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“La
derecha ataca a las universidades porque no quieren oír hablar del
pensamiento crítico “Una persona que está
muriéndose de hambre no tiene libertad, lo único que puede hacer es
sobrevivir”, denunció el economista
estadounidense. “Las universidades
estamos aquí para reforzar esa libertad y dejar que los jóvenes la utilicen
para ampliar sus potenciales, debemos liberarlos de las ideas que los limitan y
que puedan pensar por sí mismos”, subrayó en su visita a la UIMP. En su opinión, esa es una de las razones
por las que derecha ataca las universidades:
no quieren que los jóvenes piensen por sí mismos, “no quieren oír hablar del
pensamiento crítico”.
“Stiglitz alertó también de que la libertad a veces se adquiere a expensas de la falta de libertad de otra persona.
La libertad para cuidar el medio ambiente es que nosotros debemos de perder parte de nuestras libertades porque el planeta debe quedarse libre de
contaminación. El Nobel ha enlazado
esta cuestión con la pandemia,
cuando algunas personas se resistían a
llevar mascarilla o vacunarse
porque restaba parte de su presunta
libertad. “Pero eso ponía en riesgo la libertad de sus semejantes”. Añadió otro
ejemplo, el de quienes apelan a la
libertad de llevar un arma
frente a quienes no se sienten libres del
miedo, por temor a que una persona
armada irrumpa a tiros en su colegio. “La libertad de vivir es más importante que la libertad de llevar un
arma”, afirmó. Por tanto, defendió la necesidad de hacer concesiones para
llegar a acuerdos.
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Fuentes: El diario [Imagen: Joseph E. Stiglitz y el rector de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo en la ceremonia del Doctor Honoris Causa. JUANMA SERRANO]
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JOSEPH
E. STIGLITZ, PREMIO NOBEL DE ECONOMÍA:
«Una
persona que está muriéndose de hambre no tiene libertad».
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Por Olga
Agüero | 30/09/2025 | Economía
Fuentes Revista Rebelión martes 30 de septiembre del 2025-
“Los aranceles son un desastre, pero lo más decepcionante es la
capitulación de Europa”, denuncia el economista estadounidense en el discurso
de investidura como Doctor Honoris Causa de la UIMP
Joseph E. Stiglitz (1943, Indiana, Estados Unidos) llegó a Santander con ganas de hablar de libertad: del sentido de un término que trata de capitalizar la derecha y de la importancia de la libertad académica “que está siendo cuestionada en los Estados Unidos y en mi universidad, la de Columbia”. A su juicio, no es solo un privilegio de unos pocos, sino que es una parte esencial para los mecanismos de control de la sociedad. “Nos enfrentamos a una ardua batalla, probablemente la ganaremos”, proclamó optimista a pesar de todo.
El
Premio Nobel de Economía
es un personaje menudo, que muestra
cierta agilidad a pesar de apoyarse en un bastón, de rostro simpático. Habla
de manera tranquila, no necesita elevar el tono ni hacer inflexiones teatrales
para expresarse con contundencia sobre asuntos actuales y polémicos. En Santander no rehuyó ninguna cuestión:
afirmó con rotundidad
que en Gaza se está produciendo un genocidio “tanto humano como académico”,
alabó el “liderazgo increíble” del presidente
español, Pedro Sánchez, tras su reciente intervención en la Universidad de Columbia, criticó que Donald Trump está convirtiendo el mercado “en un bazar donde todo vale” y
denunció el miedo que hay en las
universidades estadounidenses, sobre
todo entre alumnos extranjeros que temen ser deportados.
Sin
embargo, a pesar de lo
atractivo de la cita, cualquier romería
de verano en Cantabria reúne a más autoridades
y políticos que la presencia en la
capital del todo un Premio Nobel de
Economía. La ceremonia de
investidura como Doctor Honoris
Causa por la Universidad
Internacional Menéndez Pelayo (UIMP), con la presencia del ministro Carlos Cuerpo, tuvo sonoras ausencias. Entre ellas, la
de la propia presidenta de Cantabria,
María José Sáenz de Buruaga, que delegó
la representación de su Ejecutivo en el consejero de Educación, Sergio Silva. Tampoco el responsable de Economía consideró pertinente escuchar en persona las lecciones del profesor de Columbia. Sí hubo, en cambio,
representación de las universidades cántabras.
En
la segunda fila le escuchaban algunas caras conocidas,
como el empresario Sebastián
Ceria, el matemático argentino que vendió su empresa dedicada al control de riesgos financieros por 850 millones de dólares y compró el Real Racing Club de Santander.
Después de la ceremonia compartieron
mesa y conversación antes del retorno del profesor a Bilbao, donde este
lunes tiene agenda.
