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UNASUR es una dimensión importante de
nuestra política de defensa, lo que no quiere decir que otros países no puedan
tener visiones diferentes. En nuestra
región –y cuando hablo de región me refiero a Sudamérica– nosotros creemos
que debe regir la cooperación. La
cooperación es la mejor forma de disuasión. Por lo tanto todos los trabajos
de UNASUR sobre creación de
confianza, de cooperación industrial, de ejercicios comunes, tienen para
nosotros un gran valor. No quiero
interpretar a los demás países, pero creo que, si la cooperación vale para
Brasil, también es valiosa para otros países. Cuando uno discute temas
globales en el mundo, el hecho de que nuestra región sea pacífica es un valor a
favor extraordinario. Cuando se habla de
la competitividad y se habla de la capacidad de atracción de inversiones,
se trata de una ventaja formidable para la paz. Y eso también nos da gran
autoridad para hablar de otros problemas en el mundo. El Consejo Sudamericano de Defensa de UNASUR es
una dimensión importante. Pero más allá de eso creo que tenemos en
común una serie de intereses. Quizás el más evidente de todos es la defensa de
los recursos naturales. Somos una región muy rica en energía, en capacidad de producción de alimentos, en
agua dulce, en biodiversidad... Además somos una región muy diversificada,
desde el trópico más ecuatorial hasta
Tierra del Fuego. Contamos con océanos de los dos lados. Todo eso nos
constituye como una región que debe tener una visión común de defensa.
–¿Una defensa
común?.– No es necesaria. Lo necesario es la visión
común. Es el trabajo que también queremos desarrollar en el Consejo Sudamericano de Defensa. Por eso estimulamos la
creación de una escuela sudamericana de defensa. Tenemos puntos comunes
evidentes como los que mencioné antes. También queremos encarar el monitoreo de
nuestras áreas especiales. Para Brasil la
Amazonía es una zona obvia a cuidar, pero al mismo tiempo hablo del mar
territorial o de
regiones especiales, que son factores que pueden propiciar una cooperación.
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Celso Amorim, Ministro de Defensa de Brasil. América Latina necesita una visión común sobre la defensa basada en la cooperación y la preservación de los recursos naturales.
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AMÉRICA: “Hay que prepararse para
evitar una guerra cibernética”.
Entrevista exclusiva a Celso Amorim,
Ministro de Defensa de Brasil.
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Canciller con Lula y ministro de
Defensa con Dilma, Celso Amorim explicó por qué Sudamérica necesita una visión
común sobre la defensa basada en la cooperación y en la preservación de los
recursos naturales. También qué hacer ante una guerra cibernética.
Página /12 martes 17 de septiembre del 2013.
Martín Granovsky.
A los
71 años, el ministro de Defensa Celso Amorim registra un record en su historia.
En 2009, cuando era canciller de Lula, la revista norteamericana Foreign Policy
lo llamó “el mejor ministro de Relaciones Exteriores del mundo”. De gira por la
Argentina, donde firmó un acuerdo con su colega Agustín Rossi para ampliar el
trabajo conjunto, dialogó con Página/12 en la residencia del nuevo embajador
brasileño, Everton Vieira Vargas.
–Usted es ministro de
Defensa, fue canciller del presidente Itamar Franco y en los dos mandatos de
Lula. Brasil tiene una doctrina de defensa. ¿Qué relación hay entre esa
doctrina y la de Unasur, expresada en los documentos del Consejo Sudamericano
de Defensa?
–¿Qué diferencias?
–Qué semejanzas. Qué
puntos comunes.
–UNASUR es una dimensión
importante de nuestra política de defensa, lo que no quiere decir que otros
países no puedan tener visiones diferentes. En nuestra región –y cuando hablo
de región me refiero a Sudamérica– nosotros creemos que debe regir la
cooperación. La cooperación es la mejor forma de disuasión. Por lo tanto todos
los trabajos de UNASUR sobre creación de confianza, de cooperación industrial,
de ejercicios comunes, tienen para nosotros un gran valor. No quiero
interpretar a los demás países, pero creo que, si la cooperación vale para
Brasil, también es valiosa para otros países. Cuando uno discute temas globales
en el mundo, el hecho de que nuestra región sea pacífica es un valor a favor
extraordinario. Cuando se habla de la competitividad y se habla de la capacidad
de atracción de inversiones, se trata de una ventaja formidable para la paz. Y
eso también nos da gran autoridad para hablar de otros problemas en el mundo.
