“Los titulares de la prensa nos hablan del trauma, del dolor y del
desastre debido a una explosión histórica de desempleo capitalista. Pero la
denuncia del desempleo estuvo siempre en el centro de las acusaciones
contra el capitalismo. Es un sistema que recompensa a los patrones con
los beneficios obtenidos mediante el trabajo remunerado de los empleados y
empleadas. Sin embargo, este sistema no necesariamente logra siempre proponer
un trabajo a cada uno de ellos y ellas lo que se traduce en una reducción de
sus ganancias. Peor aún, es un fenómeno que ocurre
con bastante regularidad y que se conoce como «ciclo económico». Esos
ciclos demuestran, intrínsecamente, que el capitalismo es socialmente
irracional. Los desempleados y desempleadas dejan de producir, pero siguen
consumiendo, aunque en cantidades reducidas. Obviamente, sería mejor que los trabajadores
siguieran produciendo lo que siguen consumiendo. Pero, a pesar de los
esfuerzos, el capitalismo nunca ha logrado ese objetivo: desde los años 30 ha
tratado de controlar sus propios ciclos recurrentes a través de políticas keynesianas. Son ciclos económicos que causan
regularmente estragos y sufrimiento a los trabajadores y trabajadoras”.
“Otra irracionalidad
del capitalismo radica en el obstinado rechazo de los capitalistas a considerar, y mucho
menos a aplicar, la alternativa obvia al desempleo: Cuando los trabajadores
y trabajadoras empiezan a ser despedidos (debido a la caída de la demanda,
la recesión, la automatización, etc.), los empleadores tendrían la
posibilidad de mantener los empleos reduciendo la jornada de trabajo.
todos los trabajadores terminarían de trabajar, cada viernes, a la una y
no a las cinco de la tarde.
Es difícil comparar y medir los costos respectivos del desempleo
y de la reducción de la jornada laboral. Eso explica probablemente la
preferencia de la mayoría de los capitalistas por el desempleo, por el
poder que éste les permite ejercer sobre los asalariados y asalariadas.
La perspectiva del desempleo es un motivo
de ansiedad para los trabajadores y trabajadoras, enfrentados entre sí por
miedo a ser despedidos. De esta manera, vemos que esta minoría social -la
de los empleadores – impone algo que es socialmente «irracional» a
trabajadores y trabajadoras, al menos a la gran mayoría de ellos/as. Y pese
a que durante esta pandemia el distanciamiento social permitiría
asegurar los puestos de trabajo, son pocos los empresarios que optan por reducir la jornada laboral en lugar de recurrir al seguro de
paro. Lo más lógico sería la reducción de la jornada laboral.
/////
ALTERNATIVAS AL
DESEMPLEO, UN «MAL CAPITALISTA». EXPLOTÓ EL DESEMPLEO.
*****
Richard
Wolff |13-05-2020 | EE.UU.
Rebelión
miércoles 13 de mayo del 2020.
En
los Estados Unidos, más de 33 millones de trabajadores y trabajadoras se han
quedado sin trabajo desde el brote de la pandemia de Covid-19.
Según
el Washington Post
del 7 de mayo de 2020, el 77% de estos nuevos desocupados cree que va a poder
volver a su trabajo o que podrá encontrar uno cuando la pandemia haya
terminado. Por otro lado, según varios estudios de economistas, el 40% de los
empleos perdidos no van a poder ser recuperados. Por lo tanto, el choque será
brutal. Además, la encuesta del Washington
Post indica que el .0 y el 16% de los
negros dicen que han sido despedidos o suspendidos temporalmente desde el
comienzo de la epidemia en los Estados Unidos. El porcentaje de blancos en esta
situación es, en cambio, del 11%. (1)
La
explosión del desempleo tendrá un efecto duradero en la configuración social y
política de los Estados Unidos. De ahí la necesidad de que el movimiento
sindical lleve a cabo una acción educativa sobre la relación entre el
capitalismo y el desempleo y que elabore los elementos para una alternativa. Es
lo que intenta hacer este artículo, con los límites que conlleva este tipo de
ejercicios.
***
Los
titulares de la prensa nos hablan del trauma, del dolor y del desastre debido a
una explosión histórica de desempleo capitalista. Pero la denuncia del
desempleo estuvo siempre en el centro de las acusaciones contra el capitalismo.
Es un sistema que recompensa a los patrones con los beneficios obtenidos
mediante el trabajo remunerado de los empleados y empleadas. Sin embargo, este
sistema no necesariamente logra siempre proponer un trabajo a cada uno de ellos
y ellas lo que se traduce en una reducción de sus ganancias. Peor aún, es un
fenómeno que ocurre con bastante regularidad y que se conoce como «ciclo
económico».
