PREGUNTA. “La izquierda tiene muchas ideas, pero no está unida.
Además, si la crisis demostró la importancia de las ideas de la izquierda, no
hay líderes legítimos para llevarlas a cabo. En resumen:
¿cómo crear la base que la convertirá en una fuerza material?
---Este es el desafío. Nosotros, en la izquierda, tenemos una gran cantidad
de ideas, pero una pobreza de estrategias políticas y líderes
unificadores eficaces. Y allí donde hay personalidades carismáticas estas
parecen estar principalmente a la derecha. Sin embargo, estoy seguro de que
estas estrategias y personas surgirán en el seno de la izquierda. La dinámica del cambio histórico
inevitablemente producirá esto, y algunas veces en las circunstancias más
improbables. Las únicas preguntas son quién, cómo, dónde y cuándo, y si esto
surgirá en esta generación. Los progresistas tienen
una serie de buenas ideas y estrategias desarrolladas en las últimas décadas
sobre cómo avanzar hacia un sistema pos capitalista.
La izquierda plantea paradigmas como descrecimiento,
desglobalización, ecofeminismo, soberanía alimentaria y "Buen Vivir". El problema es que estas
estrategias aún no han encontrado una base masiva, y una gran parte del
problema radica en el hecho de que las personas asocian la izquierda con la
izquierda centralizada, es decir, los socialdemócratas en Europa y, en los
Estados Unidos, el Partido Demócrata. Ambos estaban implicados con el viejo
sistema neoliberal al que presentaban con un "rostro humano". En
el Sur global, los gobiernos democráticos liberales que
suplantaron las dictaduras en la década de 1980, muchos de ellos
dirigidos por coaliciones que incorporan progresistas, también han sido
desacreditados debido a su adopción de medidas neoliberales, mientras que la
"Marea Rosa" en América Latina se topa con sus propias
contradicciones, y los estados comunistas en el este de Asia se han
convertido en sistemas capitalistas de estado. Pero creo que no podemos
descontar a la izquierda. La historia
tiene un movimiento dialéctico complejo y a veces hay desarrollos inesperados
que conducen a resultados progresivos o regresivos. Permítanme decir esto,
aunque la situación no parece tan buena para los progresistas en este momento, estoy seguro de que nuestro
equipo ganará al final. La Segunda Guerra
Mundial no terminó en Dunkerque, aunque,
en ese momento, parecía que todo apuntaba a una victoria alemana”.
/////
Walden Bello,
Sociólogo, es autor de numerosos Libros sobre la Globalización y en el 2003
recibió el Premio Nobel Alternativo.
***
EL MUNDO DESPUÉS DEL CORONAVIRUS:
"EL IMPULSO ES HACIA UN SISTEMA POSTCAPITALISTA"
Walden Bello, autor de “Desglobalización”
*****
El director ejecutivo de Focus on the Global
South asegura que la pandemia de covid-19 surgió en un sistema económico
global ya desestabilizado en el Norte y el Sur por la ira contra las elites. En
ese marco, considera que solo la izquierda y la extrema derecha están en
condiciones de aprovecharla. ¿Quién será capaz de dirigir toda esa ira
desatada?
Eduardo
Febbro.
Página/12
domingo 10 de mayo del 2020.
Del Sur hacia el Sur y
de allí al mundo hay pocos pensadores tan entrañablemente lúcidos y precisos
como el filipino Walden Bello. Sociólogo, director ejecutivo de Focus on the Global South, profesor de Sociología y Administración Pública de la Universidad de Filipinas e
investigador asociado del Transnational Institute, Walden Bello plantó en las espaldas de Occidente la espina de un concepto que lo haría
famoso en todo el planeta y que, hoy, ha recobrado toda su enérgica
legitimidad: en 2002 escribió el libro “Desglobalización: ideas para una nueva
economía mundial” (Icaria
editorial). El libro se convirtió en uno de los manuales del movimiento
antiglobalización. El oportunismo de las extremas derechas del Norte y de
algunos socialdemócratas adeptos a la soberanía hizo que las ideas de esta obra
fueran literalmente saqueadas con fines electorales. El ensayo contiene muchas
claves que exceden el ya indigesto catálogo de libros-diagnósticos sobre el
liberalismo. Bello demostraba la enfermedad genética de una globalización que
pretendía curar al mundo, la forma en que esta globalización sacrificaba el
desarrollo de los países del Sur y proponía una escala de medidas reactualizadas por la
pandemia que paralizó a las sociedades durante 2020. Sus ideas vuelven a resonar
en todas partes, muy especialmente aquella que promueve la reorientación de las
economías mediante una transferencia de la producción destinada a la
exportación hacia la producción concentrada en los mercados locales. Sólo
para dar un ejemplo: la falta dramática de máscaras protectoras en todo el
mundo (estaban producidas en China) demuestra el acierto de su enunciado.
