miércoles, 14 de agosto de 2019

IZQUIERDA PARLAMENTARIA E IZQUIERDA SOCIAL.

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SOCIOLOGÍA POLÍTICA. UNA OPINIÓN DE LA IZQUIERDA HOY. ENTRE LA IZQUIERDA POLÍTICA – PARLAMENTARIA – Y LA IZQUIERDA SOCIAL – SINDICATOS, GREMIOS, COLECTIVOS SOCIALES, FRENTES DE DEFENSA, (La Calle, la Plaza Pública) etc. Nos preguntamos, porque existe hoy una “distancia”, una fractura entre lo político y lo social. Hay una fuerte posición de las Representaciones Parlamentarias a apartarse cada vez más de los principales problemas presentes en la sociedad, a cambio de una “Elitización”, Burocratización, y cada vez más “disfrutar de los beneficios” que a diario “te ofrece” la derecha política, incluso, si no existe la suficiente “formación Política”, será muy fácil se ser ganado por las grandes ventajas que te ofrece el capitalismo: la CORRUPCIÓN. O en cambio las Izquierda Social – se aleja, separa, llegando hasta discrepar con puntos centrales, presentes en “la vida diaria del pueblo”, y por lo general muy distantes, hasta opuestos a los imponen las políticas de las clases dominantes y no abordadas – analizadas – por la Representación Política, en la dimensión de su contenido, significado y carácter de clase del Estado Burgués.  

  
Miles de miles de Ciudadanos (as) peruanos, presentes en la Calle, en la Plaza Pública, reclamando sus Derechos - destruidos, por las políticas neoliberales -ante un Congreso y un Gobierno, "sordo, ciego y mudo" con los Derechos Sociales, pero activa, vertical y autoritaria con los Derechos de las clases dominantes. El "nuevo estilo" la nueva práctica de una "Democracia de Mercado", pero hoy fracasada. al igual - que el  Modelo neoliberal - asfixiado, hundido y en su crisis final. La distancia con la "clase política" en general es muy fuerte y profunda. Incluso con la propia Representación Parlamentaria.
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ESTA REALIDAD DE FRACTURA ENTRE LA IZQUIERDA POLÍTICA Y LA IZQUIERDA SOCIAL – sólo por lo general, se mantiene la “UNIDAD”, muchas veces por intereses personales, de grupo o de ciertas “élites” hegemónicas, en escenarios y tiempos coyunturales de procesos electorales. Unidad por lo general “parchada”, débil y sin base de CONFIANZA de la población que dice representar. Esta realidad hoy – y con mayor fuerza en América latina en la década pasada, la década de los Gobiernos Democráticos, Progresistas de IZQUIERDA. Porque la Izquierda no abordó en su total contenido social y político las manifestaciones de los CONFLICTOS SOCIALES, que en la vida de los pueblos – la década de los Commodities – fue la protesta social y la respuesta política, que los Pueblos - el Poder Local Popular – a la globalización neoliberal en su fase la del capitalismo corporativo global, en su nuevo proceso de acumulación mundial.

Hoy esta realizad – de fractura entre lo político y lo social – (que no es nuevo, incluso en determinadas coyunturas fue “abismal”) es diferente en sus actores y contenidos de Derechos y reivindicaciones. Comienza a visibilizarse la profunda diferencia en cuanto a Reivindicaciones y Derechos por los cuales hoy se organiza, moviliza y lucha la IZQUIERDA nivel local, nacional, continental y global. Porque en el camino se “van partiendo” – lo real, objetivo, necesario y central debe ser la UNIDAD, como la izquierda aborda y enfoca los problemas entre lo cotidiano y lo fundamental. Para la Izquierda Parlamentaria - en general - si no mantiene, profundiza y sustenta la Democracia Interna y el Centralismo Democrático, se irá alejando cada vez más, de los principales problemas que están presentes en la Calle, en la Plaza Pública, realidad que definitivamente, quiebra la Unidad de la propia IZQUIERDA, la primera que tiende a burocratizarse y la segunda que se radicaliza a medida que sus problemas son cada vez más inhumanos y violentos. Evidentemente, pesan mucho las “regalías”, ventajas y favores que te ofrece la “vida burguesa”, y una de ellas – quizás las más sofisticada pero tradicional – es la CORRUPCIÓN. Teniendo presente, el comportamiento y la vida social que hoy “disfrutan” los políticos parlamentarios., mientras el Pueblo, la clase trabajadora, activos actores centrales de la Política Social, siguen soportando, - siempre de pie y luchando – como hoy el neoliberalismo ataca y destruye su VIDA. Continuara …..

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La Izquierda Parlamentaria - en general -si no mantiene, profundiza y sustenta la Democracia Interna y el Centralismo Democrático, se irá alejando cada vez más, de los principales problemas que están presentes en la Calle, en la Plaza Pública, realidad que definitivamente, quiebra la Unidad de la propia IZQUIERDA, la primera que tiende  a burocratizarse y la segunda que se radicaliza a medida que sus problemas son cada vez más inhumanos y violentos.
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IZQUIERDA PARLAMENTARIA E IZQUIERDA SOCIAL.

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Jaime Richart.

Rebelión miércoles 14 de agosto del 2019.

