“Las
nuevas izquierdas. Desacreditada la opción socialdemócrata tradicional emergen a modo de
referente otras fuerzas “a la izquierda”, intentado ocupar su espacio político.
Se
abre una ventana de oportunidad. Sus señas de identidad se definen en lo
inmediato y como común denominador en retomar la defensa de políticas sociales
y económicas enfrentadas a la austeridad y ajustes neoliberales. En Latinoamérica toma la forma del
denominado “ciclo progresista”, esto es desde los gobiernos en varios
países, con sus matices y desarrollos propios. En Europa (principalmente al Sur) con el avance y posicionamiento
de estas fuerzas en varios escenarios, culminando con la controvertida
experiencia de Grecia-Syriza. Su
forma de expresión no descansa en la fórmula tradicional del Partido político.
Son coaliciones amplias o el novedoso “Partido-Movimiento”,
reflejo de la necesidad demandada de un criterio más participativo”.
“Sobre estas bases también existe un denominador
común que constituye el aspecto determinante de su práctica política: En términos gramscianos la
hegemonía en el interior de estas nuevas izquierdas no descansa en las
corrientes que se planteen la superación del sistema capitalista globalizado.
La perspectiva que enmarca su lucha se puede limitar a la defensa de los
objetivos inmediatos, estrictamente contra las políticas neoliberales, o en el
horizonte de un cambio/revolución en
profundidad, así se denomine este Socialismo del siglo XXI,
ecosocialismo, anticapitalismo. Prevalecen las posiciones
primeras, esto es aquellas que se pueden englobar sin caricaturizar en una
óptica reformista (¿nueva
socialdemocracia?): En
realidad, para ser coherentes (incluso en la defensa de los objetivos
inmediatos) deberían apuntar más lejos, pero no lo saben…Las
consecuencias de una estrategia sin definir, de su carencia incluso por
ausencia de definición y debate, son de calado. En Latinoamérica como escenario más avanzado se expresan con la
recuperación de terreno por la derecha (por
cierto a la que el ciclo progresista no le fue nada mal a
nivel económico) y en la otra
orilla europea por la incapacidad de avanzar significativamente en
posiciones de poder. Cada opción estratégica posee sus consecuencias y variantes
en términos de práctica política".
/////
Europa, su evolución política entre el 2002 al ,2012 - con gobiernos de Derecha, Centro e Izquierda. Hoy la realidads política es muy diferente, con el poder que hoy presenta la extrema derecha, conservadora, multra. nacionalista (con fuertes tendencias pro-nazis) y el surgimientos de unos pocos movimientos Políticos.(Sin lugar a dudas el más fortalecido políticamente es el Podemos en España)
***
EUROPA, AMÉRICA LATINA.
LA IZQUIERDA EN LAS DOS
ORILLAS.
*****
Joseba
Pérez.
Rebelión
lunes 13 de marzo del 2017.
Tras casi una década del estallido de la denominada
crisis financiera del capitalismo globalizado en el 2007-2008, nos encontramos
frente a una situación que apela a la perplejidad: las fuerzas consideradas
como “populistas” de derechas están mejor posicionadas en la disputa del poder,
en diferentes espacios, que las consideradas como de izquierda. ¿Qué ha
sucedido para que quienes dicen representar los intereses del 99% de la
población mundial frente al 1% que acumulan la mayor parte de la riqueza, se
encuentren con menores expectativas de poder que las nuevas derechas? Se impone
una reflexión y un balance crítico-autocrítico de un periodo que ha generado
ilusiones y esperanzas, a la vez que frustraciones. Lo que sigue es un aporte a
modo de claves de reflexión para alimentar este obligado debate entre las
fuerzas que reivindican un necesario cambio de la gobernanza mundial, centrado
en los espacios donde la articulación política de las fuerzas transformadoras
está más avanzada: Europa y Latinoamérica, en “las dos orillas”,
con sus diferencias y sus elementos compartidos.
1.-La crisis no se ha cerrado. El
complejo concentrado mediático mundial promueve una suerte de “normalización”
basada en indicadores macro-económicos para afianzar la percepción en las
poblaciones de que “lo peor ya lo hemos pasado” y de paso “no hay alternativa”
que diría Margareth Tatcher (TIN, en inglés, precursora del neoliberalismo).