Esos
ciclos demuestran, intrínsecamente, que el capitalismo es socialmente
irracional. Los desempleados y desempleadas dejan de producir pero siguen
consumiendo, aunque en cantidades reducidas. Obviamente, sería mejor que los
trabajadores siguieran produciendo lo que siguen consumiendo. Pero, a pesar de
los esfuerzos, el capitalismo nunca ha logrado ese objetivo: desde los años 30
ha tratado de controlar sus propios ciclos recurrentes a través de políticas
keynesianas. Son ciclos económicos que causan regularmente estragos y
sufrimiento a los trabajadores y trabajadoras.
Otra
irracionalidad del capitalismo radica en el obstinado rechazo de los
capitalistas a considerar, y mucho menos a aplicar, la alternativa obvia al
desempleo: Cuando los trabajadores y trabajadoras empiezan a ser despedidos
(debido a la caída de la demanda, la recesión, la automatización, etc.), los
empleadores tendrían la posibilidad de mantener los empleos reduciendo la
jornada de trabajo. todos los trabajadores terminarían de trabajar,
cada viernes, a la una y no a las cinco de la tarde.
Es
difícil comparar y medir los costos respectivos del desempleo y de la reducción
de la jornada laboral. Eso explica probablemente la preferencia de la mayoría
de los capitalistas por el desempleo, por el poder que éste les permite ejercer
sobre los asalariados y asalariadas. La perspectiva del desempleo es un motivo
de ansiedad para los trabajadores y trabajadoras, enfrentados entre sí por
miedo a ser despedidos. De esta manera, vemos que esta minoría social -la de
los empleadores – impone algo que es socialmente «irracional» a trabajadores y
trabajadoras, al menos a la gran mayoría de ellos/as. Y pese a que durante esta
pandemia el distanciamiento social permitiría asegurar los puestos de trabajo,
son pocos los empresarios que optan por reducir la jornada laboral en lugar de
recurrir al seguro de paro. Lo más lógico sería la reducción de la jornada
laboral.
La
perspectiva del desempleo tiene efectos devastadores para los asalariados/as y
sus familias. La experiencia del desempleo conduce a niveles crecientes de
depresión, de alcoholismo, de abuso de drogas, a problemas matrimoniales, al
maltrato infantil y otros males sociales. El desempleo también provoca una
disminución de la autoestima de los trabajadores y las trabajadoras, la pérdida
de habilidades relativas a la vida laboral, una mayor fragilidad de la salud
física y mental y la pérdida de los ahorros eventuales.
El
desempleo no es algo que los trabajadores y trabajadoras deseen y en algunos
aspectos, los empleadores tampoco, pero los golpea una y otra vez. Los
defensores del capitalismo tienen una preocupación permanente: los
desempleados/as, en tanto que víctimas del capitalismo, son
potencialmente receptivo/as a los discursos críticos. En el pasado, la
alianza entre víctimas y críticos del capitalismo logró desafiar al sistema y
lo amenaza de nuevo.
El
desempleo es parte de un círculo vicioso propio del capitalismo. Los ingresos
de los hombres y mujeres desempleados bajan y por lo tanto, reducen su consumo,
privando así de los beneficios habituales a los capitalistas que producen los
productos que ya no consumen y cuyas ventas se ven reducidas. En respuesta,
estos capitalistas despiden parte de su fuerza de trabajo. Esto agrava el
desempleo: un círculo vicioso.
***
Son
muchos los fenómenos que pueden desencadenar el desempleo en una sociedad
capitalista. La aparición del círculo vicioso que acabamos de describir y que
puede conducir a una agudización del desempleo, dependerá de las circunstancias
de la sociedad en la que haya aparecido. Supongamos, por ejemplo, que los consumidores
no se interesan más en el producto A; los capitalistas despedirán a los
trabajadores que lo producen. Esto podría llevar a una espiral descendente
viciosa para todo el sistema. Pero no será así si los consumidores muestran un
interés creciente por el producto B. Los capitalistas contratarían a los
productores despedidos de A para cubrir los puestos de trabajo necesarios a B.
Pero, contrariamente a nuestro ejemplo, es la incapacidad de esta sociedad capitalista para prepararse y para hacer frente a la pandemia de COVID-19 la que ha provocado un desempleo tan alarmante y con un crecimiento vertiginoso. La espiral regresiva del desempleo masivo se ha puesto en marcha. Si bien el virus fue el detonante, el capitalismo ya debilitado reaccionó con un crash económico.
En
los Estados Unidos, en particular, se ha hecho muy poco y demasiado tarde para
contrarrestar el desempleo causado por la pandemia con la creación de otros
puestos de trabajo en la sociedad. Por ejemplo, el aumento de la contratación
en los servicios de entrega a domicilio (vinculados al comercio electrónico)
está lejos de haber absorbido los millones de personas despedidas por
restaurantes, bares, grandes comercios, hoteles, aerolíneas, etc. Hubo una
explosión de la espiral regresiva.
