“EDUCACIÓN Y
CAMBIO ECOSOCIAL”. NUEVO LIBRO DE RAFAEL DÍAS-SALAZAR, DIRIGIDO A TRES TIPOS DE
EDUCADORES. (PPC).- ¿Qué
tipo de educación necesitamos hoy en día? ¿Cómo podemos relacionar esa
educación con un cambio ecosocial que es imprescindible? ¿Qué papel tienen que jugar las familias, las escuelas y las
asociaciones ciudadanas?
Rafael Díaz-Salazar, publica en
PPC,
en coedición con la Fundación SM, "Educación y cambio ecosocial. Del yo interior al activismo ciudadano", un libro que propone un proyecto educativo basado en el
cultivo de la interioridad, la iniciación al activismo social y el desarrollo
de estilos de vida alternativos. Está dirigido a tres tipos de educadores, más
allá del ámbito escolar: familias, profesores y animadores de movimientos
infantiles y juveniles.
Díaz-Salazar
entiende el actual momento de crisis y convulsión social como una oportunidad
para cambiar el modelo de sociedad imperante. Partiendo del hecho de que el
tipo de sociedad depende del modelo de educación que esté instaurado, el sociólogo propone en esta obra un
proyecto educativo que armoniza las dimensiones interiores y sociopolíticas de
la personalidad:
"Mediante la educación -explica-
hay que ayudar a las personas para que sepan establecer una relación entre el
yo interior y el activismo social que desde la infancia se ha de desarrollar a
través de asociaciones y movimientos".
La problemática ecológica
ocupa un lugar central, pero las cuestiones que se tratan van mucho más allá. La obra se divide en tres partes. Las dos primeras definen la visión del
autor de los fundamentos y fines de la educación,
dando gran relevancia a la educación del yo interior, la educación moral
personal y la educación estética. La tercera aborda la transformación de los
centros escolares, el quehacer del profesorado y la implicación de las
familias.
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EDUCACIÓN Y CAMBIO ECOSOCIAL. Entrevista a Rafael
Díaz-Salazar. (I).
“Aprender a ser, aprender a
vivir juntos, aprender a conocer, y aprender a hacer son los cuatro grandes
objetivos de la Educación”.
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Salvador López Arnal.
Rebelión martes 21 de marzo del 2017.
Nuestro entrevistado es profesor de Sociología y
Relaciones Internacionales en la Facultad de Ciencias Políticas de la
Universidad Complutense. Realizó con Francisco Fernández Buey su tesis doctoral
sobre Antonio Gramsci. Ha publicado libros sobre la persistencia de la clase
obrera, los trabajadores precarios, el pensamiento político de Gramsci, la
izquierda y el cristianismo, los movimientos sociales altermundistas, la laicidad,
las desigualdades internacionales. En los últimos años está investigando sobre
ciudadanía democrática y educación.
Rafael Díaz-Salazar: La
enseñanza y el autoaprendizaje de una vida con sentido, lo que requiere una
formación de todas las dimensiones de la personalidad: mente, sentimientos,
deseos, comportamientos. La educación socrática que propugno ha de llevar al
descubrimiento de nuestra identidad personal y de nuestra misión social en el
mundo. Aprender a ser, aprender a vivir juntos, aprender a conocer y aprender a
hacer son los cuatro grandes objetivos de la educación.
SLA: ¿No te gusta el
término enseñanza? ¿Por qué hablas de transformar los centros de enseñanza en
centros de educación?
RDS: Me
opongo a la reducción de la educación a instrucción escolar sobre unos
contenidos distribuidos en asignaturas. Educar es mucho más que enseñar
Matemáticas, Historia, Lengua etc. No basta con innovar la didáctica, pues lo
fundamental es cambiar los contenidos curriculares y relacionarlos con el
desarrollo psicológico y con los problemas sociales. La denominada ‘excelencia
educativa’ puede estar al servicio de la reproducción de la sociedad
capitalista o de la transformación ecosocial.
Hoy existen tres tipos de
centros escolares en las escuelas públicas, concertadas y privadas:
neoliberales, humanistas liberales y ecosociales. Defiendo una transición a un
modelo de centros escolares en los que la ecología crítica configure toda la
acción educativa.
SLA: Cuando hablas de
renovación educativa, ¿no exiges demasiado al profesorado? ¿Cómo pueden
realizar tareas complementarias con la cantidad de trabajo que ya tienen
asignado?
