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España, Grecia y otros países de la
euro-zona, representan hasta el momento los Estados donde se han dinamitado los
derechos de los trabajadores, donde los trabajadores – por la
cantidad de millones de desempleados, parados, cesantes - suponen que el
trabajador, el sindicalista es el único y directo responsable de la crisis. Por
ello intentan justificar, el carácter y naturaleza de las políticas anti-crisis.
Las políticas de ajuste y reajuste
aplicadas por los socialistas del PSOE
(Partido Socialista Obrero Español ) y el señor Rodríguez Zapatero, como posteriormente las políticas de de salvataje y austeridad del Partido Popular,
hoy con el señor Rajoy, en conjunto
son políticas que atentan, recortan y dinamitan los derechos sociales de los
trabajadores, decimos con pleno conocimiento que son políticas salvajes, bárbaras, violentas, fascistas, por el carácter
del contenido de clase; políticas en beneficio de los intereses
corporativos de los bancos, aseguradoras, cajas, bolsas y corporaciones. Los miles de millones de euros que salieron
del erario público, como los miles de millones de deuda, todo absolutamente
todo fue a parar al “bolsillo” de las clases dominantes, pero además encierran,
dos características más:
Los únicos y verdaderos responsables de la
crisis por su extremada avaricia y su deseo de sistematizar globalmente el fundamentalismo del mercado único, evadir
impuestos, tributos, imponer normas, leyes pro-mercado único, ingresar
capitales financieros – mundializando los mismos – y el objetivo estratégico de clase, devastador, desaparecer, demoler derechos sociales,
laborales y políticos de los trabajadores, fueron – y siguen en la ruta los
mismos - los banqueros, financieros, especuladores,
prestamistas, exportadores, corporaciones y en segundo lugar, su deuda privada de estas élites
financieras – deuda generalmente muy elevada – en pleno proceso de crisis,
a medida que se profundiza y por la otra parte se radicalizan las luchas y protestas, esta deuda privada, por arte de birlibirloque
se convierte en deuda pública y al final
el Estado termina pagando con dinero de todos los ciudadanos a quienes en
tiempos de huelgas y protestas, reprime,
y por lo general termina por criminalizar sus movimientos sociales – sindicales,
sociales o políticos – por más amparados que estén en la Constitución, siempre con el apoyo decidido y determinante, del poder de turno, y dictadura de los
medios de comunicación, termina por convencer a la opinión pública, -
manipulando información, utilizando estadísticas falsificadas - de que son movimientos anti-sistema, enemigos de
la democracia y por lo tanto se justifica la represión.
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Madrid, 14 de noviembre del 2012. N14 (Noviembre 14) la más grande marcha, movilización nacional y huelga general de todos los sindicatos, centrales, movimientos sociales como 15M ( el más reconocido y de mayor significado en las luchas sociales) así como hoy la CC.OO, Izquierda Unida, y ahora el movimiento político, PODEMOS, ( parece resultados del 15M, 14N, "Esto es Democracia", los "NI, NI " y otros movimientos, constituyen y representan la vanguardia de las luchas sociales y políticas contra la poli-crisis sistémica y sus consecuencias devastadoras a los derechos de los trabajadores.
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ESPAÑA: MAS HUELGAS, MÁS LARGAS Y DESDE ABAJO.
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Oriol Alfambra.
En lucha miércoles 21 de mayo del 2014.
Revista Rebelión.
La existencia de derechos
sociales y laborales está totalmente vinculada a la capacidad del 99% de organizarse
y luchar para conquistarlos y defenderlos. Las leyes que formalizan estos
derechos son la expresión de la correlación de fuerzas entre la clase
trabajadora y la capitalista. Las reformas laborales impuestas por los
gobiernos del PSOE – Partido Socialista
Obrero Español - en 2010 y del PP –
Partido Popular - en 2012 son la respuesta de la élite dominante a la crisis
económica.
Manifestaciones, acampadas,
ocupaciones o marchas, entre muchas otras formas de protesta, encarnan en sí
mismas la lucha de clases, la lucha del 99% contra el 1%, y contribuyen a generar un clima de rechazo a la austeridad, a
extender los conflictos y maximizar su impacto. Asimismo, las huelgas son la
expresión más cruda del antagonismo de clases, un vívido pulso entre capital y
trabajo donde se disputa el poder económico de modelar la realidad cotidiana.
Las huelgas reflejan el fuerte compromiso y la combatividad con que la gente
trabajadora afronta este conflicto.
La respuesta del 99%.
Al inicio de la crisis, los
años 2007, 2008 y 2009 se produjeron un total de 852, 1.019 y 1.125 huelgas respectivamente. Estos datos suponen un
aumento en relación con el período comprendido entre 1997 y 2006, cuando el número de huelgas al año se sitúa siempre
por debajo de las 800. Estos
registros se acercan a los anteriores a la década de los 90. Sin embargo los
datos de participación (entre 500 y 600
mil huelguistas al año) y del volumen de jornadas no trabajadas (entre 1,2 y 1,5 millones de jornadas
individuales perdidas) están aún bastante por debajo. Esto indica que aunque
crece el número de conflictos, estos involucran a menos gente y son más cortos
que en la década de los 80, cuando también se sobrepasaba el millar de huelgas
al año. Este periodo de crecimiento de las luchas laborales fue liderado por el
sector industrial, un sector muy
intensivo en la producción de riqueza y que en 2009 registra la pérdida de más
de 1,2 millones de jornadas laborales.