Sin embargo, nada de eso era inevitable. Como el gobierno de EE.UU. había hecho con el New Deal en la década de 1930, podría haber implementado un programa federal de empleo masivo para dar trabajo a los millones de personas despedidas por los empleadores con el «cierre» el sector privado. Entre las tareas socialmente útiles para los titulares de empleos federales podrían haber figurado las campañas masivas de pruebas de coronavirus en todo el territorio de los Estados Unidos; la limpieza y desinfección periódicas de los espacios públicos; la reorganización de las instalaciones públicas para asegurar el distanciamiento social; cursos a través de medios de comunicación o de las redes sociales para los alumnos y estudiantes de las escuelas públicas (así como para el público en general con ganas o necesidad de seguir aprendiendo); una evolución de toda la producción y la economía para satisfacer las exigencias ecológicas; la creación de una red de cooperativas de trabajadores; etc.
Los
defensores del capitalismo lo describen como un sistema económico «racional».
Sin embargo, es irracional privar de empleo a los trabajadores y trabajadoras
cuando existen las herramientas, el equipo y las materias primas necesarias
para producir bienes y servicios socialmente útiles. También es socialmente
irracional dejar inactivos los lugares de trabajo en los que se acumulan «el
óxido y el polvo», en lugar de reconfigurarlos o reestructurarlos para que sean
lugares de trabajo seguros y socialmente útiles. Es irracional ignorar la salud
mental y física que procura todo trabajo no alienante, sumiendo a millones de
trabajadores y trabajadoras en el desempleo. Por último, y por sobre todo, es
irracional privar a la sociedad en su conjunto de los bienes y servicios que
pueden ser producidos por los trabajadores cuando tienen trabajo. Si el sector
capitalista privado no puede o no quiere volver a emplear a estos desempleados
buscando la manera más útil para la sociedad, entonces esta tarea le
corresponde al gobierno, que puede y debe hacerlo.
Si el interés por las ganancias privadas lleva a los capitalistas a tomar decisiones socialmente irracionales -como el despido de millones de empleados/as-, entonces la sociedad ya no debería considerar la ganancia como el criterio decisivo. Deberíamos sustituir este sistema basado en el beneficio privado por otros criterios en la toma de decisiones de las empresas. Este nuevo sistema podría asociar a las empresas privadas y a las empresas públicas en cooperativas de trabajadores y trabajadoras. En empresas de este tipo, los trabajadores y las trabajadoras tomarían democráticamente las decisiones relativas a la empresa: todos/as tendrían los mismos derechos a la hora de votar.
Y mejor aún, otros dos grupos de interesados/as podrían participar igualmente de manera democrática en la toma de decisiones: 1° los consumidores de la producción de cada empresa; y 2° los habitantes de las localidades en las que opera cada empresa.
Un sistema como éste determinaría como objetivos esenciales la calidad y la seguridad de los puestos de trabajo, el consumo y la residencia, y son esos criterios los que permitirían evaluar la rentabilidad de las empresas.
Las cooperativas de trabajadores y trabajadoras, en tanto que marco de trabajo para los millones de personas que han quedado desempleadas a causa de los desastres causados por el capitalismo, tienen un propósito específico. Los trabajadores y trabajadoras de las cooperativas de trabajo podrían ver con más claridad y reaccionar mucho antes a la irracionalidad fundamental del desempleo causado por el capitalismo. (…)
Estados Unidos. Explotó el desempleo.
***
El establecimiento de un sector de ese tipo en los Estados Unidos permitiría que los estadounidenses tomaran verdaderas decisiones sobre su propio sistema económico. Los ciudadanos podrían observar, comprar y trabajar en empresas organizadas como cooperativas de trabajo asociadas y compararlas con sus homólogas organizadas según criterios capitalistas. En segundo lugar, las opciones democráticas adoptadas con conocimiento de causa permitirían que el pueblo de los Estados Unidos decidiera cómo combinar los dos sistemas económicos alternativos.
El hecho de avanzar hacia esas perspectivas ayudaría enormemente a encontrar y explotar nuevas formas para salir de esta crisis por arriba, no por abajo; a imaginar un futuro positivo ante las ruinas catastróficas de una pandemia y de un crash capitalista mayúsculo.
Richard D. Wolff es profesor emérito de economía en la Universidad de Massachusetts, Amherst. Actualmente es profesor invitado en la New School University de Nueva York. Sus trabajos están disponibles en rdwolff.com y en democracyatwork.info. Artículo publicado en Truthout, 6-5-2020: https://truthout.org/articles/mass-unemployment-amid-the-pandemic-is-an-indictment-of-capitalism/
*****
No hay comentarios:
Publicar un comentario