“Nos estamos centrando en lo que pasa en los países que disponen de recursos
para hacer frente a la pandemia y
nos olvidamos de la mayor parte de la humanidad, sin percatarnos que eso
nos supone a medio plazo un peligro quizá mucho mayor.
“Es imprescindible garantizar que los países más pobres
dispongan de liquidez suficiente para enfrentarse a la pandemia, hay que
establecer controles a los movimientos de capital
para evitar que los flujos especulativos los arruinen, evitar que se ahoguen
en la deuda suspendiendo el pago y estableciendo con urgencia un proceso
internacional de reestructuración y jubileo, hay que aumentar la ayuda al
desarrollo y, lo más importante, hay que reconsiderar las condiciones tan
injustas e ineficientes en que se desenvuelve el comercio y las finanzas
internacionales.
A los países ricos les pasa lo que decía
Francis Bacon que ocurre a los seres egoístas: son
capaces de provocar un incendio en casa del vecino para freírse un huevo. Incendiamos
de pobreza a la inmensa mayoría de la población mundial para freír en su
sufrimiento el huevo de nuestros privilegios de ricos, sin darnos cuenta de
que las llamas se propagan sin remedio y que nos
asfixiaremos todos si no las apagamos cuanto antes de la única forma en que
puede apagarse el incendio de la pobreza, con justicia, respeto, ayuda mutua y
solidaridad.
/////
Foto: Una cola de personas con
mascarillas para recibir ayuda alimentaria en el asentamiento informal de
Itireleng, cerca del suburbio de Laudium en Pretoria, Sudáfrica. REUTERS /
Siphiwe Sibeko
***
LOS OLVIDADOS.
*****
Juan
Torres López. |27/05/2020 | Economía.
Rebelión
miércoles 27 de mayo del 2020.
Desde
que se comprobó el enorme impacto económico de la propagación del coronavirus,
los países más ricos del mundo, en donde se concentra sólo
la tercera parte de la población mundial, no han parado de adoptar medidas
de apoyo a sus economías. Alemania, uno de los más poderosos, ha podido
poner en marcha programas de ayuda a sus hogares y empresas por un valor
equivalente a casi la mitad de su Producto Interior Bruto, un esfuerzo
posiblemente nunca registrado. Con menos intensidad, todos los países ricos
lo vienen haciendo, pues en todos ellos prima la idea de que hay que hacer
lo que haga falta para evitar el colapso económico, incluso a costa de un
incremento récord de su deuda.
Sin embargo, se está hablando muy poco de la
situación en la que se encuentran las dos terceras partes de la humanidad,
los países pobres o ahora llamados «emergentes»; una denominación, por cierto,
bastante inadecuada pues la realidad es que no terminan de emerger nunca, sino
más bien todo lo contrario.
La situación en todos ellos empieza a ser ser dramática,
a pesar de que la pandemia les ha afectado más tarde y
no ha registrado todavía el pico del daño más elevado que, sin lugar a duda, va
a terminar provocando.
Las salidas de capital desde esos países más pobres en el
primer mes de la pandemia fueron ya el doble de las que se
produjeron en el primero posterior al estallido de la crisis de 2008 y las
inversiones hacia esos países también se están desplomando, lo que aventura que
la pérdida de liquidez y recursos va a ser ahora mucho mayor que entonces.
En esta crisis no sólo tendrán que hacer frente a gastos
sanitarios de carácter extraordinario para combatir la pandemia,
sino que se encontrarán en unas condiciones económicas propias y de entorno
mucho más complicadas y difíciles por diversas razones.
Según el Banco Mundial, Así encontramos hoy las Economías de los 7 países más pobres del Mundo. 1.- República Democrática del Congo. 2.- Zimbabue. 3.- Burundí. 4.- Liberia. 5.- Eritrea. 6.- Níger. 7.- Afganistán.
***
En primer lugar, las economías más pobres del mundo van a
perder una parte muy importante de sus ingresos por
exportaciones debido a la caída de los precios (un 37% en lo que va de año) de
los productos básicos en los que suelen estar especializadas y porque la
demanda de importaciones se está reduciendo en todo el mundo a consecuencia de
la pérdida de ingresos y de la paralización de los transportes. Además, y a
diferencia de lo que pasó en 2008, la demanda exterior de China está siendo
menor, de modo que no ayudará tanto como antes a «tirar» de las economías más
atrasadas. Y, para colmo, muchas de las cadenas globales de suministro se
encuentran no sólo detenidas sino algunas literalmente destrozadas a causa de
los confinamientos.
En segundo lugar, los países emergentes hacen frente a la
crisis en peores condiciones que en otras ocasiones
porque las políticas aplicadas tras la de 2008 los han hecho todavía más
vulnerables desde el punto de vista financiero. Ahora disponen de menos
reservas, la deuda ha aumentado y una mayor parte de ella ha pasado a estar en
manos de acreedores más exigentes y peligrosos, y a estar registrada en
dólares. Y al deteriorarse las condiciones financieras mundiales van a tener
muchos problemas para poder renovar la deuda, no ya en 2021 sino incluso
este año (en 2020 la totalidad de los países emergentes deberán pagar 1,6
billones de deuda, de los cuales casi la tercera parte corresponde a los más
pobres de entre los países pobres).
