“Partimos de mediados de la década del 70 en la que las fuerzas populares y revolucionarias fueron
derrotadas por las
alianzas entre las oligarquías locales y su brazo militar con el apoyo absoluto
y explícito del imperialismo. El mapa geopolítico de Nuestra América
hasta mediados de los 80 estuvo teñido de manera predominante por el
comando político estatal de dicha alianza. Es la “integración” de los
estados mayores conjuntos del capital y sus brazos armados, cuya expresión
más sórdida y criminal fue el Plan Cóndor. Por supuesto que aquel
término no refleja su verdadero significado, sino el de una coordinación
por arriba para generar las condiciones y preparar el terreno social para el
relanzamiento de la ofensiva del gran capital en medio de su crisis. Y
tal como es su ley, ni siquiera entre estas cúpulas puede haber mayores
acuerdos pues la competencia a muerte es su lógica esencial. Más allá de las
primaveras democráticas de los 80, en los 90 el gran capital
encuentra las condiciones para desplegar y realizar cabalmente su hegemonía
redefiniendo los mecanismos de disciplinamiento social que ya no necesitan del
terror que ha quedado calado en los cuerpos, sino que hacen uso de dispositivos
que lo reactualizan mediante el miedo al desempleo y al hambre, los
cuales funcionan a la hora de afianzar un repliegue de masas imprescindible
para su estrategia de intensificar la centralización y concentración del
capital. Es así que en los 90, se fueron tejiendo sumisiones verticales
al imperio, es decir, la integración, pero al imperio, como su
patio trasero ¡por supuesto! denominada como Tratados de Libre Comercio (TLC)
o “relaciones carnales” (como describía sin prurito alguno el presidente
neoliberal que puso la Argentina de remate, Carlos Menem) que iban supuestamente a coronarse a escala
regional con el ALCA”.
/////
Nuestra América, la Patria Grande, renovemos nuestra capacidad de lucha y organización en el Poder Popular Local - base principal de la Nueva Sociedad Civil emergente, popular, democrática - proceso de construcción social y cultural de la Nueva Ciudadanía Política y todos trabajar conjuntamente para forjar el nuevo proceso político de la Integración Independiente y Democrática de América latina, Nuestra América, La Patria Grande.
***
LA INTEGRACIÓN DE NUESTRA AMÉRICA:
ELEMENTOS PARA UN ANÁLISIS PROVISORIO.
******
Atilio Boron. Paula Klachko.
ALAINET viernes 10 de marzo del 2017.
“Los
hombres [y mujeres] hacen su propia historia, pero no la hacen a su libre
arbitrio, bajo circunstancias elegidas por ellos mismos, sino bajo aquellas
circunstancias con que se encuentran directamente, que existen y les han sido
legadas por el pasado. La tradición de todas las generaciones muertas oprime
como una pesadilla el cerebro de los vivos” Karl
Marx, El 18 brumario de Luis Bonaparte,1852.
Siempre es bueno recordar que en los análisis
histórico/político/sociales no podemos tomar como modelo de comparación lo que
imaginamos y deseamos como una sociedad ideal sino que debemos partir de las
realidades sociales que heredamos y pudimos construir atravesadas por duras
contradicciones sociales, complejos mecanismos de dominación y, sobre todo, por
la lucha de clases, tal como establecía Marx en el citado pasaje, en el que
agregaba además que en épocas de revoluciones o grandes transformaciones los
fantasmas del pasado reviven con inusitada violencia utilizando tanto viejos
ropajes como disfrazándose con otros con la apariencia de nuevos. En Nuestra
América hemos abierto el milenio con grandes transformaciones y los fantasmas
del pasado nos acechan. Pues bien aportar elementos de análisis y diagnóstico
para reorientar las brújulas de nuestras luchas se hacen más necesarios que
nunca.
Así para poner sobre la mesa algunas cuestiones que
nos sirvan para un balance provisorio de los procesos de integración
nuestroamericana, los cuales solo pueden ir de la mano de procesos
emancipatorios, en su versión nacionales y populares o mas de izquierda,
tomamos como punto de partida el período histórico en el cual se insertan. Nos
referimos al período contrarrevolucionario que comienza con las dictaduras
cívico-militares de los años setentas y que el ciclo progresista del siglo XXI
habría cerrado para pasar a otro de transición cuyo desenlace se dirime en el
momento actual de empate catastrófico, para utilizar palabras de ese notable
referente teórico y político que es Álvaro García Linera.
