Analizando el artículo del Dr. Buenaventura de Sousa Santos, estamos
plenamente de acuerdo, con
su planteamiento central, el mismo que se trabaja dentro de la Escuela del Pensamiento Crítico Latinoamericano.
Hoy nos habla como “Las Democracias también mueren Democráticamente”,
parece lógico que en pleno siglo XXI – por lo menos si miramos el “mundo democrático, de plena hegemonía de la
Democracia Liberal”, Representativa, la Democracia Electoral – o en los
últimos tiempos encontró “camino viable”
en la llamada “Democracia de
Mercado” o la “Democracia de los
Tecnócratas”, que ingresaron a los Gobiernos en los últimos tiempos ante el
supuesto que los Políticos NO cumplieron
y fracasaron.
Dr en Sociología Pablo Raúl Fernández Llerena.
La Democracia Liberal – en su
conjunto –No CUMPLIÓ con los
ofrecimientos de los Programas de Gobierno que presentaron los diferentes Candidatos
– después gobierno, elegidos democráticamente – en varios países en
los últimos tiempos. Pero hoy nuestra Mirada
solo es América latina. La ausencia y/o falta de Propuestas de Gobierno
propias – Alternativas políticas que
respondan a las `principales necesidades, reivindicaciones y derechos de los `pueblos que los eligieron- Fueron – son - gobierno, se olvidaron, traicionaron a sus propias propuestas - aunque mínimas y carentes de fundamentos
que respondan a las estrategias nacionales y su ubicación en el escenario
continente y global – pero fracasaron políticamente y una vez más recurrieron al “viejo modelo” de las Políticas del fracasado Consenso de
Washington.
Hoy tenemos las consecuencias Políticas – de no tener una salida
democrática – frente a la profundidad y extensión de la poli-crisis – y las
Democracias hoy están en proceso de destrucción, producto no solo del fracaso
de la propia Democracia Liberal –
sino también que la Izquierda
Democrática – tampoco ha sido capaz de “curarse” políticamente del conjunto
de errores y fracasos que llevó en el último quinquenio al asenso de las Burguesías financiero-industriales, político-empresariales
a ser Gobierno. Hoy en este marasmo
de podredumbre de las Instituciones copadas totalmente por la CORRUPCIÓN, un Modelo Neoliberal en
plena descomposición – sin salida
política – hundido, podrido, destruido – y un sistema Democrático, atacado desde su interior por la violencia e inseguridad
ciudadana generalizada – no solo por los grupos de poder mafiosos del narcotráfico
y la minería criminal – también por las pandillas y bandas armadas
delincuenciales, sociedad altamente consumista –marcada por una profunda
desigualdad, sociedad sin valores personales y menos colectivos, hoy ha
generado el surgimiento desde sus propias entrañas del sistema, una CORRIENTE ANTI-POLÍTICA – llena de política basura, copada de “modernidad”
con las “Fake News – las falsas mentiras – y desde las elites corporativas
mediáticas y político-empresariales imponen la “pos-verdad” como forma “de
hacer política” – todas en forma conjunta han capturado la Política, las
Instituciones, y hoy son “verdaderas tribunas” de falsa DEMOCRACIA –envenenada de destrucción del sistema – y las propias
vías que va creando, como respuesta ante el fracaso de las políticas gubernamentales-
Obviamente que la falta de credibilidad, perdida completa de la CONFIANZA
CIUDADANA – la
población “la gente” común y corriente
harta de la corrupción, indignada por la impunidad de los poderosos – Los Tiburones
de la Corrupción – incapaz de generar LEGITIMIDAD, camino
hacia la DEMOCRACIA, así como temerosa
y en peligro de la violencia e inseguridad se ha convertido en la “columna principal” de apoyo y garantía
que la ultra derecha, que los sectores más ultra-conservadores de las iglesias
evangélicas, las corporaciones mediáticas – el poder de poderes – hoy ante semejante
desconcierto, violencia, corrupción, sean parte un “inmenso
edificio” social y político para permitir “legal y democráticamente” el
ingreso del FASCISMO, como “salvador” de este “mundo de corrupción,
violencia, inseguridad, secuestros, muerte.
Hoy la DEMOCRACIA se está asesinando
DEMOCRÁTICAMENTE desde su propia
estructura, desde su raíz y cimientos, con falsos – y terroríficos aliados – la POS-VERDAD oficialmente aceptada,
consentida, salvadora – como VERDAD ÚNICA
de destrucción
de la propia DEMOCRACIA.
/////
Dr. en Sociología Buenaventura de Sousa Santos.
BRASIL: LAS DEMOCRACIAS
TAMBIÉN MUEREN DEMOCRÁTICAMENTE.
*****
Buenaventura de Sousa Santos.
ALAI. América latina en Movimiento.
Miércoles 24 de octubre del 2018.
