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LA PATRIA NUESTRA AMÉRICA: Cuando reconstruimos el
pasado, aprendemos
de sus saberes, y nos autodefinimos como lo que somos, actuales herederos en este archipiélago de siete mil años de historia,
realizamos un acto de Universalidad,
respeto e integración solidaria a esa parte-raíz de nuestro tiempo. Nos auto
reconocemos en los esfuerzos revolucionarios que lideran los gobiernos de Venezuela, Bolivia, Ecuador, Nicaragua,
por recuperar la historia y el espacio,
la dignidad, los derechos y recursos, que les fueron arrebatados a los pueblos originarios
que conforman y enriquecen la vida de estas naciones.
El conocimiento de la historia de los pueblos
indoamericanos que poblaron nuestro archipiélago, también nos sitúa en condiciones para interactuar en la complejidad del momento que vivimos,
libres de visiones edulcoradas y
facilismos. Entendemos por qué con frecuencia, la imagen que muchos
indígenas tienen de sí mismos es de impotencia, miseria y abandono, lo que
produce marginalidad, deterioro social y
hostilidad. Comprendemos cómo tras quinientos años de opresión económica y enajenación ideológico-cultural, no
está libre el mundo indoamericano actual, de peligros de mayor
desestructuración, de arcaísmo y fundamentalismos, de las relaciones
clientelares y el acecho de la demagogia
y la manipulación política, de la presión del mercado y la ideología burguesa y egoísta
hegemónica.
Veamos el Día de la Resistencia implicados en el cambio progresivo de los pueblos y sus circunstancias,
en la historia que forjaron nuestros
maestros internacionalistas
junto a los misquitos, a fines del pasado siglo, en época de la asediada Revolución Sandinista, epopeya de alfabetización, ciencia, cultura
y salud, recuperada hoy con nuevos educadores
y médicos que trabajan junto a los hermanos nicaragüenses, que se ha
multiplicado con la Alianza Bolivariana
para las Américas-Tratado de Comercio de los Pueblos (ALBA-TCP), en las selvas y sabanas de la República Bolivariana de Venezuela,
y los andes ecuatorianos y bolivianos,
que llega a otros muchas comunidades aborígenes de centro y sur América, y
recién se abre a la Amazonía brasileña.
/////
12 de octubre de 1492. Cristóbal Colón desembarca en América. Hay que terminar con el mito de encuentro de civilizaciones y culturas. Hoy es el Día de la Resistencia Indígena y de la Diversidad Cultural de Nuestra América.
***
CUBA.
Reflexionemos sobre nuestra herencia histórica.
12 de octubre,
Día de la Resistencia Indígena.
*****
Felipe de J. Pérez Cruz.
Rebelión sábado 12 de
octubre del 2012.
La identidad nacional cubana está actualmente desconectada de su herencia aborigen. Esa realidad
explica por qué no pocos compatriotas vean el tema de la lucha de los hermanos
indígenas en América, como algo muy justo, pero lejano. Así la propuesta del
movimiento indígena de conmemorar el 12 de octubre como Día de la Resistencia,
Dignidad, Rebeldía y Lucha, no se ha generalizado en el país, a lo que se suma
que aún hay espacios donde persiste el mito colonialista eurocéntrico “ del
descubrimiento realizado por el valeroso y tenaz Almirante Cristóbal Colón , el 12 de octubre de 1492”.
Es cierto que la ausencia
de un núcleo poblacional indígena fuerte en Cuba y el Caribe de hoy, limita una acción cultural y política
sólida, encaminada a rescatar los aportes a la historia de los primeros
descubridores de nuestro archipiélago, pero la dificultad principal está en que
la memoria histórica en lo fundamental, se basa en la construcción desde la
época colonial, de una falsa conciencia que sustenta la extinción y
desvalorización de la población indígena. Así la mayoría de los cubanos y
cubanas no asumen sus antepasados indígenas, y perdemos la riqueza de
incorporar toda la herencia cultural y cosmovisiva de no menos de siete mil
años de historia.
Debemos explicarnos cómo y
porqué, lo mejor del pensamiento y liderazgo intelectual y revolucionario
cubano, siempre se sintió parte del movimiento de resistencia de los pueblos
originarios. Hora es de rescatar los valores del indigenismo revolucionario de José Martí, Julio Antonio Mella, y Fidel
Castro.
