"La
comunicación es utilizada como sistema de control para la guerra que oculta
formas de poder en la aldea global del capitalismo"
"Es paradójico que en la era de las tecnologías de la
comunicación, en la que se supone que priman la máxima transparencia, la
visibilidad total, la iluminación de la información, el secreto es la norma y
no la excepción, así como el espionaje
electrónico tanto militar como económico de potencias como Estados Unidos es
una práctica que aunque indigna al mundo, es el común denominador en la
sociedad global del capitalismo", explica el reputado sociólogo
español, investigador social y catedrático universitario Francisco Sierra
Caballero. “Esa ilusión de transparencia, la falsa idea de que
Internet nos hace libres, que la información nos libera de la realidad, es este
dispositivo positivista, moderno de control y vigilancia que oculta las formas
de poder y control que se dan en la aldea global del capitalismo”, enfatiza
el experto en Ciencias de la Información, al explicar los alcances del
desarrollo inusitado de las tecnologías comunicacionales.
Por lo anterior, Sierra Caballero aboga por la democratización y
libre acceso de los ciudadanos
a las tecnologías de la comunicación y a los medios de información. Resalta
los ejercicios democráticos que en este sentido se vienen dando en algunos
países de América Latina que apuntan a abrir el debate público sobre
la regulación y organización de sistemas de comunicación públicos y la definición
de una estructura más equilibrada en cuanto al acceso y propiedad de los
medios.
La comunicación, derecho humano fundamental que es preciso regular - Los grandes medios de comunicación son actores políticos que juegan
a proteger sus intereses corporativos. ¿Cómo entonces podemos hablar de
democracia comunicacional y equilibrio formativo en nuestra actual sociedad
global? - Yo creo que tenemos en la agenda de las democracias
mediáticas de nuestros países, especialmente en la región iberoamericana,
una tarea pendiente, y es justamente regular un campo que es reconocido
constitucionalmente, que es un derecho humano fundamental, pero que está en
manos privadas corporativas que obedecen a intereses ajenos a la ciudadanía.
Por tanto, avances democráticos como el que se ha dado en Ecuador por la Ley
Orgánica o la propia experiencia de la Ley de Medios de Servicios de
Comunicación Audiovisual en el caso de Argentina es un primer paso
en un doble sentido, primero de abrir en la agenda pública de
deliberación ciudadana sobre qué tipo de comunicación, qué modelo o
sistema de organización de medios y de información pública se requiere; y en segundo lugar, establecer una estructura equilibrada en la que además de los
actores privados de las grandes compañías nacionales y multinacionales de
comunicación exista también un sector público fuerte garante de los derechos
democráticos del ciudadano, por supuesto además de servicio público del Estado,
una red amplia, potente, organizada en red de medios ciudadanos, de medios comunitarios. Estas dos
condiciones creo que son básicas: la de abrir al debate público la regulación y
organización de sistemas de comunicación pública y la de definir una estructura más equilibrada que la que históricamente ha marcado en
nuestros países la conformación de la esfera pública en los medios de
comunicación. Fuente entrevista al Dr. Sierra Caballero. Rebelión.
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COMUNICACIÓN
Y REVOLUCIÓN.
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Luis Bilbao.
Rebelión viernes 6 de
diciembre del 2019.
No hay proyecto político sin estrategia de
comunicación. No hay proyecto de comunicación, sin estrategia política.
¿Qué viene
primero? Como siempre, se trata de una
interrelación permanente entre ambos términos. Como nunca, en este caso hay sí
un factor que ocupa el primer lugar: la estrategia política.
En el marco
del Congreso Internacional de Comunicación, citado por el Psuv (Partido Socialista Unido de Venezuela), cabe
recordar el valor que el comandante Hugo Chávez le daba a la comunicación, entendida como educación
de las masas frente a la realidad del mecanismo capitalista y las diferentes exigencias
tácticas en la lucha contra éste. Tal vez no es tan conocido, al menos fuera de
Venezuela, el hecho de que él, el gran comunicador, puso siempre primero
la estrategia y su soporte insoslayable: la organización.
Cabe
entonces agregar: sin organización no hay estrategia política exitosa y
mucho menos proyecto comunicacional consistente.
