PANORAMA LABORAL
REVELA PRECARIZACIÓN DEL EMPLEO EN AMÉRICA LATINA.
Informe
de la OIT- febrero del 2020.
El
empleo por cuenta propia es una actividad cada vez más común para alrededor de
300 millones de personas que forman parte de la fuerza laboral regional. La
mayoría, conseguirá empleo en los sectores de
comercio y servicios, mientras hay indicadores que muestran
subocupación por insuficiencia de tiempo trabajado.
Lima – El Panorama Laboral de América Latina
elaborado por la OIT destacó la persistencia de señales de precarización de
los puestos de trabajo, al analizar datos relacionados con la composición del
empleo, el tiempo que logran trabajar las personas, y los sectores en los
cuales se están generando nuevas oportunidades. “La dinámica de
desaceleración económica regional ha tenido impacto en los empleos, tanto en su
estructura como en su calidad”, destacó la última edición del Informe Ponorama Laboral en América latina y el Caribe de la OIT.
Los datos recopilados hasta el tercer trimestre de
2019 revelan que se mantiene una tendencia registrada en el último lustro,
caracterizada por un aumento tenue del empleo
asalariado de 1,8%, inferior al aumento del empleo por cuenta
propia, que llegó a 2,2%. El empleo por cuenta propia, que ha crecido
más, suele estar vinculado a mayor informalidad. Entre 2012 y 2018, de acuerdo con los datos
de OIT, el empleo por cuenta propia en América
Latina subió de 21,1% de los ocupados a 23%,
en especial los no profesionales, que paso de 18% a 19,7%. “La
expansión del trabajo por cuenta propia destaca por su continuidad”,
apunta el informe. En el mismo período, los asalariados
privados continúan siendo mayoritarios, pero su proporción ha bajado de 50,4% a 47,3%. El
cambio ha sido mayor entre las empresas de 6 y más trabajadores, que suelen
ofrecer gran cantidad del empleo formal, donde se pasó del 39,1% en
2012 al 35,8% en 2018, de acuerdo con los datos del informe de OIT.
“Estos
indicadores, que revelan un mayor crecimiento del empleo por cuenta propia
frente a una reducción del empleo asalariado en el sector privado, son señal de
un proceso de precarización de los empleos que se vienen creando en América
Latina”, opinó el economista regional de la OIT, Hugo Ñopo, quien fue el coordinador del Panorama
Laboral.
En el informe, se alerta que una leve alza en el desempleo de la
región, de 8,0% en 2018, a 8,1% en 2019, podría agravarse si no se
logra revertir la desaceleración económica en América Latina y el Caribe. En
2020 podría llegar a 8,4%, según destaca el informe Panorama Laboral publicado
a fines de enero. De acuerdo con los datos disponibles en la herramienta Data Finder desarrollada por la OIT para dar seguimiento a los mercados laborales
de todo el mundo, la Población Económicamente Activa de la región es de
313,4 millones, de los cuales 288,1 millones están ocupados, y 25,3
millones están en situación de desempleo. ¿En
dónde trabajan los que sí están ocupados? El Panorama Laboral dice que “la
estructura del empleo regional se ha caracterizado por una dinámica de
crecimiento de la proporción de empleo en el sector de los servicios”.
Datos
incluidos en este informe revelan que entre 2012 y 2018
se registró un aumento de la población ocupada en servicios comunales, sociales y personales de 31,7% a 33,5% consolidándose como el principal sector empleador. Le
sigue el comercio que también creció, de 22,5% a 24,1%. En ese mismo lapso de tiempo bajaron las proporciones
de empleo en el sector agrícola de 11,5% a 9,9%, en
la industria manufacturera de 13,3% a 12,5%, en
la construcción de 8,2% a 7,1%. “Estos
empleos, generalmente asociados a menor intensidad de capital físico
y menor uso de capital humano, tienden a ser de baja productividad. Esa baja
productividad es la principal barrera para la generación de condiciones
decentes de empleo”, explicó Ñopo.
Adicionalmente, el Panorama Laboral advierte que “se aprecia una tendencia al aumento de los
indicadores de subocupación por insuficiencia de tiempo trabajado en América
Latina y el Caribe”, lo cual también se considera como un
indicio de menor calidad en los empleos disponibles para la Población
Económicamente Activa. En 10 de los 11 países para los cuales se cuenta con datos, aumentó el
porcentaje de ocupados “que trabajan menos de 35 horas, pero desean trabajar
más”. “Cuando consideramos todos estos
indicadores en conjunto estamos frente a una región que tiene un desafío muy
claro por delante: generar empleos de calidad”, concluyó Ñopo.
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1º DE MAYO: PRECARIZACIÓN LABORAL, OTRA
“VIRALIZACIÓN” PELIGROSA.
*****
Marcelo F. Rodríguez.
América Latina en Movimiento.
