Para varias Instituciones nacionales en Colombia, como del exterior,
entre ellas la UNASUR
– La Unión de naciones del Sur – cuyo Secretario Ejecutivo es el ex presidente
colombiano Ernesto Samper, la Firma
establecida en Cartagena de Indias el pasado 26 de setiembre entre el Gobierno
del Presidente Juan Manuel Santos y el
responsable político de las FARC – Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia –
el máximo Líder señor Rodrigo Londoño (Timochenko) son VÁLIDAS
porque validaban los 4 años de trabajo realizados en La Habana Cuba, cuyos responsables políticos son los gobiernos de Cuba y Noruega y la garantía de las Naciones Unidas más los Gobiernos de Chile y Venezuela. Sin embargo, el
Presidente Santos, convocó a un Referéndum Nacional para el día 2 de octubre,
con el propósito político de refrendar estos ACUERDOS. Pero internamente
se enfrentaba a verdaderos trogloditas de la anti-política, aquellos que
destruyeron la imagen positiva de los Acuerdos y por el contrario, llevaron a escenarios
puramente de descomposición propios de la anti-política.
Uribe y Pastrana, dos ex presidentes, al final ganaron con el NO. Sin
embargo, el presidente Santos,
persiste en esta noble, difícil e histórica responsabilidad política como garantizar
y sellar definitivamente la PAZ en Colombia.
Al final llegó el gran apoyo y reconocimiento político de la Comunidad
Internacional, se otorgó al Presidente
Santos EL
PREMIO NOBEL DE LA PAZ. Con el apoyo de todos los Gobiernos a nivel internacional, la
situación interna en Colombia parece
mejorar - los dos ex presidentes – también ahora son parte de una
negociación del proceso de PAZ –
aunque con caminos diferentes. Pero lo cierto, la Guerrillas de las FARC y el propio presidente Santos han ratificado
públicamente su compromiso histórico de
NO declinar hasta el último día del presentes mes de octubre – que se vencen los plazos políticos – de Firmar los Acuerdos de la Paz en Colombia después de 52 años y
el fin del último Movimiento guerrillero
con son las FARC de Colombia. Mirando con responsabilidad el futuro, y
siempre respetando la Confianza del
Pueblo, si es posible por encima de cuantos
problemas internos, o superando todos ellos, se puedan presentar, al final, como el
pueblo, sólo el pueblo, ser el protagonista principal en el proceso de
CONSTRUIR LA PAZ.
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El voto por el No reunió una
cantidad heterogénea de comportamientos negativos”, dice Samper.
“EL ACUERDO ES VÁLIDO POR SER HUMANITARIO”.
Ernesto Samper sostiene que hay una salida
para la Paz en Colombia.
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El ex presidente colombiano
y actual secretario de UNASUR dice que el acuerdo firmado entre Santos y las
FARC fue depositado en Ginebra y ya es parte del sistema de la ONU para
proteger a poblaciones civiles. Explica por qué rige y cuál es su plan.
Página
/12 domingo 9 de octubre del 2016.
Martín Granovsky
Cabeza de UNASUR desde 2014, ya anunció que no se
postulará a la reelección. Ernesto Samper aceptó quedarse en el cargo hasta
enero mientras los países logran consenso sobre un sucesor. “Quiero volver a
Colombia a trabajar en la paz”, dijo a Página/12 durante una visita a la
Argentina.
–¿Festejó el otorgamiento
del Nobel de la Paz al presidente Juan Manuel Santos?
–Sí, claro. Ayuda a
fortalecer el proceso de paz.
–¿También lo merecían las
FARC?
–Por supuesto. Hubiera sido
un estímulo para otros procesos de negociación pendientes en el mundo.
–¿Cuál fue su reacción
personal ante el resultado del plebiscito?
–Una mezcla de desilusión,
de sorpresa, de desconcierto... Fue una especie de Brexit a la colombiana. Por
eso luego de conocerse el resultado hubo una marcha del silencio para pedir la
paz. De alguna manera confirma que el hecho fue sorpresivo.