RDS: Estoy
en contra de delegar en el profesorado toda la acción educativa que requiere
múltiples actores. Ahora bien, esta profesión requiere un alto compromiso moral
y social y una vocación especial. Hay dos formas de planteársela: como
trabajador de la enseñanza que cumple con el desarrollo del currículo asignado
o como educador que conoce los problemas sociales y es activista en los
movimientos sociales. La creación de una ciudadanía ecosocial depende en gran
medida del tipo de profesorado que tengamos. Las escuelas están hoy organizadas
para impedir que las profesoras y profesores puedan ser creativos y críticos,
pero los cambios en las instituciones siempre se hacen a contracorriente. En
España existe un profesorado alternativo. Recomiendo el blog Escuelas en Red
y la lectura de Cuadernos de Pedagogía para conocer sus prácticas y
contagiarse con ellas.
SLA: ¿Por qué crees que es
tan importante la familia en la formación de la concepción del mundo de
nuestros jóvenes?
RDS: Lo
dicen los propios jóvenes en las encuestas. La familia es el principal actor en
la socialización de las personas. La mayoría de ellas subcontratan su
responsabilidad educativa en los centros escolares y en las actividades
extraescolares. Así no hay forma de educar. Uno de los objetivos de mi libro es
ayudar a las familias a elaborar un proyecto educativo y estimular la alianza
cooperativa con las escuelas y con algo que para mí es muy importante: la
incorporación a movimientos educativos infantiles y juveniles.
SLA: ¿Qué autores en el
ámbito de la pedagogía son tus principales referentes?
RDS: Paulo Freire, Lorenzo Milani y
Célestin Freinet. Para este libro ha sido Jorge Riechmann el autor en quien más
me he inspirado. He intentado incorporar a la educación su pensamiento ético y
ecológico.
SLA: Cuando propugnas un
cambio ecosocial, ¿de qué tipo de cambio estás hablando?
RDS:
De la superación del modo
de producción capitalista que se sustenta en la explotación de la naturaleza,
la opresión laboral y el consumismo. Tenemos que transitar a una economía de
los bienes comunes y a una regulación ecológica de todas las actividades
humanas.
SLA: ¿La educación es condición necesaria para el
cambio ecosocial?
RDS: La educación es la actividad que puede hacer
posible la creación de una ciudadanía
ecologista. Ella tiene que ayudar a abrir los ojos para conocer la
destrucción medioambiental y la explotación laboral que hacen posible el modo
de vida de amplios sectores de la población de los países del Norte. Por eso es tan urgente la construcción de
un currículo escolar todo él imbuido de ecología. También ha de socializar
en una cultura de la autocontención, de la frugalidad, de los cuidados. No
podemos aspirar a una sociedad verde sin formar personas que practiquen
cotidianamente virtudes ecológicas.
SLA: El subtítulo tampoco tiene desperdicio: “Del
yo interior al activismo ciudadano”. Entiendo lo de activismo ciudadano pero no
tengo tan claro lo del yo interior. ¿A qué te estás refiriendo?.
RDS: La prioridad en educación es ayudar a la
autoconstrucción de la personalidad que tiene múltiples dimensiones. Una de
ellas es el mundo de la interioridad que desgraciadamente es poco transitado y
en muchas ocasiones es un erial porque nunca se cultiva. El viaje al centro de la tierra personal, retomando el título de la
obra de Julio Verne, es fundamental para la formación de personas con
buenos fundamentos y con capacidad de desarrollar una vida intensa y creativa.
También para prevenir muchos riesgos y desorientaciones que impiden crecer en humanidad. En el fondo de la
violencia y de las dificultades para la convivencia en los centros escolares
está el inmenso déficit de educación del yo interior.
Considero que este yo está
constituido por ocho dimensiones: el
conocimiento de sí, la búsqueda del sentido de la vida, la constitución de una
moral personal basada en la práctica de virtudes, el amor a la belleza y al
arte, la capacidad de contemplar, la meditación laica, la exploración de la
experiencia religiosa y el descubrimiento del vínculo personal con el
sufrimiento social.
La autoconstrucción del yo interior requiere el aprendizaje del conocimiento
psicológico personal, la educación de las emociones y los sentimientos, la
instauración de programas de filosofía para niños (3-18), la formación de la
conciencia moral, el refuerzo de la educación artística, ejercicios de
meditación, silencio y concentración, la educación de la conciencia ecosocial y
política a través de la iniciación al activismo desde la infancia.
Este
programa educativo es imprescindible para llegar a ser humanos. Requiere
cambios sustanciales en las escuelas y en las familias y, especialmente, la
extensión de movimientos educativos infantiles y juveniles. Afirmar que lo que
planteo es utópico o quimérico es aceptar de antemano que es inevitable la
reproducción del tipo de persona que está causando la crisis ecológica y social
que atravesamos.
SLA: ¿Planteas algo así como un viaje del Yo al Nosotros,
como diría un antiguo profesor mío, Ramón Valls?
