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LAS FUENTES DE LA LEALTAD. Eduardo
de la Serna.- El 17 de octubre es día de memoria. Y memoria es re-cordar –volver al corazón–,
re-membrar –pasar por los miembros–, re-vivir algo que nos ha marcado. El 17 de
octubre es día de lealtad, palabra olvidada.
Es día de con-memorar, hacer memoria juntos. Hubo un día que la patria
sublevada, el aluvión zoológico, los cabecitas negras, los trabajadores tomaron
la palabra. Y la tomaron porque había quien escuchara. Es cuestión de sujetos,
de ser y de ser reconocidos. Y ser reconocidos es ser valorados, ser tenidos en
cuenta. Claro que no es simplemente
arqueología o datos históricos: es volver a vivir. En el conflicto con la
oligarquía campestre, Mario Llambías,
en el palco frente al zoológico, lo señaló diciendo que allí estaba el
gobierno. En el debate con Cabandié en
el que Bergman fue espectador, Carrió afirmó que “los pobres son como
nosotros” (¿no tuvo nada que ver ese papelón con la difusión de los videos recortados?).
Enfrente de la Plaza del ’45 estaban
todos rejuntados, izquierda y derecha, para enfrentar las conquistas ganadas
por el “coronel
del pueblo”, lo que me hace acordar bastante a los estudios de TN.
Siendo jefe de Gabinete de Ministros de Cristina,
Sergio Massa afirmó a la embajada yanqui –ahora no encabezada por Braden– que Kirchner no era un
perverso inteligente sino “simplemente un perverso”, lo que no se parece en
nada a la lealtad sino bastante a la traición. Sin duda que los tiempos son distintos. Muy
distintos. Pero hay algo que permanece: los pobres. Como dice Pedro
Casaldáliga, “sólo quedan Dios y el
hambre”. En la Biblia, la lealtad es la fidelidad a la palabra dada, al
compromiso. Por eso es común la
afirmación de que Dios es leal porque no puede desmentirse a sí mismo. Para la Biblia hebrea, lealtad y verdad son
sinónimos. Y mirando desde los pobres uno puede preguntarse quién ha sido
leal a los pobres y quién no. De eso se
trata. Que hay manchas, cosas turbias y confusas, es evidente. Las cosas ideales y
perfectas sólo están en las cabezas alocadas de los revolucionarios, decía el
viejo Mao. ¿Quiénes han beneficiado más a los pobres con trabajo,
escuelas, hospitales, cloacas, servicios públicos, amplitud de derechos y
quiénes les han puesto obstáculos? De eso se trata la lealtad. Después, esa lealtad quedará disimulada por
campañas publicitarias de puro marketing, aunque todos podamos ver a
dirigentes que saltan de un partido a otro, incluso diciendo que de
“renovación” se trata (sic y recontrasic, a menos que Barrionuevo, Rico, Duhalde, Cariglino, Gianola y otros puedan
llamarse renovadores), y otros mostrando desprecio por la política presentarán
actorcetes de cuarta, cómicos detestables o ex árbitros de fútbol porque no
pueden mostrar lealtad a su pueblo, que no la tienen. Es “el día de la lealtad”, día en que las
fuentes refrescaron las patas de los cabecitas negras, los despreciados,
las víctimas. Y los pobres de ayer y hoy siguen siendo las fuentes de la
lealtad. Muchos deberán lealtad al “poderoso
caballero”, que es “Don Dinero”, quien les financia la campaña desde las
usinas de pensamiento multimediático, o
con dineros narcoaportados. Otros se venderán al electorado como un
electrodoméstico. Otros, simplemente, recibirán el abrazo de la lealtad. De eso
se trata en este día. De esas fuentes que refrescan.
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ARGENTINA: Una Plaza de Mayo auto-convocada
en respaldo a CFK.
Un Día Histórico con PERÓN.
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La militancia del Kirchnerismo se movilizó
masivamente frente a la Rosada por el 17 de octubre.
