ACERCA
DE LA PERSONALIDAD DE LA NIÑA GRETA THUNBERG. “Jenny
Wenhammar, fundadora de Femen Suecia y ex miembro
del Partido Verde de su país, explica las correlaciones entre las lógicas de deslegitimación
de las acciones de Femen y las de Greta: “Las
declaraciones que pretenden que es usada por otros, incluyendo sus propios
padres, se asemejan a la teoría de la conspiración en base a la cual
Femen fue fundada y dirigida por un hombre. Porque piensan que las niñas y
las mujeres no pueden tener la capacidad de hacer lo que hacen por sí mismas. Los
adultos han abusado, violado y jodido a la Tierra. Lxs activistas que
luchan por salvar lo que queda son asesinadxs cada semana. La Generación-Greta está aquí para cambiar este paradigma. Lxs niñxs
y qque salen de la cajita en la que se espera que se queden, asustan
literalmente a los adultos que pretenden luchar contra el cambio climático a
través de la negación.”
“A medida que se
refuerza su voluntad de despertar conciencias, y su prestigio, crece la
construcción discursiva de la monstruosidad de un mundo secuestrado por niñes.
Esto parece tener relación con el punto Godwin francés que ha despertado
la figura de Greta en el ya citado Michel
Onfray, entre otros: el miedo a que un “nosotres, les niñes”,
adquiera en boca de la joven la potencia de un “Nosotros, los hijos de
Eichmann” de Günter Anders. El apresuramiento de algunos en sugerir que las trenzas
nórdicas de Greta reeditan el bigotito
germánico no es sino una anticipación y una forma de evitar pensar la
destrucción del planeta como la continuidad de una lógica de producción de
muerte en masa, que no empieza ni termina con Auschwitz:
“Tan pronto como se nos da un empleo para que
ejecutemos una de las innumerables actividades aisladas de
las que se compone el proceso de producción, perdemos no sólo el interés por el
mecanismo en tanto que totalidad y por sus efectos últimos, sino que, además,
se nos arrebata la capacidad de crearnos una representación de todo ello. Una vez sobrepasado cierto grado máximo de
mediación —y esto es la norma en la forma actual del trabajo industrial,
comercial y administrativo—, renunciamos,
o mejor dicho, ya no sabemos siquiera que renunciamos a lo que sería nuestra tarea:
contar con una representación de lo que hacemos.” (G.A) Ya que el poder
de producción del ser humano excede completamente su capacidad de
representación, de percepción de la constante repetición de una catástrofe, nos dirigimos hacia
a la obsolescencia (programada) de la vida humana, animal, vegetal.
“En condiciones
de impunidad ilimitada, la evacuación de toda noción de responsabilidad para
con la destrucción de las especies y del planeta impide que se pueda tomar una
decisión entre continuidad o ruptura. A muchxs resulta inaceptable leer entre líneas, en el
discurso de una niña con Asperger, que están siendo los dignos
herederos de Eichmann. Una niña que, no pudiendo renunciar a una tarea que
considera como la inversión de un proceso de muerte, se destaque como capaz de
percibir, y dar otra representación del mundo.
“Más allá de la
posibilidad o no de una manipulación capitalista de la hiper-conciencia
de Greta Thunberg, en el miedo de lxs adultxs a
que “se le otorgue a la juventud la representación política que se
merece”, parafraseando las palabras de Ofelia
Fernández, resiste el mismo viejo
negacionismo a partir del cual se sigue programando la liquidación de nuestros
recursos vitales. Sabemos
que la ecología no es soluble en el
capitalismo, habrá que hacerse a la idea de que la ruptura y las
alternativas disidentes, quizás, también puedan surgir desde subjetividades
neurodiversas que tampoco son solubles en una percepción normativa de la
legitimidad política”.
/////
La Niña Greta Thunberg y el "señor" Andrew Bolt, comentarista social y político ultra-conservador australiano, que sin lugar a dudas "piensa" no, este "señor" - grita" como su Primer Ministro, Scott Morrison, que niega el cambio Climático, (prefiere la explotación del carbón a la defensa y protección de la Naturaleza) al igual que su máximo representante el Presidente de Estados Unidos Donald Trump. Pero a todos ellos una Niña les da la lección de la Historia.El Cambio Climático, "No es un chiste chino", sino una realidad, que la tenemos presente, cuyas consecuencias inhumanas las estamos afrontando hoy a nivel mundial, en la mayoría de países del mundo, con la directa responsabilidad de sus Gobernantes de no tener Políticas de Estado, de Prevención - lo mínimo que podemos exigir - y una población mundial "absolutamente" desinformada".
