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El triunfo “arrollador” de la Sra
Merkel, en las elecciones de ayer domingo 22 de septiembre en Alemania, tendrá en primer lugar un importante resultado,
la consolidación de su economía y la confianza que por otros cuatro años le
deposita la ciudadanía teutona. En
segundo lugar, no será lo mismo en los llamados países de economías PIGS. Portugal, Irlanda, Grecia y España – economías chancho – para la
ciudadanía, puesto que al cabo de tres largos años de crisis de la llamada euro-zona no hay un atisbo de mejorar, de
salir de la crisis, muy por el contrario el total de sus políticas
implementadas siguen ciegamente a las políticas impuestas desde la Cumbre de Bruselas, - para nosotros, hace 20 años políticas del Consenso del Washington - políticas
financieras neoliberales – diseñadas, por el Banco Central Europeo, - B.C.E -, la Comisión
Económica Europea- C.E.E. - y el Fondo Monetario Internacional F.M.I. Es decir la llamada
Troika europea, es hoy la que ejerce y controla las políticas
económicas, que son las mismas construidas, aprobadas e impuestas por la Sra. Angela Merkel, - la nueva “Dama de
Hierro”, fiel continuadora de las políticas neoliberales de la Sra. Margaret Thatcher, que en los últimos
dos años amplió su dominio político-financiero hacia las economías de Francia, Italia, Chipre y en cierta medida
hacia el Reino Unido.
El resultado que tenemos hasta hoy
de las políticas neoliberales del ajuste, reajuste, salvataje y austeridad es muy simple: Más
millonarios, más riqueza en pocas manos, una élite financiera, imposición del pensamiento único, (el evangelio neoliberal, mundializado) mayores poderes a los bancos, los responsables de la crisis – a quienes
fue dirigido todas las políticas con los miles de millones de dólares y euros –
salvados de la deuda privada,
convertida, transformada por artes de birlibirloque en deuda pública, fortalece los poderes
de las corporaciones transnacionales, recuperación de las ganancias corporativas y acumulación
creciente; en cambio por el lado en el escenario de escenarios de las clases y la lucha de clases, los trabajadores, la ciudadanía en general, la crisis se ha manifestado
con toda fuerza, en: generalización del desempleo, degradación del trabajo,
deterioro de las condiciones de vida, miles de miles perdieron su vivienda – el desahucio funcionó de maravilla a
favor de los bancos - destrucción del futuro de las presentes generaciones,
liquidación de derechos de los jubilados,
privatización de servicios públicos, fuerte agresión presupuestaria sobre la educación, el
servicio de salud, las Universidades, liquidación de los centros de investigación científica; desconocimiento de los derechos sociales y
laborales, pero a su vez por la crisis, se han convertido en “nuevas fábricas” o centros especiales de producción de nuevos pobres, - la pobreza a aumentado en
varias regiones de Europa, en especial la población de los sectores migrantes, llegando en total para el 2012 a 120 millones de europeos - aplastados y marginados por políticas xenofóbicas y homofóbicas. Grave agresión política a las instituciones, otrora “modelo” y fortaleza
de la Democracia y el propio Estado de Bienestar, el Modelo Social Europeo.
La alegría de los jóvenes alemanes, por el triunfo de la Sra Merkel, sus políticas dentro de su país les garantiza "el derecho al futuro".
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En resumen, los próximos cuatro
años las políticas financieras de la Sra. Merkel estarán en el “filo del
cuchillo”, es decir, entre
la imposición de los poderosos, la troika y los poderes facticos - El Foro Económico Mundial - y más allá con más poder, los nuevos amos del mundo - El Club de Bilderberg - como el
rechazo y cuestionamiento de los explotados, trabajadores, ciudadanos y
Naciones enteras, por su propia complejidad estas políticas, manifiestan ausencia
de liderazgo político, pero si peso
financiero – puesto que tiene el apoyo de los poderes facticos globales –,
mayor concentración de la propiedad, profundización de la desigualdad entre el capital y la mano de obra, la creación de
enormes reservas de mano de obra para aumentar aún más sus ganancias, es decir,
hoy encontramos, la evidencia, como se profundiza y se generaliza la desigualdad económico
social, realidad que sintetiza la multidimesionalidad de la crisis, crisis desigual – afecta a los países de la euro-zona –
pero no a países con fuerte desarrollo industrial, liderazgo político, políticas
contra la corrupción, el rescate de la política y en general donde la clase capitalista ha salido
reforzada y lo más importante y trascendente es que aprovecha directamente
las nuevas condiciones políticas,
sociales, ideológicas creadas como resultado y consecuencia de la crisis
para consolidar aún más su dominio y aplicación de diversas formas de explotación
de los nuevos "esclavos" asalariados, sin derechos sociales y laborales. Obviamente,frente a este desastre político de la troika, el economista, Premio Nobel Joseph Stiglitz expresa los siguiente: “La austeridad solo ha conseguido paralizar el
crecimiento de Europa, con decepcionantes mejoras en las balanzas fiscales en
todos los casos. Y lo que es peor, la austeridad contribuye al aumento de las
desigualdades que harán que esta situación de fragilidad económica perdure,
exacerbando innecesariamente el sufrimiento de las personas en situación de
desempleo y pobreza durante muchos años”.
