“El virus "Putogan". El
filósofo esloveno sugiere que hay tres tormentas que están combinando sus
fuerzas sobre Europa: el impacto físico directo del coronavirus y sus
efectos económicos (que no son específicamente europeos) y el virus Putogan:
la nueva explosión de violencia en Siria entre Turquía y el régimen de Assad,
directamente apoyada por Rusia.
“El diabólico baile entre Erdogan y Putin,
del conflicto a la alianza y de vuelta al conflicto, no debería engañarnos: ambos extremos forman
parte del mismo juego geopolítico a expensas del pueblo sirio. Los dos son lo
peor, y ambos deberían ser tratados como lo que son: criminales de guerra
que utilizan el sufrimiento de millones de personas y destruyen un país para
perseguir sus fines de manera implacable, entre los cuales figura la
destrucción de una Europa unida. En un mundo con un mínimo sentido de
justicia, ninguno de los dos debería estar en el palacio presidencial, sino en
el Tribunal Penal Internacional de La Haya”.
"En uno de los capítulos del libro, Zizek comenta críticamente “la
obra maestra” de Byung-Chul Han: La sociedad del cansancio. “Hoy
en día todo el mundo es un trabajador que se autoexplota en su propia
empresa. Ahora todos somos
amos y esclavos al mismo tiempo. Incluso la lucha de clases se ha transformado
en una lucha de clases interior contra uno mismo”, argumenta el filósofo surcoreano. “La nueva forma de subjetividad descrita por Han
está condicionada por la nueva fase del capitalismo global, que sigue
siendo un sistema de clases con crecientes desigualdades: la lucha y los
antagonismos de ninguna manera son reducibles a la ‘lucha contra uno mismo intrapersonal’.
Todavía hay millones de trabajadores manuales en los países del Tercer
Mundo, y hay grandes diferencias entre distintos tipos de trabajadores
inmateriales. Un abismo separa al alto directivo que posee o dirige una
empresa del trabajador precario que pasa todos
los días solo en casa con su ordenador personal: sin duda no son amo y esclavo
en el mismo sentido”, precisa Zizek.
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NUESTRA OPINIÓN- Es obligación nuestra, hoy leer lo bueno - análisis
e interpretación - de toda la
producción que los Intelectuales están produciendo. En esa misma
dirección hoy están trabajando Intelectuales y Políticos de "La
Internacional Progresista". No coincido con todas sus Teorías de ZIZEK, pero
las respeto, son muy importantes y “desafiantes” para la Academia,
nos sirven de fundamento a nosotros los Profesionales para explicar a
nuestros Colectivos, Organizaciones, Gremios, Sindicatos y Colegios
Profesionales - soy Sociólogo - que
significa NO volver a la "Vieja o antigua normalidad" de la Desigualdad,
el hambre, la pobreza, el desempleo y subempleo (precariedad
inhumana en el Trabajo), la destrucción de la Madre Naturaleza, etc. Ahora
tener los argumentos necesarios y centrales para explicar en qué consiste "La Nueva Normalidad", está entre nosotros, en especial en los Países
en Desarrollo, hoy donde la RESISTENCIA CULTURAL de los Pueblos Andinos, está levantando ese Muro
de la SOLIDARIDAD. Recuperando en lo principal LA
CONFIANZA de nuestros Pueblos. Lo terrible es que la POBLACIÓN
de nuestros países están siendo destruidos "demolidos por el
Virus", porque años de años las Políticas neoliberales - llenas
de CORRUPCIÓN, destruyeron, mercantilizaron y privatizaron la EDUCACIÓN y la
SALUD y hoy el VIRUS
está desnudando a todas las Mafias de delincuentes, vestidos de
"políticos", que nos gobernaron los últimos 30 años.
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SLAVOJ ZIZEK: "NO HABRÁ NINGÚN REGRESO A LA NORMALIDAD"
Se publicó en ebook "Pandemia
*****
Este
texto polémico, que hasta ahora circulaba en forma fragmentada o en
traducciones informales, acaba de ser editado completo en español. El filósofo
esloveno propone una catarata de reflexiones urgentes sobre la política,
la economía, el miedo y las libertades, con esa mezcla zizekiana típica en la
que combina posmarxismo, psicoanálisis lacaniano, cine y series.
Silvina Friera.
Página/12 martes 26 de mayo del 2020.
