SENTIDO Y
JUSTICIA DE LA RENTA BÁSICA.
“La crisis
financiera desatada en el año 2008 señaló el fracaso del proyecto de
globalización neoliberal, evidenciando
la necesidad de contar con nuevas herramientas analíticas para comprender las
dinámicas propias de esta etapa del capitalismo global, así como con nuevas
políticas que corrijan las nocivas consecuencias del desenfreno de los mercados
y la desregulación financiera. Una de
estas nuevas políticas es la Renta Básica universal e incondicional (RB),
una asignación monetaria para cada individuo de una economía dada, diseñada
para sostener un nivel de vida decente sin necesidad de mostrar disposición a
trabajar en una actividad remunerada. Trabajo remunerado puesto que existen
otros dos tipos de trabajo: el voluntario y el trabajo doméstico. Las turbulencias causadas por la crisis
financiera y su impacto sobre la economía real han puesto de manifiesto
varios desafíos a los que hoy en día se enfrenta el capitalismo global. Ha
llegado el momento de repensar la matriz social y económica del capitalismo.
Las
abruptas desigualdades puestas a la luz por OXFAM, que
señala que ocho
personas poseen la misma cantidad de riqueza que 3.600 millones de personas, suponen un problema presente y real para la libertad y la democracia. La
automatización amenaza el empleo en todos los sectores de la economía, incluido
el de los servicios, tal como muestra el creciente Corpus científico dedicado a
la materia. La consigna del
“estancamiento secular” resume de la mejor manera posible la coyuntura
crítica que afecta a la economía capitalista global, atrapada en tasas de
crecimiento reducidas, inestabilidad e incertitud. La RB es una herramienta
política original, capaz de combatir los peligros de estos desafíos, incluido
el estancamiento de los salarios, la
creciente desigualdad y la insuficiencia crónica de la demanda agregada. La relativa novedad de la
RB no ha evitado que atraiga cada vez más aceleradamente la atención de
analistas, políticos y medios de comunicación. El respaldo mostrado por
personalidades de relieve, como el
millonario Bill Gross, antiguo director general de PIMCO y fundador de Janus Capital (ambas, compañías de inversión),
ha contribuido a enriquecer el debate, pero el rechazo de analistas y críticos
en ambos lados del espectro político a
menudo descansa sobre malas interpretaciones de la naturaleza y objetivos
reales de la RB.
Uno
de los aspectos que más confusión suscita es la relación entre la RB y el
Estado del bienestar. Algunos analistas conservadores conciben la RB como una forma de deshacerse de
lo poco que queda del Estado del bienestar y, de esta forma, proponen desplazar
los recursos asignados a sanidad, educación básica o subsidios por desempleo
hacia la financiación de la RB. No obstante, un importante estudio realizado en
el Reino de España en relación a este
aspecto concluyó con una propuesta que se basaba en una profunda reforma
fiscal. Debido al hecho de que la
imposición fiscal sobre las rentas es un instrumento cuyo uso es extendido,
los resultados del estudio podrían extrapolarse a otras economías. Si partimos
de la base de que la RB implicaría
otorgar una renta anual de 7.471 euros a cada persona (y 1.494 euros en el
caso de la población menor de edad), el estudio mostró que más del 80 % de la
población se beneficiaría de la RB mientras que el 20 % más rico saldría
perdiendo. Como consecuencia de este proceso redistributivo, el coeficiente de
Gini descendería hasta 0,2502. Para
aquellos que se encuentran en el 20 % de la población con mayor renta, este
modelo impositivo supondría una reducción neta de sus ingresos, mientras que
aquellos que se encuentran en la parte más baja de la escala recibirían 7.471
euros sin el deber de tributar por su renta. Este proceso de redistribución no comportaría una reducción del gasto
público en sanidad y educación y, según el estudio, ni tan sólo se
recortaban los recursos dedicados actualmente al gasto militar o policial (algo
que perfectamente podría realizarse por motivaciones muy justificables). De
esta forma, la financiación de la RB no es un problema insalvable, sino que es posible
mediante una reforma fiscal progresiva y correctamente diseñada…….” Alejandro
Nadal. La Jornada.
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EL PAPEL RADICAL DE LA RENTA
BASICA.
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Louise
Haagh.
CTXT,
Rebelión
jueves 9 de marzo del 2017.
La Renta Básica posee
una finalidad de alivio de la crisis, y a largo plazo puede ser un elemento
clave de presión y jugar un papel secundario para asegurar un mayor equilibrio
de Poder en la sociedad.
