estos sujetos y es algo de lo que se han
aprovechado a manos llenas los empresarios agrícolas del valle de San Quintín
para incrementar sus ganancias.
San Quintín, agrio reflejo
de una explotación generalizada.
En el contexto de
México como el decimoctavo país en el ranking mundial de la esclavitud,[3]
las condiciones de abuso y explotación laboral que viven los jornaleros en San
Quintín son sólo un reflejo y muestra de lo que sufren cerca de dos millones de
trabajadores agrícolas en los campos agrícolas de dieciocho estados del país;[4]
la mayoría de estos jornaleros provienen de los estados más pobres de México
(Oaxaca, Guerrero, Chiapas).
No obstante, el caso
de San Quintín sirvió para mostrar la forma en que estos sistemas de
explotación, por un lado, descansan sobre las complejas relaciones entre
empresarios agrícolas y políticos estatales, y, por otra parte, cómo se abusa
de la imperiosa necesidad de laborar del jornalero para retribuir su trabajo
con un raquítico salario.[5] Si
estos trabajadores agrícolas pueden ser “utilizados” como mano de obra barata y
desechable es, justamente, porque las instancias estatales no hacen que se
respecte la ley federal del trabajo y, de facto, permiten condiciones laborales
inhumanas e ilegales. Esta ausencia efectiva del cumplimiento de la ley se debe
a que, en Baja California como probablemente en otros estados del país, varios
de los empresarios agrícolas han sido y son funcionarios estatales y están
directamente relacionados al poder político.
Así, en la medida en que el
dinero que debería recibir no llega al trabajador y se dirige a los
empleadores, la ausencia del ejercicio de los derechos laborales de los
jornaleros se traduce en fuertes ganancias económicas para estas élites. El
beneficio monetario derivado de esta explotación va a los bolsillos de los
propietarios de los campos, el hambre y los salarios de miseria son para los
jornaleros; no en balde estos jornaleros son de los trabajadores peor pagados y
más maltratados del país. De facto, la complicidad entre el Estado y los
empresarios no sólo promueve este estado de cosas, sino que, además y por
añadidura, supone una condición de impunidad y fomenta la ilegalidad. Esto
conduce a la lectura de que, en los hechos y allende de los discursos y las
buenas intenciones, el Estado antepone los excesivos privilegios y
prerrogativas de los empresarios a la aplicación de la ley federal del trabajo
y la defensa de los trabajadores desprotegidos y en situación vulnerable.
La
dignidad y los rostros de la resistencia.
No obstante y pese al
drástico escenario de las condiciones laborales en los campos agrícolas de San
Quintín, los jornaleros no sólo son personas que viven en carne propia una
explotación descarada, también son sujetos que tienen iniciativas y realizan acciones
dirigidas a modificar sus ominosas situaciones de trabajo y de existencia.
Desde hace meses, no sólo fueron participes de un fallido proceso de
negociación con el Estado y el sector patronal, sino que también han mostrado,
mediante diversas actividades e iniciativas, su capacidad de organización y
acción social mediante varias medidas: diálogos con instituciones estatales,
movilizaciones sociales y paros laborales (en marzo pasado), caravanas y
recorridos por diversas localidades y ciudades de Baja California y el país
para difundir su lucha y crear convergencias, visitas y encuentros con
autoridades de otros estados del país (Gobierno del Distrito Federal) e
instituciones del gobierno federal (Comisión Nacional de Derechos Humanos,
Secretaria de Gobernación), alianzas con grupos y organizaciones laborales y
étnicas de México y Estados Unidos[6] así como con albergues de religiosos,
colectivos y organizaciones de defensa de los derechos humanos y de los
trabajadores. Mediante estas acciones han generado un amplio proceso de
visibilización pública y mediática de sus demandas y condiciones de trabajo y
vida, así mismo
esto ha producido un amplio respaldo ciudadano y de la sociedad civil
organizada.
*****
* Guillermo Castillo
Ramírez es profesor de licenciatura y posgrado de la UNAM
[1]
“Valle de San Quintín un ejemplo de explotación y abusos que ocurren en 18
estados del país”. Red de Jornaleros Internos, La Jornada, 27 de marzo
2015.
[2] “Frente indígena
binacional se solidariza con jornaleros de San
Quintín”, La Jornada, 27 de marzo 2015.
[3] De acuerdo al Índice
Global de Esclavitud, México es primer país de América en este rubro y tiene al
menos 266 mil personas que son víctimas de esclavitud, siendo los tres
principales sectores donde se presentan estas prácticas el agrícola, el minero
y el turístico. “Esclavitud aún en 2015: México tiene el índice más alto
en América Latina”, Animal Político, 30 de marzo del 2015.
[4]
De acuerdo a la Red de Jornalero Agrícola, los
estados donde se presenta la explotación de jornaleros agrícolas son Sinaloa,
Sonora, Baja California, Baja California Sur, Chihuahua, Guanajuato, Zacatecas,
Jalisco, Nayarit, Colima, San Luis Potosí, Querétaro, Veracruz, Morelos, Hidalgo,
Michoacán, Estado de México y Chiapas. “Esclavitud aún en 2015: México tiene el
índice más alto en América Latina”, Animal Político, 30 de marzo del
2015.
[5]
“Jornaleros de San Quintín: entre la explotación moderna y la resistencia
social”, Contralínea, 12 de abril de 2015.
[6]
“Valle de San Quintín un ejemplo de explotación y abusos que ocurren en 18
estados del país”. Red de Jornaleros Internos, La Jornada, 27 de marzo
2015.
*****
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