“La historia, explica Hudson, muestra
tendencias al parasitismo en conquistadores, colonizadores y privilegiados que maniobran para apropiarse de los frutos del trabajo y de la
industria de la sociedad entera. El sector financiero ha tomado el poder en
occidente por eso la mayoría de los ciudadanos viven apenas y pagando servicios de
deuda mientras sus acreedores se enriquecen. La meta es maximizar ganancias no minimizar costos (de calles, electricidad, agua, transporte,
bienes). En manos de los financistas
el costo de vivir se eleva endeudando en todas partes a la población y sus
gobiernos. El endeudamiento le da más poder a los financistas que pueden con
mayor facilidad imponer reglas que los enriquecen más y aumenta aún más su
poder”.
“Desde el feudalismo hay una larga historia de lucha
contra los rentistas, pero los neoliberales los volvieron a imponerlos como
“necesarios” con su ficción de “libre mercado.” En esencia la economía neoliberal sostiene que toda ganancia
es legítima y que los precios de mercado, no importa cuánto de inflados,
reflejan un valor real. Esto es falso, pero asegura enormes ganancias y poder a
los financistas. Los bancos que aumentan su capital prestando, prestan a
monopolios y empresas constructoras y al hacerlo agregan costos financieros al
precio real y encarecen el costo de vida. Los
intereses sobre dineros prestados aumentan por obra y magia del interés
compuesto que extrae ganancias exponenciales, pero también porque los
bancos tienen que cubrir gastos por los riesgos que toman prestando a quienes
saben muy bien no podrán pagar. Cuando los bancos dominan al gobierno los
riesgos no lo corren ellos, se los pasan a la sociedad toda. El endeudamiento
de la sociedad aumenta más rápido que su habilidad de pagar y este
proceso destruye
la economía real al tiempo que infla y empodera a la especulativa. ¡El
mundo debe 3,5 veces el tamaño de su
economía! Sentados sobre una burbuja, y habiendo experimentado varios colapsos
financieros, cada uno mayor que el anterior, se hace obvio que ha estamos en
tiempos de regular. Los gobiernos tutelados no pueden, manejados como son por financistas y élites”.
/////
Exponen en México sobre
estrategias de desinformación global, imperialismo y corporaciones
transnacionales. El caso de las TLC’s y el TTP. Diciembre del 2018.
***
HUMANIZACIÓN, REMEDIO DEL PARASITISMO
CORPORATIVO GLOBAL.
*****
Nora Fernández.
Rebelión 17 de agosto del 2019.
“En nuestros tiempos la libertad se vende como
democracia de libre mercado... libertad para que las corporaciones exploten a quien,
y lo que quieran, donde quieran y como quieran. Es el fin de la libertad de
gente y naturaleza en todas partes. La economía de libre mercado, una
contradicción, que nos engaña haciéndonos creer que la desregulación de las
corporaciones significa libertad para nosotros. Como la ilusión del crecimiento
y la ficción de las finanzas han vuelto la economía volátil e impredecible, la
ficción de la corporación-persona legal remplaza a los ciudadanos y hace la
sociedad inestable e insostenible. Humanos, ciudadanos de la Tierra con
obligaciones y derechos, remplazados por corporaciones sin obligaciones por la
Tierra ni sus ciudadanos y con derechos sin límites para explotar ambos”. (Vandana Shiva, Las mentiras de la democracia de libre mercado, 2011)
Lo que cada generación recuerda es manipulable. El
poder escribe la historia, los medios de comunicación la construyen diariamente
imponiendo perspectivas de lo real y lo ficticio, de lo que se dice y se
silencia. El aporte crucial de
pensadores independientes cuenta con limitado acceso. La lucha por un mundo mejor no ceja, pero
nuestra conciencia sobre esa lucha puede manipularse. Michel Chossudovsky desnuda la globalización mostrando verdades que
no encontramos en las noticias ni en los análisis de “expertos.” Los engañados son millones. Siempre es un esfuerzo
valido desentrañar la verdad.
