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“Calma en las primas de riesgo. Pese
al incremento de la desconfianza inversora entre la Casa Blanca y
las economías de rentas medias, tampoco las primas de riesgo de los
emergentes, calculadas a partir
del rendimiento de los bonos del
Tesoro de EEUU, auguran ningún salto.
Al menos, durante el verano.
“En
Oxford Economics, de
hecho, su modelo BEER, que calibra
los vínculos cambiarios con el dólar de las monedas emergentes, sigue sugiriendo fortaleza en esas divisas,
que tienen un extenso historial de caídas
de cotización y devaluación en las últimas décadas. 11 de las 20 que evalúa, las de los mercados de mayor dimensión, continúan sobrevaloradas; en especial, las de los socios emergentes europeos. Las de Turquía,
Malasia y China son las más débiles en su pulso con el billete verde americano, en el termómetro que suele anticipar riesgos de
default en esos países.
“En
la primera década del milenio, la del desacoplamiento con
las potencias industrializadas, el ritmo de crecimiento emergente se
elevó al 5,3% anual, en comparación
con el escaso 1,8% del bloque industrializado. Sin embargo, en la actual, se ha producido una
marcada desaceleración (hasta el 2,3%).
JP Morgan subraya que estos mercados se siguen impulsando
desde sus sectores exteriores e incluso
podrían acelerar sus exportaciones
“si
la política americana prosigue con su proteccionismo comercial”, aunque sus ingresos podrían verse mermados
por la fragilidad del dólar, la divisa hegemónica en las transacciones
internacionales.
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Fuentes: El diario [Foto: el presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva y el primer ministro de India, Narendra Modi. EFE/Andre Borges]
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LOS
MERCADOS EMERGENTES APRENDEN A ADAPTARSE AL NUEVO ORDEN MUNDIAL.
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Por Ignacio J. Domingo | 05/09/2025 | Economía
Fuentes. Revista Rebelión viernes 5 de septiembre del 2025.
Los países de rentas medias aguantan la ofensiva arancelaria de Trump
fomentando el comercio entre sí y atrayendo capital gracias a la atonía de las
potencias industrializadas y la debilidad del dólar
Los
mercados emergentes
atraviesan una época de pujanza poco habitual en estas latitudes, acostumbradas
a adaptarse a las vicisitudes de los ciclos de negocios dominados por lo que
dictan las potencias industrializadas. Una
situación que recuerda a los años en torno al colapso crediticio de 2008,
cuando la doctrina económica otorgó validez al primer gran desacoplamiento
entre las dinámicas de las naciones de rentas altas y medias.
Entonces, los emergentes, espoleados por el vigor de los cinco BRICS de entonces (los cuatro fundadores, Brasil, Rusia, India y China, además de Sudáfrica), mostraron al planeta su capacidad estratégica en el preludio del aterrizaje brusco del G-7, que vivió su primera recesión sincronizada.
El G-7 sus economías están en grave crisis. No hay orden, respeto y Confianza entre ellos. Por el contrario el "dinosaurio yanqui" los está devorando.
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Quince
años después, y
sin poder proclamar aún que estemos en
una etapa similar, el bloque emergente
ha sido uno de los sorprendentes protagonistas de la primera mitad de 2025,
mientras la acumulación de deuda compromete las finanzas del G-7 y agita los
pilares del capitalismo.
Los
emergentes exhiben una
hoja de servicios más que positiva en medio de los cambios de mayor trascendencia global desde el final de la Guerra Fría, con la globalización patas arriba y en riesgo
de fragmentación en dos espacios
comerciales: uno liderado por EEUU y otro, por su rival geoestratégico, China.
A
ello se suman un
escenario de alto voltaje geopolítico y
alta volatilidad en los mercados, con la manifiesta debilidad del dólar
como colofón.
Meena
Santhosh, gestora de Robeco, resume este fenómeno convincentemente: los emergentes
“han cobrado interés inversor a medida que han ido aumentando las
tensiones arancelarias y geopolíticas y, de una forma específica, por el
paulatino deterioro coyuntural de las naciones industrializadas”, generadoras
de la volatilidad que ha reinado en el primer semestre.
Bajo
este panorama, se
han hecho con flujos de capital que, en
otro contexto, no hubieran salido tan fugazmente de Wall Street o se hubieran dirigido
más intensamente hacia otras latitudes:
Europa, Reino Unido, Japón, Canadá o áreas anglosajonas con estatus de economías de mercado como Nueva Zelanda o Australia. O incluso
valores como el oro o los criptoactivos.