De la integración al imperialismo a la integración
para la emancipación
Partimos de mediados de la década del 70 en la que
las fuerzas populares y revolucionarias fueron derrotadas por las alianzas
entre las oligarquías locales y su brazo militar con el apoyo absoluto y
explícito del imperialismo. El mapa geopolítico de Nuestra América hasta
mediados de los 80 estuvo teñido de manera predominante por el comando político
estatal de dicha alianza. Es la “integración” de los estados mayores
conjuntos del capital y sus brazos armados, cuya expresión más sórdida y
criminal fue el Plan Cóndor. Por supuesto que aquel término no refleja su
verdadero significado, sino el de una coordinación por arriba para
generar las condiciones y preparar el terreno social para el relanzamiento de
la ofensiva del gran capital en medio de su crisis. Y tal como es su ley, ni
siquiera entre estas cúpulas puede haber mayores acuerdos pues la competencia a
muerte es su lógica esencial. Más allá de las primaveras democráticas de los
80, en los 90 el gran capital encuentra las condiciones para desplegar y
realizar cabalmente su hegemonía redefiniendo los mecanismos de
disciplinamiento social que ya no necesitan del terror que ha quedado calado en
los cuerpos, sino que hacen uso de dispositivos que lo reactualizan mediante el
miedo al desempleo y al hambre, los cuales funcionan a la hora de afianzar un
repliegue de masas imprescindible para su estrategia de intensificar la
centralización y concentración del capital. Es así que en los 90, se fueron
tejiendo sumisiones verticales al imperio, es decir, la integración,
pero al imperio, como su patio trasero ¡por supuesto! denominada como Tratados
de Libre Comercio (TLC) o “relaciones carnales” (como describía sin prurito
alguno el presidente neoliberal que puso la Argentina de remate, Carlos Menem)
que iban supuestamente a coronarse a escala regional con el ALCA.
Desde los pueblos se iba tratando con gran esfuerzo tratando de recomponer nuestra propia organización desde abajo y tendiendo lazos con los hermanos de lucha en las diversas naciones. Campañas contra la deuda externa, luego contra el ALCA, y ya bordeando el milenio el Foro Social Mundial, dieron verdadero impulso al encuentro de las diversas organizaciones populares de la región y se tornaron efectivos mecanismos de integración y coordinación de los pueblos. El FSM estuvo surcado por la crisis de representación política que inundaba el sentido común epocal timoneado por el supuesto fin de las ideologías, de la historia y de la lucha de clases, crisis acicateada por la traición o el abandono de sus antiguos proyectos por parte de varias formaciones político-sindicales-sociales de origen popular pero ya insertas en el sistema y sometidas a él. Ello se reflejaba en cierto quiebre entre la lucha social y la lucha política. Conocemos donde desemboca esta historia de la mano del gran suturador de este falso quiebre que fue el comandante Hugo Chávez al comenzar a gestar, de la mano de su padre y maestro Fidel Castro, la necesaria representación (en su más cabal y filosófico significado) de la nueva fuerza social y política que se iba forjando y fraguando en los diversos procesos de resistencia a las políticas neoliberales en Nuestra América. Luego de esas luchas irán surgiendo otras expresiones políticas que lograrán acceder a varios gobiernos nacionales, desde donde hemos logrado dar pasos más profundos en la genuina integración de nuestra América que en toda la breve historia de emancipación de los imperios portugués y español.
Desde los pueblos se iba tratando con gran esfuerzo tratando de recomponer nuestra propia organización desde abajo y tendiendo lazos con los hermanos de lucha en las diversas naciones. Campañas contra la deuda externa, luego contra el ALCA, y ya bordeando el milenio el Foro Social Mundial, dieron verdadero impulso al encuentro de las diversas organizaciones populares de la región y se tornaron efectivos mecanismos de integración y coordinación de los pueblos. El FSM estuvo surcado por la crisis de representación política que inundaba el sentido común epocal timoneado por el supuesto fin de las ideologías, de la historia y de la lucha de clases, crisis acicateada por la traición o el abandono de sus antiguos proyectos por parte de varias formaciones político-sindicales-sociales de origen popular pero ya insertas en el sistema y sometidas a él. Ello se reflejaba en cierto quiebre entre la lucha social y la lucha política. Conocemos donde desemboca esta historia de la mano del gran suturador de este falso quiebre que fue el comandante Hugo Chávez al comenzar a gestar, de la mano de su padre y maestro Fidel Castro, la necesaria representación (en su más cabal y filosófico significado) de la nueva fuerza social y política que se iba forjando y fraguando en los diversos procesos de resistencia a las políticas neoliberales en Nuestra América. Luego de esas luchas irán surgiendo otras expresiones políticas que lograrán acceder a varios gobiernos nacionales, desde donde hemos logrado dar pasos más profundos en la genuina integración de nuestra América que en toda la breve historia de emancipación de los imperios portugués y español.