La
globalización del robo
En los 1970s golpes de estado a proyectos democratizadores en
Latinoamérica imponen regímenes y programas que nos vuelven al pasado en nombre
del progreso. Odiar-a-la-mayoría se impone por ideología o fuerza. A
partir de 1980 el Fondo Monetario Internacional (FMI) aplica al Tercer Mundo
ajustes estructurales que empobrecen a millones. Les enseña en la carne
que toda aspiración de justicia económica y social les será negada, impone el
neoliberalismo. Frente a las avanzadas
por justicia y futuro el poder contra-ataca con más opresión. Los ajustes
del FMI desregulan el comercio, privatizan bienes y servicios públicos, imponen
austeridad presupuestaria y bajos salarios, debilitan al estado y sepultan las
aspiraciones de la población. Los ricos quieren un estado títere que
frustre las avanzadas liberadoras en favor de un estado al servicio de los más,
sea por procesos electorales (Guatemala 1951, Chile 1970) o
revolucionarios (Cuba 1959). El
modelo que se aplica al Tercer Mundo pronto se extiende al resto: los demonios
escapan de la caja de Pandora. (2)
En tiempos de Reagan (1981-89) y
Thatcher (1979-90) medidas de austeridad similares se imponen en el Primer
Mundo, sin el FMI, con la excusa de controlar la inflación. La elevada deuda
pública acumulada facilita a las elites financieras el poder de dictar
políticas económicas y sociales, se llama “terapia
económica.” Se deprimen los salarios, eliminan beneficios sociales y
debilita el poder estatal. (2) Comienza el desmantelamiento del “Estado de Bienestar Social” que había
asegurado mejor vida a sus ciudadanos y un modelo a seguir por otras naciones.
El surgimiento del estado-papá, menos cruel con su gente con más derechos,
evita la revolución de liberación mundial en la post-guerra. Pero en estos
tiempos el estado-papá es carga y
víctima fácil, tiene pocos defensores, ha frustrado las aspiraciones de la
izquierda y la derecha lo odia tanto como al socialismo. La despolitización y la ideología sepultaron las luchas y los
luchadores que lo hicieron nacer, el resto cree que fue resultado del “progreso.”
Desregulación, privatización, presupuestos austeros y la
“liberalización” del comercio son ideología dominante, mantra que se repite
bloqueando todo desafío. La meta es que la nación pierda soberanía económica,
control sobre su política fiscal y monetaria, su banco central y su ministerio
de finanzas. La reorganización es drástica y se impone desde arriba
desmantelando instituciones estatales para imponer el tutelaje económico del
gobierno paralelo de los ricos que pasa por encima de la sociedad civil. (2)
Ideólogos de medias verdades son elegidos para implementar el esquema de las
elites financieras. Hoy lo llamaríamos “golpe
blando” al estado. No puede sorprendernos que desde entonces votamos sin
que cambie nada, gobiernos con similar agenda y tutelados por las elites
financieras.
Los programas de “ajustes estructurales” y las “terapias económicas”
dañan a la población; el miedo a que reaccionen favorece la creación de
aparatos de seguridad interna y de inteligencia militar tanto como el aumento
de la represión política. En América
Latina, y en el mundo, los ajustes se implementan por las buenas o por las
malas -con control ideológico y partidos políticos entreguistas o con golpes
militares y dictaduras, siempre con la colusión de élites locales. Si el FMI mata con hambre el aparato
represivo lo hace con tortura y balas. Los pueblos resisten: en Caracas
(1989) durante el gobierno de Carlos
Andrés Pérez son asesinadas 276
personas en las calles según dato oficial y más de 2000 de otras fuentes. Hay levantamientos similares en Tunez (1984), Nigeria (1989), Marruecos
(1990), México (1993) y en Bolivia (2000) caen los gobiernos que intentan privatizar el agua.
Es un genocidio económico, un colonialismo de mercado que destruye economías
nacionales estableciendo regímenes represivos contra la población que los
resiste. (2)
Canadá. Naturaleza o Neoliberalismo.
***
Modelo:
evolución y fases
Es un modelo en “evolución” que desde la inauguración de la Organización
Mundial de Comercio (OMC, 1995) une al FMI y al Banco Mundial (BM) para incluir los derechos de propiedad intelectual en
su agenda lo que facilita a corporaciones multinacionales la penetración de
mercados locales que extiende su control global. OMC es un cuerpo intergubernamental totalitario instalado en Génova y apoyado por la ley
internacional para controlar políticas económicas y sociales de cada país que
existe en completa violación de la Carta
de las Naciones Unidas – en particular de la Organización Internacional del Trabajo y la Conferencia de las Naciones
Unidas sobre Comercio y Desarrollo. Los países miembros de la OMC están obligados a poner en
moratoria, o rescindir, la Declaración Universal de los Derechos Humanos. No
más derechos para el hombre ni la mujer. Hoy hay países que se niegan a firmar
los derechos del niño. (2)
La primera fase de la aplicación del modelo incluye la destrucción de las monedas de los
países y su devaluación frente al dólar, seguida de la dolarización y de
salarios que no se ajustan a los aumentos de precios: empobrecen a la población como la guerra. La segunda fase incluye la liberalización
del comercio (en favor de la exportación), la reforma impositiva en favor del mercado externo (impuestos al valor agregado, y similares), la privatización de la tierra
(agrícola), el reciclaje de dineros
sucios (ilegales) y negros (no
declarados) para el pago de la deuda
porque favorece a los acreedores. Hay
programas de alivio a la pobreza que la reproducen y un foco en el “buen gobierno” que favorece
instituciones parlamentarias sin poder y elecciones multipartidarias huecas.