La presencia indígena.
Las culturas
indoamericanas, fueron severamente diezmadas por la criminalidad que acompañó
la conquista y colonización española. Según afirmaciones del padre Bartolomé de las Casas, el costo mortal
de la conquista para los habitantes de Cuba , Jamaica , Borinquén y las Antillas Menores fue
de 3 millones de vidas, y solo para Quisqueya , consideraba
una pérdida similar 1
. Independientemente de errores en una u otra apreciación de
cálculo, el balance es brutal: De veinte a treinta millones de muertos en toda
la región!”. En lugar del “encuentro de
culturas y civilizaciones” que se ha intentado sustentar, la conquista y colonización
fue, como señala Steven Katz el,
el peor desastre civilizatorio y demográfico conocido en la historia de la
humanidad 2
. Pero a diferencia de lo que comúnmente se ha repetido, la
población aborigen en Cuba no desapareció ni fue completamente exterminada.
La sociedad excluyente y
legalidad pigmentocrática y racista del colonialismo, que imponía como
condición de movilidad y ascenso social la “limpieza de sangre”, determinó el
“blanqueamiento” de numerosas familias de colonos, que tenían en su base
materna lo indígena y, sus descendientes ya mestizados y transculturados,
acompañaron la constitución de la sociedad criolla primero, y la formación de
la nacionalidad después, para estar presentes en nuestro actual mosaico etno-sociológico.
No todo fue asimilación. Núcleos significativos de la población
aborigen sobrevivieron hasta el siglo XIX, para constituirse en el grueso
del primer campesinado cubano. Sus descendientes arribaron al siglo XX, con una
presencia que fue documentada por cientistas del calibre de Manuel Rivero de la Calle y Antonio Núñez
Jiménez. Hoy están entre nosotros, abriendo como cubanos y cubanas el nuevo
milenio de retos y confirmaciones. Los he visto y disfrutado en pueblos de
leyenda y heroicidad como Jiguaní,
Yateras o El Caney, están en el honrado hacer del campo, en los seres
emancipados y cultos de la Revolución, entre maestros y médicos, constructores
e ingenieros, en la sonrisa alegre de niños y niñas, trigueños, de cuerpos
robustos y bellos, vivaces, felices, en cualquier pueblo o ciudad.
Los genuinos descubridores del archipiélago cubano, nos legaron
saberes, conocimientos sobre plantas y modos de cultivarlas y utilizarlas, con
distintas funciones de alimentación y salud, así como una rica mitología
conservada en la memoria colectiva, en costumbres y hábitos de la vida
cotidiana. Está la presencia aborigen en la toponimia, comida, artesanías,
arquitectura, creencias, música, fiestas, y espiritualidad popular. Muchos
cubanos y cubanas, independientemente del color de su piel, no saben que
también tienen lo indígena incorporado en su idiosincrasia, gestualidad y
genes.
Fue precisamente Antonio Maceo, con su certero sentido de la unidad nacional, quién se propuso recolocar a los indígenas frente a su propia historia.
***
Hombres y mujeres de combate.
El nervio emancipador que
rescata el Día de la Resistencia
Indígena, nos compulsa a repensar y precisar nuestra común historia. El
tema adquiere una connotación sumamente actual, cuando hemos comenzado a
celebrar en Cuba los 500 años de
fundación de las primeras siete villas. No se puede olvidar que estas
poblaciones nacieron en medio de la operación militar de la conquista, sobre la
ruina de los cacicatos aborígenes, diezmados por el secuestro de sus pobladores
para el trabajo forzado en las llamadas encomiendas, sometidos a extensas
jornadas –“mientras había luz”- en
los lavaderos de oro, apaleados y torturados, vejados con la esclavización
sexual de sus mujeres, flagelados por enfermedades mortales portadas por sus
verdugos 3
.
Los indígenas que habitaban
Cuba, no fueron mansos ni se dejaron
victimizar impunemente. En las encomiendas, en acto de rebeldía, no pocos
optaron por el suicidio, se ahorcaban en grupos y con ellos a sus hijos. Muchos
más optaron por enfrenar y combatir a aquellos demonios que habían asaltado sus
vidas y sociedad. Estos hombres y mujeres iniciaron la tradición combativa de
nuestro pueblo.