El gran
provocador jamás deja a nadie indiferente. El irreverente filósofo esloveno
analiza la catástrofe mundial que desató el coronavirus como una
oportunidad para instalar un nuevo sistema social “comunista” -¡Comunismo
o barbarie, así de simple!- que reemplace al “Nuevo Orden Mundial
liberal-capitalista”. En Pandemia. La covid-19 estremece al
mundo (publicado por Anagrama, en traducción de Damià Alou), Slavoj
Zizek despliega en 80 páginas una reflexión urgente sobre la política, la
economía, el miedo y las libertades, con esa mezcla zizekiana típica
en la que combina posmarxismo, psicoanálisis lacaniano, cine y series –prefiere
las islandesas como Trapped y Los asesinatos del
Valhalla-, además de los infaltables chistes como espejos cóncavos de la
vida. “En tiempos de epidemia se necesita un Estado fuerte (…) Las
medidas a largo plazo, como las cuarentenas, tienen que llevarse a cabo con una
disciplina militar”, afirma Zizek.
Nueva normalidad sobre las ruinas
Zizek
(Liubliana, 1949) es de lo que se aíslan voluntariamente, incluso
en los viajes, porque disfruta más de la tranquilidad del cuarto
de hotel que de las imposiciones turísticas de la ciudad de turno. Al
comienzo del libro arroja una pregunta crucial: ¿Se aprenderá algo de la
catástrofe en curso?
“Hegel
escribió que lo único que podemos aprender de la historia es que no aprendemos
nada de la historia, así que dudo que la epidemia nos haga más sabios
–afirma el filósofo esloveno-. Lo único que está claro es que el virus
destruirá los cimientos de nuestras vidas, provocando no sólo una enorme
cantidad de sufrimiento, sino un desastre económico posiblemente peor que la
Gran Recesión. No habrá ningún regreso a la normalidad, la nueva
normalidad tendrá que construirse sobre las ruinas de nuestras antiguas vidas”.
Para el
filósofo esloveno los mecanismos de mercado no serán suficientes para evitar el
caos y el hambre.
“Tendrán
que considerarse a nivel global medidas que hoy en día a casi todos nos parecen
‘comunistas’: la coordinación de la producción y la distribución tendrá que
realizarse fuera de las coordenadas del mercado”. Zizek
lee la epidemia de coronavirus como una inversión de La guerra de los
mundos de H.G. Wells (1897):
“Los ‘invasores marcianos’ que explotan de manera
implacable la vida en la Tierra y la destruyen somos nosotros, la humanidad; y
ahora, después de que todos nuestros mecanismos de primates altamente
evolucionados ideados para defendernos hayan fracasado, nos vemos amenazados
por ‘la criatura más humilde que Dios, en su sabiduría, ha puesto sobre la
Tierra, unos estúpidos virus que se reproducen ciegamente y luego mutan”.
La ironía le sienta bien. “Lo realmente difícil es aceptar el hecho de que la
epidemia actual es el resultado de la pura contingencia, que simplemente ha
ocurrido y no hay ningún significado oculto. Si vemos las cosas desde una
perspectiva más amplia, somos una especie que no posee ninguna importancia especial”,
escribe Zizek.
Distancia mutua asegurada
La
pandemia de coronavirus señala los límites de la globalización de mercado y del “populismo
nacionalista” que insiste en una plena soberanía estatal.
“El lema
‘Estados Unidos (o el país que sea) primero’ ya no tiene ningún sentido. Los
Estados Unidos solo podrán salvarse a través de una coordinación y colaboración
global. No estoy hablando de ninguna utopía, no apelo a la solidaridad
idealizada entre la gente –aclara Zizek-.
Por el contrario, la crisis actual demuestra claramente que la
solidaridad y la cooperación global tienen como finalidad la supervivencia de
todos y cada uno de nosotros, y que obedecen a una pura motivación racional y
egoísta. El autor de Todo lo que usted siempre quiso saber
sobre Lacan y nunca se atrevió a preguntarle a Hitchcock, A
propósito de Lenin, El títere y el enano, Mis chistes,
mi filosofía, La nueva lucha de clases y La
vigencia de El manifiesto comunista, entre otros libros, no cree que la
mayor amenaza sea una brutal violencia por la supervivencia con desórdenes
públicos o linchamientos por culpa del pánico; un escenario posible, si colapsa
la sanidad pública. “Más que la pura barbarie, me da miedo la barbarie
con rostro humano: implacables medidas de supervivencia que se imponen con
pesar e incluso mostrando simpatía, aunque legitimadas por las opiniones de
expertos”.