“Esto es lo que hay”: trabajo precarizado con salarios que no alcanzan para
sostener una calidad de vida digna (neo-esclavismo), privatización de los
servicios públicos básicos (enseñanza, salud, vivienda, pensiones de
jubilación, aumento vía “tarifazos” de suministros de agua, electricidad, gas.
gasolina, telecomunicaciones…), considerando además el incremento en los precios
de los productos de alimentación sujetos al monopolio de las multinacionales de
la producción y distribución. La reacción inicial, desde los centros de poder
mundial, ante la crisis financiera 2007-2008 consistió en la socialización de
las pérdidas del capital financiero-especulativo (por eso se denomina una
especie de crisis-estafa), por la vía de generar una liquidez
artificial (políticas de compra de deuda y rescates bancarios) y las políticas
de austeridad para reconstruir el equilibrio fiscal roto que incrementó la
deuda pública, incapaces de alimentar una reactivación de la economía real. Las
primeras voces que se oyeron de “reformar el capitalismo” para evitar que esto
vuelva a pasar pronto cayeron interesadamente en el olvido.
La crisis de la globalización capitalista neoliberal
está inserta en sus propios parámetros: el comercio mundial de mercancías ha
descendido significativamente como consecuencia de la disminución de la
capacidad de consumo de las clases populares que alimenta la rentabilidad y
productividad de las empresas que se mueven más allá de la economía
especulativa. Con un crecimiento débil del PIB mundial (los BRIC’S no son un
motor actualmente) como acredita el mismo FMI y una economía entregada al
capitalismo de casino, esto es, especulativa por naturaleza, los riesgos de una
implosión homologable o superior a la crisis 2007-20008 están a la orden del
día: Deutsche Bank, banca italiana, Grecia de nuevo, deuda dolarizada de
Latinoamérica…. Ante este escenario, las políticas de una fracción del Gran
Capital mundial que combinan un capitalismo “proteccionista” persiguiendo
mejores condiciones, en el marco de la globalización, con el viejo esquema del
capitalismo de acumulación por desposesión (David Harvey) son una apuesta
coherente con sus intereses: Muros que generen una mano de obra barata y
explotable (ilegal), a la vez que se convierten en el chivo expiatorio, el
enemigo interior, causante de todos los males…
2.-La crisis de la socialdemocracia.
Como polo de referencia de la izquierda mundial, la socialdemocracia histórica
ha pasado a una fase de purgatorio, crisis internas y declive político. Su
evolución reciente desde defender políticas que hagan posible un capitalismo
de rostro humano apoyándose en el pasado del “Estado del Bienestar”
hasta abrazar las terceras vías (Tony Blair)… neoliberales (socioliberales).
Con una lógica apoyada en el supuesto de que primero hay que crear riqueza y
luego repartirla obviando la intervención sobre la estructura de reparto del
poder económico y los ingresos que la haría posible. La crisis 2007-2008 ha
puesto en evidencia políticas socialdemócratas que carecían de auténtentica
voluntad política para llevarlas a cabo eludiendo la confrontación con el poder
del gran capital. Un sistema-mundo capitalista financiarizado no admite
correctivos que repartan la riqueza limitando el poder del capital, explicitado
con el eufemismo de la competitividad de la economía en
cuestión. Esta corriente en su continuidad histórica o tradicional ha abrazado
sin complejos los criterios de austeridad y ajuste fiscal neoliberales. Con
gobiernos en solitario o compartidos con las fuerzas de derecha. Su asimilación
al etablissement y la pérdida de credibilidad en la
interlocución política para las clases populares es una consecuencia
constatable en múltiples escenarios.
3.-Las nuevas izquierdas. Desacreditada
la opción socialdemócrata tradicional emergen a modo de referente otras fuerzas
“a la izquierda”, intentado ocupar su espacio político. Se abre una ventana de
oportunidad. Sus señas de identidad se definen en lo inmediato y como común
denominador en retomar la defensa de políticas sociales y económicas
enfrentadas a la austeridad y ajustes neoliberales. En Latinoamérica toma la
forma del denominado “ciclo progresista”, esto es desde los gobiernos en varios
países, con sus matices y desarrollos propios. En Europa (principalmente al
Sur) con el avance y posicionamiento de estas fuerzas en varios escenarios,
culminando con la controvertida experiencia de Grecia-Syriza. Su forma de
expresión no descansa en la fórmula tradicional del Partido político. Son
coaliciones amplias o el novedoso “Partido-Movimiento”, reflejo de la
necesidad demandada de un criterio más participativo.
Sobre estas bases también existe un denominador común
que constituye el aspecto determinante de su práctica política: En términos gramscianos la
hegemonía en el interior de estas nuevas izquierdas no descansa en las
corrientes que se planteen la superación del sistema capitalista globalizado.
