Uruguay en el camino político histórico de
la Izquierda Democrática y progresista latinoamericana. Proceso
político que comprende una amplia, fuerte y dinámica izquierda democrática en América latina. Brasil, Venezuela, Bolivia, Ecuador, Nicaragua, Argentina, El Salvador,
Chile. Lula y Dilma; Chávez y Maduro;
Evo; Rafael; Ortega, Néstor y Cristina; Sánchez Ceren; Mújica y Tabaré, representan un tiempo político
e histórico en el nuevo milenio, que ningún continente lo “vive” políticamente,
donde la derecha política, conservadora
y rumiante – porque no tiene ideas, siempre copió y siempre impuso lo que
robó y se apropió – somos protagonistas de un proceso político, nuevo diferente
y superior al “viejo” modelo corrupto, expropiador, explotador y saqueador del
neoliberalismo. Se viven tiempos políticos absolutamente diferentes. Es una nueva fase histórica que marca y
construye un proceso creativo, propio, no es copia ni calco, es creación histórica de cada pueblo, de
allí hoy su gran significación que sin duda alguna es protagonista de una “Nueva Guerra Fría”
de carácter básicamente política: Izquierda
Progresista y Democrática – anti-imperialista – y el neoliberalismo aún
incrustado como virus y veneno en cada una de las Instituciones de la Democracia liberal, representativa.
Uruguay, 30 de Noviembre del presente,
elecciones en Segunda Vuelta, el Balotaje, están frente a frente la
izquierda democrática y progresista del Frente Amplio y la derecha
conservadora, tradicional, del partido Nacional. Tabaré Vázquez, el gran triunfador y que debe continuar las políticas
democráticas, sociales y participativas del Programa central del Frente Amplio – Frente político de comunistas, socialistas, izquierdistas,
nacionalistas, populistas, tupamaros, escenario político, donde el sector más
dinámico, por haber sido protagonista de la lucha política más importante de la
“guerrilla urbana” de los 80’, los Tupamaros,
del Pepe Mujica y su candidato a la Vice.- Presidencia Raúl Sendic – hijo del Líder histórico Tupamaro – forjan una
fortaleza política hoy construyendo una de las democracias ciudadanas,
participativas y republicanas más importantes del nuevo milenio -. Tabaré continúa
el proceso política iniciado por él el 2005 y continuado por el Pepe Mujica el
2010. El Frente Amplio, el movimiento político, que unifica y
centraliza a la izquierda democrática y
progresista nacional. Primero está terminando con el dominio político
hegemónico desde la Independencia nacional de la derecha conservadora y segundo
como Frente Amplio de Izquierda – no
partidarizada – democrática, nacionalista – anti-imperialista, son
protagonistas como Nuevos Actores Sociales y protagonistas Políticos de una
Nueva Democracia, plataforma política en el nuevo milenio para construir
Nuestra América, compromiso social, responsabilidad política y aspiración democrática de los
Ciudadanos y Pueblos de la Patria
Grande.
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José "Pepe" Mújica - actual Presidente de la República Oriental del Uruguay y el electo Presidente Tabaré Vázquez - con la votación más alta de la Historia electoral del Uruguay. Ambos Presidentes del Frente Amplio, movimiento político que centralizó y unificó a la Izquierda Nacional. Rompió 2 siglos de dominación política de la derecha conservadora.
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URUGUAY: PARA LA DERECHA FUE EL “SÚPER
VÁZQUEZ”.
Tabaré Vázquez resulto el candidato más votado en la Historia de
Uruguay.
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La segunda vuelta consolidó el peso de los
candidatos del Frente Amplio, pese a que fue concebida por los partidos
tradicionales para lo contrario. Vázquez gobernará con el Congreso a su favor.
Mercedes López San Miguel
Desde Montevideo martes 2 de diciembre del 2014.
El diario de
derecha El Observador tituló “Súper Vázquez”, alertando que “lejos de amainar,
la era progresista continúa con más poder que cuando se inició en 2005”, ya que
el Frente Amplio –en su tercer mandato– liderado por Tabaré Vázquez tendrá
mayoría parlamentaria. La realidad pareciera no ser tan lineal. La coalición de
centroizquierda ganadora del ballottage del domingo agrupa a una docena de
partidos, entre ellos a socialistas, comunistas, ex tupamaros y
socialdemócratas que acordaron un programa de gobierno con una apuesta fuerte
en educación, pero el debate de ciertos temas como política exterior, reforma
judicial, política económica y legalización de la marihuana pondrá en evidencia
las diferencias entre los sectores aliados con José Mujica y las corrientes más
afines a Tabaré, así como el peso de cada liderazgo.