ALAI sábado 2 de mayo del 2020.
Este
1º de mayo, Día Internacional de los trabajadores y las trabajadoras, nos
encuentra en un contexto sumamente complejo en el cual, a la
crisis que viene atravesando el sistema capitalista, se suman los efectos de la
lucha contra el coronavirus, que asume en todo el mundo políticas de
cuarentena y distanciamiento social.
La puja entre quienes
priorizan la salud de la población y la batalla contra el virus, frente a las
derechas que presionan constantemente para levantar la cuarentena y volver a la
“normalidad” para no afectar la economía y la producción, es decir sus
ganancias, es cotidiana.
En Argentina, estas
presiones ante las medidas tomadas por el gobierno, toman la forma de campañas
en los grandes medios de comunicación, despidos, rebajas salariales y la feroz
oposición a que se vote en el Congreso un impuesto excepcional a las grandes
riquezas de entre el 2% y el 3,5% (a quienes tengan patrimonios por encima de
los U$S 3 millones) que alcanzaría al 1,1% de la población, para enfrentar la
situación de emergencia.
Es bien sabido que, en todo
momento, y con mayor impulso durante las crisis, el capitalismo experimenta
nuevas estrategias para subsistir y recrearse, buscando imponer diversas y
“modernas” formas de explotación que, perfeccionan y profundizan las
existentes. Y esta no es la excepción.
El marco de la pandemia es
utilizado por el sistema para viralizar, expandir y profundizar las políticas
de precarización laboral que vienen pregonando e implementando de hecho desde
hace años, buscando barrer bajo la alfombra los logros de las lucha obreras
que, por ejemplo, dieron origen a la conmemoración del 1º de mayo, las ocho
horas de trabajo y demás derechos laborales.
Reinstalar las formas más
crudas de explotación laboral, o lo que es lo mismo, ir desmontando los
derechos ganados por los trabajadores y trabajadoras en innumerables y heroicas
luchas, es un objetivo permanente del capital, basado en el discurso de la
necesidad de bajar los “costos laborales”, es decir, los salarios, para fomentar
la producción y el desarrollo.
La fuerza de trabajo es
considerada como cualquier otra mercancía, se cuestionan frontalmente los
derechos de los trabajadores, sus organizaciones, cualquier intervención
estatal en la regulación de estos derechos los que son vistos como una “traba”
para la generación de empleos, buscando desregular y remover estos “obstáculos”
para lograr un eficiente funcionamiento del mercado laboral, basado únicamente
en la oferta y la demanda.
A fin de imponer nuevas
formas de asegurar e incrementar sus ganancias, buscan, a la vez, imponer de
hecho e ir ganando consenso para la precarización laboral, llevando adelante un
sistemático trabajo de construcción ideológica y política para establecer un
consenso social sobre estas formas de explotación, una “naturalización”
de las mismas, que le permitan lograr sus objetivos y garantizar la
reproducción del sistema.
Como olvidar en este sentido
las declaraciones de quien fuera ministro de Educación del macrismo, Esteban
Bullrich:
"El
problema es que nosotros tenemos que educar a los niños y niñas del sistema
educativo argentino para que hagan dos cosas: O sean los que crean esos
empleos, que le aportan al mundo esos empleos, generan, que crean empleos... crear
Marcos Galperin (fundador de Mercado Libre) o crear argentinos que
sean capaces de vivir en la incertidumbre y disfrutarla.”
El
empleo por cuenta propia es una actividad cada vez más común para alrededor de
300 millones de personas que forman parte de la fuerza laboral regional. La
mayoría, conseguirá empleo en los sectores de comercio y servicios, mientras
hay indicadores que muestran subocupación por insuficiencia de tiempo
trabajado.
***
Esa es la filosofía presente en los impulsores de la precarización laboral, un mundo de individuos con la “libertad” de vender su fuerza de trabajo sin trabas en el mercado, “libres” de toda legislación, de toda organización que los represente, y que sean capaces de “disfrutar” de esta incertidumbre.
Para sostener e imponer
estas propuestas, se instalan valorativamente conceptos que buscan embellecer y
justificar estas “novedosas” formas de apropiación y explotación del
trabajo, “La economía del trabajo temporal”, “la economía compartida”, “los
emprendedores”, son algunas de ellas.
En la búsqueda de nuevos
caminos para la supervivencia del sistema, la precarización laboral, eje
de los proyectos de flexibilización, no solo no modifican en nada su
carácter depredador, represivo y concentrador de la riqueza, sino que lo
multiplican, esgrimiendo discursos que busca la construcción de una realidad
falsa en la conciencia colectiva que genere expectativas o bien, oriente a
soluciones falsas.
De esta manera, las
condiciones ideales del trabajo que deberían generalizarse se basan en la
inseguridad del empleo, remuneraciones bajas e inciertas, degradación de las condiciones
de trabajo e insuficiencia del sistema de protección social, generando
incertidumbre, vulnerabilidad y dependencia de los trabajadores. (Cano 2004).