Nos hemos
acostumbrado a pensar que los regímenes políticos se dividen en dos grandes
tipos: democracia y dictadura. Tras
la caída del Muro de Berlín en 1989, la democracia (liberal) pasó a
considerarse casi consensualmente como el único régimen político legítimo. A
pesar de la diversidad interna de cada uno, son dos tipos antagónicos, no
pueden coexistir en la misma sociedad, y la opción por uno u otro supone
siempre lucha política que implica la ruptura con la legalidad existente.
A lo largo del siglo pasado se fue consolidando la
idea de que las democracias solo colapsaban por la interrupción brusca y casi
siempre violenta de la legalidad constitucional, a través de golpes de Estado
dirigidos por militares o civiles con el objetivo de imponer la dictadura. Esta
narrativa era, en gran medida, verdadera. No lo es más. Siguen siendo posibles
rupturas violentas y golpes de Estado, pero cada vez es más evidente que los
peligros que la democracia hoy corre son otros, y se derivan paradójicamente
del normal funcionamiento de las instituciones democráticas. Las fuerzas
políticas antidemocráticas se van infiltrando dentro del régimen democrático,
lo van capturando, des caracterizando, de manera más o menos disfrazada y
gradual, dentro de la legalidad y sin alteraciones constitucionales, hasta que
en un momento dado el régimen político vigente, sin haber dejado de ser
formalmente una democracia, aparece como totalmente vaciado de contenido
democrático, tanto en lo que se refiere a la vida de las personas como de las organizaciones
políticas. Unas y otras pasan a comportarse como si estuvieran en dictadura.
Menciono a continuación los cuatro principales componentes de este proceso.
La elección de autócratas. De Estados Unidos a Filipinas, de Turquía a Rusia,
de Hungría a Polonia se han elegido democráticamente políticos autoritarios
que, aunque sean producto del establishment político y económico, se presentan
como antisistema y antipolítica, insultan a los adversarios que consideran
corruptos y ven como enemigos a eliminar, rechazan las reglas de juego
democrático, hacen apelaciones intimidatorias a la resolución de los problemas
sociales por medio de la violencia, muestran desprecio por la libertad de
prensa y se proponen revocar las leyes que garantizan los derechos sociales de
los trabajadores y de las poblaciones discriminadas por razones étnicas,
sexuales o de religión. En suma, se presentan a elecciones con una ideología
antidemocrática y, aun así, consiguen obtener la mayoría de los votos. Los
políticos autocráticos siempre han existido. Lo nuevo es la frecuencia con la
que están llegando al poder.
El virus plutócrata. La forma en la que el dinero ha venido des
caracterizando los procesos electorales y las deliberaciones democráticas es
alarmante. Al punto de preguntarse si, en muchas situaciones, las elecciones
son libres y limpias y si los responsables políticos actúan por convicciones o
por el dinero que reciben. La democracia liberal se basa en la idea de que los
ciudadanos tienen condiciones de acceso a una opinión pública informada y,
sobre su base, elegir libremente a los gobernantes y evaluar su desempeño. Para
que esto sea mínimamente posible, es necesario que el mercado de las ideas
políticas (los valores que no tienen precio, porque son convicciones) esté
totalmente separado del mercado de los bienes económicos (los valores que
tienen precio y sobre esta base se compran y venden). En tiempos recientes,
estos dos mercados se han fundido bajo la égida del mercado económico, hasta
tal punto que hoy, en política, todo se compra y todo se vende. La corrupción
se ha vuelto endémica.
La
financiación de las campañas electorales de partidos o de candidatos, los
grupos de presión (o lobbies) ante los parlamentos y los gobiernos tienen hoy
en muchos países un poder decisivo en la vida política. En 2010, la Corte
Suprema de Justicia de Estados Unidos, en la sentencia Citizens United v.
Federeal Election Commission, asestó un golpe fatal a la democracia
estadounidense al permitir el financiamiento irrestricto y privado de las
elecciones y decisiones políticas por parte de grandes empresas y de super
ricos. Se desarrolló así el llamado dark money, que no es otra cosa que
corrupción legalizada. Ese mismo dark money explica en Brasil una composición
del Congreso dominada por la bancada armamentista (“de
la bala”), la bancada ruralista (“del buey”) y
la bancada evangélica (“de la Biblia”), una caricatura cruel de la
sociedad brasileña.
Las fake news y los algoritmos. Durante cierto tiempo Internet y las redes
sociales que generó se vieron como una posibilidad sin precedentes para la
expansión de la participación ciudadana en la democracia. En la actualidad, a
la luz de lo que sucede en Estados Unidos y Brasil, podemos decir que serán más
bien las sepultureras de la democracia, en caso de que no se regulen. Me
refiero en particular a dos instrumentos: las noticias falsas y el algoritmo.
