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Bueno usted habla de una “Nueva Ciudadanía
Revolucionaria”, otros encuentran desde una mirada Sociológica, otro tipo de,
la “Ciudadanía Territorial” en clara
alusión y conexión con el concepto, nuevo sobre el Territorio, escenario central
donde se inician las reclamaciones y
protestas campesinas, así mismo eje principal de las grandes movilizaciones,
y presentación de las Plataformas de Lucha.-
Colombia. La Crónica del Quindio.- El problema actual y su complejidad de Colombia es total y
absolutamente responsabilidad política de colombianos.
Hoy la huelga agraria, las
encuestas, el “estado de sitio”, la
suspensión de garantías constitucionales – paso previo de muchos gobiernos
latinoamericanos, para condenar las movilizaciones y declarar la criminalización del movimiento. Salida política, propia que refleja la
incapacidad de los gobernantes, sus gobiernos – que andan de espaldas a los
grandes problemas de los pueblos y comunidades y sobre todo la ausencia de
Políticas de Estado, que protejan la soberanía nacional de los recursos naturales, la biodiversidad
y los conocimientos ancestrales. Ustedes
como Colombianos, definen esa complejidad política. Sin embargo, su
argumento central está en “base a las movilizaciones,
protestas y nuevas formas de concentración popular, sus actores centrales, es la Juventud, y la “nueva clase media”.
En cambio quien escribe desde Quindio, nos
parece interesante su opinión sobre el "Ciudadano
territorial" y el propio ordenamiento territorial. Primero, además de su opinión, el Ciudadano territorial, es Participativo,
Cívico, Informado y Republicano. Segundo, muy difícil, hasta increíble por la
presión de los poderes facticos locales y globales sobre los gobiernos de
derecha - México, Colombia, Perú. Chile
- ejecuten la política del Ordenamiento
Territorial. La derecha hoy con
la sola - nueva definición del
territorio, más allá de lo geográfico, ubicado en el campo de la cultura la identidad cultural colectiva, las
redes sociales originarias, la biodiversidad, los conocimientos ancestrales
-está a punto de un ataque fulminante,
porque le cercenan su codicia y fundamentalismo en el nuevo proceso de
acumulación del capitalismo - la
desposesión de los recursos naturales –
"Nueva Ciudadanía Cultural, Territorial y Patriarcal en América latina, producto directo de las históricas movilizaciones, como nuevos movimientos sociales en defensa de sus territorios, hoy amenazados por la sed de codicia del nuevo proceso del capitalismo mundial: La desposesión de los recursos naturales, la Biodiversidad y los Conocimientos Ancestrales.
***
El ordenamiento territorial
pondría fin al abuso, la prepotencia de las corporaciones, la destrucción del medio ambiente, la contaminación de las aguas,
el ingreso de las semillas genéticas, la destrucción de la comida sana y de calidad,
la protección de las redes sociales originarias, - Una Política de Estado en defensa de la Soberanía Nacional. Pero la
lucha de los pueblos originarios, las comunidades históricas – campesinos,
agricultores, ganaderos, pastores, artesanos – por forjar un espacio
democrático de concertación con la finalidad de implementar la Gobernabilidad Democrática –
políticas de consenso con los propios actores sociales y políticos – es un
paso muy seguro, responsable y compromiso con el derecho al futuro. Todo es de plena y
absoluta responsabilidad y confianza del Ciudadano Territorial. (Nuevos Líderes Interculturales producto
del nuevo Poder Local, la Nueva Sociedad Civil, Real, plural, popular, emergente
y democrática).
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La juventud de América Latina, de "clase media", universitaria. ¿Es posible hablar del "nuevo Ciudadano Latinoamericano? Por ser ellos "uno" de los protagonistas de los movimientos sociales de protesta, movilización, a´como nuevas formas de hacer política?.
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COLOMBIA: NUEVA
CIUDADANÍA REVOLUCIONARIA.
*****
Fernando Dorado.
ALAI. América Latina en
Movimiento.
Viernes 13 de septiembre
del 2013.
Qué fue lo nuevo que nos
dejó el paro agrario? Además del extraordinario esfuerzo realizado y mostrado
por los campesinos de todos los sectores productivos y regiones movilizadas, lo
que se debe destacar es que el movimiento agrario nos hizo descubrir la amplia
disposición de lucha que existe en la gente de las ciudades. Apareció así, un
lazo de unión entre la población citadina y el campesinado colombiano. Fue sólo
una brizna, pero es de máxima significación. Anuncia lo que se viene en los
polos urbanos.
Ver por televisión a
nuestros campesinos boyacenses o a nuestros indígenas nariñenses (Pastos y
Quillacingas), defendiéndose de los desmanes y atropellos del ESMAD, acudiendo
a palos, piedras o a los tradicionales “cuetes” de pólvora para asustar a los
energúmenos policías – sin dejar su ruana en ningún momento –, movió las fibras
más íntimas de la ciudadanía del país.
Después, al sentir el
desprecio y el menosprecio con que un representante de la aristocracia bogotana
que funge como Presidente de la República se refería al “tal paro agrario”, no
sólo lastimó el alma y los sentimientos de millones de personas que en los
últimos 50 años han emigrado del campo, sino que movió a esas personas y a sus
hijos a manifestarse de alguna manera.
