"A este panorama de canibalismo, desprotección y
vulnerabilidad hay que agregar que la FED no está preparada para la recesión de
2020 o 2021, ya que no cuenta con un mínimo de 5% de tasas para reducir.
Tampoco la población está preparada. Hay más gente sin seguros de salud. Hay
más estudiantes con más deudas. Aunque la pobreza se redujo un 2,5% desde 2015
(12,3%) simplemente ha seguido un patrón histórico muy obvio: con cada recesión
se borran todos los progresos de reducción de pobreza (hoy el porcentaje es el
mismo que en 1965) y todos los progresos salariales de los trabajadores que,
además, no pueden ahorrar sino endeudarse".
"En el mayor periodo de expansión macroeconómica de las últimas
generaciones, la reducción de la pobreza en unos pocos puntos porcentuales y el
alto grado de precarización de la mayoría de los habitantes del país que
imprime la divisa global y todavía domina la geopolítica indica que en la
próxima recesión (en 2020 el censo nacional agregará cientos de miles de
puestos de trabajos temporales) el número de quienes caigan en pobreza será
doloroso. La falta de contención de programas sociales (educación, salud,
movilidad social) hará el resto".
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ESTADOS UNIDOS. EL ESTÓMAGO DE LOS POBRES TIENE UN LÍMITE, LA CODICIA DE
LOS RICOS NO.
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Jorge
Majfud.
ALAI.
América Latina en Movimiento.
Lunes
5 de agosto del 2019.
El gobierno de Estados Unidos planea eliminar o
reducir al máximo la ayuda a los pobres, lo cual incluye asistencia a la salud
y cupones de alimentación. Su argumento es que la economía está mucho mejor que
en el 2008 y, por lo tanto, los pobres ya no necesitan esta ayuda. Nótese, una
vez más, el factor racial que lo permea casi todo. No por casualidad, el patrón
histórico de pobreza en este país se ha ensañado especialmente con los negros,
los latinos, los niños, las mujeres y todo grupo fuera de la órbita del poder.
De los multimillonarios subsidios que reciben los agricultores en EE.UU. desde
que fueron implementados como ayuda durante la Gran Depresión de los años
treinta no se habla porque esos Estados rurales son votantes de los de arriba.
Los de arriba siempre se aprovecharon de estas limosnas selectivas y del temor
de los del medio por los de bajo.
Ahora, a las desventajas históricas de ser pobres se suma el estrés
social del neonazismo. Si antes la narrativa social tenía algún respeto por los
más débiles, ahora son objeto de acoso y bullying, lo cual hace de la objetiva
condición de ser mujer, negro, mestizo, joven y pobre un motivo más de estrés
psicológico, moral y social. Esa es la pobreza que no se puede medir: la
pobreza moral.
Resulta que el país más poderoso del planeta necesita ahorrar U$ 2.000
millones en comida para los más pobres poco después de pasar una ley de recorte
de impuestos que “alivió” a los supermillonarios en una cifra 1.000 veces
superior.
Es lógico que alguien que nació en la insensibilidad de la opulencia del
dinero y del poder como Donald Trump piense así (esto de la mayor
insensibilidad de los ricos no es una opinión sino que ha sido demostrado por
diversos estudios). Para este tipo de gente, si los números macros están bien,
todo el mundo debe estar bien porque todos se benefician en algún
grado de la misma economía. No importa si unos se llevan un millón de dólares y
otros agradecen las monedas que caen en el desbande.
Ahora, si es cierto que los salarios se han recuperado 1,5% en el último
año, y suponiendo que esa mejoría también llegó a las clases más necesitadas,
pues entonces descontémosle un 1,5% de la comida que reciben los pobres (un
vaso menos de agua, una miga de pan menos). Pero no los dejemos sin comer.
La mentalidad insensible que gobierna el mundo supone que un trabajador
mendiga un cupón de alimento por holgazán o que millones acuden a los comederos
públicos por diversión. ¿Que los pobres ya no necesitan tanto? Los pobres
tienen un límite estomacal cuando el Estado les “regala” un plato de comida al
día. Los ricos no tienen un límite en codicia cuando ese mismo Estado gasta
billones de dólares protegiendo sus intereses de las maneras más diversas.