*****
La idea surgió
espontáneamente desde la internación de la Presidenta. En la Plaza de Mayo no
hubo escenarios ni oradores y los funcionarios y dirigentes se mezclaron entre
el público. Prevaleció el clima festivo
Página /12 viernes 18 de octubre del 2013.
Por Julián Bruschtein
“Parrilli,
Parrilli, ¿cómo está la Presidenta?”, le preguntaba una militante al secretario
general de la Presidencia a medida que avanzaba por la Plaza de Mayo.
Agrupaciones, sindicatos, partidos políticos, organizaciones sociales y mucha
gente suelta se lanzaron a la calle para mostrar a Cristina Fernández de
Kirchner su apoyo en el Día de la Lealtad Peronista. Sin oradores ni escenario,
la gente ocupó la Plaza de Mayo en masa con toda la liturgia peronista a la que
se sumaron todas las expresiones que contiene el kirchnerismo.
“Vengo bancando este
proyecto, proyecto nacional y popular”, comenzaba a cantar la multitud mientras
se proyectaba un video con imágenes del ex presidente Néstor Kirchner mezcladas
con las de Juan Domingo Perón. “Porque Néstor no se fue, lo llevo en el
corazón, con la jefa los soldados de Perón”, seguía el cantito con los dedos en
“V” al que se sumaba un nene en los hombros de su papá con una remera del
Movimiento Evita. Las imágenes iban de Perón a Kirchner y de Eva Perón a
Fernández de Kirchner en momentos cruciales de su gobierno, como el discurso en
contra del lockout patronal en el 2008 o la nacionalización de YPF.
Los funcionarios y
legisladores llegaban a la Plaza integrando columnas de agrupaciones o gremios.
La UOM de La Matanza llegó con los diputados Juliana Di Tullio, Héctor Recalde,
Carlos Gdansky, Carlos Kunkel y Diana Conti a la cabeza. “Estamos festejando el
Día de la Lealtad con el pueblo y con Cristina. Esta es la lealtad peronista”,
dijo Conti al detenerse en bloque para permitir que pase la Corriente Martín
Fierro que lidera Jorge Quito Aragón y que también hacía su ingreso a la Plaza.
El ministro de Defensa, Agustín Rossi, saludó a la gente y el secretario de
Inteligencia, Héctor Icazuriaga, caminaba cerca de la Pirámide en el centro de
la Plaza. Mientras, el secretario de Comercio, Guillermo Moreno, cantaba con
las manos en alto en medio de los militantes de la agrupación Pueblo Peronista.
Todos en el llano, sin guardaespaldas y con una sonrisa surcando la cara ante los
saludos de los militantes que los reconocían y se acercaban para palmearles la
espalda. El secretario general de la Presidencia, Oscar Parrilli, y el jefe de
Gabinete, Juan Manuel Abal Medina, llegaron caminando juntos por el lado de la
estación del subte A.
“Como el 17 de octubre
del ’45 en el que hubo un sujeto colectivo sin distinciones en la Plaza, hoy
pasa lo mismo: la gente, los funcionarios, los militantes, todos se mezclan sin
distinción para mostrar con alegría que bancamos un proyecto nacional y la
conducción de Cristina”, sostuvo el diputado del Frente para la Victoria Andrés
Larroque mientras los bombos repiqueteaban a sus espaldas y algunos muchachos
saltaban bailando al ritmo de la murga. Con una pantalla y un micrófono como
única estructura de organización, el kirchnerismo vivió una fiesta que comenzó
a las 17 y cerca de las 22 continuaba. En otro lugar de la Plaza el
vicepresidente, Amado Boudou, caminaba entre un grupo de militantes que lo
saludaba cuando se detuvo para asegurar que “durante el gobierno de Perón se
generaron derechos que el pueblo no tenía y luego con Néstor y Cristina esos
derechos se ampliaron, por lo que se profundizó la lealtad del pueblo con sus
líderes”, desatando otra vez el canto que la Presidenta en algún momento tuiteó:
“Como dice Maradona, lalalala los gorilas”.
