¿Por quién doblen las campanas en Inglaterra? Interesante mirada nacional inglesa y también
mundial e histórica, consecuencia de la aplastante derrotada sufrida por la
Izquierda nacional del partido Laborista de Corbyn -
derrota solo vista en los años 80 del siglo XX - y hoy ante una decisión
Política e Histórica del Gobierno del Reino Unido, el pueblo, los
Ciudadanos ingleses expresan en la Ánforas de la Democracia Electoral Liberal
Inglesa, el camino abierto de manera absoluta para el procedimiento en "cualquier
momento" del Brexit - o el retiro
del Reino Unido de la Unión Europea - retiro para la felicidad NO de los
Ingleses en general, pero sí para el sr. TRUMP, quien
con sus políticas proteccionistas -paternalistas, supremacistas blancas
-se considera el "líder, el dueño absoluto del mundo libre". Pero lo campanas hoy lloran - no solo doblan, para el Pueblo escocés - Escocia, donde ganaron en forma aplastante los nacionalistas,
Partidarios de continuar en la Unión Europea - o se acercan los procesos Independentistas- Autonomistas de Regiones enteras en varios países de Europa, o doblan las campanas
para la Izquierda laborista, que sufrió una
estrepitosa derrota, porque NO supo llegar con su Programa de Gobierno a la "Vieja clase obrera" castigadas por décadas, producto de la
globalización ( y sobre todo de los años 90’ cuando se produce el proceso
de “Deslocalización Empresarial” de miles de empresas hacia oriente medio
y/o en especial de la derrota de la Histórica Huelga
del Acero y el carbón de los años 80 y la
"entronización" en el gobierno
de la Primer Ministra la sra. MARGARA THACHERT.
Por quién lloran las campanas, acaso por la Izquierda en General,
que hoy se ve en el mundo - por ejemplo, Estados Unidos o Brasil, donde los
obreros y el pueblo votan por sus enemigos de clase, el sr. Trump
y Bolsonaro. ¿Lloran y seguirán llorando???
"Aumentan" los enemigos de la Humanidad, los gobernantes de Estados Unidos, Inglaterra y Brasil declarados "simpatizantes del cambio climático" y enemigos declarados de la Madre Naturaleza. "El cambio climático es un chiste chino para apoderarse del comercio mundial". Uno ataca con sus ejércitos, bombas nucleares, bloqueos comerciales criminales, otro baila con la "desaparición de la Unión Europea", festeja su triunfo encadenado al imperio yanqui y el tercero destruye la Amazonía y declarado enemigo de los Pueblos originarios que viven en la Amazonía. Todos tienen una presentación para hacer correr a todo el mundo, sus catos diarios atentan contra la seguridad del mundo.
***
Pero las campanas hoy lloran en el mundo, porque la IZQUIERDA en estos largos años de más
de 4 décadas de globalización neoliberal, no ha estado en capacidad
política de presentar ante el mundo una Nueva, Diferente y Superior
Propuesta Política para salir en DEMOCRACIA del Neoliberalismo, el
capitalismo salvaje, más brutal y criminal de la historia de más de 5 siglos de
capitalismo en general. Lloran las campanas, porque
la DEMOCRACIA - el gobierno del
pueblo, por el pueblo y para el pueblo - ha sido arrebatada, deformada,
destruida, envenenada y amputada por la corrupción de todo el sistema
neoliberal y aún estamos en deuda no solo ante el Pueblo y los trabajadores,
pero también ante la presencia real y objetiva, de esa numerosa y poderosa "CLASE MEDIA" hoy
en el mundo - y muy en especial en América Latina - producto de los
programas de gobierno de las Políticas Sociales, la lucha exitosa contra la
pobreza y la extrema pobreza de los Gobiernos Democráticos de la Izquierda
Progresista. Pero las campanas seguirán llorando, mientras dejemos no
solo ahora al neoliberalismo seguir desangrando y asesinando a nuestro
pueblo y sus mejores hijos, sino que dejamos los espacios libres ante el “nuevo
Populismo de derecha” que hoy se comienza a posicionar alegremente en todo
el mundo. Y seguirán llorando las campanas ante un desafío político cuando
la Izquierda asuma políticamente su verdadera
responsabilidad social y compromiso político ante la Historia. Y las
campanas seguirán llorando en todos los pueblos del mundo, que hoy luchan ante
el hartazgo neoliberal asesino oficial y legalizado, pero también
seguirán llorando como protesta ante la super concentración de riqueza en el
mundo – por 8 billonarios – y el vil, violento, sangrante, salvaje e
inhumano resultado, como es hoy la Desigualdad
Económico Social -múltiple – que deja huella indeleble de hambre, extrema
pobreza, miseria de millones de Niños y Niñas en el Mundo.
