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LOS DERECHOS CIUDADANOS EN EUROPA.- HISTORIA. El concepto de ciudadanía
europea está necesariamente
unido al proyecto de construcción de la Unión Europea y
necesita de una identidad europea
que hasta ahora no ha existido. Los inicios de la Unión Europea están en los acuerdos
económicos que pretendían alejar la posibilidad de una nueva guerra, pero, con
figuras como Jean Monnet,
se emprendió un proceso con un objetivo real de integración que aspiraba a ser
definitivo. Las críticas a ese proceso, considerado por muchos elitista y
burocrático, no impide que la institucionalización del concepto de Ciudadanía Europea en el Tratado de MAASTRICHT, la Unión Europea. sea un hito. De hecho la plasmación de la ciudadanía europea ha supuesto un
paso en la convergencia política y
jurídica de Europa. []Tiene
las siguientes características: es una ciudadanía que desborda las
fronteras nacionales, con vínculos débiles, de carácter estrictamente jurídico -ya
que los ciudadanos europeos son ciudadanos de alguno de los Estados de la Unión
Europea-, de carácter inactivo e instrumental. El fracaso en la
aprobación de la Constitución Europea supuso un freno
a una mejor
institucionalización de la ciudadanía europea, que se ha salvado en
parte tras la aprobación del Tratado de
Lisboa. A pesar de los problemas, tanto el proceso de su
construcción como su plasmación se consideran como el gran referente y paradigma de la ciudadanía Cosmopolita en el sentido de ser una ciudadanía pos-nacional, vinculada a valores universales como los derechos humanos y por tanto extensible a todo el mundo..
Ciudadanos (as) sindicalistas de todo Europa, se han enfrentado contra la política fascista y salvaje aplicada por la Troika. La Ciudadanía Juvenil hoy lucha desde la calle y la plaza pública para recuperar el espacio público que les fue arrebatado por el neoliberalismo.
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Es ciudadano de la Unión toda persona que ostente la nacionalidad de un Estado miembro de la Unión Europea. La ciudadanía de
la Unión, por tanto, se une a la
ciudadanía nacional sin sustituirla. La ciudadanía de la Unión fue creada por el Tratado de Maastricht en 1992. Figura en la
Parte 2 (artículos 18 a 25) del Tratado de Funcionamiento de la Unión Europea y en el Título
V de la Carta de los Derechos Fundamentales de la
Unión Europea. La ciudadanía
de la Unión es complementaria y no sustitutiva de la ciudadanía nacional.
Los ciudadanos de la Unión son
titulares de los derechos y sujetos de los deberes previstos en el Tratado. La
importancia de la ciudadanía de la Unión
radica en el hecho de que sus ciudadanos gozan de derechos auténticos al amparo del
Derecho de la Unión Europea.
Los derechos principales que
confiere la ciudadanía con arreglo
al Tratado de Funcionamiento y a la Carta de los Derechos Fundamentales de la
Unión Europea son los siguientes:
A.- Derecho a circular y residir libremente en el territorio de los Estados miembros; B.- Derecho de sufragio activo y pasivo en las elecciones al Parlamento Europeo y municipales del Estado
miembro en el que resida; C.-Derecho a
la protección de las autoridades diplomáticas y consulares de Estados
miembros distintos del suyo; D.- Derecho
de petición ante el Parlamento Europeo; E.-
Derecho a acceder a los documentos de
las instituciones, órganos y organismos de la Unión; y F.- Derecho a dirigirse al Defensor del Pueblo Europeo. Algunos
de los derechos “más visibles” de esa ciudadanía sólo se disfrutan al
desplazarse fuera del Estado del que
se es nacional: participación en las
elecciones al Parlamento
Europeo y en las elecciones municipales del Estado Miembro en el
que residan; acogerse a la protección de
las autoridades diplomáticas y consulares en el territorio de un tercer
país en el que no esté representado el Estado
Miembro del que sean nacionales o por el hecho de circular y residir
libremente en el territorio de los Estados miembros.
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Ciudadanos Europeos, esperan una información sobre las elecciones del Parlamento Europeo. Funciona, políticamente. En cambio fracasó el proceso electoral para tener una sola Constitución.
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Ciudadanía europea (2/2): “A esta crisis le seguirá un Renacimiento
Europeo”.
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En la segunda parte de su discurso en una
reciente conferencia organizada por Trow, el escritor holandés Geert Mak afirma
que la crisis política e institucional en Europa urgirá la puesta en marcha de
un nuevo equilibrio de relaciones entre las mismas instituciones europeas, y
entre la UE y sus ciudadanos. Extractos.
PRESS-EUROPA. Viernes 4 de octubre del 2013.
Hace más de 130 años, el 11 de marzo de 1882, el
filósofo francés y polemista Ernest Renan pronunció un discurso en la Sorbona que tendría un impacto muy
duradero. Se titulaba, “Qu’est-ce qu’une
nation?”, “¿Qué es una nación?”. “Una
nación es […] una gran solidaridad, constituida por el sentimiento de los
sacrificios que se han hecho y de aquellos que todavía se está dispuesto a
hacer”.
Sigue habiendo filósofos y políticos europeos,
sobre todo en Bruselas, a los que les gustaría acabar con el Estado nación como
un mito obsoleto e incluso peligroso del siglo XIX. Consideran la crisis como
un medio de dar por fin un gran paso hacia delante y siguen soñando con la Federación Europea. Sin embargo, si se aplica ese concepto claro de Renán a nuestro continente,
incluso medio siglo después de sentar las bases de la UE, aún se ve poco de esa
nación europea. Si hay algo que ha dañado la crisis y el posterior impulso de
austeridad extrema, es precisamente esa solidaridad y esa disposición a
continuar la vida común que señalaba Renan.