El
filósofo esloveno manifiesta su desacuerdo con Giorgio Agamben, cuando
ve en la crisis actual un signo de que
“nuestra
sociedad ya no cree en nada más que en la vida desnuda (Nuda vita). Es
evidente que los italianos están dispuestos a sacrificar prácticamente todo
–las condiciones normales de la vida, las relaciones sociales, el trabajo,
incluso las amistades, los afectos y las convicciones religiosas y políticas-
ante el peligro de ponerse enfermos. La vida desnuda –y el peligro de perderla-
no es algo que una a la gente, sino que la ciega y la separa”.
Según Zizek las cosas son mucho más ambiguas y la amenaza de
muerte también une.
“La
distancia corporal es mostrar respeto hacia el otro, pues yo puedo ser portador
del virus –explica-. Si durante la Guerra Fría la regla de
supervivencia era MAD (las siglas en inglés de Destrucción Mutua Asegurada),
ahora tenemos otra MAD: la distancia mutua asegurada (son las mismas siglas en
inglés)”. En una situación en la que todos estamos atrapados en una triple
crisis –médica, económica y psicológica- el filósofo insiste en que hay que
“aprender a pensar fuera de las coordenadas del mercado y el beneficio” para
encontrar otra manera de producir y asignar los recursos necesarios. “Si
las autoridades se enteran de que una empresa está acaparando millones de
mascarillas a la espera de que llegue el momento adecuado para venderlas, no
tiene que haber ninguna negociación con la empresa, simplemente hay que
requisarlas”, advierte Zizek.
Somos todos socialistas, incluso Trump
¿Cuánto
se escribió a partir de que Zizek sugirió que
una manera de salir de esta crisis era apelando a una forma de “comunismo”?
Mucho. Y el filósofo esloveno fue objeto de burla.
“Ahora
vemos que Trump anuncia que pretende ‘tomar control del sector privado’. ¿Alguien
podía imaginarse ese titular antes de la epidemia? Y esto es solo el principio:
se necesitarán muchas más medidas como esta (…) No basta con aislarse y
sobrevivir: para que esto sea posible, los servicios públicos básicos
tendrán que seguir funcionando: la electricidad, el agua, los alimentos y los
medicamentos tendrán que seguir estando al alcance de todo el mundo”. Sacudir
conciencias, en estos tiempos, no es una tarea sencilla. Zizek sabe bien dónde golpear y lo hace con estilo.
“Hay
cosas progresistas que solo puede hacer un conservador con intachables
credenciales patrióticas: solo De Gaulle fue capaz de darle la independencia a
Argelia, y solo Nixon fue capaz de establecer relaciones con China. En
ambos casos, si un presidente progresista hubiera intentado hacer estas cosas,
al instante habría sido acusado de traicionar el interés nacional. Lo mismo se
puede decir ahora de Trump cuando limita la libertad de las empresas
privadas y las obliga a producir lo que resulta imprescindible para luchar
contra el coronavirus: de haberlo hecho Obama, los populistas de derecha sin
duda habrían enfurecido, afirmando que utilizaba una crisis sanitaria como
excusa para introducir el comunismo en Estados Unidos”, compara el filósofo
esloveno.
¡Comunismo o barbarie!
Como si
redoblara el desafío, para golpear más lejos y horadar las convicciones
ideológicas del liberalismo, se supera a sí mismo. “Tal como reza el
dicho: en una crisis somos todos socialistas. Incluso Trump se está
planteando ahora una forma de Renta Básica Universal: un cheque de 1.000
dólares para cada ciudadano adulto. Se gastarán billones de dólares
violando todas las reglas del mercado convencionales –recuerda el
filósofo-. Este socialismo forzado, ¿será un socialismo para los ricos,
igual que lo fue el rescate de los bancos en 2008 mientras millones
de personas perdían sus pequeños ahorros? ¿Se reducirá la epidemia a otro
capítulo en la triste y larga historia de lo que Naomi Klein llamó ‘el capitalismo del desastre’, o
surgirá de ella un nuevo orden mundial más equilibrado, aunque quizá más
modesto?” Zizek cuestiona la “nueva verdad”
que circula:
“estamos
todos juntos en esta crisis, deberíamos olvidarnos de la política y trabajar al
unísono para salvarnos”. Esta idea antipolítica le parece falsa. “Es
ahora cuando se necesita la verdadera política: las decisiones acerca de la
solidaridad son eminentemente políticas”, subraya el filósofo esloveno.