Así surgieron los
“cacerolazos”, que adquirieron en Colombia la forma de concentraciones
ciudadanas en las plazas principales de las ciudades muy al estilo de las rebeliones
árabes y de los “indignados” españoles. Sólo fueron unos días, dado que el
gobierno se dio cuenta de su error y rápidamente inició negociaciones con los
campesinos para calmar el “avispero” que había alborotado. Pero esas
manifestaciones “espontáneas” anuncian
la aparición de un nuevo tipo de “ciudadanía”, que ya se había expresado en
la “ola verde” pero que sus
dirigentes no entendieron ni estimularon.
El hecho es que en éstas
nuevas movilizaciones va todo el mundo en "montón". Es la multitud en
toda su expresión. No hay “orden”, el
orden es el desorden. Es convocada por mucha gente, especialmente por las
redes digitales. No hay libreto, la espontaneidad de la creación está a flor de
piel. El protagonismo de los dirigentes no tiene cabida aunque son bien
recibidos porque no se notan. Son manifestaciones irreverentes pero pacíficas.
Las reivindicaciones sectoriales no son bien vistas, aunque nadie es rechazado.
La verdadera solidaridad se siente
porque hay comunión con una causa. Hay desprendimiento pero a la vez construcción de identidad. Es algo
nuevo en verdad.
Vimos como en la Plaza de Bolívar la gente cantó el
himno nacional masivamente y con un nuevo sentimiento. Se envió el mensaje de
que la Nación es del pueblo,
especialmente de los campesinos que nos aportan la comida. La avalancha de
gente hacia la plaza provenía desde todos los puntos cardinales, no era la "procesión tradicional" en que
se han convertido las marchas de las protestas cotidianas. No había pancartas
que separaran a unos de otros y las que habían era para simbolizar la causa
común. Se sentía la alegría del que está
haciendo algo nuevo, descubriendo y auto-descubriéndose. La participación no era una obligación
impuesta sino que existía la convicción de que era necesario pronunciarse. Era
urgente hacerle ver al gobernante que estaba equivocado, pero todavía más
importante, se les enviaba el mensaje a los campesinos de que no estaban solos,
que mucha gente los entendía y apoyaba. Era indudablemente una fiesta común, un orgasmo colectivo, una movilización
popular.
Y es que la mayor parte de
los manifestantes eran jóvenes
llamados por la izquierda de “clase
media”. Seguramente muchos son estudiantes. Pero la mayoría son jóvenes
estudiados, bien “formados”, trabajadores calificados pero maltratados por el
capitalismo realmente existente. Son
jóvenes informados de lo que ocurre en el mundo, ven cómo el desempleo
crece entre la juventud capacitada y estudiada, sienten cómo el sistema
capitalista sólo les ofrece un mundo
de “competencia” y de “consumo compulsivo”, en detrimento del medio ambiente y
de la vida. Empiezan a cuestionarse.
Sin embargo, también están
cansados de la violencia. Quieren experimentar con nuevas formas de comunicación y de expresión. Lo simbólico y
gestual, la música y lo lúdico, el mensaje corto pero punzante, la imagen y lo
visual, todo ello lo convierten en herramientas e instrumentos para hacerse
escuchar. Los sondeos, las consultas rápidas, son formas de intercomunicarse y
de saber qué piensan los demás y cómo sintonizarse con agilidad y eficacia.
Allí hay importantes motores para la acción social y política de extraordinaria
magnitud y de máxima utilidad.
Desgraciadamente las
actuales organizaciones sociales orientadas por la "izquierda tradicional y conservadora" no están
preparadas para interpretar ese movimiento que está en ciernes, que está
emergiendo. Pareciera que en este tipo de movilización, los dirigentes de las
organizaciones “sociales” y populares, y de la izquierda tradicional, se sintieran incómodos. Seguramente no hacen
parte de su "orden" mental, burocrático y vertical. Tal vez no las
puedan “manejar”, “orientar”, “canalizar” hacia un objetivo determinado, y por
ello las desconocen o menosprecian.
Esas movilizaciones son una manifestación de
algo muy nuevo que está en conexión con nuevas miradas que algunos llaman "posmodernismo" pero que en
verdad son expresión del nuevo
proletariado (precariado) del siglo
XXI que necesita expresarse de nuevas formas, más "livianas", más
"sueltas", verdaderamente comunitarias
y colectivas, muy similares a las que ocurrían en los inicios el movimiento
obrero.
Y es que ese no es un
fenómeno que acontece sólo en Colombia.
Ya ha ocurrido en los países árabes, en España,
en Turquía, en Brasil, en donde se ha
percibido una desconexión mental y generacional entre la dirigencia de
izquierda y las nuevas expresiones sociales. Es importante entender ese
fenómeno. Es necesario sintonizarse con él. Los campesinos apreciaron la fuerza
de ese nuevo movimiento y lo agradecieron. El gobierno lo sintió y respondió a
tiempo. Sin embargo, los problemas en los centros urbanos son tan graves como
los que existen en el campo y el
polvorín acumula fuego lentamente.
Ojalá las explosiones sociales que se avecinan
nos encuentren más preparados para con su fuerza producir los cambios
estructurales que requieren la Nación y
el pueblo.
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Popayán, 13 de septiembre
de 2013.
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