Cristóbal Colón arriba a nuestras costas
al día 27 de octubre de 1492. Al mes
de estar explorando la isla de Cuba
- el 27 de Noviembre-, el Almirante invasor recoge en su diario el primer
encontronazo con los habitantes, que intentaron empuñando sus armas, impedir un
desembarco por la hoy costa
guantanamera. Como certeramente anotó Hortensia Pichardo este es el primer
amago de resistencia de los indígenas en la Isla, y el primero que reporta
Colón como cronista a su llegada a América 4 .
Colón vuelve a encontrarse con indígenas en son de guerra el 3 de diciembre,
pero en esta ocasión actúa con más inteligencia “ por manera que todos se apaciguaron” 5 .
En 1510, la primera batalla
victoriosa de nuestros indígenas contra una tropa de invasores, dará desde
entonces, el nombre de la bahía y provincia de Matanzas. El cacique Yaguacayex
(o Guayucayex) , con la cooperación del cacique Habaguanex, trazó y ejecutó el
plan de ataque contra los invasores 6 .
Estos fueron nuestros primeros rebeldes.
La guerra de conquista.
Cuando en 1510, el teniente Diego Velázquez invadió
Cuba, encontró la fuerte resistencia de cacique Hatuey. De Maisí y Baracoa a
Bayamo, se extendieron los combates. El
2 de febrero 1512, el cacique quisqueyano fue juzgado como sacrílego y
rebelde, y quemado vivo 7
, tal como hacía la Iglesia Católica en la época, con los
revolucionarios y hombres de ciencia y cultura europeos. Con Hatuey llegó a
Cuba el concepto de cimarrón, de insubordinación y resistencia activa frente a
los colonialistas. Desde entonces, los invasores nunca disfrutaron de paz 8
.
Los indígenas afrontaron con espíritu
rebelde la represión y el asesinato de la conquista y ocupación territorial,
que sucedió al asesinato de Hatuey. Matanzas como la realizada en Caonao
(probablemente en las inmediaciones de las actuales provincias de Camagüey y
Ciego de Ávila), donde fueron acuchillados más de 2 mil hombres, mujeres y
niños, con el único y bárbaro propósito de sembrar el terror, y paralizar la
resistencia a los invasores, dejaron una memoria que mantuvo la constante
hostilidad de los aborígenes. Luego de
su fundación en 1515, Puerto Príncipe, la villa más cercana al trágico
acontecimiento, fue objeto de sistemática hostilidad, ataca e incendiada.
El conocimiento sobre sus
enemigos, costumbres y armamento, el saberlos hombres y mortales en lugar de
demonios, hizo de la resistencia un hecho mucho más efectivo. A partir de 1520 en Cuba –y también en Quisqueya-,
los documentos demuestran que los ataques de los aborígenes ganan en
efectividad.
Entre 1522 y 1532 el cacique Guamá también en el oriente
cubano, dio una dura pelea contra los encomenderos que explotaban y asesinaban
a sus hermanos. Los vecinos de las villas y los hacendados vivieron en
constante sobresalto. Ya entre los combatientes de Guamá estaban los cimarrones
negros, los primeros esclavos africanos emancipados por rebelión 9 La resistencia a la conquista como subraya el arqueólogo
cubano José Jiménez Santander , fue la primera guerra que los
habitantes de nuestro archipiélago enfrentaron contra la dominación colonial 10
.
Diez años después de decretarse
por el gobierno colonial en 1542, el
fin de las encomiendas, aún los encomenderos en complicidad con la jerarquía de
la Iglesia Católica en Cuba, se resistían a reconocer la libertad a los
aborígenes. Entonces se les compulsó a vivir en pueblos de indios, con el
incentivo de otorgarles algunas tierras realengas. Pero esta “paz” no impidió
que en 1661 ante la escasez de esclavos, los vecinos de Santiago de Cuba, Bayamo y Puerto Príncipe, solicitaran al Rey
hacer la guerra y esclavizar a los indígenas que se negaban a aproximarse a sus
villas y se mantenían aislados en palenques, acompañados de negros esclavos
fugitivos, petición que es satisfecha por el monarca.
Hoy 12 de octubre, se conmemora el Día de la Diversidad
Cultural, día importante para promover la reflexión histórica y el
diálogo intercultural acerca de los derechos de los pueblos originarios y la
comunidades históricas.