Una
de estas nuevas políticas es la Renta Básica universal e incondicional (RB),
una asignación monetaria para cada individuo de una economía dada, diseñada
para sostener un nivel de vida decente sin necesidad de mostrar disposición a
trabajar en una actividad remunerada. Trabajo remunerado puesto que existen
otros dos tipos de trabajo: el voluntario y el trabajo doméstico. Las
turbulencias causadas por la crisis financiera y su impacto sobre la economía
real han puesto de manifiesto varios desafíos a los que hoy en día se enfrenta
el capitalismo global. Ha llegado el momento de repensar la matriz social y
económica del capitalismo.
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La mayoría de los
malentendidos que tienen que ver con la renta básica conciernen las
exageraciones sobre lo que podría o debería conseguir. Esto queda ilustrado en
los razonables puntos que evoca Ruth Lister en un artículo de la serie que
publica Compass. En mi opinión, la renta básica aborda algunos problemas
fundamentales del diseño institucional. Hacer frente a esos problemas
contribuirá a resolver una serie de desafíos contemporáneos, pero estarán
supeditados a la consecución de otros cambios.
Al igual que Lister, me
atrajo la idea de la RBU porque apela a indagar sobre principios fundamentales.
¿Con qué criterio ayuda el Estado del bienestar a las personas? ¿Cuál debería
ser la función del Estado social en la sociedad actual?
Me parece curioso ver cómo
el enfoque que se da al hecho de garantizar una renta de subsistencia conserva
un sesgo de clase moral y social reminiscente de épocas pasadas, mientras que
el hecho de suministrar servicios sociales de manera universal e incondicional
no merece cuestionamientos. La clave reside en la palabra “renta”. La gente se
preocupa con razón si tiene la sensación de que la idea es reemplazar el
trabajo por una renta. Cuando algunos defensores de la renta básica afirman que
lo que quieren es disociar la renta del trabajo, deberían añadir que lo que
quieren es separar la renta del trabajo parcialmente. Esto facilitaría
que se pudiera pensar en la renta básica como si fueran los servicios que ya
garantizamos, teniendo en cuenta que proporcionarlos es dotar de medios a las
personas e instilar un básico sentimiento de igualdad y comunidad, que incluye
muchos aspectos relacionados con la salud, la educación y la asistencia.
La idea fundamental detrás
de la renta básica queda reflejada en el logotipo de la Basic Income Earth
Network (Red Global de Renta Básica), que representa la vista lateral de una
escalera. La parte de abajo es la más ancha de la estructura, y en la base está
todo el mundo. Como la base está garantizada, las personas pueden ascender.
Algunas personas ascienden más que otras, y esto representa la oportunidad que
tienen de obtener una renta adicional y utilizarla para diversos fines. En
realidad, la relación de esta imagen con la renta no difiere tanto de la manera
en que tratamos las demás oportunidades que existen en la sociedad, como por
ejemplo la educación que se ofrece en un principio de forma gratuita sin tener
en cuenta la contribución social de los padres.
Renta y trabajo.
Por eso, introducir una
renta básica no supone disociar completamente la renta del trabajo. Las
ventajas que ofrece reconocer con dinero la contribución que se realiza son
numerosas, entre ellas que el dinero es un medio neutral que permite la
negociación social de las condiciones contractuales, un hecho muy importante a
la hora de fijar las expectativas. En este sentido, la renta básica no debería
verse como un sustituto de los ingresos, sino como una fuente primaria de
seguridad. Además de ser un instrumento de pago y una moneda para reconocer y
planificar a lo largo del tiempo la contribución realizada en forma de empleo,
el dinero también es sencillamente necesario para vivir. Una sociedad más
civilizada aísla las diversas funciones del dinero. La renta básica es una
parte de cómo llevar a cabo esta separación que hace tiempo que tendría que
existir. La renta básica es un umbral por debajo del cual nadie debería caer.
Ciudadanos con ingresos varios ya reciben un montante básico gracias a las
subvenciones fiscales y a las exenciones de impuestos. En esencia, la RB no
trata sobre la redistribución del dinero, sino sobre el principio en el que se
asienta la redistribución.
Repensar las condiciones
no conlleva devaluar la contribución social, como preocupa a Lister y a otros,
sino que propone una reflexión muy necesaria sobre cómo incentivar y sostener
esta contribución. La negociación actual sobre el bienestar ha situado la mayor
parte de la responsabilidad sobre estos asuntos en el individuo, y ha
dispensado a la sociedad y a los responsables políticos de responder a
preguntas difíciles sobre cómo elaborar una planificación educativa y
ocupacional más eficaz. Visto desde esta perspectiva, el mayor cambio que
conlleva una reforma de la renta básica es eliminar las condiciones a cumplir
para obtener la renta básica.
Incentivos y castigo.