Esta ofensiva permitió a
los sindicatos obligar a la patronal
a revisar los salarios tal como lo contemplan los convenios colectivos, pero al
que se negaba el empresariado. Pero a principios de 2010 las burocracias
sindicales aceptaron en la mesa de negociaciones medidas de flexibilización
internas de las plantillas, utilizando la movilización de las bases para
reforzar su papel de garantes del pacto social en vez de estimular la
movilización hacia posiciones más intransigentes. De la mano de este pactismo, el PSOE aprobó su reforma laboral, que debilitó la protección frente a los despidos,
abaratando sus indemnizaciones y potenciando la figura del despido objetivo.
Esta ley persigue que el empresariado mantenga sus márgenes de beneficio a
corto plazo, reduciendo las plantillas, y a medio largo plazo destruir puestos
de trabajo con buenas condiciones para sustituirlos por contratos precarios.
El efecto de esta reforma fue una inmediata paralización
de las luchas en el sector privado, que desde los años 70 ha supuesto el grueso
de los conflictos, así como aporta el grueso de la producción de riqueza y, por
lo tanto, involucra a masas de trabajadoras y trabajadores mayores que el sector público. La percepción de derrota en la huelga general de septiembre de 2010, que tuvo un seguimiento
razonable pero no logró detener la reforma, el paro que casi llegaba a los cinco
millones y la reforma laboral contribuyeron enormemente a cortar la
tendencia creciente de movilización. En 2010
en número de huelgas se queda sobre
el millar, pero en términos de huelguistas implicadas y jornadas perdidas cae a
la mitad.
Por otra parte en 2010 aumentan las huelgas en el sector público y el 2011 las luchas de
las mareas amarilla y verde
reflejarán una clara influencia del movimiento
15M. La sanidad también vive una
creciente movilización, no sólo en el número de huelgas, sino en forma de
empleos y acampadas contra la privatización de este servicio público. La
naturaleza del trabajo de estos sectores, en continuo contacto con la sociedad
en las escuelas y hospitales les
predispone a que la influencia anímica e ideológica del estallido del 15M hiciera crecer la resistencia a la
austeridad y el neoliberalismo. También en sentido contrario, las luchas en el sector público gozan de mayor impacto
social relativo y contribuyen a mantener el ambiente de combatividad.
Radicalización creciente.
El periodo comprendido
entre las dos huelgas generales vividas en 2012
no tiene precedentes. Si bien el número de huelgas se recupera situándose en 878 (sin considerar las huelgas
generales), se contabilizan 323.000
participantes, cifra cercana al periodo de frenada del 2010-11. Pero con 1,3 millones de jornadas perdidas se sitúa en el
rango de 2007-09, lo que indica que
las huelgas son más intensas y duraderas. Las direcciones sindicales se ven
obligadas a convocar las huelgas generales del 29 de marzo y 14 de noviembre
por esta radicalización de los conflictos y la imposición de la reforma laboral
del PP que acaba con la negociación colectiva. Esta figura, incluida en 1980 en
el Estatuto de los Trabajadores,
desplazó la centralidad del proceso de negociación de las empresas al marco
sectorial, para alejarlo de la realidad combativa y fuertemente organizada que
el movimiento obrero alcanzó entre 1976 y 1979, punto álgido en el que más de tres millones de huelguistas cada año
provocaron entre 11,5 y 19 millones de jornadas perdidas.
Esto permite hacerse una
idea del excepcional nivel de combatividad del movimiento obrero durante la transición, pero también del bajo
nivel relativo de luchas en que nos encontramos hoy. Por ello, ahora se
pretende volver a desplazar a la empresa la negociación, donde no existe de manera generalizada un sindicalismo combativo con prácticas
asamblearias, con el objetivo de debilitar los sindicatos como organizaciones.
La combinación de las dos reformas configura unas relaciones laborales donde la
temporalidad y la precariedad seguirán
en aumento. El pacto social ha
sido invalidado porque más de seis millones de personas no tienen trabajo y los
servicios públicos han sufrido unos recortes sin precedentes. Esto ha dejado
sin margen de maniobra a las burocracias sindicales.
En este contexto a finales del 2012 y la primera mitad de
2013 irrumpieron las luchas en el sector informático en forma de huelgas
indefinidas, que muestran la posibilidad de articular un sindicalismo combativo
desde sectores con poca tradición de lucha. En 2013 los datos contabilizan 994 huelgas con 445.000
participantes y más de un millón de jornadas perdidas, retornando a los
registros de 2007-09. Pero destaca
que muchos de los conflictos ahora toman la forma de huelga indefinida, como la
de docentes de Balears, la de la
limpieza de la comunidad de Madrid, de Coca -Cola, TV3 o Panrico, que ya
lleva más de siete meses en pie. La tendencia general, con altos y bajos, es,
por tanto, el crecimiento y la radicalización de las luchas, con el denominador
común de desbordar a las burocracias mediante la democracia de base.
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