Un claro ejemplo de esto es
lo que hoy se conoce como “Capitalismo de las aplicaciones” (APP), que
están ganando mayor protagonismo en el contexto de la pandemia, basado en la
enorme acumulación de capital financiero producto de ganancias exorbitantes en
transacciones financieras, en la creciente fuga de divisas y la evasión
impositiva, particularmente en los países llamados “emergentes”, que se
acumula principalmente en los paraísos fiscales y en él también acelerado
desarrollo tecnológico de las comunicaciones y la información.
Esos capitales se han
concentrado, en una parte importante, en nuevas empresas
multinacionales que no se orientan centralmente a la extracción de materia
prima y/o producción de mercancía sino a la acumulación de datos y su utilización, particularmente
en el comercio a gran escala dentro de los países y a nivel mundial, en los
servicios, el transporte, etc.
Su poder no de basa en ser
dueños solo de la producción sino cada vez más de la información. El uso de
los datos en la producción de mercancías no es nuevo, lo nuevo es el
surgimiento de:
“industrias
para extraer esos datos y utilizarlos de manera tal de optimizar los procesos
de producción, llevar a un conocimiento interno de la
preferencia de los consumidores, controlar a los trabajadores, brindar los
cimientos para nuevos productos y servicios que vender a los anunciantes (…) Habiendo
comenzado como un aspecto secundario de los negocios se volvieron cada vez más
en un recurso central” (Srnicek 2018).
Para ello han construido
plataformas que actúan como intermediarias entre consumidores y
proveedores de servicios y productores.
En Argentina ya
operan, y se están potenciando fuertemente en el contexto de la
pandemia, varias de empresas de este tipo como Mercado Libre, UBER, Cabify,
Pedidos Ya y Globo entre otras, en las cuales sus trabajadores y
trabajadoras carecen de muchos de los derechos laborales básicos.
Ante la creciente
desocupación, estas empresas se han presentado como una salida “moderna”
para acceder al mercado laboral, destruyendo el empleo registrado y los
derechos laborales para reemplazarlos por la precarización laboral. Buscan
disimular esto denominando “socios” a sus trabajadores e impulsando
el concepto de “emprendedores”, resaltando los dos principios de la
teoría neoliberal, el individualismo y la desigualdad como valores positivos
que favorecen la libertad y la vitalidad de la competencia, necesaria para la
prosperidad de todos, elevando el mercado capitalista, a la categoría de dogma,
considerándolo como el único instrumento apto para la distribución de los
recursos:
“Esas empresas, amparándose en
la “libertad de mercado”, y en la “economía colaborativa” son
un ejemplo de la política del capitalismo del siglo XXI, del neoliberalismo.
Inversión mínima, costos operativos mínimos, riesgo mínimo, responsabilidad
mínima, ganancia máxima” (Rodríguez A. 2019).
Una clara política de clase,
en favor de los grupos concentrados y el bloque de poder dominante y en
detrimento de los trabajadores y trabajadoras, que se propone retrotraer su
situación a las condiciones que tenían en el siglo XIX, cuando una de las
reivindicaciones básicas era la jornada de 8 horas, reclamando “ocho horas para
el trabajo, ocho horas para el sueño y ocho horas para la casa”.
Fue en el marco de
esa lucha, que trabajadores organizados en la Federación Americana del Trabajo
en la ciudad de Chicago, resolvieron en un congreso que, desde
el 1 de mayo de 1886 la duración legal de la jornada de
trabajo debería ser de ocho horas, y que, de no cumplirse con esto, marcharían
a la huelga.
Al no ser oídas sus
demandas, el 1 de mayo de 1886 se inició la huelga que tuvo su momento más duro
el 4 de mayo, con la masacre de Haymarket, donde se
reprimió violentamente a quienes participaban de una serie de protestas en
respaldo a los obreros en huelga. Cinco trabajadores fueron condenados a
muerte y asesinados el 11 de noviembre de 1887 y tres fueron privados de su
libertad. Ellos son los Mártires de Chicago.
Hoy, a 134 años de
esa emblemática lucha, recordamos las palabras de uno de esos obreros, George Engel, ante el tribunal que lo
juzgó: “¿En qué consiste mi crimen? En que he trabajado por el
establecimiento de un sistema social donde sea imposible que mientras unos
amontonan millones otros caen en la degradación y la miseria. Así como el
agua y el aire son libres para todos, así la tierra y las invenciones de los
hombres de ciencia deben ser utilizadas en beneficio de todos. Vuestras leyes están en oposición con las de la naturaleza y
mediante ellas robáis a las masas el derecho a la vida, a la libertad y al
bienestar (...)”.
Marcelo F. Rodríguez
Sociólogo. Director del CEFMA
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