Las condiciones existentes
para obtener una ayuda económica buscan incentivar, pero la línea que separa el
incentivo del castigo es extremadamente delgada cuando existe un riesgo
permanente de perder el sustento básico y la seguridad mínima está condicionada
a aceptar cualquier trabajo que se ofrezca. Las políticas actuales no están
diseñadas para castigar particularmente a los grupos más vulnerables, pero ese
puede acabar siendo su efecto. El debate político se centra con acierto en cómo
paliar el bucle de la pobreza, entendido como la falta de incentivo posible
cuando la tasa de retirada de servicios asistenciales básicos es elevada. Sin
embargo, esta representación del bucle de la pobreza se equivoca al no tener en
cuenta otras fuentes de motivación humana que no sean los ingresos inmediatos.
El bucle de la pobreza no tiene que ver solo con el dinero, también tiene que
ver con la seguridad. Existen numerosas pruebas de que el miedo a perder una
mínima seguridad resulta en comportamientos en los que prima el instinto de
supervivencia a corto plazo. Al contrario, si existe una oportunidad de pensar
a largo plazo, la motivación para elaborar estrategias continuadas y expansivas
es mucho mayor. En mi artículo Working-Life, Well-Being and Welfare
Reform (Vida laboral, bienestar y reforma asistencial), resumo y
ofrezco nuevas pruebas en este sentido. La estrategia institucional actual
busca motivar a la gente a corto plazo y utiliza grandes dosis de palo. El
objetivo debería ser permitir que las personas elaboren estrategias personales
a largo plazo, que beneficiarían a los individuos, a las familias y a la
sociedad en su conjunto.
¿Qué pasa con el riesgo de
que algunas personas se sientan motivadas a contribuir y vivir una existencia
muy humilde con solo una renta básica durante toda su vida, algo que hoy en día
sería imposible hacer sin castigo? No se puede negar que este punto plantea
algunas preguntas complicadas desde el punto de vista ético. No obstante, no
creo que sean exclusivas de la renta básica, sino más bien permanentes en la
sociedad humana. La mayoría de las instituciones que apoyan el empleo formal
también tienen otras valiosas funciones adicionales. El único objetivo de la
renta básica no es producir un mayor valor de mercado, como tampoco es el único
objetivo de la educación. Si alguien decide ser un/a amo/a de casa, lo más
probable es que sigamos pensando que la educación que ha recibido es de alguna
manera útil. Hay gente que practica deportes de riesgo que la gran mayoría que
no los practicamos tenemos que asegurar. Las cárceles son caras. En resumen,
existen muchos elementos del gasto público que no tienen un valor de mercado
productivo directo, pero que de igual manera consideramos valiosos. Podríamos
valorar el hecho de entregar una seguridad económica a los ciudadanos sobre la
premisa de que esto generaría comunidades más seguras. Es importante tener en
cuenta que la motivación para ganar y progresar no se ve afectada en sí por una
reforma de la renta básica.
Apuntar alto.
En el Reino Unido está
emergiendo un consenso sobre la necesidad de implementar políticas que
incentiven a las personas a apuntar alto y a seguir estudiando durante más
tiempo. Es necesario formar con urgencia a más enfermeras y doctores, y otorgar
un estatus profesional a la asistencia. Hace falta diseñar sistemas que
estimulen nuevas formas de ahorro y financiación social para la asistencia.
Estos retos no pueden solucionarse solo con una renta básica, algunos requieren
cambios legislativos que promuevan mejores sueldos y estatus profesional para
el empleo relacionado con los servicios asistenciales. No obstante, una renta
básica puede desempeñar un papel en estos cambios institucionales que hacen
falta. Una renta básica puede alterar la motivación de una persona para continuar
estudiando o regresar a los estudios y colaborar también en la mejora a largo
plazo de sus perspectivas para poder reincorporarse al mercado de trabajo. Una
renta básica es un umbral que puede incentivar la adopción de estrategias de
ahorro a largo plazo y que puede, junto con otros cambios legislativos, formar
parte de un proceso para rediseñar la seguridad social de tal manera que pueda
ayudar a una base afiliada más amplia.
Esto me lleva de vuelta a
una preocupación señalada por Lister. No considero la renta básica, ya sea en
teoría o en la práctica, como un desafío a la ética del trabajo. El error está
en primer lugar en pensar que esta es la tarea de la renta básica. Pero esta es
la línea de pensamiento a la que hay que oponerse. ¿Por qué reincidir en el
problemático supuesto de que la gente no trabajará si dispone de una mínima
seguridad? Facilitar o, preferentemente, eliminar las condiciones para acceder
a un subsidio mínimo es solo un pequeño paso para abordar una serie de
problemas más complejos, pero así y todo podría ser uno muy importante. Los
municipios locales en diversos lugares europeos están experimentando con la
eliminación de condiciones porque consideran que no funcionan. Sin embargo, es
importante plantearse cambios en los sistemas que prestan ayudas económicas
además de en las políticas que buscan generar incentivos ocupacionales y de
ahorro a largo plazo, que también hacen falta porque los sistemas actuales no
funcionan. Si pensamos en la renta básica basándonos en estos tres pilares,
entonces la renta básica pasa a formar parte de un proceso para diferenciar
mejor las instituciones económicas presentes en la sociedad, con la vista
puesta en apoyar incentivos a largo plazo.
