CUANDO LA IZQUIERDA VOTA POR UN BANQUERO.
ECUADOR. SE PERDIÓ TOTALMENTE LA “UBICACIÓN
POLÍTICA HISTÓRICA”. TRAICIÓN.- O bien esta segunda vuelta está
desenmascarando a la izquierda, o la izquierda desorientada se creyó el cuento
aquel del neoliberalismo democratizador. La semana anterior el Partido
Comunista Marxista Leninista del Ecuador (PCMLE), y creo que en este punto es
importante expandir el acrónimo y enfatizar su calidad de Comunista, Marxistas
y Leninista, anunció su apoyo a la candidatura de Guillermo Lasso, el banquero,
el neoliberal, la personificación de un modelo capitalista de acumulación y
segregación. A la voz de “Fuera, Correa, Fuera”, el PCMLE argumentó que tomará
la “posición del lado del pueblo, de enfrentar y derrotar al principal enemigo
de la Patria y la Democracia”, dándole el voto a Lasso.
Las bases sociales, los sindicatos, los movimientos
sociales tienen una larga lista de agravios que el gobierno de Rafael Correa ha
cometido en contra de ellos. Como ya lo he mencionado antes, los límites del
modelo político y económico desarrollista y poco plural de la Revolución
Ciudadana han alienado a quienes deberían ser los aliados naturales de un
proceso que se dice de izquierda. Es decir, no solo que es comprensible su
rechazo a la candidatura de Moreno, sino que este debió ser un tiempo de
reconstrucción y autocrítica para conjugarse como una verdadera fuerza política
en el futuro, precisamente para combatir y limitar los avances neoliberales de
los próximos cuatro años.
Sin embargo, la posición adoptada por el PCMLE
contradice lo que debería ser un principio de base de un movimiento de
izquierda, más aún uno que se autoproclama Marxista y Leninista. Porque el
apoyo a Lasso no presupone la democratización del régimen, si el razonamiento
detrás de su apoyo fuera ese. La represión a los movimientos sociales en el
Ecuador tiene larga data, y los diez años de Revolución Ciudadana no han
cambiado esas dinámicas. Pero votar por la derecha, en especial por esa derecha
conservadora y, ahora más claro que nunca, intolerante y violenta, es, no solo
es únicamente cambiar el color de la bota, sino también perder cualquier tipo
de legitimidad ideológica y política como izquierda. Es desperdiciar la
oportunidad de reforzar y reposicionar los movimientos, apropiarse de espacios
políticos perdidos, retomar discursos. Peor aún, es permitir que un gobierno
como el de Lasso termine absorbiendo lo que queda de la izquierda organizada.
Y no son los únicos que han adoptado esta posición.
Paco Moncayo se decantó tempraneramente por Lasso. Lo siguieron algunos
dirigentes del movimiento indígena y luego se sumaron otras voces de la
Izquierda Democrática. Sucumbieron, al final, a esa posición de
Torquemada que asumieron los voceros de Lasso, donde todo aquel que no está con
Lasso está atentando contra la democracia. Se está volviendo costumbre que los
mejores aliados del capital sean los partidos de izquierda. ¿Podrán regresar de
esto? Difícil. Será su estigma histórico. Perdida estará su legitimidad como
representantes de los “intereses del pueblo”, como combatientes de un sistema
burgués que reparte el poder de acuerdo a la capacidad de acumulación. Es más,
reivindicarán al poder del capital: habrán votado por un banquero. (Y no
cualquier banquero, un banquero con una historia nefasta).