***
“¿DÓNDE ESTÁN LOS ADULTOS?”: GRETA THUNBERG, ACTIVISTA CLIMÁTICA DE 16
AÑOS, ACABA DE DESTROZAR A ANDREW BOLT. * (Un ultra-conservador australiano)
La activista climática de 16 años Greta Thunberg ha cometido lo que muchos boomers consideran el
crimen final: preocuparse profundamente
por evitar el próximo apocalipsis ambiental. La adolescente primera llamó la atención del público en general después
de organizar una protesta individual en los pasos del parlamento sueco en 2018. Desde entonces, ha encabezado la
huelga escolar por el movimiento climático, ha pronunciado una serie de discursos conmovedores sobre la necesidad
de tome medidas inmediatas y haya sido nominado para el Premio Nobel de la Paz.
Pero de acuerdo con algunos de los boomers ignorantes que son directamente responsables de la inminente catástrofe,
Thunberg
debería conocer mejor su lugar, sentarse tranquilamente y esperar a que la
civilización humana se derrumbe bajo el peso de la hambruna y la guerra. Esa
es sin duda la opinión de Andrew Bolt, de Australia, quien escribió una columna profundamente ofensiva e insultada
que atacó la historia personal de Thunberg,
presumiblemente una admisión implícita
de que sus argumentos reales son herméticos e irreprochables.
NOTA. QUIÉN ES
ANDREW BOLT. Es un
comentarista social y político conservador australiano. Sus roles actuales
incluyen blogger y columnista en el Herald Sun, con sede en Melbourne, y
presentador del programa de televisión The Bolt Report cada noche de semana. En Australia, Bolt es una figura. mediática
prominente y controvertida.
/////
La Niña Greta Thunberg, nos da a todos en el mundo, la Lección de la Historia, como a pesar de su "enfermedad" superando sus propias exigencias de sobre vivencia, hoy moviliza millones de Niños (as) y Adolescentes en el Mundo, en Defensa y Protección de la madre naturaleza.
***
LA NIÑA QUE QUIERE ENFRIAR EL PLANETA,
QUIÉN ES GRETA THUNBERG.
Y POR QUÉ ES LA CARA VISIBLE DEL CAMBIO
CLIMÁTICO.
*****
Ariana
Saénz Espinoza.
Página/12
sábado 3 de agosto del 2019.
La semana pasada, la activista adolescente Greta Thunberg fue invitada a la Asamblea Nacional de
Francia y volvieron a arreciar sobre ella discursos que la menosprecian por su género, por su
autismo, por su insoluble niñez que
ella nombra en plural para clamar contra el calentamiento del planeta. Sin
embargo, entre detractores y usufructos de su militancia, es una voz de niña la que ha
llamado a una huelga transnacional de una generación revuelta que le dice Basta
a la crueldad.
Greta Thunberg, la joven sueca de 16 años que ha hecho
de la lucha contra el calentamiento global el motivo de su vida, adquirió
en pocos meses una vertiginosa celebridad que genera controversias sin duda
reveladoras de un malestar generalizado ante una crisis planetaria irreversible.
El contenido del discurso de Greta
es, desde todo punto de vista, indiscutible. Señala
la ingente tarea de dirigirnos hacia una gestión ambiental sostenible desde la
era del Antropoceno, las responsabilidades que los seres humanos tienen ahora
para con la naturaleza y las generaciones futuras, y el cambio de
comportamiento individual, colectivo, económico y político que ello implica.
Sin embargo, muchxs consideran que la que se presenta como activista ecológica es en realidad, a
pesar de ella, un producto marketing del
capitalismo verde. Su seriedad, el síndrome de Asperger que
le diagnosticaron hace unos años, su
edad, el tono de su discurso en el que reivindica el pánico como motor de
cambio, sus sponsors, sus padres, también le valieron muchas críticas.
En
un primer nivel de reticencia, la razón de la adultez la
invita a volver al colegio en vez de usurpar una autoridad política reservada a
la pericia de lxs mayores, ya que, para dedicarse
de lleno a su activismo, Greta Thunberg decidió
tomarse un año sabático.