Su mensaje perdurará por todos los tiempos, la necesidad histórica y política de la Integración Continental de Nuestra América, la Patria Grande.
Es enorme, y la historia se encargará de destacar,
el rol de los comandantes Fidel y Chávez como grandes arquitectos de la
integración nuestroamericana, a la que irán aportando las grandes figuras
políticas de los jefes de estado de varios países que intentan promover
revoluciones por la vía de una sucesión de reformas pacíficas (suena oxímoron
pero no lo es1),
sobre todo de aquellos que integrarán el ALBA a partir de 2004, pero también de
lxs que comandarán gobiernos de países con un desarrollo capitalista
dependiente pero importante como Brasil y Argentina, los tristemente mas
efímeros de Honduras y Paraguay, y luego los gobiernos del FSLN en Nicaragua y
del FMLN en El Salvador. Va de suyo que el carácter pacífico e institucional de
esos procesos de transformaciones revolucionarias tropezaron con la respuesta
violenta, nada pacífica, de la derecha y el imperialismo. De todos modos, a lo
largo del camino se darán grandes pasos en la firme construcción de instancias
supranacionales que sabiamente incorporan inclusive a países comandados por
fuerzas de centro o derecha llevándolos hacia políticas progresistas en el
plano de las contradicciones principales a nivel regional y continental.
Ejemplo de ello son las posturas surgidas en estos ámbitos respecto del bloqueo
a Cuba, y su integración a la OEA, la intervención exitosa de la UNASUR para
frenar los golpes de estado contra el gobierno del MAS en Bolivia y contra el
gobierno de Alianza País en Ecuador, y los infructuosos intentos por hacer lo
mismo con los golpes en Honduras y Paraguay, la declaración en la CELAC de
Nuestra América como zona de paz de boca del comandante Raúl Castro, mientras
el imperio afilaba sus garras con sus ruinosas aventuras de guerra de exterminio
de pueblos para viabilizar sus inversiones armamentísticas y garantizarse el
acceso monopólico a las fuentes de energía hidrocarburífera.
Golpes culturales y políticos y el estancamiento de
la integración. El ALBA como esperanza del amanecer de los pueblos
Desde que el gobierno progresista de nuestro
hermano mayor, Brasil, fuera desplazado por un golpe de estado, facilitado por
errores propios pero más por la actuación del formidable mecanismo por
excelencia de disciplinamiento de los pueblos: los medios de manipulación de
conciencias (y subconscientes), las instancias supranacionales de integración
han entrado en una fase de estancamiento, a excepción del ALBA, motor de la
lucha y la esperanza.
Estos mismos métodos de manipulación amplificados
por las corporaciones mediáticas que resuenan y nos evangelizan con el dios
mercado día y noche en cada hogar latinoamericano, y en cada bolsillo desde
nuestros celulares, desde los más humildes vecindarios hacia toda la geografía
social, han convencido a vastos sectores de la sociedad argentina, incluyendo
los sectores populares, de votar por un supuesto exitoso empresario con el
argumento de que si sabe conducir una empresa puede conducir a un país. Sus
empresas insignes del capitalismo offshore y de la sobre-explotación marcan
ahora el rumbo del país, que se ha convertido en la fuerza de choque contra la
integración latinoamericana y los procesos revolucionarios y progresistas, como
el lamentable papel de lamebotas de Mauricio Macri repitiendo las frases de
Trump (como antes hacía lo propio con las de Obama) contra la revolución
bolivariana.
Los medios y redes sociales son controlados por las mismas corporaciones monopólicas a nivel planetario. Si bien permiten reproducir algunas voces discordantes y potenciar la organización en algunas luchas populares, dada la dispersión democrática que afecta a los pueblos nuestras palabras se diluyen en la iniciativa empresarial que, con disciplina militar, monopoliza los mensajes y los mensajeros. Se podría establecer un paralelismo entre la cuestión de la propiedad de la tierra y las propuestas de reforma agraria ya que una reforma que distribuya la tierra en múltiples pequeñas propiedades que no puedan generar producción cooperativa de gran escala no sirve mas que para la alimentación de pocos, a nivel de los medios de comunicación sucede lo mismo. Ya lo anunciaba Lenin respecto de los medios de producción en general cuya creciente monopolización iba a la larga a favorecer al socialismo ya que la producción se hacía cada vez mas social y cooperativa aunque la dirección y el usufructo de los productos del trabajo y de la plusproducción estuvieran en manos de pocos dueños, el camino al socialismo necesitaba de esa potenciación social de la producción en la que habría que virar hacia la dirección colectiva y el usufructo social sacando a los apropiadores privados del medio. Algunas de estas ideas de potenciación de la democratización de los medios hacia una comunicación popular revolucionaria expone el filósofo Fernando Buen Abad en varios de sus recientes escritos.