Normativas de Bruselas bienintencionadas.
El problema con todos esos grandiosos sueños europeos es que al rechazar
el Estado nación, por lo general se deja de tener en cuenta la importancia del
factor “lugar”
Pero eso no es todo. El problema con todos esos
grandiosos sueños europeos es que al rechazar el Estado nación, por lo general
se deja de tener en cuenta la importancia del factor “lugar”. Los quesos
semi-ilegales sin pasteurizar en el mercado de Dieppe, el café lleno de humo y
sin aseos en el pueblo húngaro de Vasarosbec, el chocolate de Brujas, los
paneles solares en Neukirch, la construcción del metro en Ámsterdam… ¿hay algo
que no haya asfixiado la avalancha de normativas bienintencionadas de Bruselas?.
Todos son síntomas de una federación europea que
se ha desequilibrado totalmente en las últimas décadas. Se gobiernan desde
Bruselas demasiadas cuestiones que una unión federal, como Estados Unidos, deja
en manos de los Estados miembros, como el queso y el chocolate. Por otro lado,
en Europa, las capitales nacionales siguen gestionando demasiadas áreas de la
política que se controlan de un modo más o menos central en todas las
federaciones, como el sector financiero, la política exterior y la defensa. Es
algo que no pasa desapercibido entre los ciudadanos europeos. Si hay algo que
socava el apoyo a la Unión Europea, aparte de la falta de democracia, es
precisamente eso.
Introducción de un Senado europeo
¿Debemos restablecer el Estado nación en todo su
esplendor, como abogan algunos? Y entonces, como europeos ¿tendríamos que
gestionar mutuamente y sin la UE mil y un asuntos variados, desde las cuotas de
la pesca a los acuerdos financieros y la política energética? Por no mencionar
las cuestiones climáticas tan acuciantes desde el siglo XXI. ¿Acaso el mundo no
ha superado ya los vínculos nacionales?
2013. Año de la Ciudadanía Europea. Que terrible contradicción, que tal salvajismo político, los Ciudadanos Europeos, son quienes más han y siguen pagando las consecuencias desastrosas del fracaso de las políticas de salvataje, austeridad impuestas por la Troika Europea.
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Nos guste o no, debemos encontrar formas específicas y controladas democráticamente
de ese “espacio” europeo omnipresente
Nos guste o no, debemos encontrar formas
específicas y controladas democráticamente de ese “espacio” europeo
omnipresente. Será un camino difícil y repleto de problemas, pero no podemos
volver de ningún modo a 1956.
Donde el Estado nación podría encontrar un nuevo
lugar es dentro de la democracia europea. Entonces se podría defender la
introducción de un Senado europeo que, al igual que en Estados Unidos, refuerce
ese elemento nacional dentro del Parlamento Europeo y de la democracia europea.
Igualmente importante es el cambio del ideal nacional de “sangre, idioma y
tierra” del siglo XIX a un ideal más político, como el de los estadounidenses.
Ese proceso también se encuentra en pleno desarrollo en Europa.
Renacimiento europeo
A esta crisis le seguirá un Renacimiento
Europeo. De una forma u otra. A partir de la Unión Europea probada hasta la
extenuación, tendremos que recuperar un espacio europeo en el que cada europeo
se sienta de algún modo en casa. Me temo que impulsados menos por los sueños y
el idealismo y más por la amarga necesidad. No de un modo triunfante, sino
realista y modesto.
En primer lugar y ante todo teniendo más en
cuenta los valores asociados al concepto de “lugar” en las normativas e instituciones
europeas. Respetando, promoviendo y, siempre que sea posible, protegiendo todo
lo que implican esos valores contra la agresión global y europea que ya es
demasiado desproporcionada.
Ese espacio también debe crearse dentro del
debate político, aunque sea dejando de tachar de populistas o nacionalistas a
todos los que ya no se sienten en casa en su propio lugar en el mundo. De
hecho, la ultraderecha siempre se ha aprovechado de estos sentimientos. Pero es
algo que tiene mucho que ver con el hecho de que los movimientos progresistas y
liberal-conservadores han prestado sistemáticamente muy poca atención a la
necesidad humana de un hogar, un lugar y todo lo que implica.
Economías paralelas de redes locales.
En segundo lugar, ese equilibrio se puede
restablecer prestando mucha más atención a lo que pueden aportar a Europa los
elementos locales. En todas partes, pero sobre todo en el sur, observamos que,
impulsados por la necesidad, están surgiendo economías paralelas, basadas en el
conocimiento y los productos locales, redes locales (es decir, sin ningún comercio de distribución), ampliaciones de
crédito local, confianza local.
Por último, el equilibrio se puede restablecer
con la expansión del concepto de “lugar” que se ha producido sobre todo en las
últimas décadas. Podemos observar que cada vez más el concepto de “lugar”
sobrepasa esos contextos nacionales; a veces es la región, que a menudo
traspasa fronteras, a veces es el pueblo, y cada vez más la ciudad.
Por ejemplo, actualmente en las ciudades es donde
prospera la creatividad y la innovación a pesar del pesimismo, es donde los
inmigrantes vienen y van, donde los ayuntamientos superan las barreras
nacionales y ayudan a los demás, en todo el mundo. Hemos estado en medio de un
proceso largo y difícil, antes de la crisis y desde su advenimiento. Mediante
el método de prueba y error, nos dirigimos hacia una Europa integrada por
personas, en lugar de una Europa integrada por Estados.
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