***
Paradoja y
reencuentro.
Los terratenientes que
dominaban los cabildos y la impartición de justicia, tratarían una y otra vez
de arrebatar las tierras realengas otorgadas a los indígenas. El robo y la injusticia, pueden
hallarse en los archivos que guardan los documentos más antiguos de la
jurisdicción habanera de Guanabacoa. Esta situación se hizo crítica para los
avecinados en San Luis de Los Caneyes, lo que los llevó a protagonizar en 1758
una rebelión 11 .
La continua situación explosiva, hizo que el Rey Carlos IV interviniera en 1796
a favor de los indígenas de San Luis,
en momentos en que se censuraba al protector de indios, por ser ese funcionario
cómplice de los hacendados santiagueros.
Los conflictos con los
terratenientes continúan 12 y la paradoja de ser el Rey, quien
“protegiera” a los indígenas del acoso de los terratenientes criollos, sin
dudas estuvo en la base de las relaciones clientelares que se establecen entre
los indígenas, algunos campesinos peninsulares – como el líder oriental
realista Pedro Garrido-, y la Corona española, y que explica la alineación de los
“indios” en el bando colonialista al iniciarse la contienda independentista.
Este por demás, fue un fenómeno que también se produce en otras regiones de
América Latina.
Recién, en la excelente
entrega del serial histórico Duaba:
La Odisea del Honor, muchos compatriotas conocieron de las unidades militares
irregulares de indígenas, organizadas por el mando español recién reiniciada la
guerra de independencia en 1895, y
la oposición que realizaron estos combatientes al General Antonio Maceo y a los
expedicionarios que desembarcaron por Duaba. Pienso que merita un esfuerzo de
divulgación histórica, de libros y artículos, de seguro que una obra
audiovisual tan apasionante como la que nos han hecho llegar el MINCULT, las FAR y la Televisión Cubana,
para que también se aprecie la continuidad de aquella historia.
Fue precisamente Antonio Maceo, con su certero sentido
de la unidad nacional, quién se propuso recolocar a los indígenas frente a su
propia historia. Consciente de la trascendencia más que militar, política, de
la alineación junto a los españoles de los descendientes de los pueblos
aborígenes, el jefe mambí pidió a varios de los insurgentes que mantenían
relaciones con familias indígenas, trabajar en la incorporación de estos a las
filas independentistas. Fue Cristina
Pérez, una criolla casada con Ramón
Ramírez, un cacique menor, la que logró convencer a quienes estaban
luchando en el bando equivocado. El éxito de tan brillante operación política,
de profundo contenido ético, se concretó en la formación del Regimiento Hatuey.
Ya el 31 de agosto de 1895, un centenar de indígenas estaba incorporado al
regimiento, y el valor y destreza militar de sus integrantes decide la batalla
de Sao del Indio. Estos combatientes terminaron la contienda insurrecta y legaron
la leyenda que hasta hoy habla de los "guapos
de Yateras" 13 .
Lo hispano.
Conmemorar el Día de la Resistencia Indígena el 12 de
octubre, no es un acto anti-español. Con la raíz étnica que se reconoce
hispana, para identificar a los pueblos del actual Estado español, nos sentimos
los cubanos y latinoamericanos íntimamente vinculados.
En medio milenio de
colonia, de la Europa ibérica no solo llegaron los genocidas soldados de
fortuna que masacraron y robaron a los pueblos originarios, y la plaga de
comerciantes, jerarcas eclesiásticos, funcionarios monárquicos y burócratas
ladrones que se enriquecieron con las relaciones colonialistas de explotación.
También arribaron sujetos portadores de todo lo progresivo y laborioso que
latía en los pueblos del Viejo Continente: campesinos y artesanos,
intelectuales, maestros y artistas, hombres y mujeres de bien —no pocos
sacerdotes y religiosas que como el padre Bartolomé de La Casas, dieron su
aporte de entrega humanista y sabiduría—, campesinos y artesanos humildes, que
hicieron de estas tierras su nuevo hogar, y con ello las convirtieron en el
escenario de sus amores, pasiones, resistencias y luchas 14 .