Desde el gobierno hasta la prensa opositora resumen la situación actual
del país como de “una sobresaliente fortaleza y prosperidad económica”. Debajo
de esos titulares y fuera de esos mismos medios, uno de cada cinco jóvenes vive
en la pobreza mientras el 40% de la población está a un mes de caer en la pobreza
si pierde su trabajo. ¿Contradicción? No. Situación ideal para los grandes
negocios.
El masivo recorte de impuestos de 2017 pasó desapercibido para la
mayoría. En la macroeconomía provocó un estímulo que duró un año y un
endeudamiento que durará décadas. La “responsabilidad fiscal” ha sido una
bandera histórica de los republicanos al mismo tiempo que han sido gobiernos
republicanos (desde que el partido adoptó el neoliberalismo como ideología en
los 70s) los que han aumentado las deudas del gobierno de forma masiva. El
gobierno actual no es la excepción. En dos años y medio aumentó el déficit
fiscal en un 17% (U$779. 000.000.000) y la deuda externa (hoy en U$
22.000.000.000.000) un 30% al final de 2020.
Nada de esto es invento de Trump. En 2013 el 0,1% de la población ya
había pasado a tener más capital que el 90%. En 2016, 40 millones (12,7%)
vivían en situación de pobreza. Hoy se cuentan con los dedos de una mano los
hombres que tienen más dinero que la mitad más pobre del país mientras medio
millón de personas viven en las calles. En 2017, ya en la administración Trump,
140 millones de estadounidenses vivía en “inestabilidad económica” según la
Oficina de Estadísticas Laborales.
Estos datos y esta práctica ideológica tienen otros derivados directos:
en Estados Unidos, cada año mueren 50.000 personas por sobredosis solo de
opioide. La famosa epidemia fue iniciada y sostenida por la codicia de las
grandes farmacéuticas, como ya ha quedado demostrado (el negocio suma
U$78.500.000.000, más que el PIB de Uruguay o Guatemala).
A este panorama de canibalismo, desprotección y vulnerabilidad hay que
agregar que la FED no está preparada para la recesión de 2020 o 2021, ya que no
cuenta con un mínimo de 5% de tasas para reducir. Tampoco la población está
preparada. Hay más gente sin seguros de salud. Hay más estudiantes con más
deudas. Aunque la pobreza se redujo un 2,5% desde 2015 (12,3%) simplemente ha
seguido un patrón histórico muy obvio: con cada recesión se borran todos los
progresos de reducción de pobreza (hoy el porcentaje es el mismo que en 1965) y
todos los progresos salariales de los trabajadores que, además, no pueden
ahorrar sino endeudarse.
En el mayor periodo de expansión macroeconómica de las últimas
generaciones, la reducción de la pobreza en unos pocos puntos porcentuales y el
alto grado de precarización de la mayoría de los habitantes del país que
imprime la divisa global y todavía domina la geopolítica indica que en la
próxima recesión (en 2020 el censo nacional agregará cientos de miles de
puestos de trabajos temporales) el número de quienes caigan en pobreza será
doloroso. La falta de contención de programas sociales (educación, salud,
movilidad social) hará el resto.
Las redes de protección sociales no sólo son justas sino, además, convenientes,
incluso para los de arriba. Un caso demasiado obvio fue la Argentina de
Mauricio Macri (la de Menem y la de tantos otros). Los efectos del
neoliberalismo alegre son más obvios allí porque Argentina es una economía
sensible, ya que no puede imprimir la divisa global ni imponerle nada a nadie,
además de su tendencia genética a la rebeldía intermitente.
Las sociedades no cambian ni reaccionan ante su propia explotación sino
por grandes crisis. Medias crisis nunca son suficientes. A la orgía neoliberal
en Estados Unidos todavía le espera el Big One, un temblor social mucho
más dramático que el terremoto que desde hace décadas espera California.
Una forma de aplazar unas décadas más ese quiebre será una fuerte
reacción de la izquierda en algún momento de la próxima década. Los nuevos años
60s. De lo
contrario estaremos condenados a revivir los años 30s justo un siglo después.
JM, julio 2019.
- JORGE MAJFUD es escritor
uruguayo estadounidense, autor de Crisis y otras novelas.
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