CIUDADANÍA Y DEMOCRACIA.-
Canarias Opina.- "Construir Ciudadanía y Nueva Democracia en tiempos de la crisis general del neoliberalismo", Democratizar la democracia, con la finalidad estratégica de
democratizar las instituciones fundamentales, para democratizar la Democracia.
Proceso social, cultural y política que pasa por la forja y
construcción de Ciudadanía (activa) Política. La ciudadanía es un proceso social y cultural nunca terminado y siempre
renovado. Hoy existe una crisis estructural de la Política: crisis de los
partidos políticos, crisis de la “clase” – gremio político -, crisis de la política.
La corrupción la está liquidando y destruyendo. Lo principal que la política perdió la confianza de los
Ciudadanos. Situación de crisis estructural, sistémica, que origina una
seria y profunda crisis de
representación, de credibilidad, de confianza y legitimidad del Sistema
Democrático. Pero este desastre real y objetivo, proceso de descomposición
ética y moral, “patrimonio”, “condición
sine qua non” propio del neoliberalismo, la democracia liberal, representativa
– electoral, delegativa -, crisis en la cual recurre primero a utilizar
adjetivos como consumidores – clientes – ahora, los “emprendedores” – dentro de un concepto de “ciudadanía
moderna”, en el escenario de la globalización, otorgan o conceden el
reconocimiento de “ciudadano”, en base a su “talento”, “capacidad”, “emprendimientos”,
“destrezas”, “aptitudes” propia o como sociedad de las habilidades, potencialidades, etc., para construir, en la más decadente utopía
neoliberal “crear un supuesto mundo de triunfadores” – donde por lo general llegan solo unos cuantos-
ahora los “emprendedores”, el hiper-individualismo – carente de valores
personales y sociales – en su máxima expresión.
Pero Ustedes ahora en tiempos de la
poli-crisis – que también es una crisis civilizatoria -
que destruye sus instituciones, dinamita
internamente los derechos fundamentales
de los ciudadanos y demoniza la política de oposición; el proceso político
contestatario, hoy se forja y viene desde la calle, la plaza pública – es el Ágora –
griega que vuelve después de 25 siglos, donde están presentes, recuperando el espacio público – que el
neoliberalismo nos expropió en los 90’- millones de jóvenes – lo mejor, lo más ético,
limpio y moral – Sindicalistas,
desempleados, y en general
Ciudadanos, para reconstruir, reformar y transformar la política. Además
tenemos otra fortaleza social,
necesaria hoy para una nueva democracia – millones de jóvenes en las redes sociales – hoy DD.HH. reconocido por las NN.UU.-
En ese espacio están construyendo una Nueva Ciudadanía Intercultural – con nuevas formas
de comunicación, se forjan nuevos Líderes
– (in)surgen a diario nuevos Sujetos Sociales Históricos, en
escenarios diferentes y distintos a nivel global, regional, nacional y local. Actores sociales y político, nos traen
un Nuevo Lenguaje Político y Democrático.
Hoy, si es posible forjar y reconstruir desde la movilización, desde la Plaza pública, con nuevas y
diferentes Plataformas de lucha – unidad y cohesión social y política- forjar
una Nueva
Ciudadanía, en el objetivo político estratégico de construir una Nueva Democracia,
Directa, Ciudadana, Participativa, Cívica, Republicana y de profundo respeto
con la Madre Naturaleza.
Pablo Raúl Fernández Llerena - 1985 - tiempos políticos de la presentación de su primer Libro: "Los Orígenes del Movimiento Obrero en Arequipa". El partido Liberal y el 1º de Mayo de 1906" Años de un largo proceso de construcción de Ciudadanía Política, fortaleza social necesaria en tiempos de lucha contra la dictadura fujimontecinista. El Sociólogo y la lucha constante por una Nueva Democracia.
