martes, 2 de diciembre de 2014

URUGUAY: PARA LA DERECHA FUE EL “SÚPER VÁZQUEZ”. SE AMPLIÓ EL FRENTE.

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Uruguay en el camino político histórico de la Izquierda Democrática y progresista latinoamericana. Proceso político que comprende una amplia, fuerte y dinámica izquierda democrática en América latina. Brasil, Venezuela, Bolivia, Ecuador, Nicaragua, Argentina, El Salvador, Chile.  Lula y Dilma; Chávez y Maduro; Evo; Rafael; Ortega, Néstor y Cristina; Sánchez Ceren;  Mújica y Tabaré, representan un tiempo político e histórico en el nuevo milenio, que ningún continente lo “vive” políticamente, donde la derecha política, conservadora y rumiante – porque no tiene ideas, siempre copió y siempre impuso lo que robó y se apropió – somos protagonistas de un proceso político, nuevo diferente y superior al “viejo” modelo corrupto, expropiador, explotador y saqueador del neoliberalismo. Se viven tiempos políticos absolutamente diferentes. Es una nueva fase histórica que marca y construye un proceso creativo, propio, no es copia ni calco, es creación histórica de cada pueblo, de allí hoy su gran significación que sin duda alguna es protagonista de una “Nueva Guerra Fría” de carácter básicamente política: Izquierda Progresista y Democrática – anti-imperialista – y el neoliberalismo aún incrustado como virus y veneno en cada una de las Instituciones de la Democracia liberal, representativa.

Uruguay, 30 de Noviembre del presente, elecciones en Segunda Vuelta, el Balotaje, están frente a frente la izquierda democrática y progresista del Frente Amplio y la derecha conservadora, tradicional, del partido Nacional. Tabaré Vázquez, el gran triunfador y que debe continuar las políticas democráticas, sociales y participativas del Programa central del Frente AmplioFrente político de comunistas, socialistas, izquierdistas, nacionalistas, populistas, tupamaros, escenario político, donde el sector más dinámico, por haber sido protagonista de la lucha política más importante de la “guerrilla urbana” de los 80’,  los Tupamaros, del Pepe Mujica y su candidato a la Vice.- Presidencia Raúl Sendic – hijo del Líder histórico Tupamaro – forjan una fortaleza política hoy construyendo una de las democracias ciudadanas,  participativas y republicanas más importantes del nuevo milenio -. Tabaré continúa el proceso política iniciado por él el 2005 y continuado por el Pepe Mujica el 2010. El Frente Amplio, el movimiento político, que unifica y centraliza a la izquierda democrática  y progresista nacional. Primero está terminando con el dominio político hegemónico desde la Independencia nacional de la derecha conservadora y segundo como Frente Amplio de Izquierda – no partidarizada – democrática, nacionalista – anti-imperialista, son protagonistas como Nuevos Actores Sociales y protagonistas Políticos de una Nueva Democracia, plataforma política en el nuevo milenio para construir Nuestra América, compromiso social, responsabilidad política y aspiración democrática de los Ciudadanos y Pueblos  de la Patria Grande.

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José "Pepe" Mújica - actual Presidente de la República Oriental del Uruguay y el electo Presidente Tabaré Vázquez - con la votación más alta de la Historia electoral del Uruguay. Ambos Presidentes del Frente Amplio, movimiento político que centralizó y unificó a la Izquierda Nacional. Rompió 2 siglos de dominación política de la derecha conservadora.
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URUGUAY: PARA LA DERECHA FUE EL “SÚPER VÁZQUEZ”.

Tabaré Vázquez resulto el candidato más votado en la Historia de Uruguay.
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La segunda vuelta consolidó el peso de los candidatos del Frente Amplio, pese a que fue concebida por los partidos tradicionales para lo contrario. Vázquez gobernará con el Congreso a su favor.

Mercedes López San Miguel

Desde Montevideo martes 2 de diciembre del 2014.

El diario de derecha El Observador tituló “Súper Vázquez”, alertando que “lejos de amainar, la era progresista continúa con más poder que cuando se inició en 2005”, ya que el Frente Amplio –en su tercer mandato– liderado por Tabaré Vázquez tendrá mayoría parlamentaria. La realidad pareciera no ser tan lineal. La coalición de centroizquierda ganadora del ballottage del domingo agrupa a una docena de partidos, entre ellos a socialistas, comunistas, ex tupamaros y socialdemócratas que acordaron un programa de gobierno con una apuesta fuerte en educación, pero el debate de ciertos temas como política exterior, reforma judicial, política económica y legalización de la marihuana pondrá en evidencia las diferencias entre los sectores aliados con José Mujica y las corrientes más afines a Tabaré, así como el peso de cada liderazgo.