El encuentro de culturas se
dio definitivamente en la sociedad colonial de los siglos XVI y XVII, en la
relación profunda con la España humilde, trabajadora, culta y popular, con las
civilizaciones, culturas y naturaleza indoamericanas, con los negros esclavos y
demás migrantes. La latinoamericanidad vista desde lo indoamericano, lo afroamericano
y lo hispano, integra las principales raíces que fundamentan nuestra identidad
nacional y regional.
Frente a la España feudalizante, del egoísmo
monárquico, frente al anti héroe del pillaje; siempre estuvo –latente una
veces, explícita otras- la España anti-feudal y antimonárquica, junto al héroe
del trabajo honrado y la cultura, no faltaron los que sin titubear, se
incorporaron en el siglo XIX, a la causa de la independencia nacional.
Aún permanece en Cuba, dando su pelea de
conservadurismo, el espíritu del Día de
la Raza. Julio
Antonio Mella hace 85 años, batió lanzas contra este espectro del
colonialismo. Ahora “la Raza” aparece metamorfoseada como “fiesta Iberoamericana”,
***
Desde la ética y la ideología de la
Revolución.
La decodificación en clave
de emancipación y dignificación humana, nos califica y cualifica el hacer y lo
por hacer de la historiografía revolucionaria. De la mano de Martí procuremos privilegiar la
historia real, y en vez de “descubrimiento” precisemos que se trató de una
invasión. Que renunciemos a la neutralidad genérica del concepto viaje, y
puntualicemos sobre las expediciones militares que organizó el Almirante
invasor Cristóbal Colón. Así mismo
debemos decodificar el mito fundador, y ratificar que no existió un “encuentro de civilizaciones y culturas”,
sino un hecho de guerra de rapiña, de apropiación forzada y depredatoria del
territorio y sus recursos naturales y humanos, que devino en genocidio y
etnocidio.
Precisamente la afirmación
sobre la extinción y/o desaparición de los aborígenes cubanos, y los
apasionantes debates que sobre esta problemática se pueden sostener, tienen
como incuestionable realidad histórica, la
criminalidad genocida de los conquistadores europeos. También somos
herederos de ese mundo colonial de injusticias y explotación que forjaron los
hombres que simboliza el Almirante
Cristóbal Colón. De lo que se trata es de saber a qué herencia renunciamos
y cual reivindicamos.
Es necesario reconocer la
impronta de las personalidades en la Historia, y para quienes trabajamos por un
mundo mejor, resulta de particular interés estudiar el universo ético de los
sujetos de y en la historia. Cristóbal
Colón, sus capitanes y continuadores, fueron audaces e inteligentes
soldados, líderes con la capacidad de fundar un nuevo orden de explotación
colonialista en esta parte del planeta, que a su vez impactó y reconfiguró el
mundo de entonces. En interés de ese orden desataron nuevas fuerzas
productivas, fundaron villas, construyeron iglesias y conventos, importaron
bienes y tecnología. Jugó un papel fundamental la ambición de victoria y
riquezas que movía a aquellos hombres: Son los héroes de la acumulación
originaria del capital, anti-héroes frente al humanismo y la dignificación
humana.
Nuestros caciques e indígenas rebeldes, también fueron audaces e inteligentes soldados, líderes con capacidad
de resistencia, que además de aprestarse a derrotar la tecnología y la
experiencia militar de los invasores, tuvieron que vencer sus propios temores y limitaciones cosmovisivas,
que si fueron malévolamente utilizadas por los europeos para aumentar su
ventaja. Estos primeros rebeldes de
América fueron héroes de los derechos humanos, de la emancipación.
Las interesantes polémicas
acerca de la llegada por uno u otro puerto oriental, del Almirante invasor Cristóbal Colón, no puede dejar de significar
para todos los implicados, que el 28 de
octubre de 1492, marcó el acto militar de la ocupación del territorio
poblado por nuestros antepasados aborígenes, y en tanto, de la imposición de la
lógica egoísta del sistema de dominación del colonialismo europeo.
Con criterio político.
El estado de la
problemática historiográfica repercute directamente en decisiones concretas en política cultural, comunicacional y
educacional.