Los brazos mediáticos de las oligarquías
financieras y el imperialismo, han dado certeros golpes a los procesos
progresistas en Brasil y Argentina -también en Bolivia con el culebrón Zapata-
y han contribuido a generar un estancamiento en los procesos de unidad e
integración de nuestra América. Ya hemos visto que con la Argentina rotada
hacia la derecha la UNASUR no pudo hacer mucho contra el golpe en Brasil, salvo
las declaraciones de su Secretaría General. La voz de la integración
emancipatoria de Nuestra América solo fue levantada contra el golpismo en
Brasil por el ALBA, y el retiro de los embajadores de sus países miembros.
Es en este contexto que a los países del ALBA,
verdadero núcleo duro del cambio de época progresista en Nuestra América, les
cupo el papel que han cumplido impecablemente de oponerse a esta fuerte
ofensiva restauradora del gran capital, que más que restauración es, como lo
señala Stella Calloni, un intento de recolonización imperialista.
Hugo Chávez, Néstor Kirchner y Fidel Castro, tres mandatarios históricos y políticos que representaron para Nuestra América, una alternativa política de Intergración Continental Independiente y Democrática, que se consolida en una primera realización el CELAC. La Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños. Una alternativa democrática que hoy representa su extraordinaria herencia Política Revoloucionaria.
***
Nuestros sumisos gobiernos han congelado las
principales iniciativas de tan importantes instancias supranacionales (UNASUR,
MERCOSUR y CELAC) que habían logrado avanzar en estratégicos aspectos de la
verdadera integración de América Latina como zona de paz, en el aspecto
militar, cultural, político, y menos en la integración económica, financiera y
energética. Han detenido estos avances en la unidad latinoamericana para
vendernos al imperio casi sin condicionamientos, pero quedaron pedaleando en el
aire pues el nuevo jefe de la Roma contemporánea cerró las vías de un nuevo
ALCA y anatemizó los tratados de libre comercio.
Ha sido el ALBA quien tomó la delantera mucho antes
en la integración concreta en todos esos aspectos, pero mas aun su rol se
vuelve estratégico frente a este congelamiento o estancamiento de la
integración por las otras vías. Así su claro posicionamiento contra el golpe de
Temer, contra las agachadas del latinoamericano que avergüenza al Uruguay
pretendiendo ser la cara cipaya de la OEA y disfrazarse de sepulturero de lo
mejor de nuestra historia reciente: la revolución bolivariana, mediante la
utilización de la carta democrática contra una verdadera revolución, que por
ser justamente verdadera revolución pasa por enormes sacrificios y
embates que el señor Luis Almagro pretende potenciar institucionalmente. Sabe
el imperio y sus empleados que salir de la OEA no asusta a los pueblos, al
contrario: si a Cuba la echaron por revolucionaria y anticapitalista, entonces
venezolanos sepan que van en el camino correcto: “ladran Sancho, señal que
cabalgamos”.
Saldos positivos.
Errores, deficiencias, necesidad de profundas
autocríticas, malas mediciones de las relaciones de fuerzas, deben ser objeto
de reflexión y aprendizaje. Pero sin duda, como ha dicho Rafael Correa: ya no
somos la izquierda del 3%, hemos tenido y tenemos experiencias de gobierno y de
integración popular y latinoamericana muy significativas.
Si durante una década y media lo sustancial de la
lucha de clases transcurrió por dentro de las instituciones, es hora de sacarla
a la calle. Sin desmedro de continuar con esa lucha parlamentaria e
institucional dado que los procesos de cambios políticos revolucionarios o
reformistas que hemos vivido o vivimos se desarrollaron o desarrollan por la
vía pacifica e institucional dentro de los marcos de la democracia burguesa y,
en varios casos, se han hecho mucho más democráticos con las refundaciones
constitucionales. En aquellos países en los que las fuerzas progresistas han
pasado a la oposición gubernamental se hace necesaria esa lucha institucional
para frenar las embestidas contra lxs trabajadores y el pueblo y contra los
derechos conquistados, pero sin duda se necesita mucho mas construir la lucha
desde abajo, en la calle y por otros caminos. No hay posibilidades de salir de
este laberinto sin ello. Si no veamos lo que ocurre en Brasil cómo las
oligarquías y sus cuadros políticos destruyen sus propias instituciones cuando
las relaciones de fuerza en ese terreno no les favorecen. No nos atemos de pies
y manos esperando el juego electoral. Sería suicida caer en ese error.
