“Los países
andinos están en una crisis que pareciera no tener solución. Chile sólo exporta
cobre y es dependiente de los precios internacionales. Sus sistemas de salud, educación y seguridad social han quebrado, los
agricultores no ven un futuro y la población indígena (mapuche) es
reprimida para despojarla de sus tierras. Perú es
el país más rico en minerales de la
región, pero la corrupción ha llevado a sus últimos presidentes a la cárcel. El actual
mandatario quiere adelantar las elecciones para salir rápido de lo que
siente que es una trampa. Más encima tiene que lidiar con el Grupo de Lima creado
por EEUU para conspirar contra el
gobierno bolivariano de Venezuela. Ecuador se perdió en el laberinto creado por EEUU que,
más encima, está convirtiendo a las
islas Galápagos en una base militar. Colombia
es el caso más triste de América Latina.
Invadida por EEUU, obligada a endeudarse
comprando miles de millones de dólares en armas de guerra y organizada para
producir cocaína para el mercado norteamericano. El país más grande – Brasil –
pasa por un momento de incertidumbre con un gobierno corrupto que depende del apoyo de la oligarquía terrateniente
exportadora, la Embajada de
EEUU y una casta militar nacionalista. Es una combinación
explosiva que reprime a los sectores populares urbanos, los campesinos y los
pueblos indígenas”.
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AMÉRICA LATINA Y ESTADOS UNIDOS: LAS CADENAS DEL ENDEUDAMIENTO.
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Marco
A. Gandásegui h
ALAI. América Latina en Movimiento.
Viernes
6 de setiembre del 2019.
Como
una bestia herida, el gobierno de EEUU está golpeando en todas las direcciones.
En forma simultánea, lanza sus ataques contra China y, al mismo tiempo, contra
Irán. La furia también le cae sobre sus aliados. Quienes más han sufrido los
desplantes de la bestia herida son los países latinoamericanos. Cuba lleva 60
años bloqueada por EEUU. Venezuela acaba de ser objeto de un ‘embargo’
(bloqueo) que pretende asfixiar al pueblo bolivariano. Pero también están bajo
ataque los demás países latinoamericanos.
El arma más
utilizada por EEUU es la económica. El primer país que cayó bajo las garras de
los bancos norteamericanos fue Haití hace más de 200 años. Cuando el país
caribeño se independizó de Francia buscó ayuda en Washington y los gobernantes
esclavistas le dieron la espalda. La excolonia que exportaba azúcar fue
bloqueada y sometida a un embargo por parte de Francia y EEUU. De ser el país
más rico de las Américas en los albores de la revolución industrial, Haití se
convirtió, hasta el día de hoy, en uno de los países más pobres del mundo.
Lo mismo le
pasó a Argentina. Del país más próspero a principios del siglo XX hoy se ha
convertido en el más endeudado. Los almacenes están vacíos y las familias
argentinas pasan hambre en un país que hace poco alimentaba al mundo. Los
préstamos del Fondo Monetario Internacional (FMI) lo hunden cada día más.
Los países
andinos están en una crisis que pareciera no tener solución. Chile sólo exporta
cobre y es dependiente de los precios internacionales. Sus sistemas de salud,
educación y seguridad social han quebrado, los agricultores no ven un futuro y
la población indígena (mapuche) es reprimida para despojarla de sus tierras.
Perú es el país más rico en minerales de la región, pero la corrupción ha
llevado a sus últimos presidentes a la cárcel. El actual mandatario quiere
adelantar las elecciones para salir rápido de lo que siente que es una trampa.
Más encima tiene que lidiar con el Grupo de Lima creado por EEUU para conspirar
contra el gobierno bolivariano de Venezuela. Ecuador se perdió en el laberinto
creado por EEUU que, más encima, está convirtiendo a las islas Galápagos en una
base militar. Colombia es el caso más triste de América Latina. Invadida por
EEUU, obligada a endeudarse comprando miles de millones de dólares en armas de
guerra y organizada para producir cocaína para el mercado norteamericano. El
país más grande – Brasil – pasa por un momento de incertidumbre con un gobierno
corrupto que depende del apoyo de la oligarquía terrateniente exportadora, la
Embajada de EEUU y una casta militar nacionalista. Es una combinación explosiva
que reprime a los sectores populares urbanos, los campesinos y los pueblos
indígenas.
Las
excepciones en este panorama lúgubre de América del Sur son Bolivia y Uruguay.
Bolivia tiene un plan de desarrollo nacional que explota sus recursos naturales
e invierte en la educación y salud de su población. Uruguay tiene una
democracia que EEUU quiere destruir - sin éxito - para someterla a sus
políticas de endeudamiento.
México y Centroamérica
han sido objeto de experimentos de todo tipo por parte de las corporaciones
norteamericanas. El Tratado comercial entre México y EEUU (NAFTA) destruyó la
agricultura del país azteca y obligó a los sectores más empobrecidos a emigrar
al país del norte donde son explotados por latifundios agrícolas por salarios
miserables. Agotada la mano de obra mexicana (en su gran mayoría de extracción
indígena), ahora arranca de sus países a los centroamericanos del llamado
Triángulo Norte. Mientras tanto han destruido las instituciones políticas y
sociales de Guatemala, El Salvador y Honduras. EEUU acusa a México y Nicaragua,
que resisten la ofensiva de la Casa Blanca, de ser países potencialmente
peligrosos para la seguridad nacional de EEUU.
Puerto Rico,
una aberración colonial de EEUU, sometida a una Junta Fiscal, tiene que
aprovechar esta coyuntura política para negociar su independencia. Panamá trata
de negociar con China un tratado comercial desde 2017 pero Washington se
posicionó frente al Canal apuntando con una cañonera. La capacidad de
negociación panameña está a prueba.
Las relaciones
entre EEUU y América latina son explosivas. Todo indica que la crisis de
hegemonía que atraviesa EEUU no le permite maniobrar para cambiar de curso. Les tocará a los países
de la región romper las cadenas que las someten a las políticas de
endeudamiento.
- Marco A. Gandásegui, hijo, es profesor de Sociología de la Universidad
de Panamá e investigador asociado del CELA.
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