Las columnas sindicales
de la CGT oficial que conduce el metalúrgico Antonio Caló también dijeron
presente en la convocatoria y los trabajadores de la Unión del Personal Civil
de la Nación agitaban sus banderas y las amarillas de los trabajadores de la
construcción de la Uocra flameaban con el viento. Los mecánicos del Smata
mostraban su efervescencia con los trapos verdes y los petardos que estallaban
cerca de su secretario gremial, Oscar Romero, candidato a diputado por la
provincia de Buenos Aires. “Es nuestra plaza, la de los trabajadores –señaló el
dirigente gremial–. Acá recordamos el 17 de octubre del ’45, pero también a los
compañeros que no están. Es un día de fiesta y de lealtad para nosotros los peronistas.”
Los trabajadores de ATE
Capital se concentraron en el centro frente al escenario y desplegaron bombos,
redoblantes y aguante para entonar cánticos contra la Policía Metropolitana que
los reprimió en el Hospital Borda y por el que uno de los dirigentes fue
procesado por defenderse y defender a los trabajadores. La CTA de Hugo Yasky
estuvo encarnada en su secretario adjunto, Marcelo Frondizi. Sin dejar de
acariciar su barba blanca señaló que “los trabajadores venimos a ratificar el
compromiso con el proyecto nacional democrático y latinoamericanista”, y
advirtió que “también venimos a decir que Cristina es de los trabajadores y no
de los traidores”.
El
inicio de la idea de la movilización había surgido sin estruendo durante el fin
de semana como una propuesta en las redes sociales. Como una bola de nieve se
fue agrandando hasta llegar a la Plaza de Mayo completa con las agrupaciones
kirchneristas. La columna de La Cámpora entró con las flameadoras y los colores
de la bandera argentina a todo trapo. La Corriente Peronista Descamisados
enarbolaba la figura de Eva Perón en sus banderas con los dirigentes Lorena
Pokoik y Marcelo Köenig al frente. La sabbatellista Nuevo Encuentro metió una
gran columna entre las fuentes y el Frente Transversal Nacional y Popular del
diputado Edgardo Depetri montó una pantalla de cine popular en la que se
mostraban imágenes de Leonardo Favio. El Movimiento Evita copó de rojo y negro
el centro de la Plaza con sus dirigentes: el ex canciller y candidato a
legislador Jorge Taiana, el diputado provincial Fernando “Chino” Navarro y el
diputado nacional Leonardo Grosso entre sus filas. “Llenamos la Plaza con
alegría y no en un acto partidario. Demuestra la alegría de estar en la calle
viviendo un proyecto político”, sostuvo Grosso con el tema de Los Redonditos de
Ricota “Ji-ji-ji” sonando de fondo, que desataba un pogo entre militantes de La
Desca. Sólo quedaba el Himno con los dedos en “v” y algunos puños cerrados en alto para
finalizar la jornada satisfechos.
Hubo
banderas de todas las expresiones que forman parte del kirchnerismo, desde
agrupaciones juveniles a la CGT y la CTA.
***
Del primer día
peronista a hoy.
*****
Por Mario Wainfeld
El 17
de octubre fue el primer día peronista. Juan Domingo Perón existía, era un
protagonista político relevante. Las medidas laborales y sociales promovidas
desde el gobierno de facto fueron fundacionales, había convulsionado la
realidad preexistente. El talentoso economista Enrique Silberstein especuló,
allá por los ’70, que el peronismo conservaba vigencia básicamente por esas
movidas iniciales, que luego se completaron o ampliaron. La hipótesis es
polémica si se la toma al pie de la letra, pero da acabada cuenta de lo mucho
que ya había construido Perón.
“El pueblo”, las “masas
disponibles”, la “clase trabajadora” también existían: por eso pudo o pudieron
desembarcar en la Plaza de Mayo defendiendo (e inventando, de algún modo) a su
líder.