–¿Por qué ganó el No?
–Mi interpretación es que
mientras que el voto por el Sí fue propositivo, claro, transparente y con un
sentido, el voto por el No reunió una cantidad heterogénea de comportamientos
negativos. La gente no votó en contra de la paz sino en contra de muchas
situaciones.
–¿Castigó a Santos por la
situación económica, por ejemplo? ¿O porque ya va por su segundo período y a
veces hay desgaste?
–Perfectamente son posibles
ésas y otras hipótesis. Yo advertí en su momento sobre el peligro de que el
plebiscito fuera un plebiscito sobre el gobierno de Santos. Pero también era
malo que fuera un plebiscito sobre las FARC, porque no pensemos que las FARC
están primeras en el ranking de popularidad, ¿no? Era paradójico: había que
lograr un acuerdo de dos partes y luego que el voto no se quedara en la
valoración de cada parte sino del acuerdo.
–Luego del Mayo francés de
1968 Charles De Gaulle convocó a un referéndum para rediseñar las regiones (la
verdad, para legitimarse) y lo perdió. Después renunció y dijo que a los
plebiscitos los carga el diablo. ¿Pasó lo mismo con el de Colombia?
–Sí. Se convirtió en un
plebiscito electoral. Fue entendido como una consulta sobre si el votante
estaba a favor o en contra del gobierno.
–¿Hay alternativa?
–Sí, hay. Según
disposiciones constitucionales, como el plebiscito es vinculante no puede ser
el Presidente quien envíe al Congreso los proyectos necesarios para implementar
el acuerdo. Pero sí pueden tomar la iniciativa grupos de organizaciones
sociales o de parlamentarios, y el Congreso podría aprobarlos sin reparos
constitucionales. La decisión de las FARC, en la cual coincidió el gobierno, de
pactar los acuerdos como el desarrollo de protocolos de la Convención de
Ginebra en el marco del derecho internacional humanitario, les da a estos
acuerdos la validez de un tratado internacional humanitario. El acuerdo es
válido porque es humanitario. Es un tipo especial de tratado con especial
protección. Para firmar esos acuerdos no fue necesario el permiso del Congreso.
Los tratados humanitarios están por encima de cualquier consideración interna.
La tesis que hemos sostenido algunos es que si se acepta que dos partes en
conflicto puedan hacer cualquier acuerdo sobre humanización del conflicto –es
decir sobre la protección de la sociedad civil– y esto tiene una especial
protección internacional, con mucha más razón alcanza al acuerdo para terminar
un conflicto.
–¿Por qué con más razón?
–Porque es la humanización
definitiva. Los acuerdos, además, fueron depositados como tratados humanitarios
en Ginebra, dentro del sistema jurídico de las Naciones Unidas.
–En términos jurídicos,
¿ese hecho de haber depositado los acuerdos está por encima del plebiscito?
–Sí, porque es el acuerdo
de dos partes de un conflicto que se acogen a las normas del derecho
internacional humanitario para aliviar la situación de la población civil
inocente. Además, el derecho internacional humanitario está contenido en la
Constitución colombiana. Esto explica por qué Álvaro Uribe, en declaraciones
públicas hechas el miércoles, discutió la existencia de un tratado
internacional en términos del derecho internacional humanitario. Él sabe bien
cuál es el punto más vulnerable de sus argumentos. Yo no tengo dudas de que
existe ese tratado, que en su momento fue avalado por la Fiscalía General.
–Entonces, ¿Santos debería
dejar que avancen en el Congreso con el acuerdo diversas organizaciones
sociales y grupos parlamentarios, abarcando naturalmente parlamentarios suyos?
–Los voceros del No
insisten obcecadamente en puntos que son no negociables: las FARC no los
aceptarían. Uribe dice: “No estoy de acuerdo en que no paguen con la cárcel”.