Las
noticias falsas siempre han existido en sociedades atravesadas por fuertes
divisiones y, sobre todo, en periodos de rivalidad política. Hoy, sin embargo,
su potencial destructivo a través de la desinformación y la mentira que
propagan es alarmante. Esto es especialmente grave en países como la India y
Brasil, en los que las redes sociales, sobre todo WhatsApp (cuyo contenido es
el menos controlable por estar encriptado), son ampliamente usadas, hasta el
extremo de ser la más grande, e incluso la única, fuente de información de los
ciudadanos (en Brasil, 120 millones de personas usan WhatsApp). Grupos de
investigación brasileños denunciaron en el New York Times (17 de octubre) que
de las cincuenta imágenes más divulgadas (virales) en los 347 grupos públicos
de WhatsApp en apoyo a Bolsonaro, solo cuatro eran verdaderas. Una de ellas era
una foto de Dilma Rousseff, candidata al Senado, con Fidel Castro en la
Revolución cubana. Se trataba, de hecho, de un montaje realizado a partir del
registro de John Duprey para el diario NY Daily News en 1959. Ese año Dilma
Rousseff era una niña de once años. Apoyado por grandes empresas
internacionales y por servicios de contrainteligencia militar nacionales y
extranjeros, la campaña de Bolsonaro constituye un monstruoso montaje de
mentiras a las que la democracia brasileña difícilmente sobrevivirá.
Este
efecto destructivo es potenciado por otro instrumento: el algoritmo. Este
término, de origen árabe, designa el cálculo matemático que permite definir
prioridades y tomar decisiones rápidas a partir de grandes series de datos (big
data) y de variables, considerando ciertos resultados (el éxito en una empresa
o en una elección). Pese a su apariencia neutra y objetiva, el algoritmo
contiene opiniones subjetivas (¿qué es tener éxito?, ¿cómo se define el mejor
candidato?) que permanecen ocultas en los cálculos. Cuando las empresas se ven
obligadas a revelar los criterios, se defienden con el argumento del secreto
empresarial. En el campo político, el algoritmo permite retroalimentar y
ampliar la divulgación de un tema que está en boga en las redes y que, por
ello, al ser popular, es considerado relevante por el algoritmo. Sucede que lo
viral en las redes sociales puede ser producto de una gigantesca manipulación
informativa llevada a cabo por redes de robots y de perfiles automatizados que
difunden entre millones de personas noticias falsas y comentarios a favor o en
contra de un candidato, convirtiendo el tema en artificialmente popular y
ganando así incluso más destaque por medio del algoritmo. Este no tiene
condiciones para distinguir lo verdadero de lo falso, y el efecto es tanto más
destructivo cuanto más vulnerable sea la población a la mentira. Fue así como
en 17 países se manipularon recientemente las preferencias electorales, entre
ellos Estados Unidos (a favor de Trump) y, ahora, Brasil (a favor de Bolsonaro),
en una proporción que puede ser fatal para la democracia.
¿Sobrevivirá
la opinión pública a este envenenamiento informativo? ¿Tendrá la información
verdadera alguna posibilidad de resistir ante tal avalancha de falsedades? He
defendido que en situaciones de inundación lo que más falta hace es agua
potable. Con una preocupación paralela respecto a la extensión de la
manipulación informática de nuestras opiniones, gustos y decisiones, la
investigadora en computación Cathy O’Neil designa los big data y los algoritmos
como armas de destrucción matemática (Weapons of Math Destruction, 2016).
La captura de las instituciones. El
impacto de las prácticas autoritarias y antidemocráticas en las instituciones
ocurre paulatinamente. Presidentes y parlamentos electos mediante los nuevos
tipos de fraude (fraude 2.0) a los que acabo de aludir tienen el camino abierto
para instrumentalizar las instituciones democráticas; y pueden hacerlo
supuestamente dentro de la legalidad, por más evidentes que sean los atropellos
y las interpretaciones sesgadas de la ley o de la Constitución. En los últimos
tiempos, Brasil se ha convertido en un inmenso laboratorio de manipulación
autoritaria de la legalidad. Esta captura ha hecho posible la llegada a la
segunda vuelta del neofascista Bolsonaro y su eventual elección. Tal como ha
ocurrido en otros países, la primera institución en ser capturada es el sistema
judicial. Por dos razones: por ser la institución con poder político más
distante de la política electoral y por ser constitucionalmente el órgano de
soberanía concebido como “árbitro neutro”. En otra ocasión analizaré este
proceso de captura. ¿Qué será de la democracia brasileña si esta captura se
concreta, seguida de las otras capturas que esta hará posible? ¿Será todavía
una democracia?.
BOAVENTURA DE SOUSA SANTOS
Académico portugués. Doctor en sociología,
catedrático de la Facultad de Economía y Director del Centro de Estudios
Sociales de la Universidad de Coímbra (Portugal). Profesor distinguido de la
Universidad de Wisconsin-Madison (EE.UU) y de diversos establecimientos
académicos del mundo. Es uno de los científicos sociales e investigadores más
importantes del mundo en el área de la sociología jurídica y es uno de los
principales dinamizadores del Foro Social Mundial.
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