Pero sólo la confluencia
entre, llamémoslos feamente, los dos factores conjugó el primer día peronista.
Las vísperas pintaban
aciagas. Perón, precisamente por su modo de existir, se había constituido en un
peligro y un exceso para el régimen que integraba: lo arrestaron, lo llevaron a
Martín García. El 14 de octubre el entonces Coronel del Pueblo se daba por
perdido en una carta amorosa dirigida a Evita. Pediría su retiro, le contaba
vencido a su “adorable tesoro”, su “queridísima chinita”, a la que evocaba con
“los ojos húmedos”. Se irían a vivir juntos, el hombre escribiría un libro...
La carta conmovió a un
no peronista eventualmente antiperonista, Félix Luna, quien la divulgó
masivamente en su notable ensayo El 45. Un peronista bien peculiar y profundo,
el sociólogo Horacio González, también comentó con garbo esa renuncia que no
buscaba el “operativo clamor”.
La vida política de
Perón y del peronismo no tocó a su fin en Martín García. Pudo ocurrir, no
sucedió. El 17 de octubre se colmó la Plaza histórica, el subsuelo de la Patria
se sublevó, se elevó hasta las fuentes, clamó y avanzó cincuenta casilleros.
A la noche, el líder
salió al balcón. Habló poco, entre otras variables porque no tenía nada
preparado y era muy tarde. En sus últimas palabras les pidió a los asistentes
que se quedaran quince minutos más porque quería guardar en su retina esas
imágenes. El 12 de junio de 1974 se despidió desde ese mismo balcón comentando
que se llevaba en sus oídos la más maravillosa música que “es para mí la
palabra del pueblo argentino”. Este párrafo íntegro es plagiado libremente por
el cronista al sociólogo Luis Alberto Quevedo a quien se lo escuchó ayer nomás.
En la deriva de la
retina a los oídos el peronismo y Perón mismo se dieron por terminados en
varias ocasiones. Con el cruento golpe de 1955, con la represión y proscripción
ulteriores, con la muerte del ya tres veces presidente democrático sucedida en
1974. Siempre era posible el cierre, en varias etapas hasta lógico. Tanto
extrañamiento del poder y del Estado, tanta saña y exclusión después. Tantos
errores, sangre y pésima sucesora en el tercer mandato... La muerte del
conductor cesarista, ni qué hablar. La dictadura surgida el 24 de marzo de 1976
se propuso, en concepto, desperonizar a la Argentina, al Estado, a la
conciencia popular...
Sin embargo, el peronismo
subsiste (y cómo). También escabulló un final más digno, leal e incruento que
pudo ser y no fue: ser desplazado del escenario después de la derrota electoral
de 1983, cuando el presidente Raúl Alfonsín le ganó en buena ley.
A esta altura de la
soirée, el peronismo pasó la edad jubilatoria, con más tiempo de vida sin su
jefe fundador que con él.
- - -
Ayer mismo, se conmemoró
el Día de la Lealtad, en distintos formatos. El kirchnerismo, la versión que
domina la escena actual, se asentó en la Plaza de Mayo en un acto extraño, sin
oradores, condicionado por la ausencia forzosa de la presidenta Cristina
Fernández de Kirchner. En lo institucional, el vicepresidente Amado Boudou
puede sustituirla. El liderazgo político no se suple ni se inventa, de ahí el formato
inusual.
El titular de la CGT
opositora, Hugo Moyano, armó un acto menor en las puertas de la central obrera.
Otros dirigentes optaron por la recordación en cónclaves.
Nada de novedoso ni de
flamante hay en las divisiones del peronismo. El Coronel (que luego sería
degradado, ascendido a General y a Teniente General según pasaban los años) era
un hombre de orden: aborrecía las fragmentaciones. Pero antes que nada era un político
que también las alentó o soportó y las condujo mientras pudo.