El Consejo Sudamericano de Defensa de UNASUR es una dimensión importante. Pero
más allá de eso creo que tenemos en común una serie de intereses. Quizás el más
evidente de todos es la defensa de los recursos naturales. Somos una región muy
rica en energía, en capacidad de producción de alimentos, en agua dulce, en
biodiversidad... Además somos una región muy diversificada, desde el trópico
más ecuatorial hasta Tierra del Fuego. Contamos con océanos de los dos lados.
Todo eso nos constituye como una región que debe tener una visión común de
defensa.+
–¿Una defensa común?
–No es necesaria. Lo
necesario es la visión común. Es el trabajo que también queremos desarrollar en
el Consejo Sudamericano de Defensa. Por eso estimulamos la creación de una
escuela sudamericana de defensa. Tenemos puntos comunes evidentes como los que
mencioné antes. También queremos encarar el monitoreo de nuestras áreas
especiales. Para Brasil la Amazonía es una zona obvia a cuidar, pero al mismo
tiempo hablo del mar territorial o de regiones especiales, que son factores que
pueden propiciar una cooperación.
–¿Habla del Atlántico
Sur y el litigio de las Malvinas dentro del Atlántico Sur?
–Bueno, tiene que ver
con el Atlántico Sur. Nuestra posición sobre Malvinas es muy conocida y no
tengo necesidad de repetirla. Defendimos siempre los derechos argentinos y una
solución negociada. Pero el Atlántico Sur, más allá del problema muy importante
de las Malvinas, presenta otros problemas muy importantes. Hay rutas claves.
Claves para la Argentina, por supuesto, pero como ministro de Defensa de Brasil
hablo de que una proporción enorme de nuestro comercio exterior va por el
Atlántico. Y nuestros proveedores de petróleo, porque aún no logramos el
auto-abastecimiento y además hay distintos tipos de crudo, son Nigeria, Angola,
Argelia... El transporte en todos casos pasa por el Atlántico Sur. Además, como
usted sabe, Brasil tiene una relación muy cercana con África. Es una relación
histórica que cobra más y más importancia, lo que nos lleva a tener una mayor
presencia cultural y económica. Otra razón más, entonces, para preocuparnos por
el Atlántico Sur. Ahora, queremos garantizar la seguridad del Atlántico Sur
justamente con los países del Atlántico Sur. Desde el punto de vista
geopolítico es natural la cooperación de los países de la costa occidental de África
y los países de América del Sur. Todos conforman la zona de paz del Atlántico
Sur. En estos días realizaremos en Brasil un seminario muy importante en
Salvador, Bahía. La Argentina participará con un conferencista. Por eso
queremos mantener el Atlántico Sur como zona de paz, de cooperación, libre de
armas de destrucción masiva.
–Ministro, yo mencioné
la palabra “defensa” y en su respuesta usted incluyó la palabra “recursos”. ¿De
quién debe defender Sudamérica sus recursos? ¿De riesgos potenciales o hay una
identificación precisa?
–No, no hay una
identificación específica. Al menos en el caso de Brasil no tenemos enemigos.
Quizá sea así por fortuna histórica, o por la diplomacia del pasado. No sé...
Tenemos relaciones muy buenas con las distintas potencias. Por es suficiente
con que alguien mire la historia, por un lado, o por otro lado que mire los
estudios sobre la prospectiva de los recursos naturales en el futuro, para
pensar que hay eventualidades que pueden ocurrir. Debemos estar preparados para
rechazar cualquier intento de alcanzar un blanco, de cualquier parte que venga.
Y en eso entra la necesidad de tener capacidad de disuasión. Por eso dije que
dentro de la región, dentro de Sudamérica, y quizás esto valga para otros
países como los de África, hay que considerar que en un mundo global, y aunque
no tengamos ningún enemigo declarado o
no declarado, debemos tener una política de disuasión.
