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Vivimos un parteaguas, asegura el historiador Paul
Kennedy. “Mientras
ocurre, son muy pocos los contemporáneos que se dan cuenta de que han entrado
en una nueva era”, escribió en un artículo
titulado, precisamente, “¿Hemos
entrado en una nueva era?” (El País, 3 de noviembre de 2011). El historiador prefiere no abordar los
cambios bruscos como las grandes guerras, sino “la lenta acumulación de fuerzas transformadoras, en su mayor parte
invisibles, casi siempre impredecibles, que, tarde o temprano, acaban
convirtiendo una época en otra distinta”. En su análisis destaca cuatro “fuerzas transformadoras”. La primera es la erosión constante del
dólar que pasó de representar el 85
por ciento de las divisas internacionales para situarse en el entorno del 60
por ciento. Caminamos hacia un mundo en el que habrá sólo tres grandes divisas
de reserva: el dólar, el euro y el yuan.
La segunda es la parálisis del proyecto europeo. La tercera es el ascenso de Asia
que supone el fin de “500 años de historia” hegemonizada por Occidente.
La cuarta es la decrepitud de las Naciones Unidas. La mirada larga
del historiador podría ser complementada con el tiempo corto del análisis
estratégico como el que esboza el Laboratorio Europeo de Anticipación Política
(leap) en el análisis de las
tendencias globales del último año: “En
marzo de 2011 todavía estábamos en el mundo
unipolar post 1989. En marzo de 2012
ya estamos en el mundo multipolar post
crisis que vacila entre confrontaciones y colaboraciones” (Geab No.
63, 17 de marzo de 2012). En suma, estamos parados sobre una coyuntura de cambios profundos que
dejarán su impronta en el mundo del siglo 21.
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LOS BRIChS Y LA CAÍDA DE OTRO MURO.
Cuando los emergentes diseñan el nuevo mundo.
*****
Raúl
Zibechi.
rcci.net/globalización.
Abril del 2012.
El sistema creado en Bretton Woods hace siete décadas está a punto de colapsar. No se trata de un
hundimiento abrupto sino de la lenta erosión de su legitimidad y de la
capacidad para dirigir los asuntos globales. En su lugar viene pugnando por
nacer un nuevo orden cuyos cimientos comenzó a construir la IV Cumbre de los BRIChS en Nueva Delhi.
Vivimos un parteaguas,
asegura el historiador Paul Kennedy. “Mientras ocurre, son muy pocos los
contemporáneos que se dan cuenta de que han entrado en una nueva era”, escribió
en un artículo titulado, precisamente, “¿Hemos
entrado en una nueva era?” (El País, 3 de noviembre de 2011). El
historiador prefiere no abordar los cambios bruscos como las grandes guerras,
sino “la lenta acumulación de fuerzas
transformadoras, en su mayor parte invisibles, casi siempre impredecibles, que,
tarde o temprano, acaban convirtiendo una época en otra distinta”.
En su análisis destaca
cuatro “fuerzas transformadoras”. La primera es la erosión constante del
dólar que pasó de representar el 85
por ciento de las divisas internacionales para situarse en el entorno del 60
por ciento. Caminamos hacia un mundo en el que habrá sólo tres grandes divisas
de reserva: el dólar, el euro y el yuan.
La segunda es la parálisis del proyecto europeo. La tercera es el ascenso de Asia
que supone el fin de “500 años de
historia” hegemonizada por Occidente. La
cuarta es la decrepitud de las
Naciones Unidas.
La mirada larga del
historiador podría ser complementada con el tiempo corto del análisis estratégico
como el que esboza el Laboratorio Europeo de Anticipación Política (leap) en el análisis de las tendencias
globales del último año: “En marzo de
2011 todavía estábamos en el mundo
unipolar post 1989. En marzo de 2012
ya estamos en el mundo multipolar post
crisis que vacila entre confrontaciones y colaboraciones” (Geab No.
63, 17 de marzo de 2012). En suma, estamos parados sobre una coyuntura de
cambios profundos que dejarán su impronta en el mundo del siglo 21.
