jueves, 25 de octubre de 2018

BRASIL: LAS DEMOCRACIAS TAMBIÉN MUEREN DEMOCRÁTICAMENTE.

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Analizando el artículo del Dr. Buenaventura de Sousa Santos, estamos plenamente de acuerdo, con su planteamiento central, el mismo que se trabaja dentro de la Escuela del Pensamiento Crítico Latinoamericano. Hoy nos habla como “Las Democracias también mueren Democráticamente”, parece lógico que en pleno siglo XXI – por lo menos si miramos el “mundo democrático, de plena hegemonía de la Democracia Liberal”, Representativa, la Democracia Electoral – o en los últimos tiempos encontró “camino viable”  en la llamada “Democracia de Mercado” o la “Democracia de los Tecnócratas”, que ingresaron a los Gobiernos en los últimos tiempos ante el supuesto que los Políticos NO cumplieron y fracasaron. 
 

Dr en Sociología Pablo Raúl Fernández Llerena.

La Democracia Liberal – en su conjunto –No CUMPLIÓ con los ofrecimientos de los Programas de Gobierno que presentaron los diferentes Candidatos después gobierno, elegidos democráticamente – en varios países en los últimos tiempos. Pero hoy nuestra Mirada solo es América latina. La ausencia y/o falta de Propuestas de Gobierno propias – Alternativas políticas que respondan a las `principales necesidades, reivindicaciones y derechos de los `pueblos que los eligieron- Fueron – son - gobierno, se olvidaron, traicionaron a sus propias propuestas  - aunque mínimas y carentes de fundamentos que respondan a las estrategias nacionales y su ubicación en el escenario continente y global – pero fracasaron políticamente y una vez más recurrieron al “viejo modelo” de las Políticas del fracasado Consenso de Washington.

Hoy tenemos las consecuencias Políticas – de no tener una salida democrática – frente a la profundidad y extensión de la poli-crisis – y las Democracias hoy están en proceso de destrucción, producto no solo del fracaso de la propia Democracia Liberal – sino también que la Izquierda Democrática – tampoco ha sido capaz de “curarse” políticamente del conjunto de errores y fracasos que llevó en el último quinquenio al asenso de las Burguesías financiero-industriales, político-empresariales a ser Gobierno. Hoy en este marasmo de podredumbre de las Instituciones copadas totalmente por la CORRUPCIÓN, un Modelo Neoliberal en plena descomposición – sin  salida política – hundido, podrido, destruido – y un sistema Democrático, atacado desde su interior por la violencia e inseguridad ciudadana generalizada – no solo por los grupos de poder mafiosos del narcotráfico y la minería criminal – también por las pandillas y bandas armadas delincuenciales, sociedad altamente consumista –marcada por una profunda desigualdad, sociedad sin valores personales y menos colectivos, hoy ha generado el surgimiento desde sus propias entrañas del sistema, una CORRIENTE ANTI-POLÍTICAllena de política basura, copada de “modernidad” con las “Fake News – las falsas mentiras – y desde las elites corporativas mediáticas y político-empresariales imponen la “pos-verdad” como forma “de hacer política” – todas en forma conjunta han capturado la Política, las Instituciones, y hoy son “verdaderas tribunas” de falsa DEMOCRACIA –envenenada de destrucción del sistema – y las propias vías que va creando, como respuesta ante el fracaso de las políticas gubernamentales-

Obviamente que la falta de credibilidad, perdida completa de la CONFIANZA CIUDADANAla  población “la gente” común y corriente harta de la corrupción, indignada por la impunidad de los poderosos – Los Tiburones de la Corrupción – incapaz de generar LEGITIMIDAD, camino hacia la DEMOCRACIA, así como temerosa y en peligro de la violencia e inseguridad se ha convertido en la “columna principal” de apoyo y garantía que la ultra derecha, que los sectores más ultra-conservadores de las iglesias evangélicas, las corporaciones mediáticas – el poder de poderes – hoy ante semejante desconcierto, violencia, corrupción, sean parte un  “inmenso edificio” social y político para permitir “legal y democráticamente” el ingreso del FASCISMO, como “salvador” de este “mundo de corrupción, violencia, inseguridad, secuestros, muerte. Hoy la DEMOCRACIA se está asesinando DEMOCRÁTICAMENTE desde su propia estructura, desde su raíz y cimientos, con falsos – y terroríficos aliados – la POS-VERDAD oficialmente aceptada, consentida, salvadora – como VERDAD ÚNICA de destrucción de la propia DEMOCRACIA.

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Dr. en Sociología Buenaventura de Sousa Santos.



BRASIL: LAS DEMOCRACIAS TAMBIÉN MUEREN DEMOCRÁTICAMENTE.
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Buenaventura de Sousa Santos.

ALAI. América latina en Movimiento.

Miércoles 24 de octubre del 2018.

