viernes, 4 de octubre de 2013

GOBERNABILIDAD Y CONFIANZA.

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GOBERNABILIDAD Y CONFIANZA. Cuidado colega, quieres indirectamente justificar que los medios, deben intervenir o ser parte importante - para otros, decisiva - en el proceso de construcción de la gobernabilidad. Disculpa, eso sí es un  contrabando ideológico y una práctica política nociva, propia de la anti-política. Hoy los mass-media en pleno sistema democrático, ejercen una dictadura,(objetiva  y evidente) ante la crisis, debilidad o ausencia de Partidos Políticos, frente a la corrupción mentiras y farsas de la “clase política” en incluso intentan – y en otros países, imponen la Agenda de gobierno, en evidente atropello con un diario y permanente “estudio de opinión pública”,- ante la crisis, la violencia, la inseguridad ciudadana y los gobiernos débiles así como la propia crisis histórica de las ideologías y la política La pérdida de confianza - el mal social y político del siglo XXI – propio de la anti-política.. Por ello la Confianza, se forja, construye, enriquece, desarrolla y se consolida en una triple relación dialéctica. Ciudadano, Sociedad Civil e Instituciones. (Falla uno, los otros dos no funcionan) y en la práctica de la vida cotidiana (este desastre social y político) destruye políticamente a cualquier gobierno. Por eso la característica principal, central, fundamental  que garantiza el proceso de construcción de Gobernabilidad Democrática es la Confianza. Su legitimación garantiza su vigencia "al calor" de la Participación Ciudadana.
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GOBERNABILIDAD Y CONFIANZA.
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Durante casi todo su período se le ha criticado al gobierno incapacidad para establecer agenda influyendo en el debate público. Ahora, por reaccionar a los temas planteados se le critica sobreexposición y restarle espacios a la candidata de la Alianza.

Patricio Dussaillant –

La Tercera.- martes 1 de octubre del 2013.

TAN SORPRENDENTES como curiosas resultan las recientes críticas de algunos dirigentes de la Alianza a la supuesta “sobreexposición” del Presidente de la República en los medios de comunicación, que ellos evalúan, al parecer, negativamente y como perjudicial para la campaña de Matthei.

Es habitual una mayor presencia mediática de los presidentes en septiembre. A los múltiples eventos propios de las efemérides, se suman las ya tradicionales entrevistas de los canales de televisión y la Asamblea de la ONU. A su vez, era previsible que con ocasión de los 40 años del 11 de septiembre de 1973, y en un contexto electoral, el tema tendría gran repercusión y cobertura, haciendo inevitable cualquier pretensión de evadirlo. Lo mismo intentarán algunos que suceda con motivo del 5 de octubre, buscando revivir el escenario del país del Sí y el No. Durante casi todo su período se le ha criticado al gobierno su incapacidad para establecer agenda influyendo en el debate público y, por lo mismo, su imposibilidad para instalar un relato sólido y consistente. Ahora, por reaccionar a los temas planteados, se le critica sobreexposición y restarle espacios a la candidata de la Alianza.

Más allá de la ignorancia acerca del funcionamiento de los medios de comunicación que el reproche demuestra, y de no entender que la mala comunicación es primera responsabilidad de quien debe comunicar, la crítica resulta, además, injusta. Un aspecto importante de una estrategia que busque evitar las acusaciones acerca del tan vaticinado “síndrome del pato cojo” (sueño de toda oposición), consiste exactamente en mantener una alta presencia en los medios. Como dice el refrán: “Palo porque bogas y palo porque no bogas”. Gobernabilidad y confianza son las condiciones que, en este momento, deberían desvelar a los dirigentes de la Alianza. En estos atributos se jugará esta elección.

Es así como la Concertación, con su exitosa estrategia de apropiación de las movilizaciones sociales, sus líderes y demandas -sumada a la sucesión “espontánea” de paros y huelgas en el sector público-, busca instalar una percepción de incapacidad de la Alianza para garantizar la gobernabilidad del país. Como si todo aquello que la Concertación considera mal gestionado o postergado hubiera comenzado con este gobierno, o como si Bachelet hubiese vuelto, pero de otra galaxia.

Si a esta acción implacable de la oposición se agregan las críticas internas al Presidente -en un contexto de rumores, declaraciones y conflictos públicos de los dirigentes de la Alianza y de su comando-, el resultado impacta la imagen de la coalición, confirmando los peores presentimientos y dañando su propia campaña.

Agravan lo anterior expresiones como que no volverían a votar por Piñera precisamente quienes en su momento lo proclamaron, apoyaron y llamaron a votar por él, ya que desconciertan y confunden a la opinión pública que, a la imagen de falta de gobernabilidad, suma la desconfianza.

La confianza es posible cuando, a lo menos, existe coherencia entre pensamiento, acción y discurso; por eso lo importante sería que se concentren en esta elección, salvo que quieran validar la tesis de que la derecha sólo gobierna cada 50 años.


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