Son “condicionalidades” para nuevos
préstamos. (2)
El
estado y los colapsos
En los 1980s montos enormes de deudas de corporaciones y bancos
comerciales son absorbidas por el estado, que compra
incluso empresas quebradas aumentando la deuda pública. Muchos subsidios del
estado se usan para financiar
mega-fusiones corporativas (monopolios), tecnología para abaratar costos laborales y re-locaciones empresariales
a otros países. Reformas de impuestos regresivas aseguran que los ricos paguen
menos o nada y evadan ganancias no
declaradas en paraísos fiscales. El tesoro de los EEUU queda en manos de bancos comerciales: bancos centrales
privados prestan dinero al estado –aunque este es el único legítimo creador de
dinero y no tiene por qué pagar intereses. Los
bancos de reserva, en manos de un manojo de bancos privados poderosos, dominan
la política monetaria del país y otras naciones y manipulan sus tasas de
interés -crean dinero y deciden cuanto se paga por él. La caída de la libra esterlina (1992) muestra el poder de estos
bancos. Hay consenso respecto de
políticas macro-económicas porque los elegidos a altos puestos políticos
son marionetas de los financistas que deciden estas políticas y aplican las que
más los beneficia. Se establece un círculo vicioso de financistas que se involucran en la política y de
políticos retirados en las finanzas. Peter Sutherland (ex jefe de OMC) trabaja con Goldman Sachs y Nicholas Brady (ex Secretario del Tesoro de EEUU)
se retira para dedicarse al lucrativo
negocio de los paraísos fiscales. Nadie grita fraude o corrupción. (2)
Entre 1987 y 1998 varias economías caen en crisis, México (1994-95) y
Asia (1998) y hasta Wall Street (1987, 1997) pero la desregulación aumenta. En 1999 Clinton pasa el Acta
de Modernización Financiera y termina con las regulaciones que reinan desde
1930, incluso Glass Steagall (1933).
El supermercado financiero global queda en manos de Wall Street -el zorro en el gallinero-. La especulación financiera y
acumulación de riqueza en las finanzas aumentan. Al mismo tiempo la
economía real de EEUU sufre y se
achica. El mundo occidental lo sigue. La
pobreza y los bajos salarios alimentan la
especulación financiera, que a su vez aumenta el empobrecimiento de la población. Pero el discurso neoliberal cuenta
cuantos viven con 1 o 2 dólares diarios
tratando de convencernos de que el agio neoliberal ha “liberado a los pobres.” La
prensa, la televisión, el cine ignoran a la población, nos muestran ricos
celebrando su “época dorada.” La
mayoría, apabullada por la propaganda, no entiende el dominio rentista. (2)
Parasitismo
rentista en EEUU y el mundo.
En una economía rentista, explica Hudson, individuos y
sectores enteros de la sociedad cobran gravámenes por propiedades y privilegios
que han obtenido históricamente como herencia. El parasitismo extrae renta, los rentistas
reciben dinero, pero no producen nada. Es una forma destructiva de explotación
que antes identificaban la mayoría de las naciones, regulándola, gravándola,
manteniéndola en el dominio público para controlarla. En los últimos años y en
forma sistemática, la economía
parasitaria es desregulada: el uno por ciento más
rico captura casi todo el crecimiento en riqueza. Esto sucede
más marcadamente desde el golpe del
2008, cuando Obama decide salvar a
los bancos y dejar morir la economía real. La sociedad queda endeudada a ellos, que han usado su
riqueza y sus reclamos crediticios para ganar control total del proceso electoral, gobierno, poder judicial
y escuelas de negocios y expertos, que los presentan como esenciales a la economía,
aunque son carga inútil. (3)
La historia, explica Hudson, muestra tendencias al
parasitismo en conquistadores, colonizadores y privilegiados que maniobran para
apropiarse de los frutos del trabajo y de la industria de la sociedad entera. El sector financiero ha tomado
el poder en occidente por eso la mayoría de los ciudadanos viven apenas y pagando
servicios de deuda mientras sus acreedores se enriquecen. La meta es maximizar ganancias no minimizar costos (de calles, electricidad, agua, transporte,
bienes). En manos de los financistas
el costo de vivir se eleva endeudando en todas partes a la población y sus
gobiernos. El endeudamiento le da más poder a los financistas que pueden con
mayor facilidad imponer reglas que los enriquecen más y aumenta aún más su
poder. (3)
Cultivando desastres.