Nos hemos acostumbrado a pensar que los regímenes políticos se dividen en dos grandes tipos: democracia y dictadura. Tras la caída del Muro de Berlín en 1989, la democracia (liberal) pasó a considerarse casi consensualmente como el único régimen político legítimo. A pesar de la diversidad interna de cada uno, son dos tipos antagónicos, no pueden coexistir en la misma sociedad, y la opción por uno u otro supone siempre lucha política que implica la ruptura con la legalidad existente.

A lo largo del siglo pasado se fue consolidando la idea de que las democracias solo colapsaban por la interrupción brusca y casi siempre violenta de la legalidad constitucional, a través de golpes de Estado dirigidos por militares o civiles con el objetivo de imponer la dictadura. Esta narrativa era, en gran medida, verdadera. No lo es más. Siguen siendo posibles rupturas violentas y golpes de Estado, pero cada vez es más evidente que los peligros que la democracia hoy corre son otros, y se derivan paradójicamente del normal funcionamiento de las instituciones democráticas. Las fuerzas políticas antidemocráticas se van infiltrando dentro del régimen democrático, lo van capturando, des caracterizando, de manera más o menos disfrazada y gradual, dentro de la legalidad y sin alteraciones constitucionales, hasta que en un momento dado el régimen político vigente, sin haber dejado de ser formalmente una democracia, aparece como totalmente vaciado de contenido democrático, tanto en lo que se refiere a la vida de las personas como de las organizaciones políticas. Unas y otras pasan a comportarse como si estuvieran en dictadura. Menciono a continuación los cuatro principales componentes de este proceso.

La elección de autócratas. De Estados Unidos a Filipinas, de Turquía a Rusia, de Hungría a Polonia se han elegido democráticamente políticos autoritarios que, aunque sean producto del establishment político y económico, se presentan como antisistema y antipolítica, insultan a los adversarios que consideran corruptos y ven como enemigos a eliminar, rechazan las reglas de juego democrático, hacen apelaciones intimidatorias a la resolución de los problemas sociales por medio de la violencia, muestran desprecio por la libertad de prensa y se proponen revocar las leyes que garantizan los derechos sociales de los trabajadores y de las poblaciones discriminadas por razones étnicas, sexuales o de religión. En suma, se presentan a elecciones con una ideología antidemocrática y, aun así, consiguen obtener la mayoría de los votos. Los políticos autocráticos siempre han existido. Lo nuevo es la frecuencia con la que están llegando al poder.

El virus plutócrata. La forma en la que el dinero ha venido des caracterizando los procesos electorales y las deliberaciones democráticas es alarmante. Al punto de preguntarse si, en muchas situaciones, las elecciones son libres y limpias y si los responsables políticos actúan por convicciones o por el dinero que reciben. La democracia liberal se basa en la idea de que los ciudadanos tienen condiciones de acceso a una opinión pública informada y, sobre su base, elegir libremente a los gobernantes y evaluar su desempeño. Para que esto sea mínimamente posible, es necesario que el mercado de las ideas políticas (los valores que no tienen precio, porque son convicciones) esté totalmente separado del mercado de los bienes económicos (los valores que tienen precio y sobre esta base se compran y venden). En tiempos recientes, estos dos mercados se han fundido bajo la égida del mercado económico, hasta tal punto que hoy, en política, todo se compra y todo se vende. La corrupción se ha vuelto endémica.

La financiación de las campañas electorales de partidos o de candidatos, los grupos de presión (o lobbies) ante los parlamentos y los gobiernos tienen hoy en muchos países un poder decisivo en la vida política. En 2010, la Corte Suprema de Justicia de Estados Unidos, en la sentencia Citizens United v. Federeal Election Commission, asestó un golpe fatal a la democracia estadounidense al permitir el financiamiento irrestricto y privado de las elecciones y decisiones políticas por parte de grandes empresas y de super ricos. Se desarrolló así el llamado dark money, que no es otra cosa que corrupción legalizada. Ese mismo dark money explica en Brasil una composición del Congreso dominada por la bancada armamentista (“de la bala”), la bancada ruralista (“del buey”) y la bancada evangélica (“de la Biblia”), una caricatura cruel de la sociedad brasileña.

Las fake news y los algoritmos. Durante cierto tiempo Internet y las redes sociales que generó se vieron como una posibilidad sin precedentes para la expansión de la participación ciudadana en la democracia. En la actualidad, a la luz de lo que sucede en Estados Unidos y Brasil, podemos decir que serán más bien las sepultureras de la democracia, en caso de que no se regulen. Me refiero en particular a dos instrumentos: las noticias falsas y el algoritmo.

