viernes, 3 de abril de 2015

DEFORESTACIÓN AMAZÓNICA AGRAVA CRISIS ENERGÉTICA EN BRASIL.

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La deforestación o tala de árboles es un proceso provocado generalmente por la acción humana, en el que se destruye la superficie forestal. Está directamente causada por la acción del hombre sobre la naturaleza, principalmente debido a las talas o quemas realizadas por la industria maderera, así como por la obtención de suelo para la agricultura, minería y ganadería. Talar árboles sin una eficiente reforestación resulta en un serio daño al hábitat, en pérdida de biodiversidad y en aridez. Tiene un impacto adverso en la fijación de gas carbónico (CO2). Las regiones deforestadas tienden a una erosión del suelo y frecuentemente se degradan a tierras no productivas. Entre los factores que llevan a la deforestación en gran escala se cuentan: el descuido e ignorancia del valor intrínseco, la falta de valor atribuido, el manejo poco responsable de la forestación y leyes medioambientales deficientes. En muchos países la deforestación causa extinción de especies, cambios en las condiciones climáticas, desertificación y desplazamiento de poblaciones indígenas.


Deforestación o tala ilegal de árboles están terminando con la Amazonía.

El talado comercial de arboles es la principal causa de la deforestaciòn Amazónica, seguida por la cría de ganado y otras razones que veremos a continuación... La Amazonía o selva Amazónica está desapareciendo en forma alarmante, lo que también se aplica a la totalidad de las selvas tropicales existentes en el mundo. Con un total de 2.5 millones de millas cuadradas, la Amazonía abarca nueve países o el equivalente a 2/3 de Sudamérica, extinguiéndose a razón de 200.000 millas anuales. La lista de factores que motiva la deforestación Amazónica, poniendo en peligro el ecosistema de la selva incluye...

  • Talado comercial: La tala de árboles tropicales para exportación - caoba, teca, etc - así como otros árboles utilizados en la fabricación de muebles viene seguida de otras industrias relativas al uso de madera como materia prima - aglomerado y cartón, por ejemplo.
    A esta lista se añade la industria papelera, que requiere una masiva cantidad de arboles para la elaboración de pasta papelera. Para satisfacer la creciente demanda mundial esta industria requiere de la quema de extensiones cada vez mas grandes de la selva Amazónica, y replantarla con arboles cuya madera es apta para la elaboración de pasta papelera.
  • Cría de Ganado: Los rancheros requieren de mas pasturas para apacentar su ganado. Se estima que para criar un buey se requieren dos acres de terreno. La selva Amazónica cubre 1.2 billones de acres, de los cuales 200.000 resultan quemados diariamente, en la alarmante proporción de más de un acre por segundo. Las tierras de pastura se degradan rápidamente dado el bajo nivel de gradientes que naturalmente posee el suelo Amazónico y la sobrecria de cabezas de ganado. De esta manera, los rancheros requieren de una superficie mayor de suelo Amazónico para satisfacer sus necesidades de continuar el ciclo reproductivo.
  • Cultivo:
    Se estima en menos del 10% la proporción de suelo Amazónico apto para cultivo tradicional. Su natural bajo nivel de gradientes motiva que la tierra se extinga luego de tres o cuatro cosechas consecutivas, asi como por la carencia de prácticas de cultivo sustentables.
    Como consecuencia de ello los rancheros avanzan cada vez mas en el interior de la Amazonía en búsqueda de tierras vírgenes.
    El cultivo practicado en mayor escala es el de soja.
  • Construcción de Carreteras: Desde la década de los 70s se han construido mas de 9.000 millas de caminos en la selva Amazónica, poniendo en peligro no solo el hábitat natural de plantas y animales sino también la vida misma y sobrevivencia de tribus nativas.
  • Presas Hidroeléctricas: Los diques o presas hidroeléctricas poseen un impacto negativo sobre la vida salvaje local, afectando a los peces migratorios tanto como la sobrevivencia del delfín rosado Amazónico, por ejemplo. Su construcción amenaza al medio ambiente y el ciclo de reproducción de plantas y animales.
  • Minería:
    La fiebre de oro en Brasil comenzó en la década de los 80s, con el descubrimiento de ese metal en Sierra Pelada, atrayendo unos 250.000 mineros en búsqueda de riqueza rápida y dispuestos a vivir y trabajar en condiciones infra-humanas. Las prácticas de la industria minera requieren liberar toneladas
    de mercurio sobre el medio ambiente, causando daño irreparable a los cursos de agua, vegetación y animales.
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Aldea de los indígenas araras en la llamada Vuelta Grande del río Xingú, que no será inundada pero verá su flujo muy reducido al desviarse gran parte del agua por un canal que servirá a la central hidroeléctrica de Belo Monte, enclavada en la Amazonia brasileña y que será la tercera mayor del mundo. Crédito: Mario Osava/IPS

DEFORESTACIÓN AMAZÓNICA AGRAVA CRISIS ENERGÉTICA EN BRASIL.
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Mario Osava.