Los padres de la patria, se
fueron a la manigua en 1868,
enarbolando el recuerdo rebelde de Hatuey, y desde entonces en Granma es tradición el recuerdo de
honor, que ha quedado tangible en hermoso monumento. Hay que felicitar a los
matanceros en su certeza de fijar en monumento y sobre todo en la memoria
histórica local, la batalla de la bahía que recuerda la estirpe rebelde de sus
antepasados indígenas. ¿Cuánto más nos falta? ¿Ahora en vísperas de la
fundación de las primeras villas, hemos pensado en el nuevo monumento que
merecen las víctimas del exterminio masivo del cacicato de Caonabo? ¿Dónde
hacer el obelisco que recuerde esa primera resistencia del 27 de noviembre de 1492? ¿Nuestros primeros rebeldes atacaron con
éxito Baracoa, Puerto Príncipe, y otras villas españolas, merecen estas
acciones una tarja antes o durante los actos oficiales por los 500 años de
fundación? ¿Se ha estudiado esta necesidad de expresión patria a escala de
país?
¿Qué efeméride realmente
merece que se destaque y honre, el día de protesta armada de noviembre, hasta
ahora irrelevante en el universo comunicacional cubano, o el que se celebra
generalmente para glorificar la llegada del conquistador? ¿Hasta cuándo el 2 de
febrero 1512 y el recuerdo hermoso de Hatuey, va a ser solo un acto de historia
local de los granmenses, que apenas merece unas pocas líneas de cobertura
periodística?
Aún permanece en Cuba, dando su pelea de
conservadurismo, el espíritu del Día de
la Raza. Julio
Antonio Mella hace 85 años, batió lanzas contra este espectro del
colonialismo 15 .
Ahora “la Raza” aparece
metamorfoseada como “fiesta
Iberoamericana”, pero la esencialidad de antaño se mantiene, con blasones y
honores de conquista, y teatralidades que “reconstruyen”, el momento primigenio
del desembarco del Almirante invasor “de rodillas” en la tierra que acaba de
posesionar como propiedad europea! ¿Por qué no celebrar en Cuba, con mucha alegría, la sobrevivencia y el renacer comprometido
de nuestros pueblos originarios, y también la presencia irredenta de
Afroamérica, de los cimarrones indígenas y negros, que se unieron en la
resistencia y el amor a la libertad?
La actual realidad
educativa cubana es de sostenida recuperación y avances, y la enseñanza de la Historia constituye uno de los carriles
por donde afortunadamente transita el perfeccionamiento. Pero sobre el tema
aborigen y el legado combativo de los indígenas, aún es muy débil la propuesta
historiográfica escolar. Un hecho sumamente significativo, es que ningún
programa de estudios, desde la enseñanza general hasta la universitaria,
presenta a los estudiantes y al púbico cubano, una sistematización histórica de
la resistencia indígena a la conquista y ocupación.
La primera guerra colonial
que se emprendió contra las comunidades aborígenes que poblaban Cuba, no se referencia como tal en
nuestras escuelas y universidades. El sujeto de la historia es, en todos los
casos, el conquistador español, y los hechos de armas de nuestros primeros
rebeldes, a lo sumo se tratan minimizados y con una significativa inconexión.
Los estudios que sobre este
tema se han realizado en el país, permanecen fuera del circuito masivo de
distribución de la información científico-docente, y hoy solo constituyen
rarezas bibliográficas en algunas bibliotecas. Hay propuestas muy serias del Instituto Cubano de Antropología,
incluso premiadas como resultados de ciencia por la Academia de Ciencias de Cuba, que aún no se introducen.
Mujeres de nuestros pueblos originarios y comunidades históricas: 519 años de resistencia indígena.
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La patria Nuestra
América.
Cuando reconstruimos el
pasado, aprendemos de sus saberes, y no s autodefinimos como lo que somos,
actuales herederos en este archipiélago de siete mil años de historia,
realizamos un acto de universalidad, respeto e integración solidaria a esa
parte-raíz de nuestro tiempo. Nos auto reconocemos en los esfuerzos
revolucionarios que lideran los gobiernos de Venezuela, Bolivia, Ecuador, Nicaragua, por recuperar la historia y el
espacio, la dignidad, los derechos y recursos, que les fueron arrebatados a los
pueblos originarios que conforman y enriquecen la vida de estas naciones.
