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La expresión más
concreta, rica en permanente desarrollo y con capacidad de brindar grandes y
extraordinarios resultados, de la Nueva
Sociedad Civil, Real, plural, emergente, popular, autónoma, democrática, es
la Calle, es la Plaza Pública –
después de 25 siglos vuelve, retorna, ante nosotros, El Ágora griega, la República de Ciudadanos
– no como regalo o concesión, sino por la lucha conjunta de sindicalistas, desempleados,
juventud, universitarios, empleados, migrantes en las ciudades, campesinos, pequeños agricultores, ganaderos,
artesanos, comerciantes, pastores en las comunidades históricas, pueblos
originarios y en general Hombres
y Mujeres, Ciudadanos del Mundo, que en la coyuntura actual luchamos en tres escenarios distintos, pero:
comunes, propios, nuevos, pero originarios, modernos pero históricos, escenarios de escenarios de las clases y la
lucha de clases, donde todos conjuntamente estamos recuperando el espacio público
que nos expropiaron en las décadas del 80’
e inicios de los 90,
expropiación violenta mediante la imposición de las políticas del Consenso de Washington, por lo general
en coyunturas de violencia, crisis, represión y destrucción política de la Democracia: la dictadura civil o
militar.
Grupo de niños de un Pueblo Originario de América Latina. Como Sociedad Civil ( la Comuna Autogestionaria) es parte hoy de la lucha de los pueblos contra el nuevo modelo del capitalismo mundial. El capitalismo de la desposesión - saqueo y pillaje - de nuestros recursos naturales, la biodiversidad y los conocimientos ancestrales.
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Hoy el escenario
de una poli-crisis del capitalismo global, crisis regional-zonal, en países de
desarrollo desigual, distinta en relación a las clases sociales – mientras millones de
trabajadores pierden su trabajo, millones son echados violentamente de sus domicilios,
miles de millones de euros y dólares aumentan
la caja de banqueros, prestamistas, bolsas, cajas, aseguradoras, inversionistas,
corporaciones transnacionales, por el “milagro” de las políticas de salvataje,
austeridad y por arte de birlibirloque la deuda privada se transforma en deuda pública; por un lado como expresa claramente el
Premio Nobel de Economía Paul Krugman:
“La crisis que estamos atravesando, es
fundamentalmente gratuita, no hace falta sufrir tanto ni destruir la vida de
tanta gente”. La crisis con la
políticas salvajes y brutales de la troika
está liquidando una generación completa de juventud
y profesionales – los más afectados con la crisis –, los jubilados –parecen los enemigos jurados de los políticos de España, Grecia, Portugal, Italia, Irlanda,
etc- están resistiendo todo el peso
de la crisis junto con los trabajadores – empelados y funcionarios de menor
rango – los muchachos de las escuelas y
universidades, es todo grupo y una generación del futuro, pero hoy por, las graves consecuencias de la crisis, parece una "generación de perdedores" – pero en cambio los llamados “Ocho Jinetes del Apocalipsis” reciben miles de millones como
premio por su mediocre y desastrosa Gerencia
en Estados Unidos, España, Inglaterra, Francia y la crisis sigue llenando el bolsillo de los accionistas, funcionarios
y gerentes. Ahora nos preguntamos: ¿Que pasa en América latina? – donde hoy está presente en vivo y
en directo el nuevo proceso de
acumulación mundial del capitalismo – el capitalismo de la desposesión –
saqueo y pillaje – de nuestros recursos
naturales, la biodiversidad y los conocimientos ancestrales. En definitiva no existen Políticas de Estado en relación al nuevo proceso de inversiones gigantes de las corporaciones transnacionales. Que rol y
responsabilidad cumplen los políticos y
gobernantes y cuál es hoy la respuesta de las Comunidades Históricas y pueblos originarios.
La Plaza Pública - el Ágora griega - presente entre nosotros después de 25 siglos. El "nuevo" hogar de la Sociedad Civil, Real, como escenario de escenarios de las clases y la lucha de clases.