TIERRAMERICA. Medio Ambiente y Desarrollo.

IPS.-martes 31 de marzo del 2015.

RÍO DE JANEIRO, 31 mar 2015 (IPS) - En Brasil agua y electricidad van unidos, así que dos años de lluvias escasas dejaron a decenas de millones de personas al borde del racionamiento hídrico y energético, fortaleciendo los argumentos contra la deforestación de la Amazonia.

Dos tercios de la energía eléctrica brasileña provienen de ríos represados, cuyos flujos bajaron a niveles alarmantes. La crisis reactivó preocupaciones sobre el cambio climático, la necesidad de reforestar las riberas fluviales y nuevas tesis sobre el sistema eléctrico.

“Hay que diversificar las fuentes y reducir la dependencia de centrales hidroeléctricas y termoeléctricas movidas por combustibles fósiles, para enfrentar eventos extremos del clima cada día más frecuentes”, sostuvo a Tierramérica el vicepresidente del no gubernamental Instituto Vitae Civilis, Delcio Rodrigues.

La fuente hidráulica aportaba casi 90 por ciento de la generación eléctrica hasta el “apagón” de 2001, que forzó un racionamiento durante ocho meses. Desde entonces avanzó la termoelectricidad, más cara y contaminante, para compensar inestabilidades hídricas.

Actualmente, las centrales térmicas, operadas mayoritariamente con petróleo, alcanzan 28 por ciento de la capacidad nacional de generación, contra 66,3 por ciento de las hidroeléctricas. Las demás fuentes siguen marginales.

Partidarios de la energía hidráulica abogan por un retorno a los grandes embalses, con capacidad para resistir sequías prolongadas. La inseguridad de suministro se debe, argumentan, a las centrales de pasada, con breve capacidad de retención de agua, impuestas por razones ambientales.

Pero “el mayor reservorio de agua es el bosque”, contrapone Rodrigues, para explicar que sin la deforestación, que afecta a todas las cuencas, habría más agua retenida en el suelo sosteniendo la corriente fluvial.

“Los bosques constituyen fuente, medio y fin del flujo, porque producen la humedad atmosférica continental, la infiltración de las lluvias en el suelo acumulando agua y la protección de los embalses”, amplió Antonio Donato Nobre, investigador de temas climáticos.

“La Amazonia ya tiene 47 por ciento de su bosque impactado, sumando la tala total que alcanza casi 20 por ciento y la degradación”, destacó Nobre, del Instituto de Investigación de la Amazonia y de su similar de Estudios Espaciales.

Eso favorece los incendios. “Antes no penetraban en áreas húmedas de bosques aún verdes, ahora sí lo hacen, avanzan bosque adentro, quemando inmensas extensiones”, ejemplificó en diálogo con Tierramérica.

“Los árboles amazónicos no tienen tolerancia al fuego, a diferencia de los (de la ecorregión) del Cerrado, adaptados a incendios periódicos. Los bosques amazónicos tardan siglos en recomponerse”, acotó.


La central hidroeléctrica de Santo Antônio, durante su construcción en 2010. Cuando estaba prácticamente concluida, en 2014 la obra fue afectada por una crecida excepcional del río Madeira, en la cuenca amazónica brasileña, en un fenómeno adjudicado al menos en parte a la deforestación. Crédito: Mario Osava/IPS
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El científico teme que la deforestación esté afectando el clima sudamericano, incluso restando lluvias al sudeste brasileño, la región más poblada y que más hidroelectricidad genera en el país.

“Faltan estudios para cuantificar la humedad transportada a distintas cuencas”, para precisar la relación climática entre Amazonia y otras regiones, reconoció.

Pero en la región amazónica oriental, donde se concentran la destrucción y la degradación forestal, ya son visibles las alteraciones climáticas, como la disminución de las lluvias y la ampliación del período de estiaje, recalcó.

En la cuenca del río Xingú este podría ser el año con menor precipitación en 14 años de medición en Canarana, un municipio de su cabecera, según el Instituto Socioambiental (ISA), que desarrolla un programa de sostenibilidad para pueblos indígenas y ribereños de la cuenca.