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Hoy las campanas doblan en todo el mundo, pero en la mayoría también lloran porque los responsables sociales y que asumieron compromiso y Liderazgo Político, hasta hoy no presentan ante el mundo una alternativa Democrática para salir de este hartazgo global de la inmunda, vil e inhumana Desigualdad Económico social. Doblan y Lloran hoy las campanas.
***
¿POR
QUIÉN DOBLAN LAS CAMPANAS DE INGLATERRA?
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Lluís Rabell.
Blog Personal.
Rebelión miércoles 18 de diciembre del
2019.
Veredicto
inapelable de las elecciones que acaba de celebrar el Reino Unido: mayoría
absoluta conservadora y derrota laborista, que cosecha los peores resultados de
la izquierda desde 1935. Boris Johnson triunfa y declara
definitivamente expedita la vía del brexit. ¿Fin de la historia… o,
por el contrario, preludio de otros capítulos aún más convulsos? Muy
probablemente lo segundo. En cualquier caso, conviene guardarse de los análisis
simplistas. Los más reiterativos se refieren al programa propuesto por Jeremy
Corbyn, cuyo tono excesivamente radical habría asustado al electorado.
Nada más
dudoso que semejante aseveración. Algunos tenemos cierta experiencia de
presentarnos a unas elecciones con un discurso social en un contexto en que los
adversarios políticos –desde una posición ventajosa que no teníamos musculatura
para revertir– habían instalado en la opinión pública otro marco mental para la
contienda. El Labour podía presentarse con un audaz programa
de nacionalizaciones o bien con una moderada propuesta de reforma fiscal. La
gente no votaba sobre eso. La derecha ya había establecido de qué iban
estas elecciones. La pregunta a la cual debía responder el electorado ni
siquiera era “brexit, sí o no”. En el discurso de los partidarios de
abandonar la UE, eso era “pantalla pasada”: hace tres años,
repetían, un referéndum zanjó definitivamente la cuestión. Ahora se trataba del
“respeto de la voluntad popular”… o de ceder ante el miserable
chantaje de las élites europeas. Directo a las vísceras. Populismo en estado
puro y exhortación al sentimiento de orgullo nacional.
No creo
haber conocido nada tan orgulloso como la vieja clase obrera del Norte de
Inglaterra y del País de Gales. Tuve ocasión de participar en una gira sindical
por esas regiones a finales de la histórica huelga minera que, entre 1984 y
1985, desafió al gobierno de Margaret Thatcher. Fue la
gran batalla del movimiento obrero europeo clásico frente a la irrupción de la
“revolución conservadora”, iniciada bajo la presidencia de Reagan al
otro lado del Atlántico. No es exagerado decir que esa batalla se libró por procuración en
las cuencas de carbón del Reino Unido. La pelea fue tremenda; puso a prueba
resistencia, solidaridad, espíritu de sacrificio… Los sindicatos desplegaron la
táctica que tantas veces les había llevado a ganar. El picket line no
era un cordón de huelguistas para bloquear el acceso a la mina: representaba la
frontera entre el honor y la traición.
Así era
aquella clase obrera. Su altivez rezumaba una fuerte identidad de clase, pero también
un innegable orgullo nacional. El NUM (National Union
Mineworkers) era todo un monumento al vigor y la dignidad del mundo del
trabajo. Varias generaciones de mineros habían arrancado de las entrañas de la
tierra el carbón que sirvió para mover una pujante industria e impulsar los
barcos de un gran imperio marítimo. Thatcher derrotó a ese
movimiento obrero. Y, tras el fracaso de la heroica huelga, el liberalismo
económico se desbocó. Las minas acabaron cerrando. Las fábricas sufrieron
deslocalizaciones. La globalización impuso su lógica en regiones enteras,
otrora prósperas. El paisaje cambió. El paro, los empleos terciarios, la
precariedad y los estragos sociales sellaron el final de una época que la vieja
generación, mirando hacia atrás con ira y añoranza, hoy tal vez idealiza.
