“Pongamos fin a la depredación de la Amazonia de
Bolsonaro y los capitalistas Carne, soja, minerales, energía, madera, son parte de los insumos y
productos de la cadena de valor de grandes compañías, y también fuente de
consumo para el planeta. El Amazonas, nutre al mundo con sus recursos, que
se hoy se dan en el marco de la búsqueda de la ganancia y nuevos mercados por
parte de los capitalistas. Es la juventud quien ha venido expresando en
movilizaciones contra la destrucción ambiental, así como las fuertes denuncias por parte de las
comunidades originarias. Es necesario que estas fuerzas se unan a los trabajadores y amplios sectores populares, para
enfrentar la destrucción del Amazonas.
Para eso se necesita un programa y una
estrategia anticapitalista que junto
con la clase trabajadora pueda luchar por un futuro”.
“Es decir, un programa para terminar con la barbarie capitalista y conquistar un
sistema de producción que ponga por delante las necesidades de los
trabajadores, jóvenes las comunidades y del medio ambiente donde todos los
avances de la técnica, la ciencia, así como las ganancias de la agroindustria,
pasen a estar en función de una economía planificada; no de las ganancias
de los capitalistas que destruyen el planeta tras sus intereses. Es fundamental avanzar en
esta lucha, pero no para conquistar un capitalismo reformado o su expresión
verde, que ha mostrado ser una total ilusión, sino que para terminar con toda
forma de explotación y opresión. Lo que es imposible de conquistar en los marcos del
capitalismo actual, que solo busca la ganancia, poniendo el dinero por sobre la
vida humana y de la naturaleza”.
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AMAZONAS: “NO
ES EL FUEGO, ES EL CAPITALISMO”.
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Comisión
LID Medioambiente Chile.
La
Izquierda Diario.
Martes
27 de Agosto del 2019.
“No es fuego, es
capitalismo” es la consigna que ha levantado un sector importante de la juventud en
referencia a la catástrofe ambiental que azota al pulmón del globo y que no ha
dejado a nadie indiferente. Y es que las imágenes reveladas por la NASA son impactantes.
En estas se muestra la magnitud del territorio afectado por los mega-incendios
que se estima alcanza las 600.000 hectáreas en 17 días, solo en Brasil,
aumentando en un 80% respecto al año pasado en esta misma fecha.
Pulmón del globo
El Amazonas a menudo se conoce como los pulmones del
planeta ya que se estima que produce el 20% del oxígeno en la atmósfera de la
Tierra, además de participar activamente en el proceso de descarbonización de
la atmósfera, lo que impacta sobre el ciclo del carbono. Así como también en el
ciclo hídrico en América Latina, esto ya que las plantas absorben agua por sus
raíces, la que viaja hasta las copas y por el proceso de transpiración llega a
la atmósfera en su fase gaseosa, y si consideramos los millones de hectáreas
que hacen este proceso, nos podremos imaginar “el río” que se genera sobre la
selva.
Este río se desplaza en forma de sistemas frontales
hacia los países del sur arrastrando con las lluvias el CO2 atmosférico
-principal gas de efecto invernadero asociado al calentamiento global- al
suelo, descarbonizando el aire y permitiendo la fijación del carbono en los
suelos, alimentando los ríos entre otros aspectos claves.
El Amazonas así se estimaba que tenía aproximadamente
la mitad del tamaño de Estados Unidos: es la selva tropical más grande del
planeta, y no sabemos cuáles serán las repercusiones que tendrá esto, con
mega-incendios que implican un salto en la destrucción de la Amazonia,
liberando enormes masas de dióxido de carbono.
Con resultados catastróficos se están
cumpliendo las promesas de Bolsonaro
Bolsonaro hizo promesas de campaña para restaurar la
economía explorando el potencial económico de la Amazonía, criticando a las advertencias de deforestación de la agencia como
dañinas para las negociaciones comerciales.
El director del Instituto de Investigación Espacial
(INPE), que vigila de forma satelital el Amazonas, fue despedido después de una
disputa con el Presidente; el director defendió los datos satelitales que
mostraban que la deforestación era un 88% más alta en junio que el año
anterior, y Bolsonaro calificó los hallazgos de “mentiras”.
En referencia a las causas, el ultraderechista Jair
Bolsonaro declara descaradamente que se debe a la temporada seca y culpa de los
incendios a las ONG ambientalistas, a quienes viene persiguiendo y reduciendo
su financiamiento, como alguna suerte de venganza contra su gobierno.
Por su parte el ministro de Medio Ambiente de Brasil,
Ricardo Salles, tuiteó el miércoles que los incendios fueron causados por el
clima seco, el viento y el calor. Pero el meteorólogo de CNN, Haley Brink, dijo
que los incendios son “definitivamente inducidos por el hombre” y
no pueden atribuirse a causas naturales como los rayos.
A esto se suman las afirmaciones de Adriane Muelbert,
ecóloga que ha estudiado el papel que desempeña la deforestación del Amazonas
en el cambio climático: “En los
años anteriores, [los incendios forestales] estaban muy vinculados a la
ausencia de lluvia, pero este ha sido un año bastante húmedo”, afirma
añadiendo que “esto nos lleva a pensar que estos son incendios
provocados por la deforestación”.
Así también lo afirma Paulo Moutinho, investigador del
IPAM, un organismo de investigación amazónico explica que el alarmante aumento
de incendios en la Amazonía se debe al aumento de la deforestación.
En la misma tónica, un estudio de la NASA revela que
la Amazonía brasileña perdió el equivalente a Alemania producto de la
deforestación entre 2000 y 2017. Es que se trata de un político que, si bien,
es profundizada por el gobierno de Bolsonaro, también hay responsabilidad de
los gobiernos del PT (Lula Da Silva – Dilma Rousseff), ya que es parte
estructural del desarrollo capitalista de Brasil la depredación de los recursos
naturales.