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Que grande sabia
y productiva es la lucha de los sindicalistas y ciudadanos en el “mundo moderno”,
que fuerte, plena de energía y fortaleza social es
la lucha de la juventud, los universitarios
desde Europa, - la zona-euro – Israel, China, India, Turquía, los países Árabes:
Egipto, Túnez, Libia, Siria, – la primavera
democrática – Argelia, Marruecos, Occupa Wall Street, México –Yo soy, 132-
Chile
– grande, fuerte, digna, progresista y llena de energía revolucionaria la lucha
de la juventud por recuperar la Educación de las garras de la dictadura
y las corporaciones; empleados y
universitarios en Perú contra la repartija política y concluye con el Movimiento
de Movimientos Sociales - la Ciudadanía insatisfecha, indignada, insurgente -, en 30 días millones de jóvenes y ciudadanos se traen abajo, ponen en evidencia
sus falencias, fracturas y debilidades de un proceso político – único y ejemplo
en el mundo: Brasil; y el
tercer escenario, por ahora lo centramos en América Latina – escenario de escenarios de las clases y la luchas
de clases, con más de 16 mil conflictos
sociales, en el 2012 – Movimientos Sociales anti-capitalismo del saqueo,
del pillaje y la desposesión de nuestros recursos naturales – con miles de
hombres y mujeres de las comunidades históricas y los pueblos originarios asesinados por las
fuerzas represivas de los gobiernos de turno – que ante la incapacidad de
resolver y dar solución a las nuevas
formas de lucha, nuevas plataformas de reclamos y derechos, protestas surgidas en el centro de la propia democracia, criminalizan el movimiento, brindan todas las garantías, seguridad
y viabilidad a la inversión de las corporaciones, implantan su "propia Gobernabilidad", de destrucción de
la política y liquidación de los derechos sociales, laborales. Escenarios locales-regionales y nacionales, en la coyuntura
de la crisis global, la lucha de clases en contextos sumamente complejos,
en el proceso social y cultural de la forja de una Nueva Ciudadanía, nace, emerge, se construye y consolida una Nueva Sociedad
Civil – la calle, la plaza
pública, las redes sociales tradicionales, originarias y modernas hoy es su hogar – está expresa,
manifiesta y presente en el Nuevo Poder
Local emergente en contextos múltiples, complejos y polarizados del Nuevo Orden Mundial, del Multilateralismo Político y la lucha por una nueva civilización humana.
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La Calle es hoy en la coyuntura de la crisis global, el "verdadero hogar" de la Nueva Sociedad Civil, emergente, popular, plural y democrática. En paralelo forjan social y culturalmente la Nueva Ciudadanía Intercultural (Diferenciada) Cívica, Participativa, Informada y Republicana a nivel Mundial.
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Una sociedad civil en ebullición.
La política no
escucha a grupos que trabajan para crear inteligencia colectiva.
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Adela Cortina.
El
País.com lunes 7 de octubre del 2013.
Cuando
yo estudiaba la carrera se daba por sentado que quien deseaba trabajar por mejorar la sociedad debía ingresar en
un partido político. Seguía pesando en el ambiente aquella idea hegeliana de que el mundo político se preocupa por los
intereses universales y brega desde la solidaridad,
mientras que la sociedad
civil es el reino de los
intereses particulares, el ámbito del egoísmo sin remedio. A fines de los
setenta esta división del trabajo
empezó a tambalearse y en nuestros días
carece ya de sentido, porque una buena parte de la sociedad civil asume cada vez más un
esperanzador protagonismo en la construcción del bien común; un protagonismo que es urgente potenciar.
Tal
vez porque la política se limita
hasta tal punto a buscar votos y
conseguir ventajas que no le queda fuste para lanzar propuestas atractivas; tal
vez porque la financiarización de la
economía ha creado un mundo completamente inestable; tal vez porque el despilfarro, la mala gestión, la corrupción y la
falta de unidad han socavado la credibilidad
de lo político, lo cierto es que, desde distintos sectores, la sociedad civil
viene movilizándose desde hace tiempo en los medios de comunicación, en intervenciones públicas, en las redes, en
las calles, poniendo sobre el tapete a la vez críticas y propuestas
realizables.