La concentración del poder previo al 2007 fue una de las causas que desencadenó en la elección de Correa. La reacción a la pugna de poder históricamente controlado por la burguesía creó un cambio en las relaciones de poder. La visualización de estas contradicciones no significó la resolución de las contradicciones. Si bien no hubo una verdadera democratización de la distribución del poder, las preferencias de las élites fueron reveladas, cuestionadas, creando nuevos discursos y divisiones. La Revolución Ciudadana nunca buscó la transformación de estas asimetrías, pero sí creó el momento histórico para cuestionarlas. La izquierda lo está votando a la basura. Sebastián Vallejo. - El Telégrafo
La concentración del poder previo al 2007 fue una de las causas que desencadenó en la elección de Correa. La reacción a la pugna de poder históricamente controlado por la burguesía creó un cambio en las relaciones de poder. La visualización de estas contradicciones no significó la resolución de las contradicciones. Si bien no hubo una verdadera democratización de la distribución del poder, las preferencias de las élites fueron reveladas, cuestionadas, creando nuevos discursos y divisiones. La Revolución Ciudadana nunca buscó la transformación de estas asimetrías, pero sí creó el momento histórico para cuestionarlas. La izquierda lo está votando a la basura. Sebastián Vallejo. - El Telégrafo
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ECUADOR: ENTRE LOGROS,
DECEPCIÓN Y FRACTURA DEL MOVIMIENTO SOCIAL.
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Sergio Ferrari.
Rebelión. Viernes 24 de marzo del
2017.
Entrevista
con el Sociólogo Francois Houtart.
Segunda
vuelta electoral en Ecuador.
En un continente latinoamericano mutante, la
segunda vuelta electoral del domingo 2 de abril en Ecuador marcará rumbos.
Aunque el tema internacional está prácticamente ausente en la campaña, los
resultados marcarán tendencias y reforzarán alianzas continentales.
Si gana Lenin Moreno del oficialista partido
Alianza PAIS saldría reforzado el proyecto integrador regional. Si fuera ungido
presidente el banquero Guillermo Lasso, candidato de la opositora alianza CREO
- SUMA, el país sudamericano pasaría a reforzar el polo continental
pro-neoliberal, alineado detrás de Michel Temer en Brasil y Mauricio Macri en
Argentina.
En la primera vuelta del pasado 19 de febrero,
aunque Moreno obtuvo 1 millón de votos más que Lasso, por escasas décimas no
logró el 40% que le hubiera abierto la puerta imperial para continuar la línea
impulsada en los últimos diez años por Rafael Correa en la presidencia.
Logros
cuantificables.
Los resultados del próximo domingo podrán ser
entendidos como un plebiscito -positivo o negativo- sobre los progresos
promovidos por Rafael Correa y su proyecto de “Revolución Ciudadana”. En particular en lo social, y en el
desarrollo de obras públicas -carreteras, puentes, aeropuertos etc. En un país
de cerca de 16 millones de habitantes, logró reducir en un 6% la pobreza y
sacar de la miseria extrema a casi 2 millones de sus compatriotas. Se dieron
avances significativos en la atención médica pública y se contabilizaron 1
millón 200 mil nuevos estudiantes.
En síntesis, “logros reales pero limitados en
cuanto a su contenido. No tuvieron suficientemente en cuenta muchos aspectos,
como el ritmo de las transformaciones culturales, la erosión de la soberanía
alimentaria y los costos ambientales”, señala
el religioso y sociólogo belga François Houtart, quien desde hace seis años
reside en Quito y trabaja como profesor universitario y asesor de movimientos
sociales.
A pesar de su relación de amistad con el presidente Correa, Houtart no mide sus
críticas al actual modelo. “Son cifras que indican avances cuantitativos en la
perspectiva de modernizar la sociedad, pero sin transformarla de fondo”, señala
Houtart en entrevista telefónica.