Una vez que
la Corte Electoral confirmó el resultado (Tabaré Vázquez con 53,6 por ciento de
los votos, 41,1 por ciento para Luis Lacalle Pou), comenzó la etapa de
reacomodamientos al interior del Frente Amplio. Aficionado a las formalidades,
Vázquez anticipó que en estos días tendrá una reunión con Lacalle Pou (hilando
fino, podría entenderse como un mensaje a su coalición de que podría contar con
otros apoyos). El Movimiento de Participación Popular (MPP), liderado por
Mujica, se mantuvo por tercera vez como primera fuerza del Frente Amplio, con
lo que tendrá una fuerte incidencia en el Congreso y capacidad de negociar
carteras en el nuevo gabinete. Se da por descontado que Eduardo Bonomi, ex
tupamaro, seguirá al frente de Interior; un dato no menor, teniendo en cuenta
que la oposición hizo campaña con el tema de la seguridad. El vicepresidente
electo, Raúl Sendic, será el responsable de encaminar los proyectos impulsados
por el Ejecutivo, sin olvidar la alianza con el MPP y con los comunistas que lo
impulsaron en el cargo.
Uno de los
temas que diferenciará a Vázquez de Mujica será la relación con la Argentina y
la región, advierte a esta enviada Mauricio Rabuffetti, autor de José Mujica.
La revolución tranquila. “Mujica es un integracionista sudamericano, muestra
voluntad de diálogo con la Argentina y cree que Brasil es el hermano mayor. En
cambio, Vázquez es más pragmático desde lo comercial. En su primer gobierno
planteó un Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos, y hoy, más allá de su
discurso, buscará una apertura a otros mercados.”
Danilo
Astori, el hombre ya anunciado para encabezar Economía, confirmó a Página/12
que el próximo gobierno planteará cambios en el Mercosur para que los socios
puedan firmar acuerdos comerciales por fuera del bloque. Uruguay es observador
de la Alianza del Pacífico y Astori, respondiendo a los pedidos empresariales,
hará gestiones para que se avance en un acuerdo Mercosur-Alianza del Pacífico.
Otro asunto
pendiente es la reforma de la Justicia, trabada por las discusiones dentro de
la izquierda. Luis Puig, reelecto diputado, es uno de los frenteamplistas más
convencidos de llevar adelante la iniciativa. “En Uruguay, el único poder que
no se ha democratizado es el Judicial. La Suprema Corte tiene una serie de
potestades que le dan un poder casi ilimitado: designan la remoción y la
destitución de los jueces, la constitucionalidad o no de las leyes. La Corte
Suprema se convirtió en un operador fundamental de la derecha. Por ejemplo,
noso-tros avanzamos a nivel legislativo en un impuesto a la concentración de
tierras, que recaudaría 60 millones de dólares. Pero el máximo tribunal falló
en contra.”
En línea con
lo que señala Puig, el Frente Amplio aprobó una ley que establece la
imprescriptibilidad de las causas de derechos humanos, pero la Corte Suprema
determinó que los artículos 2 y 3 eran inconstitucionales, lo que implica que
los jueces penales que manejan causas vinculadas con la dictadura podrán resolver
el archivo de los expedientes.
Para los
próximos años, la coalición de centroizquierda se comprometió a aumentar a 6
por ciento del PBI en educación (hoy es del 4,8) y triplicar el porcentaje
respecto del PBI dedicado a la investigación y la ciencia. El dilema entre
mantener el equilibrio macroeconómico y aumentar el gasto público marcará los
debates dentro del Frente Amplio. Los sectores más a la izquierda son críticos
del crecimiento basado en la exportación de commodities, postulan diversificar la
matriz productiva y gravar a los empresarios del agro. Cuesta encontrar a un
frenteamplista que se manifieste en contra de la producción de celulosa. Más
aún: es frecuente escuchar la frase “las papeleras llegaron para quedarse”.
Uno de los
grandes interrogantes que se abre en la nueva etapa es saber qué hará el médico
Tabaré con la ley de regulación del cultivo, distribución y venta de la
marihuana, aprobada hace un año, pero aún en su etapa de instrumentación. A
mediados de año se abrió el registro para autocultivadores, el mes pasado el de
clubes de cultivo y aún resta poner en marcha la venta de cannabis en
farmacias, con un máximo de 40 gramos mensuales por usuario. “No es
liberalización”, aclara Milton Romani, embajador para temas de drogas y derechos
humanos. “Estamos en la etapa de registrar a los autocultivadores (hasta seis
plantas), se están conformando los clubes de cultivo como en España y falta
implementar la distribución del cannabis en farmacias para todo mayor de 18
años que esté registrado.” Tanto Tabaré como
Sendic se mostraron reacios a la ley, una bandera del gobierno de Mujica.