Las divisiones, las
pujas internas (más o menos brutales al vaivén de las épocas) son connaturales
al peronismo. Desde 1983 han encontrado dique y cauce en el sistema
democrático. Desde 2003 se atraviesa una etapa de infrecuente estabilidad, lo
que no obsta a los enfrentamientos internos. Una herramienta clásica es el
peronómetro que mide la pertenencia de los adversarios y con asiduidad la
niega. “Peronistas somos todos”, enunció Perón, que era socarrón y dado a las
exageraciones didácticas. Sin llegar a tanto, el cronista cree que la identidad
peronista tuvo y tiene muchas facetas. Carlos Menem, Néstor y Cristina
Kirchner, Augusto Vandor, Saúl Ongaro, Saúl Ubaldini lo fueron o lo son. Y tantos
etcéteras que no cabrían en esta columna.
He ahí uno de los
intríngulis del peronismo. Corroborar su existencia es más sencillo que
explicar con rigor su perduración. Esa explicación es más sencilla que
encajarlo en taxonomías o clasificaciones. Y predecir su evolución es bien
arduo, como dan buena cuenta las memorias precedentes, que lo pintan como a “la
cigarra”. Tantas veces lo mataron, tantas desapareció, sin embargo está aquí.
- - -
Hoy día, distintos
sectores del peronismo se aprestan a competir en la provincia de Buenos Aires.
Sumarán, casas más o casas menos, las tres cuartas parte del gigantesco padrón.
Tal vez un cachito más. Como nunca en su saga, un dato que se repite con leves
variantes desde una década.
Esa elección es
descripta con magro ingenio como la “madre de todas las batallas”,
acontecimiento terminal que acontece con frecuencia.
Se da por hecho que el
veredicto popular sellará el final del “ciclo kirchnerista”. Con lecturas
diferentes, aunque con puntos de tangencia, el intendente de Tigre Sergio Massa
y el gobernador bonaerense Daniel Scioli “se prueban la pilcha”. En su torno se
elaboran profecías a dos años vista y final garantizado. Como son peronistas
ambos challengers, los antiperonistas que detestan o rechazan al actual gobierno
le atribuyen una virtualidad mayor, se entusiasman así sea por un ratito.
El
peronismo no es un fenómeno inexplicable ni irracional. Su larga historia
comprueba que hay sobradas razones para comprenderlo. Entre tantas, la que
insinuaba Perón: la falibilidad de sus adversarios, que a menudo lo embellece.
Lo que pretenden sugerir estas líneas es que es chúcaro para las profecías
simplistas o las lecturas lineales. Eso, insinúa este cronista, vale también
para el porvenir de su versión del siglo XXI, aquella que produjo los mejores
momentos de gobierno peronista después de los diez años que siguieron al remoto
17 de octubre.
Motivos para no faltar.
La
foto con las patas en la fuente.
*****
Sebastian Abrevaya
El
clima no invitaba a meter las patas en la fuente como en aquel 17 de octubre de
1945. Unas pocas gotas cayeron sobre la Plaza de Mayo, que no llegaron a
convertirse en lluvia. Pero más allá del frío, más de uno se sacó las
zapatillas y las medias, se sentó sobre el borde, tocó el agua con los pies y
se sacó su foto. Un grupo de militantes, vestidos de época para representar
aquella movilización histórica, se metieron en la fuente al grito de “liberen a
Perón”, que rápidamente se transformó en uno de los cantitos de apoyo a la
presidenta Cristina Fernández: “Cristina, Cristina, Cristina corazón, acá tenés
los pibes para la liberación”. Esa idea recorrió ayer la Plaza de Mayo, donde
decenas de miles de personas se reunieron para respaldar el “proyecto
nacional”, a menos de dos semanas de las elecciones legislativas.