Las noticias falsas siempre han existido en sociedades atravesadas por fuertes divisiones y, sobre todo, en periodos de rivalidad política. Hoy, sin embargo, su potencial destructivo a través de la desinformación y la mentira que propagan es alarmante. Esto es especialmente grave en países como la India y Brasil, en los que las redes sociales, sobre todo WhatsApp (cuyo contenido es el menos controlable por estar encriptado), son ampliamente usadas, hasta el extremo de ser la más grande, e incluso la única, fuente de información de los ciudadanos (en Brasil, 120 millones de personas usan WhatsApp). Grupos de investigación brasileños denunciaron en el New York Times (17 de octubre) que de las cincuenta imágenes más divulgadas (virales) en los 347 grupos públicos de WhatsApp en apoyo a Bolsonaro, solo cuatro eran verdaderas. Una de ellas era una foto de Dilma Rousseff, candidata al Senado, con Fidel Castro en la Revolución cubana. Se trataba, de hecho, de un montaje realizado a partir del registro de John Duprey para el diario NY Daily News en 1959. Ese año Dilma Rousseff era una niña de once años. Apoyado por grandes empresas internacionales y por servicios de contrainteligencia militar nacionales y extranjeros, la campaña de Bolsonaro constituye un monstruoso montaje de mentiras a las que la democracia brasileña difícilmente sobrevivirá.

Este efecto destructivo es potenciado por otro instrumento: el algoritmo. Este término, de origen árabe, designa el cálculo matemático que permite definir prioridades y tomar decisiones rápidas a partir de grandes series de datos (big data) y de variables, considerando ciertos resultados (el éxito en una empresa o en una elección). Pese a su apariencia neutra y objetiva, el algoritmo contiene opiniones subjetivas (¿qué es tener éxito?, ¿cómo se define el mejor candidato?) que permanecen ocultas en los cálculos. Cuando las empresas se ven obligadas a revelar los criterios, se defienden con el argumento del secreto empresarial. En el campo político, el algoritmo permite retroalimentar y ampliar la divulgación de un tema que está en boga en las redes y que, por ello, al ser popular, es considerado relevante por el algoritmo. Sucede que lo viral en las redes sociales puede ser producto de una gigantesca manipulación informativa llevada a cabo por redes de robots y de perfiles automatizados que difunden entre millones de personas noticias falsas y comentarios a favor o en contra de un candidato, convirtiendo el tema en artificialmente popular y ganando así incluso más destaque por medio del algoritmo. Este no tiene condiciones para distinguir lo verdadero de lo falso, y el efecto es tanto más destructivo cuanto más vulnerable sea la población a la mentira. Fue así como en 17 países se manipularon recientemente las preferencias electorales, entre ellos Estados Unidos (a favor de Trump) y, ahora, Brasil (a favor de Bolsonaro), en una proporción que puede ser fatal para la democracia.

¿Sobrevivirá la opinión pública a este envenenamiento informativo? ¿Tendrá la información verdadera alguna posibilidad de resistir ante tal avalancha de falsedades? He defendido que en situaciones de inundación lo que más falta hace es agua potable. Con una preocupación paralela respecto a la extensión de la manipulación informática de nuestras opiniones, gustos y decisiones, la investigadora en computación Cathy O’Neil designa los big data y los algoritmos como armas de destrucción matemática (Weapons of Math Destruction, 2016).

La captura de las instituciones. El impacto de las prácticas autoritarias y antidemocráticas en las instituciones ocurre paulatinamente. Presidentes y parlamentos electos mediante los nuevos tipos de fraude (fraude 2.0) a los que acabo de aludir tienen el camino abierto para instrumentalizar las instituciones democráticas; y pueden hacerlo supuestamente dentro de la legalidad, por más evidentes que sean los atropellos y las interpretaciones sesgadas de la ley o de la Constitución. En los últimos tiempos, Brasil se ha convertido en un inmenso laboratorio de manipulación autoritaria de la legalidad. Esta captura ha hecho posible la llegada a la segunda vuelta del neofascista Bolsonaro y su eventual elección. Tal como ha ocurrido en otros países, la primera institución en ser capturada es el sistema judicial. Por dos razones: por ser la institución con poder político más distante de la política electoral y por ser constitucionalmente el órgano de soberanía concebido como “árbitro neutro”. En otra ocasión analizaré este proceso de captura. ¿Qué será de la democracia brasileña si esta captura se concreta, seguida de las otras capturas que esta hará posible? ¿Será todavía una democracia?.

BOAVENTURA DE SOUSA SANTOS

Académico portugués. Doctor en sociología, catedrático de la Facultad de Economía y Director del Centro de Estudios Sociales de la Universidad de Coímbra (Portugal). Profesor distinguido de la Universidad de Wisconsin-Madison (EE.UU) y de diversos establecimientos académicos del mundo. Es uno de los científicos sociales e investigadores más importantes del mundo en el área de la sociología jurídica y es uno de los principales dinamizadores del Foro Social Mundial.

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