La IV Cumbre del BRIChS realizada el 28 y 29 de
marzo en Nueva Delhi, es uno de los
núcleos del cambio ya que encarna una de las más potentes fuerzas
transformadoras que refiere Kennedy.
Los jefes de Estado Dilma Rousseff
(Brasil), Dmitri Medvedev (Rusia), Hu Jintao (China) y Jacob Zuma (Sudáfrica) y el primer
ministro Manmohan Singh (India)
decidieron comenzar a trabajar para crear un banco de desarrollo de los cinco países que es un reflejo del peso
adquirido por el grupo en la economía mundial pero también una reacción ante la
negativa de los Estados Unidos y la Unión
Europea de soltar el control del Banco Mundial y del Fondo Monetario
Internacional.
Los cinco emergentes, a los
que pueden sumarse en un futuro Turquía,
Indonesia e Irán, buscan transformar
a sus países en alternativa a las instituciones mundiales dominadas por países
occidentales y transformar su creciente poder económico en influencia política
y diplomática. La creación de un “banco
del BRIChS” permite a los países contar con recursos para obras de
infraestructura y contar con instrumentos de crédito para afrontar crisis
financieras como las que afronta Europa.
El Yuan despliega sus alas.
En los últimos meses el
yuan ha sido aceptado por varios países como moneda para intercambio bilateral
en sustitución del dólar. En diciembre China
y Japón acordaron eliminar gradualmente el dólar en los pagos mutuos para utilizar las monedas nacionales (yen y yuan) en el comercio bilateral.
Más importante aún, Japón decidió comprar bonos chinos nominados en yuanes.
Ambas decisiones, tomadas en diciembre de 2011, tienden a acelerar la
conformación de una zona de libre comercio asiática en la que participarán nada
menos que la segunda y la tercera economías del mundo, además de Corea del Sur.
Acuerdos similares de
intercambio en monedas locales estableció China
con Rusia y Bielorrusia, pero ahora
también con Australia, un país que
al igual que Japón se considera en
la zona de influencia de Estados Unidos. Los bancos centrales de Australia y
China firmaron el acuerdo para comerciar en yuanes y dólares australianos con
el objetivo de fortalecer los lazos económicos. Para China es otro paso
importante en la internacionalización del yuan que, según el HSBC, una de las mayores instituciones
financieras del mundo, se convertirá para 2015 en una de las tres principales
monedas globales (Russia Today, 23 de marzo de 2012).
Las empresas chinas ya usan
el yuan en intercambios con sus
socios en 181 países, sobre todo en
Asia, Oriente Medio y América Latina. Aunque el dólar aún representa el 60 por ciento de las reservas
internacionales, en Asia no llega al
50 por ciento pese a que los principales tenedores de esa divisa son China y
Japón. En la región, la más próspera del mundo, la preferencia es por el oro.
En la misma dirección, China viene modificando radicalmente
sus reservas, que superan los 3, 2 millones
de millones de dólares. Hasta 2006, el 74
por ciento de sus reservas estaban en dólares, pero a partir de ese año
comenzaron a descender lentamente, hasta que en 2011 cayeron aceleradamente hasta el 54 por ciento (Geab No.
63). No sólo los chinos toman recaudos ante la pérdida de valor del dólar; los
bancos europeos abandonaron sus préstamos en esa moneda ante la creciente
volatilidad del mercado de divisas.
En el marco de la IV
Cumbre, el Banco de Desarrollo de China
se dispone a firmar un acuerdo con el BRIChS
para ampliar a esos países los préstamos en yuanes, lo que supone un paso
importante en la internacionalización de esa moneda (Russia Today, 9 de
marzo de 2012). El bloque que representa el 41 por ciento de la población
mundial, casi el 20 por ciento del PIB y la mitad de la reservas en divisas y
oro, parece haber apostado al yuan
como su paraguas monetario frente a un dólar cada vez más devaluado.
La imposible hegemonía China.
La decisión supone
traspasar una línea de no retorno. Que ese paso lo den China y Rusia, dos potencias nucleares que no temen el enorme
poderío militar de Washington, no es algo que pueda llamar la atención. Que lo
hagan India y Brasil, es diferente.