Apenas pasadas las seis
de la tarde, entre los militantes de las agrupaciones políticas kirchneristas,
sindicatos y movimientos sociales que habían llegado a Plaza de Mayo se podía
ver también personas independientes, que se manifestaron con la misma intención
de apoyar al Gobierno. La hija de Andrea y la sobrina de Alberto militan juntas
en La Cámpora. Ellas estaban camino a la plaza mientras ellos las esperaban en
la zona más cerca de la Casa Rosada, luego de salir de sus respectivos
trabajos, por el centro porteño. “Venimos a acompañar el proyecto nacional, a
bancar a Cristina, a las políticas de inclusión y de derechos humanos, entre
muchas otras cosas”, explica Andrea, que tiene un hermano desaparecido. “Robi”,
como lo llama ella, fue secuestrado el 30 de junio de 1976. Hace dos años,
mientras estaba en la misma Plaza de Mayo conmemorando el primer aniversario de
la muerte de Néstor Kirchner, recibió un llamado telefónico del Equipo
Argentino de Antropología Forense avisándole que habían identificado los restos
de su hermano. “Después de 35 años, pudimos enterrarlo junto a mis papás y
ahora estamos todos juntos. Así que mirá si no voy a tener motivos para estar
acá”, asegura Andrea, en diálogo con Página/12. “Además, cuando hay tanto
bombardeo mediático, después de una elección hay que bancar”, agrega Alberto.
Peón
Vuelve.
Unos metros más
adelante, a un costado del pequeño escenario, que consistía en una pantalla de
LED, llamaban la atención unas mesas en las que se jugaban unas partidas
simultáneas de ajedrez. “Peón Vuelve”,
decían los carteles de la agrupación de “ajedrecistas unidos y organizados”,
que reúne a jugadores de distintas agrupaciones políticas con el objetivo de
romper con cierta idea “elitista” del ajedrez y militar en favor del “proyecto nacional y popular”. “La lealtad
es un valor básico, un pilar fundamental de la forma de construcción política.
Y nosotros decimos que después de 2003 la política volvió al centro del
tablero”, explica Pablo Mocca, uno de los integrantes de Peón Vuelve, que nació
en mayo de este año, ya tiene página de Facebook (/peonvuelve) y tiene tres
lugares de encuentro en los barrios de Almagro, Colegiales y Flores.
Sobre el centro de la
plaza todavía quedaban algunas remeras con la imagen de la Presidenta con la
inscripción “Fuerza Cristina”, en letras rojas. “En todos los actos se venden
bien. Esta vez las que se acabaron enseguida son las de Evita”, acota Cristian,
que las vende a 50 pesos. “Nosotras venimos a apoyar el proyecto, por Perón, y
a bancar a Cristina, que justo está recuperándose de su operación”, asegura
Antonella, que fue a la plaza con su amiga Luty. Las dos juegan en el equipo
Evita Capitana, en el torneo de fútbol Picado Femenino, hermano del Picado
Nac&Pop. “La lealtad es con las banderas del peronismo y con el proyecto. Y
la lealtad va siempre de la mano de la memoria”, agrega Luty.
Aunque no había
consignas precisas ni hubo oradores, la manifestación no estuvo al margen de la
coyuntura electoral. “Massa, ¿vos por qué festejás el día de la lealtad?”,
decía la cartulina escrita por Sandra, una mujer que por primera vez fue a la
plaza a apoyar a la Presidenta. “Es el menos leal de todos”, insiste Sandra,
que lo acusa al intendente de Tigre de haber traicionado al kirchnerismo. A
menos de un metro, otro cartel decía algo parecido: “¿Yo soy fiel al equipo del
lupo y la leona, y vos?”. “La lealtad es con la patria y con el proyecto
nacional, pero que están encarnados en una conducción, que en su momento fue
Perón y que hoy es Cristina”, asegura Javier, un joven politólogo que milita en
el centro cultural Enrique Santos Discépolo, dirigido por Norberto Galasso.
En la
pantalla siguieron pasando fragmentos de documentales con las voces de Perón,
Evita y discursos de Néstor y Cristina Kirchner, trazando un paralelo entre
aquel 17 de octubre y el de ayer.
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