Si esto se lleva a cabo de
la manera adecuada, lo más probable es que el resultado sea un sistema de
incentivos más estructurado que premie las contribuciones mejor que el sistema
actual. En este sentido, la preocupación de Atkinson por la contribución, que
Lister reutiliza, es importante, aunque es posible que las condiciones directas
no sean la mejor solución, porque existe el riesgo de que generen dilemas
morales y costosos problemas de cálculo. Atkinson intentó cubrir demasiados
objetivos con una única política. En mi artículo Policy and Politics
(Políticas y política) y en Basic Income Studies (Estudios de renta
básica), argumenté que no existe ninguna razón de principios, ni práctica
tampoco, que permita considerar que la renta básica entra en conflicto con
sistemas del bienestar más complejos que, como sucede en los países nórdicos,
buscan intencionadamente el desarrollo humano.
Un marco feminista.
¿Apoya la renta básica las
preocupaciones feministas? De nuevo, mi respuesta es la misma. No se puede
pretender que una reforma de la renta básica sea la solución a todos los
problemas que afectan a las mujeres en esta sociedad moderna. La seguridad
básica que ofrece una renta básica será más valiosa para unos grupos que para
otros. Como las mujeres, de media, sufren situaciones más graves y complejas de
inseguridad que los hombres, las mujeres se beneficiarán más todavía, pero la
renta básica no puede solucionar toda una variedad de problemas que hacen que
sea más difícil para las mujeres conseguir controlar su trabajo y su tiempo, y
estos son problemas que requieren un respuesta legislativa y de riesgo
compartido. Servicios de cuidado infantil asequibles de verdad, expectativas de
volumen de trabajo más equilibradas y reconocimiento del rendimiento laboral
con equilibrio de género son asuntos que requieren soluciones coordinadas.
Finalmente, esto nos lleva
a una serie más amplia de argumentos posibles en favor de un tipo de transición
que dé como resultado una forma de seguridad más estable como base de la
sociedad. Estoy de acuerdo con Lister en que la inminente automatización no es
el motivo principal para establecer una renta básica. Sin embargo, yo iría un
poco más allá y afirmaría que tampoco la mayor precariedad de muchos trabajos
es la razón fundamental que podría garantizar ciertas formas de transición
hacia una renta básica. Existen argumentos para utilizar la renta básica como
respuesta a los cambios sistémicos. Según uno de ellos, una garantía de
subsistencia es la única respuesta sólida a la incertidumbre que generan los
patrones de contratación cada vez más complejos y cambiantes. Sin embargo, uno
de los motivos de que muchas organizaciones, entre ellas los sindicatos, no
estén de acuerdo con este tipo de argumento es que añade una nota de pasividad.
La verdad es que la renta
básica posee una finalidad de alivio de la crisis, aunque su papel a largo
plazo sea más positivo. Aun cuando los regímenes de libre comercio están
experimentando una importante vuelta atrás, no cabe duda de que los patrones de
contratación mundiales seguirán siendo objeto de cambios complejos. En este
contexto, una renta básica no puede sustituir la creciente necesidad de
desarrollar políticas más proactivas y respuestas legislativas de ámbito
estatal, pero puede potencialmente ser un elemento clave de presión que
provoque una respuesta de este tipo. Se puede convertir la tecnología en una
oportunidad de redirigir la energía humana hacia otras formas de trabajo, como
la asistencia, el fomento de la salud y la protección. Una renta básica no será
el responsable directo, pero podría interpretar un papel secundario para
asegurar un mayor equilibrio de poder en la sociedad. El argumento sistémico
más importante a favor de la renta básica tiene que ver con los términos
generales de democratización.
Según esta lógica, los
sindicatos no deberían considerar la renta básica como una amenaza a sus
intereses por dar forma a los tipos de trabajo del futuro. La renta básica
puede ayudar a que surjan nuevas formas colectivas de trabajar, organizarse y
compartir los riesgos. Puede ayudar a reflexionar sobre los derechos en
relación con el Estado del bienestar y el trabajo en términos más amplios. La
calidad del empleo no es una cuestión independiente de la calidad y
disponibilidad de la asistencia en la sociedad, por poner un ejemplo. El uso
actual que se hace de las políticas sociales para controlar la relación de la
gente con el mercado de trabajo atomiza a las personas y a ciertos segmentos de
la sociedad. La renta básica tiene el potencial de permitir la creación de una
nueva serie de relaciones directas entre ciudadanos, y una relación entre
ciudadanos y el Estado más equilibrada.
Traducción de
Álvaro San José.
Este texto está publicado en Social Europe.
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