"Como si no bastaran estos ejemplos de inhumanidad para llevar a las derechas a los
arcones de la historia, el presidente de
la Asociación Rural uruguaya (ARU) que nuclea a los terratenientes, Gabriel Capurro, sostuvo que el
resultado catastrófico de sus únicos países limítrofes no es válido porque “tuvieron una corrupción escandalosa durante
15 años” pontificando que los “gobiernos
valiosos son los que hacen las cosas difíciles que hay que hacer”. Se
sobrentiende que esas cosas que hay que hacer no necesariamente consisten en combatir la corrupción, sino que forman parte del manual de buen neoliberal:
bajar
el gasto público, desregular los consejos de salarios, flexibilizar el mercado
laboral para lograr rotundos éxitos como los vecinos.
"Ante estas intimidaciones
y la proximidad del proceso electoral del 27 de octubre, no creo que pueda
dejarse un solo día sin ocupar cada calle, cada micrófono encendido, cada
cámara, cada posible tribuna, para remarcar el programa del Frente Amplio (FA) con sus medidas concretas para evitar las calamidades
vecinas y de buena parte del mundo exponiéndolas con el máximo de detenimiento.
Luchar por el cuarto gobierno y
conseguirlo, no es contradictorio con la apertura hacia una renovación
indispensable de la fuerza política, de sus articulaciones organizativas y sus
modos de adopción de decisiones y controles del apego al programa.
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AMÉRICA
LATINA: BREVES
EJEMPLIFICACIONES DE LA BARBARIE Y ELOGIO DE LA RESISTENCIA.
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Emilio Cafassi.
Rebelión lunes 23 de setiembre del 2019.
La amenaza que se cierne sobre los progresismos de
Bolivia y Uruguay excede
completamente sus fronteras y los intereses de sus mayorías ciudadanas,
debiendo llegar a toda humanidad horripilada por la crueldad, la extinción y la
barbarie. El mar Mediterráneo, cuyas
orillas fueron testigo de múltiples intentos -aún sinuosos y
contradictorios- de superación del tribalismo,
de inacabadas y hasta destructivas experiencias civilizatorias, resultó
sólo en 2018 el sepulcro de más de 2.000
fugitivos del hambre y la guerra según el ACNUR. Otras organizaciones
humanitarias contabilizan varias decenas de miles en los últimos 5 años. Cierto
es que hubo programas como como el “Mare Nostrum” de Italia y la Unión Europea que logró rescatar más un centenar de miles de reales
o potenciales naufragios mortales. O su más modesto sucesor, el programa “Tritón” de
relevamiento de costas. Sin embargo, hoy son parte del pasado. No sólo no hay
programas humanitarios sino persecución a los rescatistas. La capitana Carola Rackete quien logró salvar 52
náufragos migrantes y llevaba 40 en barco, sufrió 3 días de cárcel acusada por
el ministro Salvini de tráfico
ilegal de personas y haber rozado una lancha policial que pretendía impedir el
rescate. Al otro lado del océano, Trump
construye su muro material y simbólico, para que miles de despojados de todo
derecho y hasta de su demanda de auxilio, se ahoguen en las menos salinas aguas
del río Bravo. La asfixia de los marginados es la desembocadura de la creciente ola fascista que se despliega
en el mundo entero. Los ciudadanos de la
riqueza (desigualmente)
concentrada se fortifican para bloquear pasaportes y apariencias despreciadas
mientras emiten los suyos que filtran las circulaciones y residencias según orígenes, posesiones y fenotipos. La degradación
moral de esta omisión (o hasta condena) de asistencia, la indiferencia criminal
que la sostiene, no es producto de la perversión de las dos excrecencias
humanas mencionadas, sino de una crisis
civilizatoria que urge superar y que con más bombas y más hambre sólo
recrudecerá.