***
Desde el feudalismo hay una larga historia de lucha
contra los rentistas, pero los neoliberales los volvieron a imponerlos como
“necesarios” con su ficción de “libre mercado.” En esencia la economía neoliberal sostiene que toda ganancia
es legítima y que los precios de mercado, no importa cuánto de inflados,
reflejan un valor real. Esto es falso, pero asegura enormes ganancias y poder a
los financistas. Los bancos que aumentan su capital prestando, prestan a
monopolios y empresas constructoras y al hacerlo agregan costos financieros al
precio real y encarecen el costo de vida. Los
intereses sobre dineros prestados aumentan por obra y magia del interés
compuesto que extrae ganancias exponenciales, pero también porque los
bancos tienen que cubrir gastos por los riesgos que toman prestando a quienes
saben muy bien no podrán pagar. Cuando los bancos dominan al gobierno los
riesgos no lo corren ellos, se los pasan a la sociedad toda. El endeudamiento
de la sociedad aumenta más rápido que su habilidad de pagar y este
proceso destruye
la economía real al tiempo que infla y empodera a la especulativa. ¡El
mundo debe 3,5 veces el tamaño de su
economía! Sentados sobre una burbuja, y habiendo experimentado varios colapsos
financieros, cada uno mayor que el anterior, se hace obvio que ha estamos en
tiempos de regular. Los gobiernos tutelados no pueden, manejados como son por financistas
y élites. (3)
En la naturaleza toda relación parasitaria implica
simbiosis; los parásitos tienen que contribuir de alguna
forma a la supervivencia de su anfitrión, hay balance. En la economía neoliberal la simbiosis en la
relación no existe –el parasitismo se apropia de entradas necesarias para
la supervivencia de su anfitrión, lo debilita, aumenta su vulnerabilidad
y eventualmente lo mata. Es grave. No hay más opción que terminar con el
parasitismo antes de que termine con nosotros.
Escapando del nuevo
feudalismo
No podremos salir de este enredo sin entenderlo, como dice Hudson el demonio gana cuando
nos convence de que es producto de nuestra imaginación. Hay que identificar
culpables -bancos, compañías de seguros, corredores de bolsa y aseguradores, y saber
que toda la economía no productiva aumenta los costos de la productiva y la
ahoga. Los banqueros inversores
de Wall Street y quienes manejan los fondos de cobertura y alto riesgo, los
que atrapan compañías y las vacían robándose sus fondos de pensión, los
dueños de viviendas y espacios que cobran rentas exorbitantes y los
monopolistas que aumentan el costo a los consumidores por encima de los
de producción son el problema. (3)
La guerra económica es una guerra. Los rentistas hacen
la guerra encubiertamente porque saben que la riqueza obtenida del agio es más
cuestionable que la obtenida de la producción -la primera pesa
sobre la sociedad entera, la segunda pesa en diferentes grados sobre
trabajadores explotados. El parasitismo
engaña, controla paralizando mecanismos de defensa, negando y cubriendo sus
ataques. En
EEUU, dice Hudson, la política económica tiene que cambiar:
aceptar que hay deudas impagables y condonarlas, imposibilitar préstamos
irresponsables, cobrar impuestos sobre la renta económica y aumentar impuestos
a las ganancias, crear una opción bancaria
pública y financiar déficits presupuestarios a través del banco central,
mantener monopolios naturales en el dominio público y proteger la ciudadanía. Proteger a la gente es necesario, nos
dice, no porque sea lo justo sino porque hacerlo disminuye el costo de producir
y favorece el desarrollo de la economía real. En esto Hudson se limita,
proteger a la gente es crucial por justicia. Humanizarnos es clave para evitar
volvernos esclavos de la producción.
La economía parasitaria dominante ahoga
la economía real que nos sostiene y deshumaniza
lo humano en la Tierra contribuyendo a la destrucción misma del planeta y su
vida toda. La economía parasitaria le
quita valor al mundo real natural que nos cobija y rodea y a los hombres,
mujeres, niños y seres vivos que habitamos el planeta. No alcanza, y es
deshumanizante, pensar en mejorar la situación de los presos políticos si no
pensamos en mejorar la situación de todos los presos. Tampoco sirve plantearse salvar
la economía real si no trabajamos
hacia una economía humanizada y al servicio de los seres humanos, no una que nos supedite a ella.
Hay urgencia en terminar con el
parasitismo. Hay urgencia en proteger a la naturaleza, nuestro hogar, cuya destrucción implica la destrucción
nuestra. Es fundamental proteger y desarrollar nuestra humanidad,
esencial en nuestra existencia y básica si hemos de
desarrollar las capacidades que nos hagan posible superar los desafíos que nos
depara el futuro, no tan lejano.
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