Jaipal Reddy, ministro de Petróleo de India, desafió las presiones
estadounidenses al afirmar que su país seguirá importando petróleo de Irán y
llamó a Occidente a entender “las necesidades” de su país (Russia Today,
26 de marzo de 2012).
India acaba de anunciar la compra
de 126 cazabombarderos Rafale, fabricados por la francesa Dassault, dejando de lado la oferta de la estadounidense
Boeing. Brasil tiene aparcada desde 2009 la compra de 36 cazas en la que
compiten el F-18 de Boeing, el Rafale y el Gripen de la sueca Saab. Hace más de
dos años Luiz Inacio Lula da Silva
había anunciado su preferencia por el avión francés, aún siendo más caro que el
de Boeing, ya que Francia asegura un completo traspaso de tecnología que le
permitiría a la brasileña Embraer iniciar su producción en serie.
Las presiones de la Casa
Blanca a favor del caza de Boeing forzaron al gobierno de Lula y luego al de Dilma
Rousseff a aplazar la compra. Sin embargo, la decisión de India, primer
país del mundo que compra el caza francés, puede facilitar la decisión de
Brasil. Algunos van más lejos y apuntan, como el director del sitio Defesanet,
Nelson During, que Brasil e India pueden resucitar “un viejo proyecto debatido
en 2002 de producir un avión conjuntamente”, que en esa época era el Mirage
francés (AFP, 26 de marzo de 2012)
La decisión estratégica de Brasil puede estar muy cerca y todo
apunta a la compra de los Rafale, sobre todo luego del desaire recibido por
Washington que suspendió el contrato que había ganado la brasileña Embraer para
la compra de 20 aviones se ataque Super Tucano por 355 millones de dólares para
la fuerza aérea de Estados Unidos.
Si la Embraer lograba “ingresar” en el selecto grupo de proveedores de la
principal fuerza aérea del mundo, se hubiera consolidado como industria aeronáutica
militar.
Esta vez la cancillería brasileña no pudo ocultar
su desagrado “en especial por el momento y la forma” de la decisión, semanas
antes de la visita oficial de Rousseff a Wahington. Pero el dato mayor es otro:
la cancillería asegura que esa decisión “no contribuye a la profundización de
las relaciones entre los dos países en materia de defensa” (Valor, 2 de
marzo de 2012).
Por su parte, la
subsecretaria de Asuntos Políticos de la cancillera
brasileña, Maria Edileuza Fontenele Resis, recordó que en 2012 los BRICS
“serán responsables del 56 por ciento del crecimiento global cuando el G7 (Alemania, Estados Unidos, Francia,
Reino Unido, Japón, Italia y Canadá) será apenas responsable por el 9 por
ciento del crecimiento”. Destacó que el intercambio entre los cinco emergentes
creció de 27 mil millones de dólares en 2002 a 250 mil millones en 2011 e insisto
en que además el bloque presenta una “notable
convergencia” de posiciones en aspectos destacados de la agenda
internacional como la situación n Oriente Medio y el norte de África (Xinhua,
22 de marzo de 2012).
Pero el bloque BRIChS presenta enormes dificultades
para su consolidación. La principal, además de sistemas políticos, economías y
objetivos diferentes, consiste en el rechazo a la política de exportaciones
baratas de China que genera desindustralización en países como India y Brasil.
China aparece empeñada en revisar el injusto sistema de Bretón Woods (que creó la actual arquitectura financiera global)
pero se niega a aceptar una ampliación de los miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU, y muy
en concreto rechaza e ingreso de países asiáticos, lo que la lleva a chocar con
India.
Para superar las
dificultades que imponen las contradicciones anotadas, sumada a la dificultad de
convertirse en un bloque dada su dispersión geográfica, es que se han
concentrado en el objetivo común de buscar alternativas al dólar, un problema
que aqueja a todas las economías emergentes. Puede decirse que la frustración
generada por la especulación financiera ha sido uno de los principales factores
de cohesión del BRIChS, como apunta
el profesor de estudios estratégicos Brama Chellaney, del Centro de
Investigaciones Políticas de Nueva Delhi (Valor, 23 de marzo de 2012).