Se dio, por ejemplo, una ausencia total de
políticas agrarias: “no hubo ni reforma agraria ni políticas campesinas”
enfatiza el fundador del Centro Tricontinental (CETRI) en Lovaina y de su
prestigiosa publicación Alternatives Sud. Y hace referencia a un estudio del
2013 que indicaba un 44% de pobreza en las zonas rurales y un 19.5 % de pobreza
extrema. El actual Gobierno impulsó, por el contrario, una agricultura moderna
de monocultivos de exportación que destruye los bosques y expulsa a los
campesinos de sus tierras. En síntesis, “no hubo durante estos años un proyecto
de transformación fundamental de la sociedad sino una modernización del
capitalismo”. Si al principio se podía pensar que se trataba de un socialismo
del siglo XXI, se introdujo paulatinamente una “restauración conservadora”
dentro del proyecto mismo. La crisis provocada por la caída de los precios de
las materias primas aceleró la regresión, privilegiando los intereses del
mercado.
Desilusión y
“alineación política”.
Una parte de los movimientos sociales -entre ellos
organizaciones indígenas- y de fuerzas de izquierda que originariamente
apoyaron al proceso, “se sienten profundamente decepcionados”.
Cuando el Gobierno vio que esos movimientos le
daban la espalda decidió crear nuevas organizaciones sociales que respondían a
su proyecto. "Se dio así una fractura político-social muy profunda que
sigue marcando la realidad social del país y que tiene una influencia en el
comportamiento electoral de unos y otros", explica Houtart.
Algunos de esos sectores “prefieren ahora darle su voto a Lasso y no a Moreno. Optan por
apoyar a un representante del gran capital financiero, argumentando que en todo
caso la situación no cambiaría demasiado”. Al mismo tiempo, reflexiona, Lasso
promovió un discurso astuto. Prometió la amnistía para algunos dirigentes
sociales presos; el abandono de juicios abiertos contra líderes indígenas. Se
comprometió a no autorizar la actividad minera sin consulta previa con los
pueblos originarios, principio ya inscrito en la Constitución, pero no siempre
respetado.
Se da una “verdadera alienación política de esos
sectores sociales e indígenas que van a votar contra sus propios intereses más
por argumentos afectivos que razonables”, enfatiza
Houtart. Algunos piensan que va a ser más fácil luchar contra la verdadera
derecha, que, contra la derecha maquillada como izquierda, enumera.
Subjetivamente, son sectores que han sufrido y viven una gran decepción hacia
el modelo de Correa, lo que define
una situación muy compleja, por momentos inexplicable y de muy difícil
recuperación o reconstrucción, sintetiza
Houtart con cierto escepticismo sobre el futuro.
Y se distancia parcialmente de algunos de esos
argumentos: “no estoy de acuerdo que
Correa esté estableciendo el neo-liberalismo”. Su proyecto es, como sucede
en otros países de la región, post-neoliberal, aunque no post-capitalista. Un
capitalismo moderno que integra también como importante la lucha contra la
pobreza. Pero que, incluso, aumenta los niveles de deuda externa a niveles
semejantes al 2007 fecha cuando llegó al Gobierno.
Crisis
conceptuales.
Con el paso del tiempo Correa priorizó su rol de
líder carismático. Trató de instrumentalizar los movimientos sociales -o creó
otros paralelos-, impulsó una comunicación intensiva desde arriba e incluso
criminalizó una parte de la protesta social.
Todo esto al tiempo que mantenía su discurso
progresista original, lo que complica, muchas veces la comprensión de lo que se
debate en torno al segundo turno electoral. Se presenta, argumenta Houtart,
como una lucha entre la izquierda y la derecha tradicional. Cuando en realidad
se trata de un combate entre la derecha oligárquica tradicional, apoyada por el
imperio, -expresada en el candidato Guillermo Lasso, que busca desesperadamente
recuperar el poder político- y una derecha moderna en alianza con actores de
izquierda en su mayoría provenientes de los movimientos sociales de los años
70.
En paralelo, los movimientos sociales
tradicionales, confrontan una crisis profunda como en otras regiones del mundo.
Perdieron la
visión estratégica de una transformación profunda de la sociedad y entraron de
lleno en el juego político electoral a corto plazo, concluye.
Sergio Ferrari, en colaboración con el
periódico suizo Le Courrier y E-CHANGER, organización de cooperación solidaria.
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