La depreciación casi generalizada de sus monedas empeora
todo lo anterior y aumenta una factura ya de por sí muy difícil de afrontar.
En tercer lugar, también van a sufrir ahora mucho más que
en 2008 porque la salida a esa última crisis llevó consigo el debilitamiento de
sus sectores públicos y, en particular, de sus sistemas
fiscales, siguiendo los dictados que constantemente imponen los grandes
organismos internacionales; y también porque en todo el mundo han aumentado
los flujos de capital ilícito, las finanzas a la sombra, la evasión de
capitales y las inversiones especulativas que hacen que todas las economías
-pero en mayor medida la ya de por sí más vulnerables- se encuentren ahora en
condiciones de creciente fragilidad.
La Conferencia de las Naciones Unidas sobre
Comercio y Desarrollo (UNCTAD) calcula, en el informe del que
he sacado los datos anteriores (aquí), que
las malas condiciones económicas generales y todas esas circunstancias a las
que acabo de hacer referencia pueden hacer que los países emergentes pierdan
este año unos 800.000 millones de dólares de ingresos, una buena parte
de ellos por la caída de las remeses que les proporciona su población emigrante
hacia los países más ricos.
La tentación de estos últimos es olvidarse, como siempre
viene ocurriendo, de los más pobres ahora que están concentrados en
salvar a sus propias economías, a sus empresas y hogares, con las ayudas
que, con más o menos generosidad, pueden proporcionarles gracias a que son eso,
los países más ricos del mundo.
Una actitud no sólo egoísta, sino a la larga suicida.
Nuestro
planeta, la economía mundial en su conjunto, no está formada por un montón de
cajones estancos. Se pueden cerrar las fronteras para que no
pasen personas, capitales o mercancías, pero no para evitar que las crisis se
propaguen de un lugar a otro. Las economías dependen entre sí y es imposible
que las más ricas salgan adelante, que puedan sortear sus propias crisis y
gozar de mínima estabilidad, si las demás se vienen abajo. El colapso de las
economías en los países pobres producirá caídas en las exportaciones e
importaciones globales, cortes de suministros, impagos en cadena, tensiones
sociales, flujos migratorios y multitud de otros problemas que terminarán por
afectar a quienes ahora creen que puede ponerse a salvo salvándose sólo a ellos
mismos. Lo mismo que a Alemania o a Holanda no le servirá de mucho salvar a
sus empresas proporcionándoles ayudas multimillonarias si las economías del
resto de Europa a quienes les venden sus mercancías se vienen abajo o terminan
boicoteando sus productos para censurar su política egoísta, tampoco los países
más ricos del planeta podrán salir adelante si se siguen olvidando de los más
pobres.
En realidad, los más olvidados, las poblaciones de los Pueblos Amazónicos. Hoy es más dramática su situación, con respecto a la Crisis Sanitaria, donde los Gobiernos NO tienen un Sistema de Salud intercultural. Sus Líderes locales, parece que NO fueran escuchados, frente a semejante crisis.
***
Los problemas globales que estamos viviendo en nuestro
planeta necesitan, quizá más que nunca, perspectivas y soluciones globales,
instituciones y políticas a escala planetaria capaces de
proporcionar, eso sí, los recursos y condiciones que hagan posible que se den
respuestas en lo espacios y a las gentes concretas que sufren las adversidades
y las carencias particulares.
Nos estamos centrando en lo que pasa en los países que
disponen de recursos para hacer frente a la pandemia y
nos olvidamos de la mayor parte de la humanidad, sin percatarnos que eso nos
supone a medio plazo un peligro quizá mucho mayor.
Es imprescindible garantizar que los países más pobres
dispongan de liquidez suficiente para enfrentarse a la pandemia, hay que
establecer controles a los movimientos de capital
para evitar que los flujos especulativos los arruinen, evitar que se ahoguen en
la deuda suspendiendo el pago y estableciendo con urgencia un proceso
internacional de reestructuración y jubileo, hay que aumentar la ayuda al
desarrollo y, lo más importante, hay que reconsiderar las condiciones tan
injustas e ineficientes en que se desenvuelve el comercio y las finanzas
internacionales.
A los países ricos les pasa lo que decía Francis Bacon
que ocurre a los seres egoístas: son capaces de provocar un incendio en casa
del vecino para freírse un huevo.
Incendiamos de pobreza a la inmensa mayoría de la
población mundial para freír en su sufrimiento el huevo de nuestros privilegios
de ricos, sin darnos cuenta de que las llamas se propagan sin
remedio y que nos asfixiaremos todos si no las
apagamos cuanto antes de la única forma en que puede apagarse el incendio de la
pobreza, con justicia, respeto, ayuda mutua y solidaridad.
JUAN TORRES LÓPEZ es
Catedrático de Economía Aplicada de la Universidad de Sevilla. Dedicado al
análisis y divulgación de la realidad económica, en los últimos años ha
publicado alrededor de un millar de artículos de opinión y numerosos libros que
se han convertido en éxitos editoriales. Los dos últimos, ‘Economía para no
dejarse engañar por los economistas’ y ‘La Renta Básica. ¿Qué es, cuántos tipos
hay, cómo se financia y qué efectos tiene?’
*****
No hay comentarios:
Publicar un comentario