La perspectiva que enmarca su lucha se puede limitar a la defensa de los
objetivos inmediatos, estrictamente contra las políticas neoliberales, o en el
horizonte de un cambio/revolución en profundidad, así se denomine este Socialismo
del siglo XXI, ecosocialismo, anticapitalismo. Prevalecen las
posiciones primeras, esto es aquellas que se pueden englobar sin caricaturizar
en una óptica reformista (¿nueva socialdemocracia?): En realidad,
para ser coherentes (incluso en la defensa de los objetivos inmediatos)
deberían apuntar más lejos, pero no lo saben…Las consecuencias de
una estrategia sin definir, de su carencia incluso por ausencia de definición y
debate, son de calado. En Latinoamérica como escenario más avanzado se expresan
con la recuperación de terreno por la derecha (por cierto a la que el ciclo
progresista no le fue nada mal a nivel económico) y en la otra
orilla europea por la incapacidad de avanzar significativamente en
posiciones de poder. Cada opción estratégica posee sus consecuencias y
variantes en términos de práctica política.
4.-El electoralismo. Esto es, la
fijación prioritaria hacia los emplazamientos electorales que
demandan los sistemas y las formas capitalistas de poder como manera de
entender la democracia. La definición y estructuración de una fuerza política
supuestamente transformadora como máquina de guerra electoral comparte
esta lógica. Esto puede ser algo puntual o convertirse en una supuesta forma
ad hoc pero que se transforma en permanente. Dotados de un programa
que conecta en apariencia con las aspiraciones populares, todos los recursos se
concentran en la lucha electoral, legítima y necesaria pero sin caer en el mito
de la madre de todas las batallas. La agenda, la
dinámica y los recursos humanos, perfil personal (que se vuelve público) de
cada elemento activo incluido, se supeditan a este proceso.
5.- El institucionalismo. Una vez
alcanzadas ciertas cuotas de poder, con mayor o menor amplitud y fortuna, el
objetivo es la buena gestión de las demandas y supuestas
necesidades populares, adaptándose en diferentes contextos a los límites que
impone el marco institucional (Estado) y el capitalismo regional específico. La
cooptación de líderes sociales en diferentes campos que se pongan al servicio
de la nueva gestión institucional, se pone en primer plano. El fenómeno del
arribismo (acercase al poder interesadamente) y la ausencia de ética
(corrupción) también. “Lo viejo que no acaba de morir y lo nuevo que no
acaba de nacer” (Gramsci) se convierte en un tópico salvavidas-político que
encubre las carencias de una perspectiva estratégica compartida y clarificada,
asumiendo retos que vayan más allá de lo inmediato. “Vamos despacio porque
vamos más lejos” (15M) o dicho de otro modo, en ciertas circunstancias, ser minoría con
capacidad de influir políticamente puede ser sinónimo de victoria. El
pragmatismo y la obsesión electoralista prevalecen sobre cualquier otra
consideración.
Fueron Historia Política. Unos dieron lección ( y continúan) de honestidad y civismo revolucionario, otros fracasaron - porque se quedaron solo en las Políticas sociales ( el "bendito" asistencialismo coyuntural). Pero todos merecen nuestro respeto, con errores o sin ellos, avanzaron en el proceso de Integración Continental y la lucha contra la extrema pobreza.
***
6.-La presión mediática. Asomarse
como una fuerza política significativa representando un cuestionamiento de la
lógica del poder neoliberal tiene frente a si un imperio mediático que se
asienta en el sentido común de la ideología dominante. Para
este siempre serán “Los malos de la película”. El campo de juego de
la transversalidad en los medios dominantes es
obligatoriamente limitado, salvo que las concesiones a sus líneas rojas sean
complacientes. Lo cual ofusca y desdibuja la identidad política. En cierto modo
y por coherencia su discurso estaría condenado a ser antipático,
característica que por razones electoralistas y de imagen generalmente se
evitan. Desde esta perspectiva y salvo contadas excepciones la lógica que
prevalece es la de un transversal quedar bien. Dentro de los parámetros
de lo políticamente correcto. Las redes sociales que ofrecen las
nuevas tecnologías de la comunicación presentan supuestamente la posibilidad
para transmitir un relato alternativo de lo que sucede. Sin embargo y a la vez
que se disponen como un marco de participación, también funcionan como una
suerte de espejismo de intervención virtual que se
asume como real. En definitiva una forma de participación política y social abducida por
el entramado de las redes en la nube tecnológica.