Continua la agresión imperialista. En los últimos tiempos se han producido serias denuncias sobre el espionaje - parte de esta guerra - y violación de lam información personal de los Presidentes de México y Brasil. Prueba que hoy se anunció que la Presidenta Dilma Rousseff suspendió al Cumbre con el Presidente Obama hasta encontrar una aclaración oficial.
***
–¿La disuasión es para
que ni siquiera llegue a existir un enemigo?
–Exacto. Es una forma
muy inteligente de ver la cuestión. Cuando uno se prepara para defenderse,
desestimula ataques de otros países que puedan, en alguna situación, creer que
necesitan algo. Del etanol, que Brasil produce, para dar un ejemplo. De agua
dulce, que hay en los acuíferos. La disuasión hará que antes de intentarlo
alguien lo piense dos veces.
–¿Cuáles son las
principales líneas de desarrollo de armamentos que se propone desplegar el
gobierno de Dilma Rousseff?
–Tenemos tres áreas
consideradas estratégicas. Una es la nuclear, con el plan de desarrollar el
submarino de propulsión nuclear. Brasil tiene la costa atlántica más larga del
mundo. Creo que más larga aún que la costa argentina. La exploración y
explotación del pre-sal, de los yacimientos petroleros a mucha profundidad,
valorizan aún más la costa. Una vigilancia eficaz sólo puede hacerla un
submarino que puede quedarse mucho tiempo bajo el agua. Otro plan estratégico
es el espacial. Incluye la capacidad de lanzamiento y también satélites. Está a
cargo de la Fuerza Aérea. El tercer aspecto estratégico, muy actual, es la defensa
cibernética. No lo digo yo sólo. Si usted lee análisis y comentarios de gente
de las grandes potencias –y no quiero particularizar– verá su tesis. Nosotros
no queremos guerra, claro, pero ellos dicen que, si hubiera una guerra, esa
guerra del futuro será cibernética. Incluso para evitar una guerra de ese tipo
hay que prepararse. Estamos pensando en realizar un gran esfuerzo en el área de
la defensa cibernética. Ya antes del 2010 había equipos trabajando en esto,
pero después de esa fecha creamos un Centro de Defensa Cibernética con base en
el ejército pero que sirve también a las otras fuerzas. Ya actuó en situaciones
puntuales, no comparables al ataque de una potencia extranjera.
–¿Actuó en tareas de
prevención?
–Sí, por ejemplo durante
la cumbre de Río + 20, en la Copa de confederaciones, en la visita del papa
Francisco... Detuvo varios ataques cibernéticos. Obviamente son ataques de
hackers, algo incomparable con lo que puede ocurrir en una situación de
conflicto a gran escala.
–¿Esos ataques son
comparables con la intercepción de comunicaciones y mensajes de la presidenta y
sus consejeros?
–Usted puede hacer la
comparación que desee.
–¿La intercepción fue un
ataque?
–No lo caracterizaría de
ese modo, lo que no quiere decir que no haya sido una intrusión para recolectar
datos. Es como si usted me preguntara si el espionaje es lo mismo que la
guerra. En esos casos estamos en cierto modo en el límite. Un límite que no hay
que pasar. Pero cuando se habla de defensa cibernética uno piensa más bien en
un ataque del tipo del que puede realmente afectar todo un sistema. El sistema
eléctrico, el sistema de control de los aeropuertos... Qué sé yo... Un ataque
así puede generar el efecto de un arma de destrucción masiva.
–Como un sabotaje de
amplio alcance.
–Puede ser. Pero eso no
disminuye la importancia del intento de recolectar información, un tema que
tiene varios aspectos. Involucra la invasión de privacidad cuando se trata de
ciudadanos. O lo que tiene que ver con recursos naturales y con la tecnología
para obtenerlos. Todo eso es preocupante. No tengo el detalle de las
explicaciones que recibió mi colega el ministro de Relaciones Exteriores, así
que no puedo comentarlo en detalle.