Una vez que la Corte Electoral confirmó el resultado (Tabaré Vázquez con 53,6 por ciento de los votos, 41,1 por ciento para Luis Lacalle Pou), comenzó la etapa de reacomodamientos al interior del Frente Amplio. Aficionado a las formalidades, Vázquez anticipó que en estos días tendrá una reunión con Lacalle Pou (hilando fino, podría entenderse como un mensaje a su coalición de que podría contar con otros apoyos). El Movimiento de Participación Popular (MPP), liderado por Mujica, se mantuvo por tercera vez como primera fuerza del Frente Amplio, con lo que tendrá una fuerte incidencia en el Congreso y capacidad de negociar carteras en el nuevo gabinete. Se da por descontado que Eduardo Bonomi, ex tupamaro, seguirá al frente de Interior; un dato no menor, teniendo en cuenta que la oposición hizo campaña con el tema de la seguridad. El vicepresidente electo, Raúl Sendic, será el responsable de encaminar los proyectos impulsados por el Ejecutivo, sin olvidar la alianza con el MPP y con los comunistas que lo impulsaron en el cargo.

Uno de los temas que diferenciará a Vázquez de Mujica será la relación con la Argentina y la región, advierte a esta enviada Mauricio Rabuffetti, autor de José Mujica. La revolución tranquila. “Mujica es un integracionista sudamericano, muestra voluntad de diálogo con la Argentina y cree que Brasil es el hermano mayor. En cambio, Vázquez es más pragmático desde lo comercial. En su primer gobierno planteó un Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos, y hoy, más allá de su discurso, buscará una apertura a otros mercados.”

Danilo Astori, el hombre ya anunciado para encabezar Economía, confirmó a Página/12 que el próximo gobierno planteará cambios en el Mercosur para que los socios puedan firmar acuerdos comerciales por fuera del bloque. Uruguay es observador de la Alianza del Pacífico y Astori, respondiendo a los pedidos empresariales, hará gestiones para que se avance en un acuerdo Mercosur-Alianza del Pacífico.

Otro asunto pendiente es la reforma de la Justicia, trabada por las discusiones dentro de la izquierda. Luis Puig, reelecto diputado, es uno de los frenteamplistas más convencidos de llevar adelante la iniciativa. “En Uruguay, el único poder que no se ha democratizado es el Judicial. La Suprema Corte tiene una serie de potestades que le dan un poder casi ilimitado: designan la remoción y la destitución de los jueces, la constitucionalidad o no de las leyes. La Corte Suprema se convirtió en un operador fundamental de la derecha. Por ejemplo, noso-tros avanzamos a nivel legislativo en un impuesto a la concentración de tierras, que recaudaría 60 millones de dólares. Pero el máximo tribunal falló en contra.”

En línea con lo que señala Puig, el Frente Amplio aprobó una ley que establece la imprescriptibilidad de las causas de derechos humanos, pero la Corte Suprema determinó que los artículos 2 y 3 eran inconstitucionales, lo que implica que los jueces penales que manejan causas vinculadas con la dictadura podrán resolver el archivo de los expedientes.

Para los próximos años, la coalición de centroizquierda se comprometió a aumentar a 6 por ciento del PBI en educación (hoy es del 4,8) y triplicar el porcentaje respecto del PBI dedicado a la investigación y la ciencia. El dilema entre mantener el equilibrio macroeconómico y aumentar el gasto público marcará los debates dentro del Frente Amplio. Los sectores más a la izquierda son críticos del crecimiento basado en la exportación de commodities, postulan diversificar la matriz productiva y gravar a los empresarios del agro. Cuesta encontrar a un frenteamplista que se manifieste en contra de la producción de celulosa. Más aún: es frecuente escuchar la frase “las papeleras llegaron para quedarse”.

Uno de los grandes interrogantes que se abre en la nueva etapa es saber qué hará el médico Tabaré con la ley de regulación del cultivo, distribución y venta de la marihuana, aprobada hace un año, pero aún en su etapa de instrumentación. A mediados de año se abrió el registro para autocultivadores, el mes pasado el de clubes de cultivo y aún resta poner en marcha la venta de cannabis en farmacias, con un máximo de 40 gramos mensuales por usuario. “No es liberalización”, aclara Milton Romani, embajador para temas de drogas y derechos humanos. “Estamos en la etapa de registrar a los autocultivadores (hasta seis plantas), se están conformando los clubes de cultivo como en España y falta implementar la distribución del cannabis en farmacias para todo mayor de 18 años que esté registrado.” Tanto Tabaré como Sendic se mostraron reacios a la ley, una bandera del gobierno de Mujica.