Las
naciones de rentas
medias, añade Santhosh, se han
adaptado a un orden mundial cambiante, con “dosis
inhabituales de resiliencia activa” en un marco de crecimiento más conservador, rehén de las peripecias geopolíticas y de las embestidas
arancelarias de la versión Trump 2.0.
Todo, mientras el dinamismo del mundo industrializado “va en receso”
por la incertidumbre comercial y los riesgos de estanflación. En Robeco conceden al espectro emergente un repunte de su PIB del 3,7% en 2025, por
debajo del ritmo promedio del último
decenio (4%), pero más del doble en
comparación con los países de rentas
altas.
A
este conjunto de
países los define Eddie Milev,
analista de Invesco, como
“ni demasiado ricos ni demasiado
pobres, pero abiertos al comercio y la inversión”.
Este experto considera que han aprovechado la globalización y su libertad de tránsito de mercancías con bajos aranceles para lograr un crecimiento de actividad notable.
Así
lo evidencian
datos como su PIB real, cuyo valor
se ha disparado desde los 7,41 billones
de dólares de 1980 hasta 47,95 billones en 2023, tanto como la suma de las dos superpotencias
-EEUU y China- emblemas de ambos bloques. Pero, además, explica Milev, lo que más ha
evolucionado en ellos ha sido su comercio,
que representa el 45% del total
frente al 25% con el que comenzaron la década
de los noventa.
El
analista de Invesco
apunta a uno de los salvavidas utilizados
por los emergentes desde el segundo desembarco de Donald Trump en el Despacho Oval: su intenso intercambio mutuo de bienes y servicios.
“Frente al proteccionismo y el
rechazo a las políticas climáticas de la Casa Blanca,
los emergentes han apostado por fortalecer los vínculos comerciales entre
ellos y, en el ecuador de 2025,
han capitalizado sus esfuerzos
integradores; sobre todo regional, en sus respectivas zonas de influencia”.
Todo ello les ha generado capacidad de resiliencia. En Triodos respaldan esta tesis, aunque apuntan a otros factores: la resistencia de su demanda interna y la credibilidad de los bancos centrales “están mitigando en parte la incertidumbre que EEUU ha generado en el terreno comercial”.
Loa BRICS clásicos o fundadores. Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica, hoy representan, los más "peligrosos enemigos del viejo orden mundial". Son Economías emergentes, que representan más del 55% de la Población y más del 45% del PBI Mundial. Todos caminan, hoy en la forja y construcción del Multilateralismo; junto al Sur Global van fortaleciendo en Nuevo Orden Mundial.
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Objetivo: debilitar a los BRICS
clásicos.
En
el pasado reciente las exhibiciones de fuerza de los emergentes han tenido fecha de
caducidad. Y es pronto todavía para calibrar la duración de esta ola, en la que es novedosa la atención preferente
del presidente estadounidense. No
parece casual que Washington haya
situado en el 50%, su tope en el entramado de aranceles recíprocos
que ha instalado para demoler el sistema
global de comercio global, los gravámenes
aplicados a Brasil e India, bajo
amenazas que no esconden componentes ideológicos y geopolíticos.
Una
amenaza que en el caso
de India se ha materializado esta misma semana, con la entrada en vigor, el
pasado miércoles, de los aranceles
del 50% (el doble de lo fijado inicialmente) a algunos productos exportados por este país a EEUU. India vende sobre todo productos farmacéuticos, joyas y textiles
al país norteamericano.
La
excusa esgrimida por Trump
para esos aranceles a India, de los más elevados aplicados por Trump en ese continente, está en sus compras masivas de crudo ruso durante el veto sancionador del G-7. Aunque también está detrás el viraje estratégico de EEUU hacia Pakistán, enemigo irreconciliable de Delhi, por el apoyo del primer ministro
indio, Narendra Modi, a la Alianza Indo-Pacífico que forjó Joe Biden para contrarrestar el peso chino en Asia.
También están en el 50% los aranceles a otro miembro del grupo de los BRIC, Brasil, por el rechazo del dogma MAGA al arresto domiciliario decretado por la Justicia brasileña a Jair Bolsonaro como consecuencia del intento de golpe de Estado tras la victoria de Lula da Silva.
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Al
quinto beatle del
club emergente, Sudáfrica, Trump le
ha asignado un 30% de peaje aduanero,
por encima del promedio global, y le ha acusado directamente de ejercer un genocidio sobre la comunidad blanca, en una especie de versión diametralmente opuesta al verdadero
apartheid.