En un territorio limítrofe extenso, como Francia, la población es muy homogénea y las diferencias sociales no son especialmente acu­sadas en un país de sistema capitalista, debido a que todo el país gravita secularmente en torno a la idea y principios de la Re­pública. La educación es además muy uniforme y los criterios cam­biantes acerca de ella son consensuados y armónicos en todo el país. Pero cuando en un país como España fluctúa el ideario entre la monarquía y la república; cuando los distintos territorios que la componen permanecen desde hace mucho tiempo apelmaza­dos por una unión política forzada; cuando la educación y la enseñanza su­fren constantes vaivenes, y en sólo 43 años ha habido siete Planes casi contrapuestos; cuando las desigualdades sociales son clamoro­sas; cuando además no son menos estentó­reos los abusos de la clase política, la población no puede ser, y no es, homogénea. Las tres patas que imprimen su unidad a una na­ción son cultura, pensa­miento y sentimientos convergentes. Fran­cia las asentó en 1789. Es­paña, por el contrario, va a trompico­nes. Los centralistas, intoleran­tes, predominan, y de le­jos, más o menos subrepticiamente, la reli­gión semioficial se les alía. Como hizo siempre. De modo que, en tiempos de acentuada vocación de libertad, de laicidad y de profani­dad, el espíritu de compactación de la población española, que ya venía partido en dos desde la guerra civil y calladamente du­rante la dictadura, le­jos de ir fortaleciéndose en presencia de la democracia, se debilita cada día más... 

Y es que, puesto que un territorio se transforma en nación cuando la conciencia de vivir juntos se convierte en voluntad polí­tica, en Es­paña esa voluntad de “hacer patria” no acaba nunca de fraguar. Y en buena medida es porque, a los desórdenes y abu­sos del poder y a los factores señalados, se suma la falta de sensibi­lidad y de res­peto de los sucesivos gobernantes hacia las idiosincrasias periféri­cas. Todo lo que impide, desde el comienzo de esta sospechosa de­mocracia y más allá de la unidad en el plano forzoso administrativo, la integración natural y de buen grado de los territorios en la pretendida “unificación”. Es más, los hipercentralistas contribuyen a entorpecerla más. Han creado, de nuevo, como en el 36, enemigos interiores. Pues como enemigos tratan, tanto a quienes democráticamente aspiran a su independen­cia, como a quienes intentan hacer frente a la escanda­losa desigual­dad con políticas imprescindibles, como a quienes se oponen a la globalización en favor de los países y de los indivi­duos podero­sos. 

Pero, estando la “unidad nacional” contaminada y falseada por las grietas que se empeñan en ahondar los dueños del dinero, de las fi­nanzas, de la religión y de los medios, es decir, los dueños virtuales del país, tanto o más ahonda las grietas ese ejército de oportunistas de la izquierda política a medida que se han ido aco­modando, unos, y enriqueciendo, otros; esa izquierda teórica que ha ido uniéndose a aquellos a lo largo de estas últimas cuatro déca­das. Por eso, no es que a España la quieran romper. Es que viene rota desde tiempo in­memorial, aunque bajo la alfombra sus dominadores escondan los trozos. Pero es que la izquierda polí­tica, la izquierda parlamentaria, no la izquierda social, no está menos rota. Precisamente porque no coinciden. Hay en la calle mu­cha más izquierda de la representada en el Congreso. Hay demasia­dos trabajadores que viven en preca­rio como para pensar que su causa esté ajustada a las proporciones parlamentarias. Es por eso que la izquierda social, desalentada, se queda en casa a la hora de votar; en esa casa de la que probable­mente está a punto de ser desalojada... 

Esta es la razón de la no por sorprendente menos dramática división de España y ahora también de la izquierda política. Y es por eso por lo que la izquierda nominal en el poder, aún provisio­nal, repite una y otra vez que está muy lejos de la otra, de la otra iz­quierda parlamentaria pero social que trata de integrarse en el eje­cu­tivo porque no se fía de ella. Cuarenta años de alternancia sin cumplir la mayoría de los propósitos de su ideario de partida en esta débil democracia, explican y justifican la desconfianza. Por eso es preciso que la izquierda a pie de tajo no sólo esté pre­sente en el legislativo sino también en el poder ejecutivo; ya que, por si fuera escasa su presencia en las instituciones del Estado, está tam­bién ausente en el poder judicial, por definición ultracon­servador. 

En cualquier caso, si la izquierda en el poder ejecutivo no permi­tiera la entrada en el gobierno a la otra izquierda parlamenta­ria que al tiempo es también la izquierda social, yo en­tiendo que, antes de dar su brazo a torcer en esas largas y aparentes negociaciones, sería preferible esperar al siguiente o al otro siguiente asalto de las sucesi­vas elecciones. Pues no me cabe duda de que ese gesto de de­terminación y de dignidad en nombre de los desfavorecidos, movi­lizaría de nuevo a la izquierda de la ca­lle a favor de la verda­dera izquierda parlamentaria. No creo que, de los más o menos 18 millones de trabajadores que hay en España, no acabe tarde o tem­prano mucho más de la mitad ad­hiriéndose a la causa de los débi­les, que es también la suya, y termi­ne dando un vuelco a la propor­ción parlamenta­ria... 

Por cierto, si me equivoco en mis cálculos, lo lamentaría. Ella se está equivocando constantemente y no pasa nada…

 Jaime Richart, Antropólogo jurista.

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