EL NEOLIBERALISMO COMO DESTRUCCIÓN CREATIVA.
DAVID HARVEY. El neoliberalismo se ha convertido
en un discurso hegemónico con efectos omnipresentes en las maneras de pensar y
las prácticas político-económicas hasta el punto de que ahora forma parte del
sentido común con el que interpretamos, vivimos, y comprendemos el mundo. ¿Cómo logró el neoliberalismo una condición
tan augusta, y qué representa? En este artículo, el autor afirma que el
neoliberalismo es sobre todo un proyecto para restaurar la dominación de clase
de sectores que vieron sus fortunas amenazadas por el ascenso de los esfuerzos socialdemócratas en las secuelas
de la Segunda Guerra Mundial. Aunque el neoliberalismo ha
tenido una efectividad limitada como una máquina para el crecimiento económico,
ha logrado canalizar riqueza de las clases subordinadas a las dominantes y de
los países más pobres a los más ricos. Este
proceso ha involucrado el desmantelamiento de instituciones y narrativas que
impulsaban medidas distributivas más igualitarias en la era precedente.
El neoliberalismo es una teoría de prácticas políticas económicas que
proponen que el bienestar humano puede ser
logrado mejor mediante la maximización de las libertades empresariales dentro
de un marco institucional caracterizado por derechos de propiedad privada,
libertad individual, mercados sin trabas, y libre comercio. El papel del Estado es crear y preservar un
marco institucional apropiado para tales prácticas. El Estado tiene que
preocuparse, por ejemplo, de la calidad y la integridad del dinero. También
debe establecer funciones militares, de defensa, policía y judiciales
requeridas para asegurar los derechos de propiedad privada y apoyar mercados de
libre funcionamiento. Además, si no existen mercados (en áreas como la
educación, la atención sanitaria, o la contaminación del medioambiente) deben
ser creados, si es necesario mediante la acción estatal. Pero el Estado no debe aventurarse más allá de esas tareas. El
intervencionismo del Estado en los mercados (una vez creados) debe
limitarse a lo básico porque el Estado no puede posiblemente poseer suficiente
información como para anticiparse a señales del mercado (precios) y porque
poderosos intereses inevitablemente deformarán e influenciarán las
intervenciones del Estado (particularmente en las democracias) para su propio
beneficio.
La "destrucción creativa" y los Modelos de Desarrollo Urbano.
La concepción
del desarrollo en la actualidad y particularmente la noción de desarrollo
urbano, lleva implícita la idea de “destrucción creativa”. Parece cierto, que
en la lógica del desarrollismo urbano no cabe la posibilidad de construir, de
crear algo nuevo, un proceso o un desarrollo, sin destruir al menos una parte
de lo que ya existe.
***
Por una variedad de razones, las prácticas reales del neoliberalismo
discrepan frecuentemente de este modelo. Sin embargo,
ha habido por doquier un cambio enfático, dirigido
ostensiblemente por las revoluciones de Thatcher/Reagan en Gran Bretaña y
EE.UU., en las prácticas político-económicas y en el pensamiento desde los años
setenta. Estado tras Estado, los
nuevos que emergieron del colapso de la Unión Soviética a
socialdemocracias y Estados de bienestar de
antiguo estilo tales como Nueva Zelanda y Suecia, han abrazado, a veces
voluntariamente y a veces como reacción a presiones coercitivas, alguna versión
de la teoría neoliberal y han ajustado por lo menos algunas de sus políticas y
prácticas correspondientemente. Sudáfrica
post-apartheid adoptó rápidamente el marco liberal e incluso China contemporánea parece orientarse en esa
dirección. Además, propugnadores de la mentalidad neoliberal ocupan ahora posiciones de considerable
influencia en la educación (universidades y muchos think-tanks),
en los medios, en las salas de los consejos de las corporaciones y de las instituciones financieras, en instituciones
estatales clave (departamentos del tesoro, bancos centrales), y también en
aquellas instituciones internacionales como ser el Fondo Monetario Internacional (FMI) y la Organización
Mundial de Comercio (OMC) que regulan
las finanzas y el comercio globales. El neoliberalismo, en breve, se ha
convertido en hegemónico como un modo de discurso y tiene efectos omnipresentes
en las maneras de pensar y las prácticas
político-económicas hasta el punto en que se ha incorporado al sentido
común con el que interpretamos, vivimos, y comprendemos el mundo.
La neoliberalización se ha extendido, en efecto, por el mundo como una
vasta marea de reforma institucional y ajuste discursivo. Aunque abundante evidencia muestra su desarrollo geográfico irregular, ningún
sitio puede pretender una inmunidad total (con la excepción de unos pocos
Estados como ser Norcorea.) Además, las reglas de
enfrentamiento establecidas a través de la OMC (que rigen el comercio
internacional) y por el FMI (que
rigen las finanzas internacionales)
amplifican el neoliberalismo como un conjunto de reglas internacionales. Todos
los Estados que se afilian a la OMC y al FMI (¿y cuál puede
permitirse no hacerlo?) aceptan acatar (a pesar de un “período de gracia” para permitir un ajuste tranquilo) esas
reglas o enfrentar severos castigos.
