Una tematización desde el mundo sindical clásico
como de los gobiernos denominados de izquierda o progresistas, los cuales aún
no quieren entender que la lucha de las mujeres, campesinos, indígenas, negros,
disidencias sexuales, locos, es algo transversal y están conectadas también con
los procesos de acumulación capitalista. En consecuencia, la transversalidad de
luchas debe primar por sobre el discurso reduccionista de clase tradicional, el
cual aún no concibe el cuerpo como territorio, por ser heredero de la lógica
industrial.
En síntesis, se hace necesario superar el
sindicalismo clásico, aún fuertemente presente en nuestros países, dando paso a
un ecosindicalismo en clave territorial, el cual no anteponga unas luchas por
sobre otras, ya que solo así podrá generar alternativas reales a través de la
convergencia entre distintos sujetos de transformación.
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HACIA UN ECOSINDICALISMO EN CLAVE TERRITORIAL
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Andrés Kogan Valderrama
|4-05-2020 | Opinión.
Rebelión lunes 4 de mayo
del 2020.
Luego de una nueva conmemoración del Día
Internacional de las Trabajadoras y Trabajadores en el mundo este 1 de mayo, en un contexto actual de emergencia
sociosanitaria y de crisis civilizatoria, se hace importante repensar el
sindicalismo actual, el cual aún mantiene en muchos casos una mirada
productivista, centrada en la contradicción capital-trabajo, la cual
invisibiliza otras luchas provenientes de movimientos críticos al
extractivismo, androcentrismo y colonialismo imperante.
Un sindicalismo clásico, heredero de la revolución
industrial y del movimiento obrero europeo, el cual se consolidó en los países
occidentales durante el siglo XX, gracias a la reivindicación de derechos
sociales y económicos de los trabajadores, sostenida por miradas de izquierda
eurocéntricas, antropocéntricas y patriarcales, que si bien problematizaron los
procesos de explotación y de acumulación capitalista, no fueron más allá de los
límites de un proyecto moderno fundado en la conquista de millones de
indígenas, mujeres y de la propia Madre Tierra.
Si bien es cierto que las luchas de organizaciones
obreras han sido fundamentales para democratizar el sistema productivo y
garantizar así ciertos derechos para las y los trabajadores en todo el mundo,
con la aparición del capitalismo financiero, el movimiento sindical ha sufrido
una fuerte fragmentación, como resultado de políticas neoliberales, las cuales
le han quitado la centralidad al trabajo como fuente de integración social,
derivando en mero empleo y abriendo paso a una sociedad de consumo.
Esto sumado a una fuerte burocratización de muchos
sindicatos, tanto en el mundo capitalista como en los llamados socialismos
reales, en donde han conformado estructuras verticales, jerárquicas y
clientelares, en donde la partidocracia y miradas estadocéntricas no han hecho
otra cosa que limitar su democracia interna y su autonomía para generar
procesos de trasformación, que sean capaces de integrar nuevas demandas, como
las provenientes del feminismo, ecologismo y anticolonialismo
Por lo señalado anteriormente, nos parece que el
debilitamiento del sindicalismo en el mundo, no solo responde a la aparición de
un capitalismo financiero y de nuevas formas de explotación y flexibilidad
laboral, hoy en día en pleno proceso de digitalización, a través del llamado
teletrabajo, sino a sus propias estructuras patriarcales y coloniales,
incapaces de ir más allá de una mirada economicista del mundo.
La fallida experiencia de los nuevos progresismos
latinoamericanos, en donde muchos de ellos nacieron de importantes procesos
constituyentes para la región (Venezuela, Ecuador y Bolivia), no responde
solamente a un marco imperialista, dominado aún por Estados Unidos, sino por
caudillismos autoritarios, sostenido muchas veces por un sindicalismo clásico
que no es capaz de ver más allá de los anteojos de una izquierda clasista que
aún cree estar por sobre la vida, al profundizar el extractivismo patriarcal en
los territorios.
De ahí que no deba sorprender que el sindicalismo
clásico siga usando términos impuestos por las elites gobernantes, como
los son el progreso, el desarrollo, la lucha contra la pobreza, el cuidado del
medioambiente, la equidad del género, y en el mejor de los casos
solo tematicen nociones estructurales mucho más amplias, como lo son
la plurinacionalidad, el buen vivir, la soberanía alimentaria, la justicia ambiental,
las cuales provienen de un pluriverso de experiencias democráticas en el mundo,
que van mucho más allá del tradicional discurso de clase de izquierda.
Una tematización desde el mundo sindical clásico
como de los gobiernos denominados de izquierda o progresistas, los cuales aún
no quieren entender que la lucha de las mujeres, campesinos, indígenas, negros,
disidencias sexuales, locos, es algo transversal y están conectadas también con
los procesos de acumulación capitalista. En consecuencia, la transversalidad de
luchas debe primar por sobre el discurso reduccionista de clase tradicional, el
cual aún no concibe el cuerpo como territorio, por ser heredero de la lógica
industrial.
En síntesis, se hace necesario superar el
sindicalismo clásico, aún fuertemente presente en nuestros países, dando paso a
un ecosindicalismo en clave territorial, el cual no anteponga unas luchas por
sobre otras, ya que solo así podrá generar alternativas reales a través de la
convergencia entre distintos sujetos de transformación.
No es casualidad que aún persista un discurso
sindical, que sostenga colonialmente la idea del 1 de mayo como Día
Internacional de Las Trabajadoras y Los Trabajadores a nivel universal, siendo que,
si bien responde a un homenaje a los mártires de
Chicago de 1886, deja fuera otras experiencias de lucha por fuera del Norte
Global.
ANDRÉS KOGAN VALDERRAMA. Sociólogo diplomado en Educación
para el Desarrollo Sustentable. Magister en Comunicación y Cultura
Contemporánea Doctorando en Estudios Sociales de América Latina. Editor de
Observatorio Plurinacional de Aguas www.oplas.org
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