Al cambio climático lo descubrió
a la edad de 8 años, al ver
documentales sobre el derretimiento de los glaciares, el destino
de los osos polares y de los animales marinos. Desde entonces, ha
estado aprendiendo constantemente sobre el tema: conoce de memoria los
elementos de la tabla periódica, revisa los informes del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC),
lee la curva de Keeling y sabe explicar qué son los gases de efecto invernadero
y cuál es su impacto sobre el clima.
A los once años, después de un episodio depresivo de ocho meses en el
que habría perdido casi 10 kilos, se le
diagnosticó síndrome de Asperger. A
diferencia de otrxs niñes, según un retrato que le dedica el New York Times,
ella no ha podido olvidar esas imágenes de osos
polares hambrientos o de océanos llenos de plástico.
A los 12 tomó sus primeras decisiones militantes: se hizo
vegana y convirtió a su familia a su nueva forma de vida, a tal punto que su
madre, mezzosoprano sueca, interrumpió su carrera para dejar de viajar en avión
–por la emisión de carbono que provocan esas naves.
En mayo de 2018, ganó
un concurso de ensayos sobre el medio ambiente organizado por un periódico
sueco, que publicó su artículo. Al poco
tiempo, el 20 de agosto, después de las olas de calor y los incendios
forestales que tuvieron lugar en Suecia durante el verano, lanzó la primera “huelga estudiantil
por el clima”.
Decidió dejar de ir a la escuela
hasta las elecciones parlamentarias suecas del 9 de septiembre e hizo un llamamiento al Gobierno de ese país para
que, en conformidad con el Acuerdo de
París, redujera las emisiones de carbono. Todos los días, durante el
horario escolar, se sentó frente al Riksdag con el cartel: “Kolstrejk för
klimatet” (huelga estudiantil por el clima).
Ahora
esa huelga, también conocida como “Fridays
for future ”, se convirtió en un movimiento
internacional de adolescentes, estudiantes, artistas, activistas y científicxs,
que participan, cada viernes, en manifestaciones en apoyo a la acción
climática, algunas con incipiente
impronta ecofeminista.
Así, Greta Thunberg devino en una figura cuya notoriedad la ha llevado
hasta la COP 24 –la
Conferencia de Naciones Unidas sobre
Cambio Climático de 2018- donde pronunció un discurso de alerta ante un peligro inminente, desde un “nosotres” que
generó reacciones epidérmicas: les niñes.
Con sus marchas por el clima, estxs niñes
vienen clamando cada viernes, en países de todos los continentes e incluso en
el Antártico, que se consideran la
generación capaz de prevenir una catástrofe climática. El pasado 15 de marzo fue un día
histórico en el que más de 1,4 millones de jóvenes manifestaron en 125 países y
2083 ciudades.
Una movilización juvenil universal en
favor de un cambio climático que no tiene precedentes en la historia reciente. En Francia, lxs jóvenes dedicaron la
llamada “Marcha
del siglo” a la convergencia entre la
justicia social y ecología.
En
esas marchas, se destaca la estrecha relación entre feminismo y ecología, ya que las chicas tienen muy claro que la
opresión de género y la destrucción de la naturaleza son dos procesos que
tienen su origen en las mismas
estructuras de dominación, patriarcales y capitalistas.
En
lxs distintos comunicados de estas adolescentes, se expresa claramente el carácter ecofeminista de sus demandas,
entre las cuales el cese de la financiación pública de armamento (incluida la
producción y venta de armas) y, en particular, la abolición de las armas
nucleares.
Esto
es, también la conciencia de que la
dominación de la naturaleza corresponde a la prerrogativa de una virilidad
tóxica que estamos condicionadxs a valorar desde nuestra infancia.
La capacidad de movilización de lxs jóvenes asusta.
Basta con ver el seísmo provocado en los medios franceses, cuando se dio a
conocer la invitación del colectivo transpartidario “Aceleremos la transición ecológica y solidaria” para que
pronunciara un discurso en la Asamblea Nacional, el martes 23 de julio.
Varixs
parlamentarixs se opusieron a su llegada y anunciaron que boicotearían el
evento. En su mayoría diputados de los partidos de derecha y de extrema derecha
LR (Les Républicains) y RN
(Rassemblement National), pero también del partido de turno LREM (La République en Marche),
expresaron su categórica negativa a legitimar la presencia de Greta Thunberg en
la Asamblea.