RDS: Propugno un vínculo entre el yo interior y el yo
político. Esto es lo que permite tener una vida equilibrada y un activismo
enraizado en algo mucho más potente que una ideología. Tenemos que ayudar mediante la
educación a que el dolor del mundo y de la naturaleza devastada penetre en la
interioridad de los seres humanos, en
ese ámbito profundo de las emociones, de los sentimientos, de los deseos, de
las pasiones, de los objetivos vitales. Y, además, hemos de aspirar a que el
activismo contra el sufrimiento social esté enraizado en un proyecto personal
de felicidad.
Sé que en el contexto español lo que te voy a decir
suena fatal. Me da lo mismo y en el libro creo que lo fundamento bien acudiendo
a personalidades revolucionarias. La
mejor forma de actuar contra la indiferencia ante el sufrimiento social y la
catástrofe ecológica es la educación del amor social y político. Esta
indiferencia y la pérdida de sensibilidad ante el dolor social y ecológico
constituyen el cemento del consenso pasivo que hace posible la
reproducción del desorden existente.
Para esta acción hay que acudir a las sabidurías y
enraizar la educación en ellas. ¡Demasiado
para la modernidad líquida en la que nos encontramos!. Pero, amigo,
nuestro dilema es contribuir a la transición a otra civilización o volvernos
ciegos y cínicos. Abrirnos a las sabidurías
ecológicas presentes en tradiciones, culturas morales, religiones y filosofías
es un requisito para hacer viable una educación al servicio del cambio
ecosocial.
Los
neoliberales llevan décadas disputando la hegemonía en la
educación y, por ahora, han ganado la batalla por la falta de ambición y de
orientación de los que nos oponemos a ellos. Lo repito de nuevo: identificar renovación educativa con innovación
didáctica es una gran trampa. Claro que tenemos que innovar radicalmente
las formas de enseñar y de aprender, pero lo decisivo se juega en otro campo: qué se enseña, qué se aprende, para qué y
al servicio de quiénes.
Considero que la iniciación al activismo ecosocial es un objetivo educativo imprescindible. Este
activismo se aprende mediante prácticas
ecosociales que se pueden realizar desde la infancia en los centros
escolares, en las familias, en los pueblos y ciudades. Se empieza, por ejemplo,
con prácticas ecológicas muy concretas que los niños y niñas pueden realizar y
que sirven para implicar a las escuelas y a las familias en esa
dinámica.
SLA: Las TIC, ¿no quedan un poco orilladas en tus
propuestas? Nos gusten o no están aquí y han venido para quedarse.
RDS: Ya hay bastantes personas que afirman que el cambio
educativo consiste en aumentar las competencias tecnológicas. Prefiero destacar
las dimensiones negativas que tienen sin olvidar sus contribuciones. También
alerto de un culto inconsciente a la tecnología y a la ciencia, como si estas
fueran neutrales y todas sus contribuciones constituyeran avances para todos
los seres humanos. Nuestras TIC se basan en la explotación de recursos
naturales que está destruyendo África central y la nueva revolución de la
robótica condenará a más personas al desempleo. La investigación científica y
tecnológica responde a intereses económicos, empodera a unos y empobrece a
otros.
En este mundo del enjambre digital prefiero
centrarme en proponer una pedagogía del silencio, de la desconexión y del
rescate de las sabidurías. El uso intensivo de las TIC está creando una
alienación muy fuerte. Como muestra Jon
Illescas en La dictadura del videoclip, existe una industria digital para consumo juvenil que no es otra cosa que suministro de toneladas de opio
capitalista. Un sector de padres y madres de mi generación luchamos
contra el uso excesivo de televisión. Ahora toca la lucha contra un estilo de
vida que está casi permanentemente applicado y entontecido en las redes digitales. Ante tanta obesidad
audiovisual, propugno la práctica frecuente del ayuno digital.
SLA: Se recoge la propuesta. Las cuatro citas
iniciales marcan mucho el contenido de tu libro. Vamos a comentarlas. La
primera es de Octavio Paz. “Toda educación entraña una imagen del mundo y
reclama un programa de vida”. Una educación justa, ¿qué imagen o imágenes del
mundo conlleva? ¿Qué programas de vida reclama?
RDS: Una imagen ecológica del mundo y un programa de
vida basado en la triple reconciliación: la del hombre consigo mismo, con los
demás y con la naturaleza. La educación
tiene que ser contracultural. La competitividad para abrirse paso en la
selva social y triunfar profesionalmente a toda costa está destruyendo la
finalidad de la educación. Sólo si disponemos de una visión del mundo basada en
esta triple reconciliación podremos rebelarnos contra lo intolerable y aprender a construirnos como seres
humanos y no como actores pasivos en el neoesclavismo que se va
imponiendo.
SLA. Te pregunto a continuación por la segunda.
RDS. Cuando quieras.
Fuente: Papeles de relaciones ecosociales
y cambio global nº 134, invierno de 2016.
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