La creación de este sistema neoliberal ha involucrado mucha destrucción,
no sólo de previos marcos y poderes institucionales (tales como la supuesta soberanía previa del Estado sobre los asuntos políticos-económicos) sino
también de divisiones laborales, de relaciones sociales, provisiones de seguridad
social, mezclas tecnológicas, modos de vida, apego a la tierra, costumbres
sentimentales, formas de pensar, etc. Se justifica una cierta
evaluación de los aspectos positivos y negativos de esta revolución neoliberal. En lo que sigue, por ello, esbozaré en
algunos argumentos preliminares cómo comprender y evaluar esta transformación
en el modo en el que trabaja el capitalismo global. Esto requiere que arrostremos las fuerzas, intereses, y agentes
subyacentes que han impulsado esta revolución
neoliberal con tan implacable intensidad. Para usar la retórica neoliberal contra ella misma, podemos
preguntar razonablemente:
¿Qué intereses particulares llevan a que el Estado adopte una posición
neoliberal y en qué forma han utilizado esos intereses el neoliberalismo para beneficiarse en lugar de beneficiar, como
pretenden, a todos, por doquier?
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"EL NEOLIBERALISMO MATA MÁS GENTE QUE TODOS LOS EJÉRCITOS DEL
MUNDO, Y NO HAY NINGÚN PRESO".
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Por: Otra Mirada.
Entrevista a Max Neef /Orsai
Publicado el miércoles 14 de Agosto del
2019.
La
semana pasada, el economista chileno Manfred Max Neef falleció en la ciudad de Valdivia,
al sur de su país natal. Ecologista,
catedrático y excandidato presidencial fue un crítico del sistema económico
neoliberal y su impacto en las sociedades de la región.
En
estos días que el panorama político se rearma en diversos países de sudamérica, vale la pena recordar sus
opiniones respecto al impacto del sistema neoliberal, en esta entrevista
brindada hace un tiempo al portal argentino "En Orsai".
"Seguir forzando el
crecimiento para consumir más y seguir produciendo una infinita cantidad de
cosas innecesarias, generando una de las instituciones más poderosas del mundo
como lo es la publicidad, cuya función es una y muy clara: hacerte comprar
aquello que no necesitas, con plata que no tienes, para impresionar a quienes
no conoces. Eso evidentemente no puede ser sustentable", dijo el economista y autor de la tesis del
desarrollo a escala humana.
La
economía está para servir a las personas y no las personas para servir a la
economía.
El economista y ex candidato presidencial Manfred Max
Neef cuestionó la obsesión por el crecimiento que genera
la economía neoliberal, misma que a su juicio es "un fracaso tremendamente
peligroso y brutal" y la responsable de gran parte "de todos
los horrores que estamos viviendo en el mundo".
En una entrevista realizada por la revista En Torno,
el autor de la tesis del desarrollo a escala humana afirmó que
"esta economía neoliberal
mata más gente que todos los ejércitos del mundo juntos, y no hay ningún
acusado, no hay ningún preso, no hay ningún condenado. Todos los horrores que
estamos viendo en el mundo, gran parte de ellos, tienen un trasfondo que está
anclado a esta visión de tratamiento y práctica económica".
Y enfatizó que
"la obsesión del crecimiento, para empezar, es un disparate. Porque una elemental ley natural, que
todo el mundo conoce, es que todos los sistemas vivos crecen hasta un cierto
punto en que dejan de crecer. Tú dejaste de crecer, yo dejé de crecer, el árbol grande deja de crecer, pero no
deja de desarrollarse.
Seguir forzando el crecimiento para consumir más y seguir produciendo una infinita cantidad de
cosas innecesarias, generando una de las instituciones más poderosas del mundo,
como lo es la publicidad, cuya función es una y muy clara: hacerte comprar
aquello que no necesitas, con plata que no tienes, para impresionar a quienes
no conoces. Eso evidentemente no puede
ser sustentable".
Para Max Neef no es un
problema sin solución. Y por ello cree que la alternativa es "la visión de la economía
ecológica", ya que
"a diferencia de la economía
tradicional, la economía ecológica es una economía que está al servicio de la
vida y tiene características fundamentalmente opuestas a la convencional".
"Hoy en día llegamos al extremo, comienzo del siglo XXI, en que hay más esclavos de los que había antes de la prohibición de la esclavitud
en el siglo XIX. Esclavos en serio,
no en sentido figurado, de los cuales el
60% son niños y las demás, principalmente, mujeres".
Sobre este punto explicó que
"la economía convencional
–que es la hija de la economía neoclásica– desde una visión ontológica, se
sustenta en una visión mecánica, newtoniana: el humano, la economía y el mundo
son mecánicos. Y en un mundo mecánico tú tienes sistemas que tienen partes.
Partes que descompones, analizas y vuelves a armar. Del otro lado, la economía ecológica se sustenta en una visión
orgánica. Los sistemas no tienen partes, sino que participantes, los cuales
no son separables. Lo cual significa que todo está intrínsecamente unido y
relacionado. Esto por lo demás ya es un mensaje que hace más de 90 años nos viene dando la física cuántica, pero
ese mensaje ha tardado en llegar a las ciencias sociales".
El economista y ex rector de las universidades
Bolivariana y Austral, enumeró "cinco postulados fundamentales y un
principio valórico irrenunciable" que debieran sustentar la economía ecológica o cualquier otro nuevo sistema económico:
"El postulado número uno: la
economía está para servir a las personas y no las personas para servir a la
economía; dos: el desarrollo tiene
que ver con las personas y la vida, no con objetos; tres: crecimiento no es lo mismo que desarrollo, y el desarrollo no
precisa necesariamente de crecimiento; cuatro:
ninguna economía es posible al margen de los servicios que prestan los
ecosistemas; y cinco: la economía es
un subsistema de un sistema mayor y finito que es la biosfera, por lo tanto, el
crecimiento permanente es imposible".
"Y el principio valórico irrenunciable que debe sustentar una nueva
economía es que ningún interés económico, bajo ninguna
circunstancia, puede estar por sobre la reverencia a la vida. Si tú recorres
estos puntos vas a ver que lo que hoy tenemos –en la economía neoliberal– es
exactamente lo contrario.
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