En el
capítulo diez de Pandemia, titulado ¡Comunismo o barbarie, así de
simple!, Zizek profundiza su propuesta. Su idea de “comunismo” (escrito
entrecomillas por el propio autor) no es un “sueño”, sino el nombre de
lo que ya está sucediendo.
“No es la
visión de un futuro luminoso, sino más bien ‘un comunismo del desastre’ como
antídoto al ‘capitalismo del desastre’. El Estado no solo debería asumir un papel mucho más activo,
reorganizando la fabricación de los productos más necesarios, como mascarillas,
kits de pruebas y respiradores, requisando hoteles y otros complejos de
vacaciones, garantizando un mínimo de supervivencia a todos los desempleados,
etc., sino hacer todo esto abandonando los mecanismos del mercado”, plantea
el filósofo esloveno. “Si los Estados simplemente se aíslan, comenzarán las
guerras. A todo esto, me refiero cuando hablo de ‘comunismo’, y no veo
ninguna alternativa que no sea una nueva barbarie”, agrega Zizek. “Uno de
los signos de la civilización actual es que cada vez más gente comprende que la
prolongación de las diversas guerras que recorren el planeta es algo totalmente
demencial y absurdo. Y también que la intolerancia hacia las demás razas y
culturas, y hacia las minorías sexuales resulta insignificante en
comparación con la escala de la crisis a la que nos enfrentamos. Por eso, aunque
hacen falta medidas de guerra, me parece problemático el uso de la palabra
‘guerra’ para nuestra lucha contra el virus: el virus no es un enemigo con
planes y estrategias para destruirnos, no es más que un estúpido mecanismo que
se autorreplica”.
El virus "Putogan"
El
filósofo esloveno sugiere que hay tres tormentas que están combinando sus
fuerzas sobre Europa: el impacto físico directo del coronavirus y sus efectos
económicos (que no son específicamente europeos) y el virus Putogan: la
nueva explosión de violencia en Siria entre Turquía y el régimen de Assad,
directamente apoyada por Rusia.
“El
diabólico baile entre Erdogan y Putin, del conflicto a la alianza y de vuelta
al conflicto, no debería engañarnos: ambos extremos forman
parte del mismo juego geopolítico a expensas del pueblo sirio. Los dos son lo
peor, y ambos deberían ser tratados como lo que son: criminales de guerra que
utilizan el sufrimiento de millones de personas y destruyen un país para
perseguir sus fines de manera implacable, entre los cuales figura la
destrucción de una Europa unida. En un mundo con un mínimo sentido de justicia,
ninguno de los dos debería estar en el palacio presidencial, sino en el
Tribunal Penal Internacional de La Haya”.
En uno de
los capítulos del libro, Zizek comenta críticamente “la obra maestra” de
Byung-Chul Han: La sociedad del cansancio.
“Hoy en
día todo el mundo es un trabajador que se autoexplota en su propia
empresa. Ahora todos somos amos y esclavos al mismo tiempo.
Incluso la lucha de clases se ha transformado en una lucha de clases
interior contra uno mismo”, argumenta el filósofo surcoreano. “La
nueva forma de subjetividad descrita por Han está condicionada por la nueva
fase del capitalismo global, que sigue siendo un sistema de clases con
crecientes desigualdades: la lucha y los antagonismos de ninguna manera son
reducibles a la ‘lucha contra uno mismo intrapersonal’. Todavía hay millones
de trabajadores manuales en los países del Tercer Mundo, y hay grandes
diferencias entre distintos tipos de trabajadores inmateriales. Un abismo
separa al alto directivo que posee o dirige una empresa del trabajador precario
que pasa todos los días solo en casa con su ordenador personal: sin duda no son
amo y esclavo en el mismo sentido”, precisa Zizek.
Pandemia es
un libro tan polémico como necesario.
“Quizá
sea esto lo más perturbador de la actual epidemia vírica –reconoce el filósofo
esloveno-. Cuando la naturaleza nos ataca con un virus, lo hace para
devolvernos nuestro propio mensaje. Y el mensaje es: lo
que tú me has hecho a mí, yo te lo hago a ti”.
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