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ALEMANIA: Canciller Merkel arrasó, pero sus aliados de derecha
quedaron fuera.
Ganó reelección y tendrá que formar nueva
Coalición.
Ajuste, Austeridad, desempleo,
eliminación de derechos sociales, privatización de servicios públicos, etc.
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Con 41,7 por ciento, la canciller y su partido CDU
lograron un resultado muy por encima de sus expectativas. Sus aliados liberales
no van a estar representados en el Parlamento. Y lo más probable es que haga
alianza con los socialdemócratas.
Página
/12 lunes 23 de septiembre del 2013.
Matti Steinitz.
Desde
Berlín.
Alemania votó y se confirmó
lo que se había anunciado en todas las encuestas: habrá cuatro años más con
Angela Merkel de la Unión Cristiano-Demócrata (CDU, centroderecha) a la cabeza
del gobierno. Pero, aunque la reelección de Merkel estaba prácticamente
asegurada de antemano, los resultados de las elecciones dejaron a casi todos
los representantes de la clase política alemana sorprendidos, algunos
eufóricos, otros traumados. Con 41,7 por ciento, Merkel y su partido lograron
un resultado muy por encima de sus propias expectativas, ganando más que ocho
por ciento respecto de las últimas elecciones del 2009, y reafirmando su papel
como mayor fuerza política del país –definitivamente un triunfo personal de
Merkel–. Pero la victoria de la canciller tiene un sabor amargo, ya que sus
aliados del FDP (Partido Democrático Liberal) sufrieron una derrota histórica y
no van a estar representados en el Parlamento, lo que quiere decir que no habrá
continuidad de la actual coalición de centroderecha.
Todo indica que Merkel y
la CDU se van a tener que arreglar con sus rivales del Partido Socialdemócrata
Alemán (SPD, centroizquierda) y formar una llamada “gran coalición”. Apenas
25,6 por ciento votaron por el candidato de la oposición, Peer Steinbrück, que
así pudo mejorar el resultado desastroso de las últimas elecciones por tres por
ciento, pero igual se quedó muy lejos de su meta de sacar a Merkel del poder.
Mientras los dos grandes partidos alemanes, CDU y SPD, por primera vez en años
pudieron ganar votos, aunque de manera muy desigual, todos los partidos chicos,
los Verdes, la Izquierda y los liberales del FDP perdieron.
La derrota del FDP, que
hasta ayer había formado parte de la coalición de gobierno de Merkel, significa
un terremoto en la política alemana (ver aparte). Con un 4,7 por ciento, por
primera vez, en sus 64 años de existencia, no lograron el cinco por ciento
necesario para ingresar al parlamento, lo que significa una baja del diez por
ciento de su resultado record del 2009. Como en las encuestas se habían movido
alrededor del cinco por ciento, la posibilidad de fallar había sido tema de
muchas especulaciones, en teoría. Pero en la práctica, todos los expertos y los
representantes del partido habían estado seguros que en el último momento iban
a conseguir los votos necesarios, como en otras instancias cuando votantes del
CDU le habían dado una mano para no perder el aliado más cercano
ideológicamente. Una semana antes de las elecciones, los dos cabezas del
partido, el ministro de economía, Phillip Rösler, y el candidato principal, Rainer
Brüderle, lanzaron una campaña desesperada para ganar votos de la CDU, que
decía: “El que quiera Merkel que vote al FDP”. Si la idea era dar lástima, sí
funcionó, pero ésta no se materializó en votos. Al contrario: según recientes
estudios sobre los movimientos electorales la victoria abrumadora de la CDU se
debe en gran parte a más de dos millones de ex votantes del FDP, que estaban
hartos del diletantismo y la pésima actuación de sus dirigentes.