Si eso se consolida como tendencia, afectará la central hidroeléctrica de Belo Monte, en construcción a 1.200 kilómetros río abajo, que tendrá una capacidad de generación de 11.233 megavatios, lo que la convertirá en la tercera mayor del mundo, cuando esté plenamente operativa, a partir de 2019.

Pero su generación efectiva podrá caer 38 por ciento hacia 2050, con relación a lo previsto, si la deforestación prosigue al ritmo actual, según un estudio de ocho investigadores brasileños y estadounidenses, publicado en 2013 por la revista de la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos.

Ese año, la deforestación de la cuenca del Xingú ya alcanzaba 21,3 por ciento de su territorio, estimó el ISA.

En la Amazonia se edifican otras grandes hidroeléctricas que también podrán sufrir pérdidas. En el río Madeira, flujos torrenciales de sus afluentes de Bolivia y Perú sumergieron en 2014 la zona donde están las centrales de Jirau y Santo Antônio, afectando sus operaciones recién iniciadas.


Mapa de la cuenca del río Xingú, en la Amazonia brasileña. El verde de las tierras indígenas y áreas oficiales protegidas está cercado por zonas deforestadas y la presenta puntos rojos. La cuenca tiene 511.149 kilómetros cuadrados, más que España, y su parte deforestada, de 109.166 kilómetros, iguala a Cuba. Crédito: Cortesía del Instituto Socioambiental.
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La tendencia en la parte sur de la cuenca amazónica es de “eventos más intensos, con estiajes y crecidas más fuertes”, como las fuertes sequías de 2005 y 2010 y crecidas anormales en 2009 y 2012, señaló Naziano Filizola, hidrólogo de la Universidad Federal de Amazonas.

“Además de alterar el flujo, la deforestación se vincula a la ocupación agrícola que vierte pesticidas al río, como ocurre en el alto Xingú. El agua pierde calidad, según notan los indígenas”, observó a Tierramérica.

El mismo proyecto energético realimenta ese proceso, al atraer trabajadores migrantes, aumentando la población local sin ofrecerles condiciones adecuadas, acotó

De todos modos, el impacto energético más intenso por lluvias insuficientes ocurre, por ahora, en la región del Planalto Central, donde predomina el Cerrado, un bioma de sabana y el segundo más extenso de Brasil, detrás del amazónico. Allí nacen las principales cuencas con aprovechamientos hidroeléctricos.

La del río Paraná, que escurre hacia el sur y concentra la mayor capacidad generadora del país, recibe del Cerrado la mitad de sus aguas, lo que se eleva a 60 por ciento en la cuenca del río Tocantins, que fluye hacia el norte amazónico, apuntó Jorge Werneck, investigador de la Empresa Brasileña de Investigación Agropecuaria (Embrapa).

Esos dos ríos impulsan las dos mayores hidroeléctricas brasileñas actuales: Itaipú, compartida con Paraguay, y Tucuruí. Ambas están entre las cinco más grandes de mundo.

Otro ejemplo es el río São Francisco, principal fuente eléctrica de la región del Nordeste, con 94 por ciento de su flujo hídrico proveniente del Cerrado.

En su campo de observación, los alrededores de Brasilia, donde nacen varios ríos, Werneck, especialista en hidrología de Embrapa Cerrados, percibió una tendencia general a la prolongación del estiaje.

“Pero faltan datos y estudios para comprobar la relación entre deforestación amazónica y cambios en el régimen de lluvias de las regiones del Centro-Oeste y Sureste de Brasil”, matizó.

En 2014, hubo sequía en esas regiones, que comprenden la mayor parte del Cerrado, pero “no faltó humedad en la Amazonia y de hecho llovió mucho en los estados de Rondônia y Acre”, fronterizos con Bolivia y Perú y víctimas de fuertes inundaciones, arguyó.

Los bosques prestan variados servicios ecológicos, pero aún no se puede afirmar que producen y conservan agua en gran escala. Sus copas “impiden que 25 por ciento de la lluvia llegue al suelo” y su evapotranspiración le quita al suelo el agua que deja de alimentar los ríos “donde la necesitamos”, acotó.

“Evaluar la hidrología de los bosques sigue siendo un desafío”, concluyó.

Nobre, por el contrario, defiende los grandes bosques como “bombas bióticas”, que atraen y producen lluvias. En su opinión no basta con evitar la deforestación de la Amazonia, sino que es urgente reforestarla, para recuperar sus servicios climáticos.

Un ejemplo a seguir es el de Itaipú, que reforestó su área de influencia directa en la cuenca paranaense, revitalizando afluentes, mediante su programa “Cultivando agua buena”.

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Publicado originalmente por la red latinoamericana de diarios de Tierramérica.

Editado por Estrella Gutiérrez.


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