7.-La realidad se impone. Justamente el
campo de actuación en lo real-material social es el gran ausente sacrificado
por una perspectiva política hegemónica en las nuevas izquierdas que se agotan
en lo inmediato táctico-electoral. Carentes de un debate estratégico elemental,
esto es, ¿A dónde vamos? ¿Cómo? El pragmatismo político diseñado bajo una
formula mediático-retórica lo reemplaza y cubre su ausencia impregnándolo de
activismo, así sea virtual. El gramsciano intelectual orgánico se expresa en
las redes, suma y sigue…El electoralismo/institucionalismo tiene su correlato
en el debilitamiento de los movimientos sociales y sindicales, o de otro modo,
en un enfoque subalterno a las dinámicas anteriores, haciéndoles perder
pujanza, protagonismo y autonomía. En definitiva capacidad de movilización y el
necesario protagonismo participativo-popular. Tanto en la dirección de alcanzar
los objetivos marcados, como en su defensa en el caso de acceder a cuotas de
poder, frente a los previsibles y comprobados ataques en forma de fuego cruzado
político-mediático por parte del poder del capital. En definitiva se trata del
despliegue de un fenómeno marcado por el desenraizamiento, por la
desconexión con las bases populares, algo que se convierte a la larga en letal
para aquellas fuerzas auténticamente decididas a transformar el sistema o a
confrontar con las políticas neoliberales dominantes y su modelo de sociedad.
8.-En defensa de la intervención territorial.
Es justamente este espacio de intervención el que en conjunto (salvo honrosas experiencias
aisladas) más se ha debilitado y diluido. El vecindario, el barrio, el pueblo,
el municipio como marco de debate, de organización y de movilización
prácticamente han quedado suspendidos o relegados al ámbito de lo
electoral/institucional. La práctica activa, presencial, esto es,
física en estos espacios para debatir y confrontar problemáticas que van desde
el ámbito más específico de cada lugar hasta cuestiones de orden político
general y simultáneamente para avanzar en formas de organización popular. Para
romper con la tendencia impuesta de barrios-pueblos dormitorio y
zonas urbanas comercial-impersonales. Para evitar que la actividad de los
movimientos sociales se reduzca a una esfera mediático-superestructural
promovida por los afines ya convencidos. En suma para generar
espacios de encuentro con los que piensan diferente o albergan múltiples dudas
o falta de convicción. En un momento en el que la precarización laboral
generalizada, la desaparición de las grandes unidades productivas hacen de los
centros de trabajo un marco de acción necesario pero limitado e insuficiente.
La acción sobre el territorio así definida cobra un valor nucleador y
organizativo de primer orden. Desde albergar y desarrollar formas de economía
alternativa hasta configurar de manera embrionaria expresiones de poder o
contra-poder popular. Es a su vez el espacio natural para minar la credibilidad
de los valores dominantes.
9.-Los contenidos programáticos. Desde
una perspectiva que vaya más allá de una óptica resistencialista y de legítima
defensa de los derechos básicos cuestionados por un capitalismo depredador, el
contenido y los objetivos programáticos a defender y/ socializar son una
herramienta de primer orden. No solamente aquellos que aparecen en un primer
plano del sentir popular inmediato, los que generalmente constituyen la carta
de presentación electoral. También comprende aquellos que suponen las
condiciones de posibilidad para realizarlos plenamente, los cambios necesarios
en la estructura de poder económico y político, sus ritmos y plazos de
ejecución. Es lo que habitualmente se reconoce como táctica y
estrategia en el contexto de una relación de fuerzas dada, pero no lo
olvidemos también modificable. El debate amplio, profundo, democrático y
participativo es una necesidad insoslayable para cualquier fuerza o sector
político que se reclame de la transformación superadora del capitalismo global.
A lo que sigue igualmente el debate acerca de su formulación y presentación al
conjunto social en términos comunicacionales. Con la mirada puesta en ese
complejo sector que sociológicamente se adscribe al status de clases
medias, tan habituales como formadores y transmisores de opinión, a ser
instrumentalizados por los poderes del capital más concentrado u oligárquico.
En el curso de este debate y en este proceso, el objetivo es que aquellos
sectores que apuestan por una alternativa a este sistema global, alcancen
niveles de unidad que hagan avanzar sus posiciones entre las clases populares,
dentro o fuera de estas llamadas nuevas izquierdas, junto con la organización
auto-organización popular alrededor de los objetivos definidos.
10.- La coordinación internacional.
Tanto continental como inter-continental, de fuerzas políticas y de movimientos
sociales. Para el intercambio de experiencias, para la definición de objetivos
comunes, para la realización de campañas de movilización (como la exitosa
respuesta al llamamiento feminista de este 8 de Marzo del 2017). Es sin duda
una de las grandes asignaturas pendientes que visibilice una contundente
respuesta popular frente a un capitalismo globalizado. Se trata de apostar por
una articulación estable frente a los estados mayores del capital ya
conformados. Tomando en consideración el carácter retroalimentador que poseen
iniciativas de lucha que ganan en credibilidad en tanto que se proyectan
internacionalmente.
Joseba Pérez, Miembro de la
Fundación Pakito Arriarán y del Consejo Editorial del mensuario de análisis
POLITI.K en Venezuela.
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