Después de su victoria
impresionante del 2009, los liberales, representados antes que nada por el
ministro de relaciones exteriores Guido Westerwelle, estaban agrandados por sus
resultados electorales y desesperados por marcar perfil contra sus aliados de la
CDU. Westerwelle y su equipo no habían dejado escapar ni una oportunidad para
provocar conflictos con la motivación de presentarse como los verdaderos
defensores del mercado libre y del capitalismo sin frenos dentro de la
coalición. En la opinión pública quedó la imagen de un hermano chico fastidioso
que grita constantemente para llamar la atención. El ministro de relaciones
exteriores y ex líder del partido, Guido Westerwelle, fue el símbolo de la
caída libre del FDP. Tras varias derrotas en elecciones regionales y las
encuestas en el piso, la cara del liberalismo alemán perdió su cargo de jefe
del partido en el 2011. Su sucesor, Phillipp Rösler, un ex oficial del ejército
alemán con aire de adolescente, nunca supo sacar su partido de la crisis. En
una entrevista había dicho que no quería hacer política más allá de los 45
años. Ahora, todo indica que el plan del político que cumplió 40 años en
febrero se va hacer realidad antes de lo pensado. Su partido, probablemente sin
él, va a tener que enfrentar la tarea difícil de reconquistar su electorado
desde afuera del Parlamento.
Los Verdes están adentro
y sus pérdidas no han sido tan drásticas, pero el 8,4 por ciento que recaudaron
está muy abajo de lo que se habían esperado. Hace sólo unos pocos meses que en las
encuestas le habían pronosticado un 16 por ciento. Desde la catástrofe atómica
de Fukushima habían vivido una período de alta popularidad que tuvo su máxima
expresión en la elección del primer gobernador verde en la provincia de Baden
Würtenberg. Pero en las últimas semanas de la campaña, sus números empezaron a
caer. Al líder del partido, Jürgen Trittin, ahora se le reprocha que puso un
nuevo enfoque en la justicia social en la agenda del partido, cuando su punto
fuerte siempre ha sido la ecología, más ahora, cuando el cambio hacia la
energía regenerativa es un tema fuerte en la política alemana, y el electorado
ya se ha alejado bastante de las raíces izquierdistas del partido. También
tuvieron que enfrentar fuertes acusaciones por haber defendido la legalización
del amor físico entre adultos y niños en sus comienzos, en los años ’80. En su
lucha por la liberalización de las rígidas normas sexuales de aquella época y
en contra de la discriminación de otras orientaciones sexuales, también hubo
lugar para una plataforma de pedófilos. En plena campaña salieron unos
documentos que incriminaban a Trittin y otros, que se distanciaban de sus
“errores de juventud”, pero el daño estaba hecho. Ahora parece que la Izquierda
con 8,5 por ciento los pasó y se convirtió en la tercera fuerza política del
país por primera vez desde su fundación.
Unas
horas después del cierre de las urnas, los candidatas se presentaron en las
sedes de sus partidos. Mientras que en la CDU había ambiente de estadio después
de ganar una copa cuando Merkel llamó a los suyos a celebrar, los del FDP
lloraron y los vasos quedaron llenos para el brindis que no fue. Steinbrück
agradeció a los militantes socialdemócratas por apoyarlo en tiempos difíciles.
“Hicimos una buena campaña, pero no se dio el resultado que queríamos”, dijo.
“Ahora, lo bueno es que la pelota está en el campo de Merkel y nosotros
veremos.” Lo que esto quiere decir es que se va a decidir en los próximos días.
Ya hay algunos que de manera exaltada resaltan que la cadena que Merkel llevaba
puesta ayer tenía algo de verde también. Aunque esta combinación parezca poco
probable, este domingo electoral demostró que sigue habiendo sorpresas, hasta
en la República Federal de Merkel, que tanto aprendió a aburrirse durante los
últimos ocho años de su mandato.
CUATRO AÑOS MÁS DE
AJUSTE y DESEMPLEO.