Afortunadamente,
no es verdad que falten líderes, no
es verdad que los intelectuales
hayan desaparecido de la esfera pública,
como han diagnosticado hasta la saciedad algunos agoreros. Lo que ocurre más
bien, como decía José Luis Aranguren,
es que se han democratizado, y crean foros y círculos de opinión, elaboran
cuidadosos informes sobre problemas candentes y los transmiten a la esfera
pública a través de todos los medios a su alcance. Una tarea ingente para analizar lo que nos pasa, detectar los
puntos más débiles y lanzar propuestas constructivas. Una sociedad civil vibrante, en auténtica
ebullición, capaz de superar la idea trasnochada de que el poder
político se ocupa de los intereses universales, mientras que la sociedad civil
se refugia en sus egoísmos particulares.
Por
citar dos ejemplos nada más de asociaciones creadas en la última década, que
conozco bien de cerca, el Círculo Cívico
de Opinión elabora fundados informes sobre temas candentes y transmite sus
resultados a la opinión pública, y el Foro + Democracia ha puesto a punto una
propuesta de reforma de la Ley de Partidos Políticos, que ya está en la calle.
Por fortuna, estos son nada más dos botones de muestra entre una ingente
cantidad de grupos que hace oír su voz en la esfera pública, aportando sugerencias viables y argumentos.
Eso
es, a fin de cuentas, lo propio de sociedades
con cierta andadura democrática: que no haya unos pocos líderes, unos pocos
intelectuales sobresalientes, sino el trabajo conjunto de personas y grupos
plurales, generando una inteligencia colectiva, capaz de descubrir mundos
ignotos. Si es verdad, como dicen los defensores de la mente extendida, que
nuestra mente no se encierra en los límites del cuerpo, sino que la componen
también datos y personas del entorno; si es verdad que la sinergia de
inteligencias personales arroja propuestas más lúcidas, entonces hay que
abandonar el fácil lamento de que faltan líderes e intelectuales y escuchar a
quienes ya están hablando. El uso público de la razón es —como sabemos— el
síntoma esperanzador de una sociedad en vías de ilustración.
Pero
para que exista una conversación es preciso que alguien descuelgue el teléfono
al otro lado del hilo, y los políticos
parecen demasiado preocupados arreglando sus asuntos particulares como para
ponerse al aparato. Parece que las tornas hayan cambiado desde hace algunas
décadas, y que son ellos los que se ocupan de sus intereses personales y dejan
a los ciudadanos lanzar discursos sobre los asuntos comunes. Mala cosa los
monólogos, sean crispados o propositivos.
Son los diálogos
los que permiten ir incorporando en las instituciones las propuestas más
lúcidas y fundamentadas, las que pueden ayudarnos a salir del marasmo, y crear una sociedad justa. La forma
política de esa sociedad sería la de una democracia
deliberativa, en la que los representantes responden de sus acciones, de
sus programas, y también tienen línea directa con los interlocutores más
preocupados por el interés común que por los intereses partidarios. En este
punto la reforma de los partidos
políticos se hace imprescindible en lo que hace a su democracia interna, a la transparencia de su financiación o a la
necesidad de debilitar el poder de los aparatos.
¿Cuál
debería ser la dirección de esta efervescencia? La convicción de que otro mundo es, no solo posible, sino también necesario, porque el que
tenemos no está a la altura de los seres
humanos; la certeza, cada vez más asumida, de que lo que es necesario es posible
y tiene que hacerse real, y el sentimiento de que para lograrlo es
indispensable que la sociedad civil
ejerza la responsabilidad que le
corresponde. La buena noticia es que la está asumiendo y lo hará cada vez más.
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Adela
Cortina es catedrática de Ética y Filosofía Política de la
Universidad de Valencia, miembro de la Real Academia de Ciencias Morales y
Políticas, y directora de la Fundación
ÉTNOR.
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