A los saldos positivos en la integración y unidad
nuestroamericana y en la construcción de fuerzas políticas-sociales populares
se suma sin lugar a dudas la mejoría objetiva en la calidad de vida de las
mayorías populares, que no es la suficiente ni la necesaria pero es mucho mejor
que la que padecíamos bajo los gobiernos neoliberales, aunque los hijos bobos
de estos procesos ya sea desde la propia izquierda o desde algunos movimientos
sociales institucionalizados de la clase obrera y el campesinado o de los
intelectuales no pueden ver ni apreciar. Como aquellos dirigentes de
movimientos indígenas que en Ecuador dicen preferir ser gobernados por un
banquero antes que por un supuesto dictador. A veces los pueblos necesitamos
ver los procesos a la distancia para darnos cuenta de su significado histórico.
Por ahora lo que media entre nuestros ojos y la realidad no es tanto la
violencia de la armas sobre nuestros cuerpos (aunque no falta la represión)
sino la violencia del velo que nos impone la manipulación mediática.
Alvaro García Linera ha afirmado en variadas
ocasiones que nunca antes coincidieron en el mismo momento histórico tantos
procesos progresistas en los gobiernos de los estados latinoamericanos. Esa
bella excepcionalidad histórica ha comenzado a sufrir los terribles embates del
gigante imperialista en su fase de decadencia2
con los arañazos de violencia que va dejando una bestia herida. Esto redobla la
responsabilidad regional de los gobiernos populares en pie en relanzar la
integración, que ya no puede ser solo desde arriba. Debemos aprender del ALBA
que supo constituir diversas instancias que potencian la articulación desde
abajo, de los pueblos, sin perder de vista las contradicciones principales en
la región que pasan por frenar la restauración neoliberal o directamente la
recolonización. Si para ejemplo basta un botón, miremos la entrega de soberanía
que no pierde tiempo en hacer el empleado golpista de las corporaciones en la
presidencia del Brasil con la privatización del agua. La memoria boliviana no
permitiría este avasallamiento.
Pero tenemos nuestros procesos populares y sus
referentes en pie que siguen estructurando un canal de liberación entre las
rejas del capitalismo global. Escuchar en los foros internacionales a una
canciller como Delcy Rodríguez apuntando a la verdad como sólo en otras épocas
lo hicieran el Che en Punta del Este y Fidel tantas veces en soledad, mostrando
al capitalismo tal como es: como principal problema de la humanidad, nos habla
de otros tiempos, de tiempos cargados de futuro. La oscuridad podrá rearmarse
con sus rostros más sanguinarios y venenosos como lo muestra Trump y sus
vómitos contra la humanidad, pero esa inmundicia reaccionaria nos indica que
reaccionan ante tanta organización popular en su patio trasero, misma que sabrá
sobreponerse a derrotas electorales o golpistas coyunturales para reemprender
una y otra vez la lucha en todos los planos teniendo la conquista del poder
como su objetivo excluyente.
- Atilio A. Boron, politólogo y sociólogo
argentino. Profesor Titular Consulto de la Facultad de Ciencias Sociales de la
Universidad de Buenos Aires e Investigador del Instituto de Estudios de América
Latina y el Caribe (IEALC) de esa misma facultad. Director del PLED, Programa
Latinoamericano de Educación a Distancia del Centro Cultural de la Cooperación
Floreal Gorini y Profesor del Departamento de Historia de la Universidad
Nacional de Avellaneda.
- Paula Klachko es doctora en Historia por
la Universidad Nacional de La Plata. Profesora en la Facultad de Ciencias
Sociales de la Universidad Nacional de José C. Paz y del Departamento de
Historia de la Universidad Nacional de Avellaneda.
1 Véase al respecto
Borón, Atilio “Estudio Introductorio” a Luxemburg, Rosa ¿Reforma social o
revolución? (Buenos Aires: Ediciones Luxemburg, 2010)
2 Es parte de un profundo
debate si lo que está en decadencia es el imperio norteamericano o asistimos a
la descomposición del sistema capitalista en su conjunto.
*****
No hay comentarios:
Publicar un comentario