Sudamérica tiene la palabra.
“No queremos el dinero de los países ricos”, le dijo Dilma a la canciller
Angela Merkel en su reciente visita a Alemania. Criticó “el tsunami de liquidez” creado por los
países ricos para levantar una barrera proteccionista que terminaría hundiendo
a la industria de los países emergentes: “La salida que ellos encontraron para
enfrentar los problemas es una manera clásica, conocida, de exportar la crisis.
Cuando el compañero Mario Draghi
(ironía por el italiano que preside el Banco Central Europeo y proviene del
sector financiero privado) dice que ‘vamos a echar a rodar la maquinita que
hace dinero’, está inundando los mercados con dinero. ¿Y qué hacen los inversores? Toman préstamos a tasas bajísimas, en
algunos casos hasta negativas, en los países europeos y corren a Brasil para aprovechar lo que los
especialistas denominan arbitraje, que, grosso modo, es la diferencia entre las
tasas de interés de allí y de aquí. Entonces, Brasil no puede permanecer
paralizado ante eso. Tenemos que actuar. Tenemos que actuar defendiéndonos,
cosa bastante distinta del proteccionismo” (Pagina 12, 28 de marzo de 2012).
Los pasos que vaya a dar Brasil serán decisivos para la región
sudamericana. El agravamiento de la crisis financiera mundial en el tercer
trimestre de 2011 ha elevado las cautelas en el gobierno de Dilma. Las previsiones globales para
2012, según el leap, advierten
sobre “cinco tormentas devastadoras”: recaída de la crisis en Estados Unidos en
un marco de estancamiento europeo y desaceleración de los BRIChS, alza de las tasas de interés y callejón sin salida para las
deudas de los bancos centrales, tempestad en los mercados de divisas, posible
agravamiento de la tensión en torno a Irán y nueva quiebra de los mercados y de
las instituciones financieras (Geab No. 63).
Puede parecer
catastrofista, pero en Brasil no
creen que sea un diagnóstico exagerado. “La crisis es seria y puede llevar a
una ruptura política y social”, advirtió Dilma hace seis meses (Valor,
22 de setiembre de 2011). Para la presidenta se superonen crisis económica, de
gobernanza y de coordinación política. En la misma línea se pronunció en su
momento Antonio Delfim Netto, ministro de Hacienda de la dictadura militar
(1964-1984) y ferviente admirador de Lula en los últimos años, quien tituló su
columna “Nessun dorma” (Nadie duerma), advirtiendo que ni la FED ni el Banco Central Europeo saben qué hacer. Su consejo suena terrible:
“Vamos a poner nuestras barbas en remojo y protegernos de la probable
desintegración de la economía mundial” (Valor, 20 de setiembre de 2011).
¿Porqué debe concederse tanta importancia a Brasil? Simplemente, porque es el único país cuque se comporta como una
verdadera locomotora: incluyó 40
millones de personas en apenas siete años en el mercado de consumo de las clases medias; hasta 2016 invierte 900
mil millones de dólares, más de un tercio del PIB, en 12 mil grandes obras,
sobre todo en infraestructura y energía (Valor, 28 de marzo de 2012). Es
el que menor exposición tiene a los avatares del comercio mundial, y que sus
exportaciones representan apenas el 11
por ciento de su PIB, menos aún que las de Estados Unidos.
¿Está la región preparada
para un escenario global complejo? Aún no. Hay
tres caminos para enfrentar un probable escenario de desarticulación
económica y guerra monetaria: seguir en el área del dólar, apostar a una moneda regional o trabajar para la
internacionalización del real. La
primera es apostar al status quo. La
tercera no entra en los cálculos. A la vista de la experiencia europea, una
moneda común sudamericana requiere niveles de consolidación de la integración
que aún están muy lejanos, aunque puede llegar a ser apremiante avanzar en esa
dirección. El
problema de la región son los tiempos, como lo atestigua el cansino trote del
Banco del Sur.
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Raúl
Zibechi, periodista uruguayo, es docente e
investigador en la Multiversidad Franciscana de América Latina, y asesor de
varios colectivos sociales.
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