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Somos partidarios y
trabajamos hoy desde el punto de vista académico – el compromiso del
intelectual, el profesional – y otros respetables
profesionales desde el campo político, donde la situación de crisis estructural es muy similar en países
de América Latina, o ustedes en Europa
– la Europa del Modo Social Europeo,
que aportó al mundo lo mejor del sistema democrático – pero hoy en proceso
de destrucción institucional desde las políticas neoliberales impuestas por la Troika, - Bruselas -, como en los 90’ nos impusieron
a nosotros las políticas del Consenso de Washington, en épocas de
crisis y violencia. Hoy dos décadas
después tenemos un proceso único – valorado al máximo – por el neoliberalismo, como es el crecimiento macro-económico – “la
vitrina mundial del neoliberalismo” una élite
financiero-económico-exportadora – es la gran beneficiada en “santa alianza” con una élite de
políticos corruptos, mentirosos, farsantes – donde la mentira se ha convertido
en “política
de estado”, todos mienten y no pasa nada. Presentan un programa de gobierno opuesto al
neoliberalismo y una vez en el gobierno realizan lo contrario.
Situación que generado hoy como
resultado perverso, destructivo, que convive con el modo tradicional extractivo
exportador de materias primas, depredador y
destructor del medio ambiente, hoy nos encontramos con el continente, A.L. de mayor y más
extensa desigualdad económico-social, del mundo; además, somos el
continente con población más joven del
universo, y el continente de mayor y
peligrosa inseguridad y violencia ciudadana – varios países con Estados
inviables o narco-estados. En varios países hablar de desarrollo económico social, de un proceso de industrialización, de fortalecimiento
del Estado, es en la práctica de la anti- política, “un pecado mortal”,
porque existe una “dictadura política de
los medios de comunicación”, ante la crisis estructural de la política.
Aquí construir, Ciudadanía Moderna,
Democracia Participativa, de Ciudadanos, Cívica y Republicana; reformar y transformar la Política es realmente un trabajo
heroico, de inmenso sacrificio, compromiso y responsabilidad social con
nuestros pueblos. Una tarea verdaderamente histórica. Pero si es posible, sin calcos ni copias, como
creación heroica de cada pueblo. Otro Mundo Socialista sí, es posible y una
Nueva Civilización Humana.
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Hoy en la coyuntura mundial - escenario de la Unión Europea - de la poli-crisis estructural, sistémica, la crisis civilizatoria, millones de jóvenes en todo Europa, victimas directas del paro y el desempleo, se movilizan y luchan a diario en las Calles y Plazas Públicas - construyendo Nueva Ciudadanía, y forjando Nueva Democracia - contra las políticas de austeridad impuestas por al Troika Europea.
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CIUDADANÍA Y DEMOCRACIA.
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La democratización de la democracia implica un trabajo de la ciudadanía
para superar obstáculos subjetivos y la "desobediencia civil" es uno
de los criterios positivos de la ciudadanía.
Canarias Opina jueves 22 de mayo del 2014.
Isabel Suárez Manrique de Lara.
Isabel Suárez Manrique de Lara.
Desde
hace unos años asistimos a una deslegitimación de los partidos políticos, de todos por igual, tengan el poder o no, y se proclama la necesidad del
"empoderamiento de la ciudadanía". Es más, se llega a considerar por
algunos que "ciudadanía" y "militancia en un partido
político" son conceptos enfrentados, y que el partido político representa
todo lo malvado y negativo. Se le atribuyen a los partidos prácticas de
"confabulación", "manipulación"... todo un rosario de
perversidades, que recuerda la denominación de "secta judeomasónica"
con la que el franquismo señalaba a cualquier oposición a su política. La
ciudadanía, en cambio, que se supone es toda aquella población que no forma
parte de ningún partido, por el mero hecho de existir representa lo positivo,
lo auténtico, es la verdadera depositaria de la democracia. Incluso, a veces,
para oponerse a los partidos políticos se utiliza la demagogia, la manipulación
fácil..., justo de la que se acusa a los partidos.
Creo
que tratar a todos los partidos por igual no solo es simplificar la realidad
sino que es un planteamiento de la extrema derecha. Lo que no excluye la
crítica a los partidos que pongan sus intereses internos, o personales de sus
miembros, por delante de los de la ciudadanía.
Es
necesario ir más allá de este fenómeno, analizar qué hay en el fondo y tener en
cuenta dos conceptos: ciudadanía y democracia, que están íntimamente
relacionados. Además del hecho de que los partidos son la vía principal de
participación democrática formal.