–Al comparar su gestión
con Lula y la gestión de los dos cancilleres de Dilma, ¿hay una intensidad
diferente en la relación de Brasil con el resto de Sudamérica y con la
Argentina en particular?
–Dejo ese tipo de
cuestiones para los analistas. Yo tengo mi trabajo de ministro. Pero le digo
que las prioridades siguen siendo las mismas. No tengo ninguna razón para creer
que la intensidad sea distinta. Es la misma. Hay estilos que dependen de las
personas, pero los estilos no marcan diferencias de fondo.
–Si uno deja de lado,
como forma de analizar las cosas, el sentimiento de hermandad, la solidaridad o
los actos generosos, ¿en qué le conviene al interés nacional brasileño una
alianza sólida con la Argentina y con el resto de los países de América del
Sur?
–Es muy difícil separar
la conveniencia de los sentimientos fraternos y de la solidaridad. Incluso es
difícil separarla de la generosidad. Cuando era canciller dije muchas veces que
debíamos ser generosos porque así defenderíamos también nuestros intereses a
largo plazo. Tenemos interés en mantener buenas relaciones con nuestros
vecinos. Y con la Argentina, país con el cual las relaciones son más intensas,
con más razón. Hubo una pequeña caída en el 2012, pero entre 2000 y 2011 las
exportaciones brasileñas hacia la Argentina pasaron de dos mil a más de veinte
mil millones de dólares. Las importaciones de la Argentina no crecieron tanto
pero también aumentaron mucho. Pensemos que en el intercambio es importante la
presencia de bienes manufacturados. También registramos un crecimiento del
comercio con otros países de la región. ¿Eso no tiene que ver con el interés
nacional? Claro. Pero cuando se aproximaron Raúl Alfonsín y José Sarney el
interés económico existía. Sin embargo, al mismo tiempo era un instrumento para
la consolidación de la paz, la eliminación de las rivalidades, que quizá no eran tan reales
sino imaginarias, aunque el imaginario en la política tiene su importancia....
América Latina, Nuestra América. En esos casos estamos en cierto modo en el límite. Un límite que no hay que pasar. Pero cuando se habla de defensa cibernética uno piensa más bien en un ataque del tipo del que puede realmente afectar todo un sistema.
***
–Y estaban las carreras
atómicas paralelas.
–A mí me da mucho
orgullo que antes de ocupar la Cancillería pude ser el negociador principal
para la contabilidad y el control nuclear entre la Argentina y Brasil.
–¿La Agencia
Brasileño-Argentina de Contabilidad y Control de Materiales Nucleares?
–La negociación y el
acuerdo bilateral es lo que posibilitó la Abacc.
–Ministro, uno de los
desafíos que enfrentan Brasil y la Argentina, cada uno a su modo, es el peligro
de reprimarización en la relación con terceros países. China, por ejemplo. Si
la relación comercial se basa en exportar mineral de hierro o soja, y si esa
exportación genera divisas imprescindibles para Brasil y la Argentina, ¿cómo se
logra la combinación justa de equilibrio y contradicción?
–También exportamos
aviones a China, ¿eh? Y los aviones son de alta tecnología. Sin hablar de China
en particular, en general con el mundo qué exportamos y qué importamos es algo
que debe preocuparnos. Queremos una inserción con mucho valor agregado. Yo no
disminuiría tanto el valor de las exportaciones agrícolas. Hoy dentro de la
agricultura hay mucha tecnología. Eso da valor agregado aunque sea menos obvio.
Brasil acaba de superar por primera vez a los Estados Unidos en soja. Sólo fue
posible no por subvenciones al productor, como hacen los Estados Unidos, sin
por grandes inversiones en tecnología. La soja dejó de ser posible sólo en
climas templados. Dicho eso, creo que nuestra cooperación sería muy importante.