Dada la
situación del mundo, y en particular la prueba de fuerzas en curso ahora mismo
en América Latina, urge articular una contraofensiva exitosa a la
embestida del capital internacional contra todo y cualquier intento de romper
los lazos de sujeción a la economía imperialista. La primera condición
será definir, siquiera en sus trazos más gruesos, una estrategia política.
Estamos en
las vísperas de un año en el que el mundo altamente desarrollado ingresará
en un nuevo período recesivo, con altas probabilidades de que se produzca otro
colapso financiero internacional, más severo aún que el ocurrido en 2008 y
que golpeará a todo el sistema. El capital redoblará su ofensiva contra
las masas, en cualquier punto del planeta y al margen del gobierno de que se
trate en cada país. No es la crisis de un modelo, sino
del sistema y a escala mundial.
La
estrategia política ha de estar
apuntada, por tanto, a la abolición de sistema de producción que lleva en su
desarrollo lógico a la centralización de la riqueza,
la multiplicación de la pobreza, la crisis, la guerra.
Desde allí,
es necesario poner en movimiento cientos de engranajes de un mecanismo
conceptualmente denominado frente antimperialista. Esa es la
clave para vencer un enemigo tan poderoso. La condición para que un frente
antimperialista no se convierta en un chaleco de fuerza, que
desvía y al cabo impide el desarrollo de la estrategia anticapitalista, ha de
ser la hegemonía, constantemente acrecida, de la perspectiva de la revolución frente a la concepción y la acción
reformistas.
En esta
batalla crucial no cabe limitarse a criticar a los medios del sistema. Es
preciso, desde luego, condenarlos por ocultar, mentir, tergiversar. Pero
sería absurdo acusarlos porque hacen bien su trabajo. Por ejemplo, cuando
imponen conceptos como modelo o n0eoliberalismo,
para escamotear la noción de sistema y ocultar que la agonía es del capitalismo. Ellos hacen
su trabajo. Y aunque cada día el periodismo burgués es de peor calidad, es
preciso reconocer que lo hacen bien.
¿Hacemos
bien el nuestro? Seguramente sí, en gran medida. Pero no en la magnitud exigida
por la furiosa agresión del enemigo.
No se trata
de que tal o cual persona o medio alternativo sea mejor o peor. Se trata de que
no tenemos, como conjunto, las otras dos columnas imprescindibles para un
proyecto de comunicación exitoso. ¿Por qué años atrás el capital pudo
confundir a grandes franjas de la juventud y el proletariado brasileños? ¿Por
qué pudo imponerse una maniobra vil como la del presidente de Ecuador?
Podríamos multiplicar esos por qué. Abarcan todo el hemisferio. Y prueban que
las corrientes involucradas en la transformación social no tuvimos un
desempeño eficiente para educar,
esclarecer, enfrentar y vencer las falsas ideas vehiculizadas por los grandes
medios del capital.
Es el caso
de recordar, en estos graves momentos, que Chávez hizo enormes esfuerzos por
poner en pie una V Internacional. No lo
consiguió. Pero las causas que lo llevaron a esa osada propuesta estratégica
siguen vigentes y están ahora a la vista. Quienes se opusieron a ella no son
confiables para definir hoy el camino a seguir.
Está
probado: no hay comunicación exitosa sin estrategia política adecuada para
enfrentar y vencer a las clases dominantes. Y esto remite a un concepto repetido, aunque no
siempre asumido: sin teoría revolucionaria no hay acción revolucionaria.
A la hora de
actualizar el pensamiento científico para la transformación social y aplicarlo con
eficiencia a la fase más difícil de la lucha de clases en América Latina,
es conveniente tomar cuidado de hablistas profesionales. Ya no hay tiempo para
otro ensayo capitalista adornado con alguna frase progresista.
La Casa
Blanca ha puesta en marcha el Tiar (Tratado
interamericano de asistencia recíproca), para acorralar y eventualmente invadir
Venezuela. El continente afronta una coyuntura dramática. En el exiguo espacio
existente entre buscar aliados con mayor o menor
grado de progresismo o someterse a la estrategia del bloque
socialdemócrata-socialcristiano, está la brújula de la victoria.
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