Pero parte de los elementos esenciales del tratado es que la gente pueda dejar
las armas y hacer política, lo cual sería obviamente imposible si esa gente
tuviera que pagar con penas privativas de la libertad. ¿Quién firmaría su
salida del monte para ir a meterse a una cárcel ocho o 20 años?
–¿Un eventual avance en el
Congreso no irritaría de modo virulento al pueblo colombiano después del
plebiscito?
–No, porque la gente no
votó contra la paz y mucho menos aprobó la guerra. Ni siquiera Uribe habló
abiertamente contra la paz. Fue más bien un voto castigo.
–Ese escenario que para
usted es deseable, ¿cuánto tiene de posible?
–Hay que entender bien que
el gobierno colombiano está obligado a cumplir con el acuerdo humanitario y que
el Congreso sí tiene facultades para convertir esos acuerdos en leyes con validez
constitucional. Se podría hacer un gran pacto para que pudieran presentar esos
proyectos de ley los miembros de la sociedad civil y los legisladores. Eso
tendría mayoría en el Congreso. No pasaría lo de Guatemala, donde el Congreso
negó los acuerdos y luego igual los pusieron en vigencia.
–El plebiscito no era
obligatorio según la Constitución.
–No, pero era difícil sacar
adelante los acuerdos de La Habana porque no hubo antes una participación
activa de la sociedad civil. Hubo situaciones mediáticas de participación, que
no es lo mismo. Eso explica los sondeos previos, según los cuales el 80 por
ciento estaba con la paz y al mismo tiempo el 80 por ciento no quería darles
nada a las FARC a cambio de la paz. No hubo una pedagogía política sobre la paz.
Fallamos. No nos dimos cuenta del trabajo mezquino pero eficaz que convenció a
mucha gente con frases como ésta: “Lo que le van a dar a la guerrilla es lo que
no le van a dar a usted”. La pedagogía es clave. La historia mundial revela que
a mayor participación de la sociedad civil habrá luego mayor solidez de la paz.
–Los acuerdos de paz tenían
gran legitimidad internacional ya antes del Nobel para Santos. Solo para hablar
de Sudamérica, debe ser el único tema donde había convergencia entre Michel
Temer, Lula, Mauricio Macri y Cristina Kirchner. ¿Este factor ayuda?
–Y fuera de Sudamérica hay
que sumar a favor de la paz el gobierno de los Estados Unidos, el Vaticano, el
sistema de Naciones Unidas que ejecutaría el acuerdo... No le veo mayor
problema a la política interna colombiana. Está mal interpretar el voto del No
como un voto en contra de la paz. Fue más un sindicato de odios que otra cosa.
–El gobierno de Hugo Chávez
y después el de Nicolás Maduro se comprometieron con el proceso de paz de
Colombia. ¿UNASUR sigue comprometida con las negociaciones dentro de Venezuela?
–UNASUR sigue impulsando el diálogo entre los venezolanos. Hemos
estado trabajando para que el Vaticano envíe su representante a acompañar la
tarea de los ex presidentes que ya están ayudando. La búsqueda del diálogo fue
incluso más útil que el diálogo mismo porque ya se han encontrado la oposición
y el gobierno. Y hay frutos. El diálogo hasta evitó que algunos países que
preferirían medidas más drásticas las lograran. Espero que pueda concretarse en
los próximos días la negociación alrededor de tres temas. El primero, el
rechazo a la violencia como forma de proselitismo político. El segundo, una
comisión de verdad y justicia que permita resolver el problema de los detenidos
o los presos judiciales.
–¿Leopoldo López está
comprendido?
–Claro. Son personas
detenidas en relación con hechos políticos de violencia como los que se
llamaron “guarimbas”. A este asunto hay que buscarle una salida institucional.
–¿Y el tercero?
–Está
claro no solo en Venezuela sino en todos los países donde hay continuidad del
poder que los mecanismos tienden a concentrarse. Hay que producir un reequilibrio de las
instituciones.
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