¿Por qué, en lugar de discutir cómo compite una heladera hecha en Brasil con
otra hecha en la Argentina, no hacemos una heladera juntos? Pero vuelvo a lo
mío, como ministro. Podemos hacer muchas cosas juntos en Defensa. Nosotros
tenemos un concepto original de avión de transporte. Pero muchas partes
importantes serán fabricadas en la Argentina. El KC390, que puede reemplazar a
los Hércules, es un ejemplo. Lo podemos vender. No quiero entrar en terrenos
sociales donde me siento menos firme, pero pienso que no sólo es cuestión de
vender bienes alimenticios o mineros. También se trata de saber utilizar los
recursos que se obtienen de esas exportaciones para invertir en planes de alta
tecnología. Hay toda una complejidad por indagar. De todos modos, no creo que
nuestra economía vaya a reprimarizarse, pero admito que es una preocupación a
considerar. Mientras tanto, tenemos mucho que hacer juntos. El ejemplo es el
reactor nuclear multipropósito. A lo mejor algún día podemos venderlo, también.
Ustedes ya vendieron algo a Australia, ¿no? Los aviones de Brasil, quizá con
algún aporte importante de la Argentina pueden también ser vendidos. Seguimos
aprendiendo de los avances que ustedes alcanzaron en radares. Ahí veo otro
campo de cooperación. Trabajemos en todo eso. La defensa tiene un alto poder de
inducción en inversiones de valor tecnológico. Y ni hablar de otras áreas que
la Argentina levantó con razón en Unasur, como los medicamentos.
–¿Qué relación tiene la
producción de medicamentos con la defensa?
–Los medicamentos son
necesarios para los soldados. Se trata de corporaciones donde vive mucha gente
junta y las enfermedades pueden difundirse.
–¿Cuál es el mayor
factor de inestabilidad concreta que ve hoy en el mundo? ¿Siria, Medio
Oriente..?
–Sería difícil mirar a
Siria, y a Siria dentro de Medio Oriente, y no preocuparse. Tampoco diría que
la cuestión de los recursos está ausente del conflicto, aunque hay otras
razones también: lenguas, culturas... Pero también los recursos tienen gran
importancia. Sería ingenuo suponer lo contrario. La intervención en Irak se
debió a las armas químicas que –como quedó demostrado después– no existían.
Saddam Hussein era un dictador, pero no era el único dictador en el mundo. ¿Por
qué fue elegido Saddam Hussein? Porque además de ser un dictador tenía
petróleo. En Brasil también nos causa preocupación la inestabilidad en algunos
países africanos. Creo que África está avanzando incluso en términos de cambios
de gobierno y evolución democrática, aun con todas las imperfecciones que
tienen los procesos políticos cuando recién empiezan. Pero para nosotros
cuestiones que inicialmente parecían más lejanas pero que también tenían que
ver con recursos, como la cuestión de Libia, terminaron con una
desestabilización que afectó a Malí y luego al litoral occidental de África,
con lo cual volvemos a la problemática del Atlántico Sur. Un Estado fallido,
para usar la jerga internacional, siempre es un factor de inestabilidad. Pero
hoy, naturalmente, el foco de inestabilidad parece muy concentrado en Medio
Oriente. De todos modos quiero referirme a un factor de inestabilidad que a
veces no se menciona.
–¿Cuál es ese factor?
–El hecho de que algunos
países tengan la capacidad de destruir varias veces al mundo con sus arsenales
nucleares es un gran factor de inestabilidad. Porque eso genera otras
inestabilidades. No veo justificación para que ningún país tenga armas
químicas. La Argentina y Brasil firmaron el acuerdo correspondiente. Pero es un
estímulo negativo que haya armamentos nucleares y que no se trabaje de manera
firme para eliminar los arsenales nucleares. De eso no se habla. Como si se
dijera: “Los arsenales están en manos de países serios y pueden utilizarlos. El
problema son los países no serios”. A mí me parece que ese razonamiento es en
sí mismo una fuente de inestabilidad de potencialidades gravísimas.
–Hay menos armas
nucleares pero tienen mayor poder de daño.
–Sí,
porque hubo un esfuerzo de destrucción. No tantas menos, de cualquier manera,
porque muchas existen aunque no estén más en estado de alerta. Y además
efectivamente existen menos armas nucleares pero sus propietarios continúan trabajando
en la “eficacia”, y lo digo entre comillas. Esa “eficacia” supone una manera de
proliferar. Es
la proliferación del poder destructivo. Y de eso no se habla.
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