El
concepto de ciudadanía ha evolucionado a lo largo de la historia. Desde el
"ciudadano" de la antigua Atenas, donde era una minoría de la
población la que ostentaba ese nombre (sólo hombres, nacidos en Atenas y
libres), pasando por el concepto liberal de la ciudadanía, donde lo que se
defendían eran los derechos individuales del hombre ciudadano. Sin olvidar la
contribución feminista a partir de la Ilustración, contraria a la
diferenciación entre la esfera pública y la privada que situaba a la mujer en
la privada, al margen de los derechos que se ejercían en la esfera pública, y
se reivindican los derechos de los cuidados, de la esfera privada.
En
época reciente, frente al antiguo liberalismo reductor del papel del Estado
surge el neoliberalismo, donde ya no hay oposición a la intervención del Estado
sino todo lo contrario. En él se combina la desregulación del mercado y la
intervención permanente del Estado en el campo de la sociedad civil, tendiendo
a crear una nueva ciudadanía desde cero, gobernada únicamente por la lógica del
cálculo económico, que considera que cuando se salga de ahí es paternalismo
generador de falta de productividad. El Estado se desentiende de la producción,
del cuidado de las infraestructuras, de los servicios sociales, incluso de la
investigación científica, pero interviene para extraer rentabilidad de
cualquier actividad, privada y pública: la educación, la investigación, la
sanidad, la calidad de los servicios, la función judicial... No es sólo una
ideología, sino una forma de ejercer la actividad política. Y no sólo pretende
eliminar cualquier signo de conflictividad, lo que es esencial para sus
objetivos, sino que convierte las acciones de las personas y los grupos en
dependientes de un criterio único: la utilidad cuantificable.
No pretende desmantelar
el gobierno, sino desarrollar una técnica de gobierno, en que el Estado orienta
sus funciones a empujar a los individuos a convertirse en
"emprendedores", lo que, en principio, no estaría mal si no fuera
porque el concepto implica la exclusión de quienes no lo sean y de los que sean
considerados improductivos. Una concepción que, para imponerse necesita de una
paralela desvalorización de la democracia, lo que se llama la
"a-democracia", donde la reivindicación de los derechos universales
ya no desempeña ningún papel. Y se promueve una ética individualista: lo que
vale es el "cuidado de sí mismo" y comportarse como un
"emprendedor de sí mismo", con autonomía del conjunto de la
ciudadanía. Es un individualismo destinado a destruir las instituciones
sociales y cualquier noción de solidaridad. Surgen, entonces, comunidades que
se proyectan en un espacio mundial a través de las redes sociales.
Esto
ha ido acompañado de una progresiva crisis del parlamentarismo o, más
apropiado, una crisis del concepto mismo de representación: la ciudadanía
rechaza la "delegación de poder" y reclama el "control" de
esa delegación. La crisis de la institución política, la
"desdemocratización", no consiste en una desvalorización de determinada
representación sino de la representación misma. En este contexto al gobierno
neoliberal no le interesa la ausencia absoluta de conflicto, sino su
instrumentalización: se utiliza para su desvalorización, descalificación y
represión. Juegan con fuego.
Frente
a este panorama es necesario lo que se denomina "democratizar la
democracia", hacer que funcione la democracia. Este enunciado incorpora
una concepción crítica de la ciudadanía, una dimensión de ciudadanía reflexiva.
Encierra una serie de características, (como propone Étienne Balibar en
Ciudadanía): La democracia siempre está por venir y su agente es la ciudadanía
activa; un dispositivo constitucional nuevo lo será realmente y tendrá un
contenido cívico si aporta más derechos, participación, más representación de
las opiniones de la ciudadanía y haga entrar en la "política" los
problemas de la población; invención democrática con un sentido positivo
afirmativo frente al concepto de resistencia y oposición. Una lucha por la
democracia es al mismo tiempo una experiencia de ciudadanía democrática.
La
democratización de la democracia implica un trabajo de la ciudadanía para
superar obstáculos subjetivos y la "desobediencia civil" es uno de
los criterios positivos de la ciudadanía, por más que los voceros la tilden de
"antisistema" para que no se note demasiado que son ellos los
destructores del sistema democrático, que ya peligra lo suficiente como para
que nos dejemos de paños calientes. Esta democratización es una lucha en muchos
frentes y hay que tener en cuenta que todos los movimientos son constituyentes
en la medida en que sean insurgentes. La insurrección es la modalidad activa de
la ciudadanía en defensa de sus derechos.
La
dicotomía no es, pues, ciudadanía-partido político, sino ciudadanía crítica y
democratización de la democracia frente a la des-democratización neoliberal.
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