“La extrema derecha
tiene tres instrumentos fundamentales: el aprovechamiento de la protesta social contra medidas de gobiernos considerados hostiles, la explotación de idiotas útiles y, en el caso de gobiernos más a
la izquierda, la maximización de las
dificultades de gobernanza derivadas de las coaliciones existentes. En el primer caso, sirve como ilustración la huelga del Sindicato Nacional de Conductores de Materiales
Peligrosos. Este tipo de huelga puede
tener efectos tan graves que desmoralicen a cualquier gobierno. Los sindicatos conocen eso: tradicionalmente negocian fuerte y, al mismo
tiempo, saben hasta dónde pueden llegar para no cuestionar intereses vitales de
los ciudadanos. No es lo que ha ocurrido con este sindicato. Es altamente
sospechoso el lenguaje radicalizado del vicepresidente del sindicato (“dejó de ser un derecho laboral para ser una
cuestión de honor”), un personaje aparentemente
convertido en ángel protector de sindicalistas descontentos. La historia nunca
se repite, pero nos obliga a pensar. El gobierno democrático socialista de Salvador
Allende, hostilizado por las elites
locales y por Estados Unidos, sufrió su crisis final tras las huelgas de sindicatos de transportistas de
combustible, precisamente debido a la paralización
del país y la imagen de ingobernabilidad que reflejaba. Años después se
supo que la CIA estadounidense había estado
bastante activa detrás de las huelgas”.
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Dr. Boaventura de Sousa Santos: "La extrema derecha sabe aprovecharse
de todas las divisiones entre las fuerzas de izquierda, sabe ampliarlas y sabe
usar las redes sociales para crear dos ilusiones a partir de medias verdades".
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PORTUGAL,
OBJETIVO ESTRATÉGICO DE LA EXTREMA DERECHA.
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Boaventura de Sousa Santos.
Página/12 lunes 26 de agosto del 2019.
Varios acontecimientos recientes han revelado señales
cada vez más inquietantes de que el internacionalismo de extrema derecha está
transformando Portugal en un objetivo estratégico. Entre ellos, cabe destacar
el reciente intento de algunos intelectuales de jugar la carta del odio racial
para poner a prueba las divisiones de la derecha y la izquierda e influir así
en la agenda política, el encuentro internacional de partidos de extrema
derecha en Lisboa el 10 de agosto y la huelga simultánea del recién creado
Sindicato Nacional de Conductores de Materiales Peligrosos. Hay varias razones
que apuntan en este sentido. Portugal es el único país de Europa con un gobierno
de izquierda a lo largo de una legislatura completa y en el que se acerca un
proceso electoral, y es también el único país en el que ningún partido de
extrema derecha tiene presencia parlamentaria.
¿Realmente Portugal es tan
importante para merecer esta atención estratégica? Por supuesto que sí. Es
importante porque desde la perspectiva de la extrema derecha internacional,
Portugal representa el eslabón débil a través del cual puede atacar a la Unión
Europea (UE). El objetivo central es destruir la UE y hacer que Europa vuelva a
ser un continente de Estados rivales donde los nacionalismos puedan florecer y
las exclusiones sociorraciales manipularse políticamente con más facilidad.
Para la extrema derecha internacional, la derecha tradicional desempeña un papel
muy limitado en este objetivo porque durante mucho tiempo ha sido la fuerza
impulsora de la Unión Europea. De ahí que se la trate con relativo desprecio,
al menos hasta que se acerque, por su propio vaciamiento ideológico, a la
extrema derecha, como está sucediendo en España.
Por el contrario, las fuerzas de
la izquierda son fuerzas a las que hay que neutralizar. Para la extrema
derecha, la izquierda se ha percatado que la UE, con todas sus limitaciones,
que durante mucho tiempo fueron razón suficiente para que algunas de esas
izquierdas fueran antieuropeístas, es hoy una fuerza de resistencia contra la
ola reaccionaria que avasalla el mundo. De la Unión Europea no se puede esperar
mucho más que la defensa de la democracia liberal, pero es más probable que
esta muera democráticamente sin la UE que con la UE. Y las izquierdas saben por
experiencia que serán las primeras víctimas de cualquier régimen autoritario.
Tal vez recuerden que las diferencias entre ellas siempre parecieron más
importantes desde el interior de las propias fuerzas de izquierdas que desde la
perspectiva de sus adversarios. Por mucho que socialistas y comunistas se
enfrentasen en el periodo posterior a la Primera Guerra Mundial, cuando Hitler
llegó al poder no vio entre ellos diferencias que mereciesen un trato
diferente. Los liquidó a todos.
Sin embargo, no es relevante
saber si es esto lo que piensan las izquierdas. Es lo que la extrema derecha
piensa sobre las izquierdas, y esta es la base sobre la que se mueve. ¿Quién la
mueve? La mueven fuerzas nacionales e internacionales. Son varias y con
objetivos que solo parcialmente se superponen. Para sorpresa de algunos, la
política internacional de Estados Unidos es una de ellas. Estados Unidos es hoy
un defensor muy condicional de la democracia, pues solo la defiende en la
medida en que es funcional a los intereses de las empresas multinacionales
estadounidenses. La principal razón es la rivalidad entre Estados Unidos y
China, que está condicionando profundamente la política internacional. La
confrontación entre dos imperios, uno decadente y otro ascendente, requiere el
alineamiento incondicional de los países aliados a cada uno de ellos o en su
zona de influencia.