En nuestro sur, por razones geográficas, las diásporas
toman formas más terrestres y hasta más localizadas en emergencias y crisis humanitarias. Desde el éxodo venezolano ante una erosión inflacionaria descomunal, el
desabastecimiento y el mercado negro, hasta la hambruna argentina producto de
variables económicas que se obstinan en acompañar con proporcionalidad y
aceleración a las cifras venezolanas, como sostuve en un artículo de este año. El reconocimiento fáctico de la mayor
demanda de alimentos de los comedores populares y merenderos que la sociedad
civil y las iglesias tenían montados y multiplican, llevaron al congreso a
dictar unánimemente una nueva emergencia alimentaria. Las estadísticas sociales del Indec llegan hoy sólo al 2018 que ya
resultan alarmantes aún sin el derrumbe del año en curso, cuyas proyecciones
son las de un pasaje del 30 al 40% en el nivel de pobreza en 4 años (60% en la
infancia), duplicación de la desocupación y subocupación y desatención
sanitaria por ausencia de vacunación y medicamentos que ha llevado por ejemplo
a la aparición de brotes de sarampión, una enfermedad hasta hace poco bajo
pleno control. El gobierno Macri no
recibió una sociedad escandinava sino con índices de pobreza e inflación crecientes
y estancamiento del crecimiento en los últimos años. Pero Macri no hizo más que incrementar todos los guarismos con la
más cínica indiferencia llevando al país a una crisis humanitaria. Bolsonaro tampoco encontró un paraíso,
salvo el natural que hoy convierte en el holocausto de la biodiversidad.
También heredó parte del problema porque la agricultura comercial de monocultivo no comenzó con él, sino con la
(des)regulación neoliberal de la
producción rural y su hegemonía financiera. La producción ganadera ya venía desplazándose hacia la Amazonia. Los riesgos de maquillar con rostro
humano la matriz productiva y extractiva neoliberal consisten en omitir las
consecuencias de la destructividad de ganaderos, empresas de agronegocios y madereras,
además de no presentarle obstáculos a los planes
depredatorios de las variantes derechistas si acceden al poder, como es el
caso de Bolsonaro o Macri en nuestras
latitudes.
Perú hoy la lucha y resistencia Ciudadana se da en las Calles y Plazas Públicas en Defensa de la Democracia, destruida y envenenada por la corrupción fujimorista, 20 años después como fue el año 2,000, que la rescatamos de las garras del dictador Fujimori y su socio Montesinos.
El Poder Ciudadano hoy vuelve a definir el destino de la Democracia.
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Como si no bastaran estos ejemplos de inhumanidad para
llevar a las derechas a los arcones de la historia, el presidente de la
Asociación Rural uruguaya (ARU) que nuclea a los terratenientes, Gabriel
Capurro, sostuvo que el resultado catastrófico de sus únicos países limítrofes
no es válido porque “tuvieron una corrupción escandalosa durante 15 años”
pontificando que los “gobiernos valiosos son los que hacen las cosas difíciles
que hay que hacer”. Se sobrentiende que esas cosas que hay que hacer no
necesariamente consisten en combatir la corrupción, sino que forman parte del
manual de buen neoliberal: bajar el gasto
público, desregular los consejos de salarios, flexibilizar el mercado laboral
para lograr rotundos éxitos como los vecinos.
Ante estas intimidaciones y la proximidad del proceso electoral del 27 de octubre, no creo que pueda dejarse un solo día sin ocupar cada calle, cada micrófono encendido, cada cámara, cada posible tribuna, para remarcar el programa del Frente Amplio (FA) con sus medidas concretas para evitar las calamidades vecinas y de buena parte del mundo exponiéndolas con el máximo de detenimiento. Luchar por el cuarto gobierno y conseguirlo, no es contradictorio con la apertura hacia una renovación indispensable de la fuerza política, de sus articulaciones organizativas y sus modos de adopción de decisiones y controles del apego al programa.
Nosotros también necesitamos una restauración conservadora: la que nos vuelva a poner a los comités de base como eje de
organización y a la resistencia contra la barbarie en horizonte permanente.
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