El brexit invoca y remueve ese profundo sentimiento. Por eso
los conservadores, el partido de la detestada “dama de hierro”, han
arrebatado sus feudos electorales al partido obrero. Ante la ausencia de
perspectivas, el sueño de un retorno a la grandeza perdida: “Retomemos el
control de nuestras fronteras”.
El Brexit, se va el Reino Unido (Inglaterra) del seno de la Unión Europea. Pero Escocia e Irlanda del Norte, definen políticas de Estado de permanecer en la Unión Europea. Se acercan los procesos independentistas - autonomistas en varios países y la Unión Europea se encuentra al "filo" de procesos separatistas, la crisis económica los sigue golpeando, la migración es constante y no hay una política de Estado. Mientras el "populismo de derecha" asusta y crece con políticas Xenofóbicas y ultra-nacionalistas.
***
En el
arrasador marco emocional impuesto por la derecha, el Labour tenía
todas las de perder. El brexit es una trampa mortal. La
verdad es que no habrá progreso alguno en el marco de ese repliegue. Escocia
mira hacia la UE y reclama un nuevo referéndum de independencia tras la
victoria aplastante de los nacionalistas. Irlanda del Norte se tiñe de
deseos de unificación. A pesar del peligro de desmembramiento del Reino
Unido, los brexiters aprietan el acelerador. Entre las
clases populares que se han embriagado con su discurso brotan sentimientos de
xenofobia y una confusa hostilidad hacia Europa. En las élites que apuestan por
la ruptura late, sin embargo, un proyecto que tiene poco que ver con las
glorias del pasado. De hecho, se trata de la culminación de las
transformaciones inducidas por la globalización en la más antigua de las
metrópolis industriales: su conversión en una paradisíaca macro plaza
financiera y cabeza de puente de la competencia comercial americana con
Europa. Trotsky decía ya en su tiempo que, al Este, “la
frontera de Estados Unidos se situaba a orillas del Támesis”.
Semejante
perspectiva no puede sino suponer la agravación de todos los males y
desigualdades que han puesto en ebullición a la sociedad. Pero la razón combate
en inferioridad de condiciones ante la furia desatada de los sentimientos. ¡Qué
fácil es echarle las culpas al viejo Corbyn!
¿Por quién doblan las campanas de Inglaterra? En realidad, doblan por el
Estado nacional como marco de progreso económico, social, democrático e
incluso civilizatorio. La propaganda neoliberal nos había dicho que la clase
obrera había desaparecido. He aquí que nos recuerda su dolorosa existencia como
perdedora de la globalización, agitada por el populismo de Trump, Johnson y
Cia y la zozobra de las clases medias.
La respuesta
está en un ámbito superior de cooperación; la respuesta está en Europa. Pero no
es fácil para la izquierda hacer valer esa perspectiva. La nomenclatura de
Bruselas no despierta entusiasmo entre la población. Su gestión de la última
crisis financiera prolongó los efectos de la recesión, especialmente en el sur
de Europa. El peso de los grandes Estados sigue siendo determinante. Y sin
embargo… sólo en el marco europeo es posible hallar la fuerza capaz de
contrarrestar el poderío de las corporaciones transnacionales y el dictado de
los mercados financieros, de conducir la transición ecológica de la economía,
de preservar las conquistas sociales del siglo XX… Desde luego, hay mucho
trecho entre la UE actual y una Europa federal y democrática a la altura de
esos retos. Pero, si no avanzamos hacia ella, tal como advierte Thomas
Piketty, nos exponemos a nuevos brexits y al fracaso de un
gran proyecto progresista.
El Reino
Unido se precipita hacia un futuro incierto. Sus campanas doblan tristemente
por una izquierda nacional. Tras la derrota sindical y el destrozo de las
condiciones materiales de existencia de una clase obrera que llegó a sentirse
muy segura de si misma, ha venido la derrota ideológica y política. Pero esa
dura experiencia está estrechamente ligada a una generación. Las hijas y los
hijos de los antiguos mineros se han alejado de los valles. Han afluido a las
ciudades y se sienten europeos. En esa generación reside la esperanza de la
izquierda… a la vez que su desafío histórico. Porque los sindicatos deberán
ingeniárselas para organizar a esa nueva clase trabajadora en las condiciones
de dispersión y precariedad impuestas por las tecnologías del siglo XXI. Porque
la izquierda deberá recuperar lo mejor de la tradición solidaria y declinarla
por encima de unas fronteras asfixiantes para la humanidad. Aunque hoy pueda parecer lo contrario, por ellas doblan las
campanas de Inglaterra.
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