Una Europa fragmentada será un
conjunto de países fácilmente presionables o irrelevantes (Alemania es el único
que requiere atención especial). Más que nunca, los intereses económicos son
los que dominan la diplomacia. Así, según la BBC el pasado 9 de agosto, los
tuits en chino del presidente Trump tienen más de 100 mil seguidores entre los
disidentes chinos que consideran al presidente estadounidense un defensor de
los derechos humanos. Y ciertamente lo será en el contexto de China y porque
eso sirve a los intereses de la guerra con China. No es casual que China culpe
a los Estados Unidos por la ola de protestas en Hong-Kong. Pero Trump no es un
defensor creíble de los derechos humanos ante los venezolanos, sujetos a un
embargo cruel y devastador que la propia ONU considera una violación grosera de
los derechos humanos.
En Portugal huelga del Sindicato Nacional de
Conductores de Materiales Peligrosos. Imagen: EFE. Los "tontos útiles" y algunos Profesionales, de llamar, el "nuevo tipo de Sindicalismo NO Ideológico". Cuidado se repita con este mismo tipo de "falso sindicalismo" los hechos y acontecimientos de los Tiempos del gobierno del Dr. Salvador Allende y como la CIA manejó y utilizó a esos falsos "sindicalistas" en beneficio de la extrema derecha y el imperio.
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La extrema derecha tiene tres
instrumentos fundamentales: el aprovechamiento de la protesta social contra
medidas de gobiernos considerados hostiles, la explotación de idiotas útiles y,
en el caso de gobiernos más a la izquierda, la maximización de las dificultades
de gobernanza derivadas de las coaliciones existentes. En el primer caso, sirve
como ilustración la huelga del Sindicato Nacional de Conductores de Materiales
Peligrosos. Este tipo de huelga puede tener efectos tan graves que desmoralicen
a cualquier gobierno. Los sindicatos conocen eso: tradicionalmente negocian
fuerte y, al mismo tiempo, saben hasta dónde pueden llegar para no cuestionar
intereses vitales de los ciudadanos. No es lo que ha ocurrido con este
sindicato. Es altamente sospechoso el lenguaje radicalizado del vicepresidente
del sindicato (“dejó de ser un derecho laboral para ser una cuestión de
honor”), un personaje aparentemente convertido en ángel protector de
sindicalistas descontentos.
La historia nunca se repite, pero
nos obliga a pensar. El gobierno democrático socialista de Salvador Allende,
hostilizado por las elites locales y por Estados Unidos, sufrió su crisis final
tras las huelgas de sindicatos de transportistas de combustible, precisamente
debido a la paralización del país y la imagen de ingobernabilidad que
reflejaba. Años después se supo que la CIA estadounidense había estado bastante
activa detrás de las huelgas.
Los idiotas útiles son aquellos
que, con las mejores intenciones, juegan el juego de la extrema derecha, aunque
no tengan nada que ver con ella. Cito dos casos. Cuando se produjo la primera
huelga del mencionado sindicato, algunos sociólogos ingenuos se apresuraron a
disertar sobre el nuevo tipo de sindicalismo no ideológico, exclusivamente
centrado en los intereses de los trabajadores. El contraste implícito era con
la Confederación General de los Trabajadores Portugueses (CGTP), esa sí
considerada ideológica y al servicio de oscuros intereses antidemocráticos. Si
leyesen un poco más sobre los movimientos sindicales del pasado, sabrían que,
en muchos contextos, la proclamación de la ausencia de ideología política fue
la mejor arma para introducir la ideología política contraria. Pero los idiotas
útiles pueden aparecer donde menos se espera. Un sindicalista que admiré mucho hasta
hace poco tiempo, Mario Nogueira, se comportó en cierto momento como idiota
útil al transformar las reivindicaciones de los profesores en un motivo
legítimo para hacer dimitir al gobierno de izquierda apoyado por el partido al
que pertenece. Este radicalismo, que confunde el árbol con el bosque, sirve
objetivamente a los intereses desestabilizadores de la extrema derecha.
Por último, la extrema derecha
sabe aprovecharse de todas las divisiones entre las fuerzas de izquierda, sabe
ampliarlas y sabe usar las redes sociales para crear dos ilusiones a partir de
medias verdades. La primera es que la mayoría de los militantes y exdirigentes
del Partido Socialista opinan que al PS siempre le fue mejor en alianzas con la
derecha (lo cual es falso), no le gusta el radicalismo de izquierda (que nunca
definen) y que, de todos modos, libre de las izquierdas a su izquierda,
fácilmente tendrá mayoría absoluta (lo que es improbable). La segunda ilusión
es que existen fracturas similares en los otros partidos de izquierda, deseosos
de volver a sus rincones de oposición y cansados de hacer concesiones (lo que
en parte es cierto).
Las fuerzas de izquierda en
Portugal están dando testimonio de un notable buen sentido que dificulta las
maniobras de la extrema derecha. ¿Seguirán en este camino o se rendirán a las presiones
internas y externas? Es una cuestión abierta.
Traducción de Antoni Aguiló y José Luis Exeni
Rodríguez.
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