En
refuerzo de esa negativa, cierto discurso médico apunta al “extenso historial psiquiátrico” de Greta,
“escudo humano inexpugnable”, según el cirujano urólogo y cofundador del
portal francés Doctissimo, Laurent
Alexandre, para
“predicadores apocalípticos que encontraron así la musa perfecta: sin
distancia, sin espíritu crítico, sin sonrisa, sin humor, sin capacidad de
resistencia a la manipulación y con un discurso ingenuo, repetitivo e
hipnótico.”
Desde
sectores de militancia anarco-ecologista,
se critica la estrategia de una colaboración con empresarios, políticos e
instituciones multimillonarias y científicas que buscan absorber la posibilidad
de pensar alternativas disidentes,
radicales, de anti-consumo, de desobediencia civil y ecológica a la ley del
mercado.
Algunxs
han resaltado una supuesta proximidad de la familia Thunberg con Ingmar Rentzhog, creador de la start-up We Don’t
Have Time (no tenemos tiempo), presidente y director ejecutivo del grupo de
expertos Global Utmaning, cuya
fundadora es Kristina Persson, hija
del multimillonario y ex ministro socialdemócrata de Desarrollo Estratégico y
Cooperación Nórdica entre 2014 y 2016.
El
concepto de “transición ecológica”,
característico de cierto green business, es puesto en tela de juicio por
economistas, como transición del capitalismo “tradicional” hacia un capitalismo “verde” orientado a la conquista de mercados de masas con productos
o energías supuestamente limpios. Un financiamiento de innovaciones a través de
fondos de capital de riesgo en los que ciertos multimillonarios en el Silicon Valley no han dudado en
invertir su fortuna personal.
No
obstante, el discurso de Greta se acerca más a una propuesta de
desaceleración, de descrecimiento, que a una transición económica hacia un capitalismo “limpio”. Por otra parte,
dijo claramente en la COP24 que “Nuestra biosfera es sacrificada para que los ricos de
países como el [suyo] puedan vivir en el lujo. El sufrimiento de la mayoría
paga el lujo de algunos”. Estaba frente a 20 jefes de Estado.
De todos modos, cada nuevo paso que da, levanta nuevos
interrogantes. Invitada el 23 de septiembre a la Cumbre Mundial sobre el
Clima de la ONU, anunció que irá en velero desde Inglaterra. Se trata de Malizia
II, que pertenece al equipo del mismo nombre fundado por el Vicepresidente del
Yacht.Club de Mónaco, Pierre Casiraghi y que forma parte del Proyecto.
A
sus detractores, que la acusan de contar con el apoyo de dudosos lobbys, responde:
“El equipo de Malizia tiene patrocinadores. Pero para este viaje conmigo
a Nueva York, no hay patrocinador comercial. Me ofrecieron un viaje gratis
porque apoyan mi causa”.
Para
sectores de activismo anticapitalista como “Extension rébellion”, aunque
la cobertura mediática de la joven puede tener efectos positivos, sus
intervenciones carecen de una crítica profunda a la globalización.
Pero según el astrofísico y militante de izquierda
francés Aurélien Barrau, investigador del CNRS de Grenoble, la ciencia está del lado de Greta:
“Los que nos dirigen no han entendido en absoluto la magnitud del
problema. Están totalmente fuera de lugar. Piensan que los pequeños
ajustes, las pequeñas acciones, las pequeñas cosas, pueden resolver el problema cuando nos enfrentamos a una gran
crisis existencial. Los pocos
diputados rebeldes deberían entender que la ciencia, la seriedad y la razón están
precisamente del lado de Greta. Sabemos
desde hace 40 años que estamos en
una situación crítica. 15.000
científicos han advertido de la gravedad de la situación y no se ha hecho
nada. ¿Y ahora están indignados de que
una mujer joven venga a transmitir este mensaje? Seamos claros: La ciencia está
del lado de Greta”.
Lxs
mismxs disputadxs que aplaudieron el discurso de Greta Thunberg, votaron el mismo
día, unas horas más tarde, a favor del
tratado de libre comercio entre la Unión Europea y Canadá, el CETA
(Comprehensive economic and trade agreement), que viene a completar el del MERCOSUR y que inhabilita a los poderes
políticos para llevar a cabo políticas sociales y ecológicas.
La ratificación fue aprobada por 266 votos a favor y
213 en contra. Mientras la derecha
e incluso la mayoría estaban dividas, la
izquierda se opuso unánimemente. Ahora le
toca al Senado ser consultado, en
una fecha que aún no ha sido definida. Estas votaciones nacionales continúan en
toda Europa, se espera que voten un total de 38 asambleas nacionales o
regionales.