Mientras
con la Rusia de Vladimir Putin EEUU ha entablado un diálogo directo
para poner fin a la Guerra en Ucrania,
con la China de Xi Jinping la Casa
Blanca negocia un acuerdo arancelario con múltiples aristas sobre sectores neurálgicos como el tecnológico, manufacturas, chips y negocios
como el tráfico naval o el logístico.
Los
estadounidenses han
empezado a considerar al gigante asiático demasiado grande para intimidarlo, pese a haber sido
desde la invasión de Ucrania el mayor soporte financiero, energético y comercial del Kremlin.
Rafael
Ch, de Signum Global Advisors, es de los que observan que la maniobra trumpista contra Brasil e India
puede erosionar la confianza hacia los emergentes, pero
también “podría acentuar la narrativa que
pone en duda la excepcionalidad americana”.
Este doble riesgo ha dejado traslucir las primeras sombras de sospecha. El dólar sigue de capa caída, pese a cobrar aliento en julio, con una caída respecto al euro superior al 11%. Y aunque Wall Street ha batido en agosto nuevos máximos históricos, su principal índice se ha revalorizado en el último año la mitad que el índice MSCI de Mercados Emergentes, que ha subido en torno a un 20% en los últimos doce meses.
Calma en las primas de riesgo.
Pese
al incremento de la desconfianza inversora entre la Casa Blanca y
las economías de rentas medias, tampoco las primas de riesgo de los
emergentes, calculadas a partir
del rendimiento de los bonos del
Tesoro de EEUU, auguran ningún salto.
Al menos, durante el verano.
En
Oxford Economics, de
hecho, su modelo BEER, que calibra
los vínculos cambiarios con el dólar de las monedas emergentes, sigue sugiriendo fortaleza en esas divisas,
que tienen un extenso historial de caídas
de cotización y devaluación en las últimas décadas.
11
de las 20 que evalúa,
las de los mercados de mayor dimensión,
continúan sobrevaloradas; en especial, las de los socios emergentes europeos. Las de Turquía, Malasia y China son las más
débiles en su pulso con el billete
verde americano, en el termómetro
que suele anticipar riesgos de default en esos países.
En
la primera década del milenio, la del desacoplamiento con
las potencias industrializadas, el ritmo de crecimiento emergente se
elevó al 5,3% anual, en comparación
con el escaso 1,8% del bloque industrializado. Sin embargo, en la actual, se ha producido una
marcada desaceleración (hasta el 2,3%).
JP
Morgan subraya que estos mercados se siguen impulsando
desde sus sectores exteriores e incluso
podrían acelerar sus exportaciones
“si la política americana prosigue
con su proteccionismo comercial”, aunque sus ingresos podrían verse
mermados por la fragilidad del dólar,
la divisa hegemónica en las transacciones internacionales.
En
Franklin Templeton, en
cambio, inciden en que la rotación de activos estadounidenses
hacia parqués bursátiles emergentes es una opción más que factible en el segundo
semestre de este año, dado que las acciones
de estas latitudes “aún están
infravaloradas”.
Un
dólar débil,
que no derrape frente a las divisas más
poderosas, especialmente el euro y
el yen,
“beneficia naturalmente a los
mercados emergentes, como lo demuestra la fuerte tracción inversa que, históricamente, ha registrado la fortaleza del dólar frente a los
rendimientos de capital de las plazas
emergentes”.
Las
perspectivas anticipan
que la creciente crispación política
en EEUU, las amenazas de Trump
contra la independencia de la Fed para que baje los tipos de interés y la
contracción de las entradas de capital “dejarán
al dólar fuera de su órbita de influencia máxima durante algún tiempo”.
Eso,
sin contar con
que surja “la madre de todas las
batallas monetarias” que, según el
influyente economista Daniel Altman,
“está en el horizonte”. En un análisis en Foreign Policy, Altman avisa de que el mundo “ha entrado en un
territorio desconocido” por la agobiante
y desmesurada deuda del G-7. Altman pronostica “una sucesión de correcciones competitivas” de las divisas de sus países miembros, similar a la que aconteció desde
1997 en el espacio emergente,
con las devaluaciones masivas de los
tigres asiáticos que empezó con el bath tailandés. El Fondo Monetario Internacional (FMI) recuerda que el nivel de
endeudamiento de seis de los siete socios del G-7 supera el 100% de su PIB,
con la única excepción de Alemania.
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