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Marcela López San Miguel
A Angela Merkel le
disgusta que la comparen con Margaret Thatcher, pero ella suscribe su famosa
máxima “la dama no da marcha atrás” (“The lady’s not for turning”). La
canciller alemana no ha retrocedido un ápice en su exigencia a los países en
crisis del sur europeo para que ajusten. Esa es su forma de manejar la crisis
del euro, no importa si el costo resultante es más desocupación, pobreza y
miseria para Portugal, Italia, Grecia y España, los llamados PIGS –acrónimo que
significa “cerdos” usado peyorativamente por medios económicos anglosajones–
víctimas de la desindustrialización, la burbuja inmobiliaria y la especulación
financiera.
La canciller de la
austeridad aseguró durante la campaña que Atenas nunca debió entrar a la Unión
Europea. Merkel achacó la responsabilidad de esa decisión “fundamentalmente
errónea” a su predecesor socialdemócrata Gerhard Schröder. Al mismo tiempo,
encomendó a Grecia a cumplir con el plan de ahorro al que se ha comprometido
frente a la troika formada por la Comisión Europea, el Banco Central Europeo y
el FMI. “Continúa vigente que los acuerdos con la troika y los objetivos de
reforma deben cumplirse. Sólo así nos podemos imaginar el regreso de Grecia a
la estabilidad”, dijo la líder conservadora. Puertas adentro y como quedó
evidenciado ayer, Merkel se benefició de la crisis del euro al conquistar con su
rigidez a los votantes alemanes que se irritan con los caros rescates europeos
en los que Alemania es el mayor contribuyente.
Los records de desempleo
como los que registra España son consecuencia directa de las consignas de
ajuste dictadas desde Berlín y obedecidas sin discusión por el gobierno de
Mariano Rajoy. Un reciente informe de la Organización para la Cooperación y el
Desarrollo Económico señala que dos millones de jóvenes españoles de entre 15 y
29 años no trabajan ni estudian (un 24,4 por ciento). El Partido Popular aprobó
una reforma laboral que amplió la jornada y desamparó a los trabajadores ante
el despido, recortó drásticamente el gasto en salud y educación, y puso en
marcha un plan para cerrar 718 empresas del Estado a cambio de la ayuda del Eurogrupo
a la banca española. A Portugal no le ha ido mejor. El desempleo se ubica por
encima del 17 por ciento y habrá más desocupados, porque el gobierno
conservador de Pedro Passos Coelho se comprometió con los representantes de la
troika a ahorrar 4700 millones de euros en gastos estatales en base, sobre
todo, a despidos de funcionarios. Italia, con una desocupación record del 12,8
por ciento, enfrenta un número cada vez mayor de personas que se suicidan por
problemas económicos.
Cuando el socialista francés
François Hollande llegó al Palacio presidencial del Elíseo, hace poco más de un
año, hubo quienes creyeron que iba a contener a Merkel. “Mantener las políticas
de austeridad condena a Europa a la implosión, no sólo a la recesión”, dijo
Hollande, aunque poco tiempo después decidió alinearse a la canciller alemana,
una senda que había transitado con creces Nicolas Sarkozy –no por nada los
medios apodaron el idilio Merkel-Sarkozy de “Merkozy”–. La reelecta canciller
alemana, fiel defensora del recorte y contraria a operar con instrumentos como
los eurobonos, no se cansa de repetir frente a sus socios europeos
incondicionales uno de sus lemas favoritos: “Consolidación fiscal y crecimiento
son dos caras de la misma moneda”.
Ante este sombrío
panorama, el Premio Nobel de Economía Joseph Stiglitz ya dio su veredicto. “La
austeridad que aplican en Europa es un camino suicida, no estimula el
crecimiento ni la creación de empleo y profundiza los déficit.” Stiglitz
cuestionó los supuestos progresos alcanzados en el Viejo Continente mediante
los sucesivos planes de ajuste, al afirmar que el pacto de disciplina fiscal no
es la solución y al advertir que, en el mejor de los casos, la intervención del
programa de compra de bonos del Banco Central Europeo será una solución
temporaria.
Los
desalojos, la emigración y los suicidios continuarán siendo retratos lúgubres
de los países del sur durante los próximos cuatro años en los que Merkel no
dará marcha atrás con su receta.
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