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Los ex tupamaros del MPP que lidera Pepe Mujica resultaron la mayor fuerza dentro del Frente Amplio.
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SE AMPLIÓ EL
FRENTE.
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Agustín Lewit *
No hubo sorpresas en Uruguay y tampoco –a decir verdad–
nadie las esperaba. Tras el contundente resultado del primer turno, con ese
soberbio 47,8 por ciento obtenido por el candidato de la coalición gobernante,
Tabaré Vázquez, sumado a la abultada distancia respecto de las demás fuerzas,
todo pareció definirse allí de manera irreversible, aun cuando la instancia del
ballottage resultara imposible de sortear debido a las condiciones impuestas
por la Constitución.
De ahí, el tono cansino que primó durante toda la campaña
de la segunda vuelta, donde los candidatos, muy lejos del nerviosismo propio de
cualquier elección aparecían resignados, tanto uno como otro, al triunfo y a la
derrota, respectivamente.
Y así fue: una amplia mayoría de uruguayos –la más importante
en volumen desde el retorno de la democracia en 1985– se inclinó a favor de un
tercer gobierno del Frente Amplio, dando por tierra aquel mito de la “maldición
de la gestión” y reconfirmando, al mismo tiempo, que el FA es desde hace más de
una década el partido mayoritario y hegemónico en el Uruguay, situación que
–como quedó evidenciado– goza de muy buena salud. Todo un dato para un sistema
político que desde su conformación –a inicios del siglo XIX– hasta el 2004,
alternó invariablemente la presidencia entre blancos y colorados, clausurando
la posibilidad de acceder al poder a cualquier otra fuerza política. La fuerte
distancia respecto de su competidor –la más amplia desde que se impuso el
ballottage en 1996– ayuda a visualizar el lugar dominante del FA en la arena
política charrúa.
Por su parte, consciente desde un inicio de la
imposibilidad de su triunfo, el candidato del Partido Nacional, Lacalle Pou,
encaró el ballottage tratando de procurarse una derrota lo más digna posible,
que no se llevara puestos sus deseos de constituirse como el principal
referente opositor. El 41 por ciento que obtuvo el domingo parece haber dado
lugar a sus reducidas expectativas y a partir de ahora, no sin un trabajo fino,
podrá constituirse en el mascarón de proa, no sólo de su partido sino también
del variopinto arco opositor. Mucho más si se considera la profunda crisis por
la que atraviesa la otra fuerza política histórica del país oriental, el
Partido Colorado, la cual en el primer turno de octubre obtuvo su segunda peor
marca en una competencia presidencial, saliendo tercera en todos los
departamentos –excepto uno, en el que obtuvo el segundo lugar–, situación que
repercutió en las últimas semanas en una fuerte tensión interna. Una vieja
máxima reza que en política no hay muertos, sino heridos graves y heridos
leves: sin duda, como nunca antes, la fuerza colorada se encuentra
profundamente lesionada y deberá trabajar mucho para recuperar el terreno
perdido.
Asimismo, además de la victoria presidencial, con la
elección del domingo el oficialismo terminó de confirmar un tercer período
consecutivo de mayorías parlamentarias –en tanto, a la mayoría en Diputados
obtenida en la primera vuelta se le sumó la de Senadores, donde contará con
dieciséis bancas incluyendo la del flamante vicepresidente– lo cual permite
avizorar un buen margen de gobernabilidad de cara al próximo período.
Importante punto, además, si se toma en cuenta que algunos temas en agenda muy
sensibles al oficialismo –tal como la acogida de presos de Guantánamo, un
postergado proyecto sobre regulación de medios y la habilitación de la
producción minera a gran escala, entre otros–, demandarán tratamiento y
respaldo legislativo.
Tal como sucedió en Bolivia y Brasil, los uruguayos
volvieron a respaldar mayoritariamente a un gobierno que, como horizonte
general, se propuso el engorroso trabajo de reparar las graves secuelas de las
décadas neoliberales. Múltiples índices sociales y económicos de los últimos
diez años exhiben un exitoso avance respecto de dicho objetivo. Restan, sin
embargo, las transformaciones más de tipo estructural. La acumulación política
de los últimos años y el reciente respaldo popular indican que es el momento de
llevarlas adelante. Antes que la situación internacional o la presión de la
oposición, la posibilidad de que ello ocurra se encuentra cifrada en la manera en que el Frente Amplio
resuelva la correlación de fuerzas en su interior.
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* Periodista de Nodal e investigador del C. C. de la
Cooperación.
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