Walden
Bello es autor de numerosos libros sobre la globalización y en 2003 fue
galardonado con el Premio
Nobel Alternativo. Bello es igualmente profesor Adjunto de Sociología en la Universidad Estatal de Nueva
York en Binghamton y fue miembro de la Cámara de Representantes de Filipinas (parlamento,2009-2015).
Sus últimos libros publicado en inglés (2019) son: The Global Rise of the Far Right (El ascenso
global de la extrema derecha), y Paper Dragons: China and the Next Crash (Dragones de papel: China
y el próximo Crash).
En
esta entrevista con Página/12,
el sociólogo filipino explora ese “nuevo mundo” que casi tocamos con los dedos
sin que sea aún real. Robusto en sus planteos, Bello admite las posibilidades
que se ofrecen sin por ello esconder los límites de una transformación que, asegura, depende de la acción de
las fuerzas progresistas y de la reconfiguración del Sur como actor
renovado.
El mundo después del Coronavirus.
***
--Usted dijo muchas veces
que era preciso moverse hacia un sistema post capitalista. La gente siente que
ha llegado el momento. Otros dudan. ¿Usted presiente que la crisis provocada
por la pandemia reúne las condiciones para reconfigurarlo todo?
---Si,
pero me explico. Creo que las posibilidades que ofrece el momento, la
coyuntura, son el resultado de dos cosas: la crisis objetiva del sistema y la
fuerza subjetiva que puede actuar sobre esta crisis. Mi sensación es que la crisis financiera
mundial de 2008 fue una profunda crisis del capitalismo, pero el elemento
subjetivo aún no había alcanzado una masa crítica. Debido al crecimiento
impulsado por los gastos del consumidor y financiado con deuda, la crisis
sorprendió a la gente, pero no creo que se hayan alejado tanto del sistema. Hoy
es diferente. El nivel
de descontento y alienación con el neoliberalismo es muy alto en el Norte
global debido a la incapacidad de las élites arraigadas para enfrentar
el declive, mejorar los niveles de vida y tratar la desigualdad vertiginosa en
los años que siguieron a la crisis financiera. En el Sur global la crisis de legitimidad ya había
afectado al neoliberalismo y la globalización y sus instituciones clave,
como la Unión Europea, el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional y la
Organización Mundial del Comercio, incluso antes de la crisis de 2008. La pandemia del covid-19 surgió
a través de un sistema económico global ya desestabilizado que sufría una
profunda crisis de legitimidad. La gente tenía la sensación de que las
cosas estaban realmente de fuera de control. La ira, la frustración y la
sensación de que las elites y los poderes gobernantes perdieron el control, y
que el sistema se fue al diablo está muy extendida hoy, en contraste con las
secuelas inmediatas de la crisis de 2008. Es este torbellino, es precisamente
este elemento subjetivo el que debe ser aprovechado por las fuerzas políticas.
El sistema global, por supuesto, intentará recuperar la "vieja
normalidad", como lo demuestra la infame teleconferencia de Goldman Sachs,
cuyos participantes acordaron que no hubo una crisis sistémica inducida por covid-19
y que lo importante es garantizar una vuelta prolija al orden anterior al
covid-19. Pero no hay que obligar al genio a que vuelva a la botella. Simplemente hay demasiada ira,
demasiado resentimiento, demasiada inseguridad que se han desatado, y solo la
izquierda y la extrema derecha están en condiciones de aprovechar esta tormenta
subjetiva. Entonces, sí, el impulso es hacia un sistema post-capitalista o,
en cualquier caso, post-neoliberal, y la pregunta clave es ¿quién será capaz de
aprovechar toda esa ira desatada y dirigirla?
--Allí se teje el horizonte
futuro. El fracaso de la democracia liberal para mejorar la vida de las
personas y la igualdad ha llevado a la aparición de movimientos populistas en
todo el mundo. En cierto sentido, la extrema derecha secuestró la desglobalización.
Esta crisis ha expuesto como nunca antes la gran fractura del mundo. ¿El
escenario posterior al virus puede ser una oportunidad mucho mejor para que la
extrema derecha llegue al poder?