Cuando
Stiglitz, un pensador comprometido con la justicia social, apareció en el salón, ya había
protagonizado un encuentro previo con la prensa
durante aproximadamente una
hora. Estuvo amable y hablador.
Destilando vitalidad.
“No me habéis preguntado por los
aranceles”, reprochó con cierta picardía a los periodistas, antes de lanzar su
diagnóstico: “Son un auténtico desastre,
pero lo que más me decepciona es la capitulación de Europa, que se hayan
rendido a negociar con Trump”. “Si
cede, eso supondría dejar de lado la soberanía de Europa”, vaticinó con contundencia.
En
el discurso que pronunció
en la ceremonia académica defendió “la
misión esencial de la academia” y confesó que le emocionaba estar en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo
después de los últimos sucesos en
Estados Unidos:
“Me reconforta muchísimo porque creo
que el soft power de
nuestras universidades es mucho más importante que el poder militar americano”.
Según recordó, la universidad se
dedica a defender el conocimiento
“asegurándonos de que nuestra sociedad trabaja en beneficio de toda la
humanidad y es fundamental mantener una red de conocimiento. Por eso los
regímenes autoritarios siempre han atacado estas universidades”, apostilló.
El
autor del libro ‘Camino de libertad: la economía y la buena sociedad’ opinó que
“los que están en la derecha han
hablado siempre de la libertad como si fuese suya, pero creo que no han
entendido bien lo que significa esa libertad y al no hacerlo la han socavado”.
Stiglitz explicó que no vemos autoritarismo en los países que han
trabajado mucho por el bienestar. No se ve en los países más
desarrollados de Europa, pero sí en los que ha habido muy poca intervención del
Gobierno cuando no se ha ocupado de los que se quedan atrás, “de los que no
tienen ni la salud ni la educación que merecen”.
La
derecha ataca a las universidades porque no quieren oír hablar del pensamiento
crítico
“Una persona que está muriéndose de hambre no tiene libertad, lo único que puede hacer es sobrevivir”, denunció el economista estadounidense. “Las universidades estamos aquí para reforzar esa libertad y dejar que los jóvenes la utilicen para ampliar sus potenciales, debemos liberarlos de las ideas que los limitan y que puedan pensar por sí mismos”, subrayó en su visita a la UIMP. En su opinión, esa es una de las razones por las que derecha ataca las universidades: no quieren que los jóvenes piensen por sí mismos, “no quieren oír hablar del pensamiento crítico”.
Stiglitz
alertó también de que la libertad a veces se adquiere a expensas de la falta de libertad de otra persona.
La libertad para cuidar el medio ambiente es que nosotros debemos de perder parte de nuestras libertades porque el planeta debe quedarse libre de
contaminación. El Nobel ha enlazado
esta cuestión con la pandemia,
cuando algunas personas se resistían a
llevar mascarilla o vacunarse
porque restaba parte de su presunta
libertad. “Pero eso ponía en riesgo la libertad de sus semejantes”.
Añadió
otro ejemplo, el
de quienes apelan a la libertad de
llevar un arma frente a quienes no se sienten libres del miedo, por temor a que una persona armada
irrumpa a tiros en su colegio.
“La libertad de vivir es más importante que la libertad de llevar un
arma”, afirmó. Por tanto, defendió la necesidad de hacer concesiones para
llegar a acuerdos.
La
segunda idea de potente
de su discurso en Santander sirvió
para destacar que a través de una acción
colectiva se puede reformar la libertad de todos. Como sucedió durante la COVID: pagar impuestos ha permitido desarrollar vacunas.
“Un ejemplo sencillo: un semáforo nos resta cierta libertad,
¿verdad? Nos hace parar cuando está en rojo, pero sin ellos nadie podría
circular”, argumentó.
Joseph
E. Stiglitz
recibió el premio Nobel de Economía en
2001 por sus análisis de los
mercados con información asimétrica, una contribución fundamental para comprender las fallas del mercado y sus implicaciones sociales. Desde ese año
imparte clase en la Universidad de
Columbia, donde fundó la ‘Initiative for Policy Dialogue’, un centro de pensamiento centrado en el desarrollo internacional.
En
2003 recibió el máximo honor académico de esa prestigiosa institución
académica al ser nombrado ‘University
Professor’, y, además, es conocido
por su trabajo sobre economía de
la información, desarrollo global y
desigualdad, así como por su
papel en instituciones académicas y
multilaterales de alto nivel.
A
lo largo de su carrera ha desempeñado puestos como economista jefe del
Banco Mundial, asesor de gobiernos
como el del presidente de los Estados
Unidos, Bill Clinton, activista en
el debate sobre los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) o miembro de la comisión
que redefinió la medición del progreso social, entre otras plataformas
destacadas.
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