El CETA es el primer acuerdo de este tipo en el que participa toda la Unión
Europea. Varias ONG advierten que los mecanismos del tratado permiten a los
inversores privados impugnar una decisión pública que les resulte desfavorable:
en
su origen, era un dispositivo concebido como parte de la descolonización para
proteger las inversiones de las potencias europeas en sus antiguas colonias.
Desde
entonces, se ha ido extendiendo
gradualmente y ahora se utilizan ampliamente estos acuerdos que corrompen
la capacidad de las autoridades públicas para llevar a cabo una política ecológica y social, en
beneficio de las empresas multinacionales y de su dominio sobre la industria
agroalimentaria a nivel planetario.
El cinismo desacomplejado de lxs políticxs
que se manifiesta en la simultaneidad entre los aplausos al discurso de Greta Thunberg en
la Asamblea y el voto a favor de la Ceta parece confirmar lo poco que se
puede esperar del diálogo con gobiernos y empresas. Cinismo o pedagogía de la crueldad, que hace eco a otra votación que
tuvo lugar el 28 de mayo de 2018 en la misma asamblea.
Esa
vez se impuso el voto en contra sobre el principio de establecer un dispositivo
para regular el sufrimiento animal en la cadena de producción agroalimentaria,
como por ejemplo la instalación de una videovigilancia
en los mataderos, la prohibición
de aplastar vivos a los polluelos machos o de gasear a los cerdos con dióxido
de carbono.
En otro orden de crueldad, el reproche a
la ausencia de sonrisa de Greta es una constante. De ahí, opera un
deslizamiento hacia un complotismo
misógino y psicofóbico cada vez más violento. Greta
Premio Nobel del Miedo, es manejada, escribe el filósofo Michel Onfra y, por intereses ocultos. “¿Qué alma habita aquel cuerpo sin carne?”
pregunta el pensador inquieto por el semblante de esta joven “cuyo
rostro de cyborg ignora las emociones - ni sonrisa, ni risa, ni asombro, ni
pena, ni alegría”.
Un rostro de “Alice
sueca […] –continúa
Onfray- que no es de mármol, sino de silicona”, ha venido a castigar la
conciencia de los adultos con el látigo prepúber de la dictadura ecológica bien
pensante. Aparte del
climato-escepticismo por así decirlo tradicional, de una oposición a la
supuesta voluntad de unos ecologistas apocalípticos de llevarnos a una Edad de Piedra vegano-bolchevique, apuntar
el autismo de Greta
equivale para algunos a protegerse del fantasma del Führer.
En el país de la razón de Las Luces y
de la colaboración con el nazismo, el síndrome de Asperger de una
activista de dieciséis años despierta el punto Godwin –ese punto en el
que las discusiones terminan con la aparición de la amenaza del nazismo.
Otra Alice, de apellido Anafasenko, doctora
en literatura e investigadora, miembro de la Asociación Francófona de Mujeres
Autistas, respondió al desencadenamiento de odio sintetizado bajo la pluma de
Onfray:
“Les autistas no somos
posthumanos. Desafortunadamente para nosotros,
estamos en el presente, en un presente
difícil y al que nos aferramos a pesar de nuestras especificidades sensoriales y neurológicas que no facilitan nuestra
tarea. A pesar de la estigmatización a
la que nos enfrentamos. A pesar de los prejuicios que llueven cada vez que
intentamos expresarnos. Y no es porque no manifestemos nuestras emociones como ustedes, no es porque
tengamos una racionalidad y afectividad
diferente a la suya que no podamos pensar y pesar en los debates contemporáneos.”
Anafasenko concluye
señalando que, sobre las ruinas de la French Theory, persiste un disciplinamiento
conservador que siempre termina patologizando
a las mujeres:
“La pequeña Greta Thunberg no
sólo se equivoca en ser autista, sino que también es una mujer y una
adolescente, es decir, lo contrario de lo que conforma nuestro panorama
político, intelectual y mediático actual. Y esto es insoportable para la
mayoría de los hombres. Si tiene razón o no, no importa. Esa no es, esa ya no
es, la pregunta de hoy. Porque lo que el fenómeno Greta
revela básicamente es el eterno falocentrismo
del pensamiento francés que las feministas ya deploraban (y Derrida con ellas)
en los años setenta”.