--Desafortunadamente, es la
extrema derecha la que está mejor posicionada para aprovechar el descontento
global porque, incluso antes de Covid-19, los partidos de extrema
derecha ya eran elementos claves de las posiciones y programas anti
neoliberales promovidas por la izquierda independiente. Por ejemplo, la crítica
de la globalización, la expansión del "estado de bienestar" y una
mayor intervención estatal en la economía. Lo que hizo la extrema derecha fue
plantearlos como un paradigma propio. En Europa, los partidos de derecha radical abandonaron parte de los
viejos programas neoliberales que abogaban por una mayor liberalización y menos
impuestos que habían apoyado y se pusieron a decir que estaban a favor del
Estado de bienestar y de una mayor protección de la economía nacional ante los
compromisos internacionales. Pero claro, sólo en beneficio de las personas con
el "color de piel correcto", la "cultura correcta", la
población étnica "correcta", la "religión correcta". Esencialmente,
es la vieja fórmula "nacional socialista" inclusiva de clase, pero
racial y culturalmente excluyente. La extrema derecha oportunista está,
desafortunadamente, por delante de la izquierda en este momento. El amplio
movimiento progresivo tendrá que moverse más rápido y asegurarse de que los
socialdemócratas desacreditados en Europa y los demócratas de Obama y Biden
en los Estados Unidos no vuelvan a canalizar la política hacia un nuevo
compromiso con un neoliberalismo moribundo. Si esto sucede, entonces esa escena
escalofriante que aparece en la película Cabaret, donde la gente común que
apoya a los nazis canta "El futuro nos pertenece", casi con
seguridad se hará realidad.
--La izquierda tiene muchas
ideas, pero no está unida. Además, si la crisis demostró la importancia de las
ideas de la izquierda, no hay líderes legítimos para llevarlas a cabo. En
resumen: ¿cómo crear la base que la convertirá en una fuerza material?
---Este
es el desafío. Nosotros, en la izquierda, tenemos una gran cantidad de ideas,
pero una pobreza de estrategias políticas y líderes unificadores eficaces. Y
allí donde hay personalidades carismáticas estas parecen estar principalmente a
la derecha. Sin embargo, estoy seguro de que estas estrategias y personas
surgirán en el seno de la izquierda. La dinámica del cambio histórico
inevitablemente producirá esto, y algunas veces en las circunstancias más
improbables. Las únicas preguntas son quién, cómo, dónde y cuándo, y si esto
surgirá en esta generación. Los progresistas tienen una serie de buenas ideas y
estrategias desarrolladas en las últimas décadas sobre cómo avanzar hacia un
sistema pos capitalista.
La izquierda plantea paradigmas como descrecimiento, desglobalización, ecofeminismo, soberanía alimentaria y "Buen Vivir". El problema es que estas estrategias aún no han encontrado una base masiva, y una gran parte del problema radica en el hecho de que las personas asocian la izquierda con la izquierda centralizada, es decir, los socialdemócratas en Europa y, en los Estados Unidos, el Partido Demócrata. Ambos estaban implicados con el viejo sistema neoliberal al que presentaban con un "rostro humano". En el Sur global, los gobiernos democráticos liberales que suplantaron las dictaduras en la década de 1980, muchos de ellos dirigidos por coaliciones que incorporan progresistas, también han sido desacreditados debido a su adopción de medidas neoliberales, mientras que la "Marea Rosa" en América Latina se topa con sus propias contradicciones, y los estados comunistas en el este de Asia se han convertido en sistemas capitalistas de estado. Pero creo que no podemos descontar a la izquierda. La historia tiene un movimiento dialéctico complejo y a veces hay desarrollos inesperados que conducen a resultados progresivos o regresivos. Permítanme decir esto, aunque la situación no parece tan buena para los progresistas en este momento, estoy seguro de que nuestro equipo ganará al final. La Segunda Guerra Mundial no terminó en Dunkerque, aunque, en ese momento, parecía que todo apuntaba a una victoria alemana.