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Los ex tupamaros del MPP que lidera Pepe Mujica resultaron la mayor fuerza dentro del Frente Amplio.
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SE AMPLIÓ EL FRENTE.
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Agustín Lewit *

No hubo sorpresas en Uruguay y tampoco –a decir verdad– nadie las esperaba. Tras el contundente resultado del primer turno, con ese soberbio 47,8 por ciento obtenido por el candidato de la coalición gobernante, Tabaré Vázquez, sumado a la abultada distancia respecto de las demás fuerzas, todo pareció definirse allí de manera irreversible, aun cuando la instancia del ballottage resultara imposible de sortear debido a las condiciones impuestas por la Constitución.

De ahí, el tono cansino que primó durante toda la campaña de la segunda vuelta, donde los candidatos, muy lejos del nerviosismo propio de cualquier elección aparecían resignados, tanto uno como otro, al triunfo y a la derrota, respectivamente.

Y así fue: una amplia mayoría de uruguayos –la más importante en volumen desde el retorno de la democracia en 1985– se inclinó a favor de un tercer gobierno del Frente Amplio, dando por tierra aquel mito de la “maldición de la gestión” y reconfirmando, al mismo tiempo, que el FA es desde hace más de una década el partido mayoritario y hegemónico en el Uruguay, situación que –como quedó evidenciado– goza de muy buena salud. Todo un dato para un sistema político que desde su conformación –a inicios del siglo XIX– hasta el 2004, alternó invariablemente la presidencia entre blancos y colorados, clausurando la posibilidad de acceder al poder a cualquier otra fuerza política. La fuerte distancia respecto de su competidor –la más amplia desde que se impuso el ballottage en 1996– ayuda a visualizar el lugar dominante del FA en la arena política charrúa.

Por su parte, consciente desde un inicio de la imposibilidad de su triunfo, el candidato del Partido Nacional, Lacalle Pou, encaró el ballottage tratando de procurarse una derrota lo más digna posible, que no se llevara puestos sus deseos de constituirse como el principal referente opositor. El 41 por ciento que obtuvo el domingo parece haber dado lugar a sus reducidas expectativas y a partir de ahora, no sin un trabajo fino, podrá constituirse en el mascarón de proa, no sólo de su partido sino también del variopinto arco opositor. Mucho más si se considera la profunda crisis por la que atraviesa la otra fuerza política histórica del país oriental, el Partido Colorado, la cual en el primer turno de octubre obtuvo su segunda peor marca en una competencia presidencial, saliendo tercera en todos los departamentos –excepto uno, en el que obtuvo el segundo lugar–, situación que repercutió en las últimas semanas en una fuerte tensión interna. Una vieja máxima reza que en política no hay muertos, sino heridos graves y heridos leves: sin duda, como nunca antes, la fuerza colorada se encuentra profundamente lesionada y deberá trabajar mucho para recuperar el terreno perdido.

Asimismo, además de la victoria presidencial, con la elección del domingo el oficialismo terminó de confirmar un tercer período consecutivo de mayorías parlamentarias –en tanto, a la mayoría en Diputados obtenida en la primera vuelta se le sumó la de Senadores, donde contará con dieciséis bancas incluyendo la del flamante vicepresidente– lo cual permite avizorar un buen margen de gobernabilidad de cara al próximo período. Importante punto, además, si se toma en cuenta que algunos temas en agenda muy sensibles al oficialismo –tal como la acogida de presos de Guantánamo, un postergado proyecto sobre regulación de medios y la habilitación de la producción minera a gran escala, entre otros–, demandarán tratamiento y respaldo legislativo.

Tal como sucedió en Bolivia y Brasil, los uruguayos volvieron a respaldar mayoritariamente a un gobierno que, como horizonte general, se propuso el engorroso trabajo de reparar las graves secuelas de las décadas neoliberales. Múltiples índices sociales y económicos de los últimos diez años exhiben un exitoso avance respecto de dicho objetivo. Restan, sin embargo, las transformaciones más de tipo estructural. La acumulación política de los últimos años y el reciente respaldo popular indican que es el momento de llevarlas adelante. Antes que la situación internacional o la presión de la oposición, la posibilidad de que ello ocurra se encuentra cifrada en la manera en que el Frente Amplio resuelva la correlación de fuerzas en su interior.

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* Periodista de Nodal e investigador del C. C. de la Cooperación.

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