Aquel inextirpable falocentrismo
fue denunciado desde el origen del Movimiento
de liberación de la mujer en mayo del 68, por su confundadora Antoinette
Fouque, que teorizó “la envidia o deseo del útero” como fundamento del odio
hacia las mujeres.
En la Cumbre de la Tierra organizada por las Naciones
Unidas en Río de Janeiro en junio de 1992, declaró:
“La primera colonización es la del útero, pero como el capitalismo se
recicla constantemente, el falocentrismo busca constantemente nuevos
territorios que colonizar para modernizarse y enriquecerse a la vez que sigue
esclavizando y explotando el cuerpo de las mujeres.”
Si
la ciencia está del lado de Greta, varios colectivos feministas también lo
están. Es el caso de Femen, que ha decidido incluir la lucha contra el cambio
climático en su activismo y apoya firmemente a Greta.
Jenny Wenhammar, fundadora de Femen Suecia y
ex miembro del Partido Verde de su país, explica las correlaciones entre las
lógicas de deslegitimación de las acciones
de Femen y las de Greta:
“Las declaraciones que pretenden que es usada por otros, incluyendo sus
propios padres, se
asemejan a la teoría de la conspiración en base a la cual Femen fue fundada y
dirigida por un hombre. Porque piensan que las niñas y las mujeres no pueden
tener la capacidad de hacer lo que hacen por sí mismas. Los adultos han abusado, violado y jodido a la Tierra. Lxs
activistas que luchan por salvar lo que queda son asesinadxs cada semana. La Generación-Greta está aquí para cambiar este paradigma. Lxs
niñxs y qque salen de la cajita en la que se espera que se queden, asustan literalmente a los adultos que
pretenden luchar contra el cambio climático a través de la negación.”
A
medida que se refuerza su voluntad de despertar conciencias, y su prestigio,
crece la construcción discursiva de la monstruosidad de un mundo secuestrado
por niñes. Esto parece tener relación con el punto Godwin francés que ha
despertado la figura de Greta en el ya citado Michel Onfray, entre otros: el
miedo a que un “nosotres, les niñes”,
adquiera en boca de la joven la potencia de un “Nosotros, los hijos de Eichmann” de Günter Anders.
El apresuramiento de algunos en
sugerir que las trenzas nórdicas de
Greta reeditan el bigotito germánico
no es sino una anticipación y una forma
de evitar pensar la destrucción del planeta como la continuidad de una
lógica de producción de muerte en masa, que
no empieza ni termina con Auschwitz:
“Tan pronto como se nos da un empleo para que ejecutemos una de las
innumerables actividades aisladas de las que se compone el proceso de producción, perdemos no sólo el
interés por el mecanismo en tanto que totalidad y por sus efectos últimos, sino
que, además, se nos arrebata la capacidad de crearnos una representación de
todo ello. Una vez sobrepasado cierto
grado máximo de mediación —y esto es la norma en la forma actual del
trabajo industrial, comercial y administrativo—, renunciamos, o mejor dicho, ya
no sabemos siquiera que renunciamos a lo que sería nuestra tarea: contar con una representación de lo que
hacemos.” (G.A)
Ya
que el poder de producción del ser humano excede completamente su capacidad de
representación, de percepción de la constante repetición de una catástrofe, nos dirigimos hacia a la obsolescencia
(programada) de la vida humana, animal, vegetal.
En
condiciones de impunidad ilimitada, la evacuación de toda noción de
responsabilidad para con la destrucción de las especies y del planeta impide
que se pueda tomar una decisión entre continuidad o ruptura.
A muchxs resulta inaceptable leer entre líneas, en el
discurso de una niña con Asperger, que están siendo los dignos herederos de Eichmann. Una niña
que,
no pudiendo renunciar a una tarea que considera como la inversión de un proceso
de muerte, se destaque como capaz de percibir, y dar otra
representación del mundo.
Más allá de la posibilidad o no de una manipulación
capitalista de la hiper-conciencia de Greta Thunberg,
en el miedo de lxs adultxs a que “se le otorgue a la juventud la
representación política que se merece”, parafraseando las palabras de Ofelia Fernández, resiste el mismo
viejo negacionismo a partir del cual se sigue programando la liquidación de
nuestros recursos vitales.
Sabemos que la ecología no es soluble en el
capitalismo, habrá que hacerse a la idea de que la ruptura y las
alternativas disidentes, quizás, también puedan surgir desde subjetividades
neurodiversas que tampoco son solubles en una percepción normativa de la
legitimidad política.
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