La izquierda plantea paradigmas como descrecimiento, desglobalización, ecofeminismo, soberanía alimentaria y "Buen Vivir". El problema es que estas estrategias aún no han encontrado una base masiva, y una gran parte del problema radica en el hecho de que las personas asocian la izquierda con la izquierda centralizada, es decir, los socialdemócratas en Europa y, en los Estados Unidos, el Partido Demócrata. Ambos estaban implicados con el viejo sistema neoliberal al que presentaban con un "rostro humano". En el Sur global, los gobiernos democráticos liberales que suplantaron las dictaduras en la década de 1980, muchos de ellos dirigidos por coaliciones que incorporan progresistas, también han sido desacreditados debido a su adopción de medidas neoliberales, mientras que la "Marea Rosa" en América Latina se topa con sus propias contradicciones, y los estados comunistas en el este de Asia se han convertido en sistemas capitalistas de estado. Pero creo que no podemos descontar a la izquierda. La historia tiene un movimiento dialéctico complejo y a veces hay desarrollos inesperados que conducen a resultados progresivos o regresivos. Permítanme decir esto, aunque la situación no parece tan buena para los progresistas en este momento, estoy seguro de que nuestro equipo ganará al final. La Segunda Guerra Mundial no terminó en Dunkerque, aunque, en ese momento, parecía que todo apuntaba a una victoria alemana.
--Tampoco puede excluirse
una nueva alianza entre las clases medias y formas más autoritarias de
liberalismo, tal y como sucedió en Chile en la década de los 70, con el único
propósito de no perder privilegios.
---Sí,
por supuesto, esta es una posibilidad. Al mismo tiempo, el modelo chileno de
una alianza de clase media-elite basada en un programa neoliberal clásico ya no
podría ser una opción. Una
nueva alianza autoritaria probablemente tendría que incluir a grandes sectores
de las clases bajas para tener un grado significativo de legitimidad, y
esta incorporación de las clases bajas podría lograrse haciendo algunas
concesiones económicas paternalistas y dirigiendo las energías de la alianza
contra las minorías y los migrantes. Desde India, donde el BJP (partido en el
poder) está creando un estado anti musulmán hasta Filipinas, donde los
consumidores de drogas son chivos expiatorios de los males de la sociedad,
hasta Europa y los Estados Unidos, donde los migrantes son el foco del odio de
la mayoría blanca "inclusiva solo para su clase", esto es lo
que está pasando.
--Usted acuñó la palabra
desglobalización en su libro, "Desglobalización: Ideas para una nueva
economía mundial". ¿Siente en este momento que las condiciones son mejores
para hacer realidad esa desglobalización teorizada en el libro?
---Sí,
por ejemplo, la locura
de las cadenas de suministro mundiales demostró que era completamente
inoperante durante la crisis del coronavirus. Debido a los cálculos
neoliberales basados en la reducción del costo unitario de producción, las
élites corporativas, con el consentimiento de sus gobiernos, transfirieron gran
parte de sus instalaciones industriales a China, de modo que cuando la
producción china se detuvo durante la crisis de covid-19, muchos países
carecían de componentes industriales claves y descubrieron que incluso producir
máscaras y otros equipos de protección del personal era algo de lo que ya no
eran capaces. Al mismo tiempo, la interrupción inducida por covid-19 de la
cadena de suministro agrícola mundial amenaza con una hambruna generalizada. En
varios países del Norte global y del Sur global se ha permitido que sus
sectores agrícolas locales se marchiten. Entre el 30 y el 50 por ciento de los
alimentos que se consumen en China, el sudeste asiático y América Latina ahora
no se producen localmente, sino que son suministrados por cadenas de suministro
agroalimentarias mundiales y regionales. Creo que habrá un movimiento hacia una mayor
autosuficiencia en la producción industrial y agrícola. La pregunta es si tales
estrategias serán desarrolladas por regímenes de derecha o gobiernos
progresistas.
--De los quince pilares
incluidos en su concepto de desglobalización, ¿cuáles cree que son más urgentes
de ahora en adelante?
---Creo
que lo más urgente es
la reorientación de la producción hacia el mercado interno y desvincular la
producción local de las cadenas de suministro mundiales a través de
una política comercial progresiva, una política industrial agresiva y una
política agrícola que promueva la autosuficiencia alimentaria y la soberanía
alimentaria. Nuevamente, es importante que tales políticas sean emprendidas por
progresistas y no por nacionalistas de derecha que las utilizarán
principalmente para servir a los intereses del grupo étnico y cultural
dominante contra las minorías y los migrantes.
--¿Qué podría reemplazar a
la globalización como el nuevo prototipo después de la pandemia de Covid-19? En
una entrevista reciente de Página/12 con
el sociólogo francés Michel Wieviorka, el intelectual dijo: "lo peor será
peor y lo mejor será mejor".
-–Se
trata ahora de una carrera entre una desglobalización progresista y una
regresiva, nacionalista. En el caso de la primera, "lo mejor será
mejor". Si gana el segundo, estoy de acuerdo con Wieviorka en que "lo
peor será peor".