Agro-negocio, minería, deforestación: El
capitalismo
La deforestación genera pérdida de humedad de los
suelos y permite que el fuego se propague rápidamente, como si fuese rociado
por bencina. Esta causa encuentra asidero en la necesidad de encontrar nuevos
nichos de acumulación de recursos naturales como, por ejemplo, para incentivar
la extracción de madera e incentivar la producción de la industria maderera, la
exportación de minerales, el agro-negocio con extensas plantaciones de soja,
entre otros, y aquí el papel de Bolsonaro es criminal, así como la
subordinación de Brasil al imperialismo.
La deforestación ligada al agro-negocio no es casual.
Esta ha cumplido un rol crucial con las “quemas controladas” que muchas veces
quedan fuera de control, las cuales se han realizado bajo prácticas que utilizan
los agricultores con el incendio provocado para limpiar terrenos para cultivar
soja.
El Amazona no es solo un pulmón mundial para la naturaleza, sino también
una fuente de acumulación de riqueza para las grandes compañías capitalistas que ocupan esta como fuente de insumos.
Así, por ejemplo, la producción de carne y soja, que
viene en constante aumento, es a su vez una fuente fundamental de la
deforestación. Empresas multinacionales ligadas al imperialismo están devorando
la Amazonia para plantar soja. Y la carne alimentada con esta soja (pollos,
cerdos y vacas) termina en los estantes de los supermercados, norteamericanos,
europeos (y ahora crecientemente chinos) y en los mostradores de empresas de
comida rápida como Kentucky Fried Chicken y Mc Donald´s. En ese sentido, la
norteamericana Cargill no oculta que está ayudando a establecer plantaciones de
soja en la Amazonia y, junto a Archer Daniels Midland (AMD) y Bunge, controlan
el 60% de la soja brasileña. Además, estas tres compañías juntas controlan más
de tres cuartas partes de la trituración de soja en Europa.
Otro de los grandes problemas es la riqueza de
minerales e hidrocarburos de esta zona. El 15% del bioma amazónico tenía
concesiones mineras y contratos para la extracción de petróleo y gas. Adicional
a esto, más de 800 concesiones mineras se otorgaron en áreas protegidas y, con
6.800 solicitudes a la espera, pendientes de aprobación.
Otra de las industrias que amenaza la existencia de la
Amazonía son los proyectos de energía hidroeléctrica. En el 2016, la ONG alertó
que en ese momento había unas 154 represas para la producción de energía y
estaban planificadas para su construcción 227.
En este sentido, "el aumento de las represas en la Amazonia
amenaza el flujo natural de sus ríos, altera los ciclos naturales y pone en
grave riesgo especies como los delfines y peces migratorios. El suministro de
agua para las comunidades locales y el transporte de alimentos, también se ven
afectados por cuenta de la producción de energía en la selva amazónica",
asegura la ONG.
Así también son múltiples las marcas que en mayor o
menor medida utilizan productos provenientes de la destrucción el Amazonas, sea
en la cadena de distribución a proveedores de numerosas y reputadas marcas
internacionales y prestigiosos minoristas, incluyendo una larga lista de
grandes compañías capitalistas: Adidas, BMW, Carrefour, EuroStar, Ford, Honda,
Gucci, IKEA, Kraft, Nike, Tesco, Toyota y Wal-Mart, entre otras. Y es que
Latinoamérica, Brasil y particularmente el Amazonas es fuente de materias
primas para el mundo, particularmente para la gran industria capitalista.
Así la guerra comercial entre EEUU y China también es
un factor donde producto de los aranceles impuestos por Trump, China reemplazó
las compras estadounidenses con las de Brasil. Como resultado, Brasil se ha
convertido en el mayor exportador de soja a China, y al mundo. En 2018, el
primer año de la guerra comercial, las exportaciones brasileñas a China
crecieron un 35% en comparación con 2017.
Pongamos fin a la depredación de la Amazonia
de Bolsonaro y los capitalistas
Carne, soja, minerales, energía, madera, son parte de
los insumos y productos de la cadena de valor de grandes compañías, y también
fuente de consumo para el planeta. El Amazonas, nutre al mundo con sus
recursos, que se hoy se dan en el marco de la búsqueda de la ganancia y nuevos
mercados por parte de los capitalistas.
Es la juventud quien ha venido expresando en
movilizaciones contra la destrucción ambiental, así como las fuertes denuncias
por parte de las comunidades originarias. Es necesario que estas fuerzas se
unan a los trabajadores y amplios sectores populares, para enfrentar la
destrucción del Amazonas. Para eso se necesita un programa y una estrategia
anticapitalista que junto con la clase trabajadora pueda luchar por un futuro.
Es decir, un programa para terminar con la barbarie
capitalista y conquistar un sistema de producción que ponga por delante
las necesidades de los trabajadores, jóvenes las comunidades y del medio
ambiente donde todos los avances de la técnica, la ciencia, así como las
ganancias de la agroindustria, pasen a estar en función de una economía
planificada; no de las ganancias de los capitalistas que destruyen el
planeta tras sus intereses.
Es fundamental avanzar en esta lucha, pero no para
conquistar un capitalismo reformado o su expresión verde, que ha mostrado ser una
total ilusión, sino que para terminar con toda forma de explotación y opresión.
Lo que es
imposible de conquistar en los marcos del capitalismo actual, que solo busca la
ganancia, poniendo el dinero por sobre la vida humana y de la naturaleza.
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