El conocimiento de la historia de los pueblos indoamericanos que poblaron nuestro archipiélago, también nos sitúa en condiciones
para interactuar en la complejidad del momento que vivimos, libres de visiones
edulcoradas y facilismos. Entendemos por qué con frecuencia, la imagen que
muchos indígenas tienen de sí mismos es de impotencia, miseria y abandono, lo
que produce marginalidad, deterioro social y hostilidad. Comprendemos cómo tras quinientos años de opresión económica
y enajenación ideológico-cultural, no está libre el mundo indoamericano
actual, de peligros de mayor desestructuración, de arcaísmo y fundamentalismos,
de las relaciones clientelares y el acecho de la demagogia y la manipulación
política, de la presión del mercado y la ideología burguesa y egoísta
hegemónica.
Veamos el Día de la
Resistencia implicados en el cambio progresivo de los pueblos y sus
circunstancias, en la historia que forjaron nuestros maestros
internacionalistas junto a los misquitos, a fines del pasado siglo, en ép oca
de la asediada Revolución Sandinista,
epopeya de alfabetización, ciencia, cultura y salud, recuperada hoy con nuevos
educadores y médicos que trabajan junto a los hermanos nicaragüenses, que se ha
multiplicado con la Alianza Bolivariana
para las Américas-Tratado de Comercio de los Pueblos (ALBA-TCP), en las
selvas y sabanas de la República Bolivariana de Venezuela, y los andes
ecuatorianos y bolivianos, que llega a otros muchas comunidades aborígenes de centro y
sur América, y recién se abre a la Amazonía brasileña.
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NOTAS.-
1 Hidefuji Someda: Apología e historia: estudios sobre fray Bartolomé de las Casas
. Fondo Editorial PUCP , Lima, 2005, p 61-62. 2 Ver: Steven Katz : The Holocaust in Historical Context , (2 vols.), Nueva York, Oxford
Universtity Press, 2003. 3 Así lo describe el padre Bartolomé de las Casas, un testigo excepcional.
Ver: Bartolomé de las Casas: Historia de las Indias , Fondo de Cultura
Económica. México. 1951, tomo III, p. 326 4 Hortensia Pichardo: El
descubrimiento de Cuba. Relación del primer viaje de Cristóbal Colón,
Documentos para la Historia de Cuba , Tomo I, Editorial de Ciencias Sociales,
La Habana, 1971, p 23. 5 Iden Ant., p 27.
6 Bartolomé de las Casas: Historia de las Indias , Fondo de Cultura Económica.
México. 1951, Tomo. IV, p. 31 7 Ver: César Rodríguez Expósito: Hatuey. El primer
libertador de Cuba , Editorial Cubanicen, La Habana, 1944. 8
Ver: Osvaldo Morales Patiño: La rebeldía de los indocubanos, La Habana,
1946; Jorge Ibarra: “Las grandes sublevaciones Indias dese 1520 hasta 1540 y la
abolición de las encomiendas”, en Aproximaciones a Clío, Editorial de Ciencias
Sociales, Ciudad de La Habana, 1979; Felipe de J. Pérez Cruz: Los primeros
rebeldes de América , La Habana, 1988.
9 Ver: Juan Jiménez Pastrana: Guamá , Editorial de Ciencias Sociales, La
Habana, 1985 10
Ver: José Jiménez Santander: La guerra omitida. La guerra digna, Instituto
Cubano de Antropología, La Habana, 2012 (inédito) 11 Olga Portuondo: “Una
sublevación de indios en 1758”, en revista de la Biblioteca Nacional José
Martí. La Habana, No 1, enero-abril, 1981, p. 199-204.
12 Juan Manuel
Reyes Cardero: “La inserción del aborigen en la sociedad colonial santiaguera:
el caso del pueblo indio de San Luis de los Caneyes”, en Ciencia en su PC,
Revista electrónica editada por MEGACEN, Centro de Información y Gestión
Tecnológica de Santiago de Cuba. Cuba, Santiago de Cuba, No 1, 2009, 13
Miguel Lozano: “Regimiento Hatuey: aporte indígena a la independencia
cubana”, en Prensa Latina, marzo 23, 2011, 14 Rosario Márquez Macías:
La emigración española a América, 1765-1824. Universidad de Oviedo, Oviedo,
1995. 15
Julio Antonio Mella: La fiesta de la raza, en Mella. Documentos y
artículos, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1975, p 459-460.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del
autor mediante una licencia de
Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras
fuentes.
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