La globalización neoliberal actual en su "Crisis final", y su propio proceso de la "Desglobalización".
***
--En su idea de
desglobalización, usted no propuso que los países se aparten de la comunidad
internacional, sino la construcción de un modelo alternativo. ¿Esta crisis
cambia su propia perspectiva de ese modelo?
--Incluso
después de la pandemia y en un proceso de desglobalización, será importante una
interacción creativa con la comunidad internacional. Como siempre he dicho, la
desglobalización no se trataba de desvincularse de la economía internacional,
sino de lograr una relación equilibrada entre la economía local y la economía
internacional en la que la integración de la economía nacional no se
sacrificara en el altar de la integración liderada por las empresas de
diferentes partes del mundo. No se puede sacrificar la economía nacional por una economía
globalizada. Un alto grado de autosuficiencia en la producción agrícola e
industrial es una característica clave de la economía nacional. Pero este es
solo un aspecto del paradigma de la desglobalización. También sería importante la promoción radical de la
igualdad, que es crítica tanto por razones de justicia social como por la
expansión de la demanda interna. Urge la democratización de la toma de
decisiones económicas desde la cumbre del Estado hasta la fábrica y la
elaboración de una relación benigna entre la economía y el medio ambiente, que
a veces se llama el "nuevo acuerdo verde".
--La Argentina fue el último
país del mundo en sufrir el brutal asalto del híper liberalismo y la
globalización entre los años 2015 y 2020. Luego, el gobierno cambió. Para países
como Argentina y, en general, para los países del Sur, ¿representa esta crisis
una nueva oportunidad para recuperar su soberanía, su posición en el mundo y su
identidad?
--Sí,
por supuesto, pero como dije anteriormente, estas oportunidades surgirán de la
dialéctica y la sinergia entre la crisis objetiva y la respuesta a la crisis
proveniente de grupos e individuos progresistas. El problema es que, incluso
con las mejores intenciones, no se puede forzar la aparición de lo nuevo dentro
de lo viejo. Las cosas pasan. A veces uno solo tiene que ser paciente. Pero
cuando las estrellas comienzan a alinearse, entonces el tiempo lo es todo. ¿Es
el covid-19 el equivalente de la Primera Guerra Mundial, o sea, ese momento
histórico donde todo se desmoronó y los gobernantes ya no podían gobernar de la
misma manera antigua, para usar la frase de un famoso revolucionario? Tal vez.
Y debemos recordar que de esa crisis anterior surgieron tanto el socialismo
como la barbarie, por citar a Rosa Luxemburgo.
--Hace décadas que se sueña
con un New Deal interno al Sur. Ha quedado en eso, en un sueño.
---Quizás
ocurra, quizás no. Una cosa que no debemos olvidar es que la crisis del
neoliberalismo y la globalización, junto con el deterioro del conflicto entre
China y los Estados Unidos, podría crear ese espacio de maniobra para los
países del Sur que ya existía antes de 1989 debido al conflicto entre los
Estados Unidos y la Unión Soviética. Ese conflicto fue una de las condiciones
para las victorias de los movimientos de liberación en Vietnam, Cuba,
Mozambique, Angola, Guinea Bissau. De allí también nació el Movimiento de
Países No Alineados después de la conferencia Bandung y surgió la Conferencia
de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD) bajo la inspiración
del gran economista argentino Raúl Prebisch. La solidaridad del Sur
global, que siempre se ha sentido en todos los países y diferentes regímenes,
nació durante ese período.
--Después de la crisis
financiera de 2008-2009, la pandemia de covid-19 es la segunda gran crisis de
la globalización en este Siglo. Pero ya antes de esta crisis, en Argentina,
Ecuador, Chile, Francia con chalecos amarillos, Argelia, Líbano, Irán o Hong
Kong, habíamos visto el renacimiento de un sujeto social globalizado. ¿Esos
movimientos de protesta global podrían ser una de las fuerzas de transformación
en el mundo?
--Sí
definitivamente. Estas son algunas de las fuerzas que me dan esperanza sobre el
eventual triunfo de la izquierda. La sed de la gente por la justicia y la
igualdad siempre saldrá a la superficie. Lo importante es asegurarse de que
sea la izquierda la que lidere estas luchas y que la derecha no secuestre y
pervierta estas energías que brotan desde abajo para su
agenda autoritaria oportunista como lo ha hecho en Europa, India, Estados
Unidos y Filipinas.
efebbro@pagina12.com.ar
*****
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