Hoy, unos nueve años después, se ha convertido en
la cabeza de gobierno más antigua en el cargo dentro de la Unión Europea, con un control indisputado de lo político y de la política exterior de
su país. En su reciente reelección como
líder de su partido recibió 96.7 por ciento de la votación. Es claro que
una parte de su actual fuerza son los parámetros económicos que parecen
fuertes, con una muy positiva plusvalía producto de la exportación y un
desempleo relativamente bajo. Merkel ha
tomado esta posición para proseguir calladamente, pero con gran eficacia
sus objetivos de una política exterior firme. Ha reprendido de modo muy público a Francia (y a Italia) por no cumplir sus obligaciones con la política
pública de la Unión Europea (UE) de reducir el déficit fiscal a menos de 3 por
ciento. Se topó con la fuerte resistencia del presidente François Hollande de Francia, quien llegó al cargo, originalmente,
como una suerte de anti Merkel
haciendo un llamado en pos de una mayor flexibilidad en la aplicación de las
obligaciones fiscales de la UE. El
resultado de este desacuerdo público fue que Francia hizo cambios dentro de su
gabinete. Manuel
Valls, quien tenía una posición cercana a la de Merkel, fue nombrado primer ministro, y Arnaud Montebourg, representando el punto de vista de los elementos
de izquierda en Francia, renunció al gabinete. No sólo cedió Hollande más o menos ante Merkel, sino que la opinión
pública francesa no lo recompensó. Sus encuestas se desplomaron catastróficamente, mientras las
de Merkel son más altas que nunca.
/////
Dr. en Sociología Immanuel Wallerstein expresa sobre la Canciller Alemana: Es claro que una parte de
su actual fuerza son los parámetros económicos que parecen fuertes, con una muy
positiva plusvalía producto de la exportación y un desempleo relativamente
bajo. Merkel ha tomado esta posición para proseguir calladamente, pero con gran
eficacia sus objetivos de una política exterior firme.
***
LA PARADÓGICA
FUERZA DE LA ALEMANIA DE MERKEL.
*****
Immanuel Wallerstein.
La Jornada lunes 29 de diciembre del 2014.
Hoy, la canciller Angela
Merkel, de Alemania, se siente libre de criticar abiertamente y aún con dureza
a todas las naciones poderosas con las que negocia. Todas ellas continúan
intentando cortejarla. Cuenta con un respaldo increíblemente alto en las
encuestas alemanas, y así parece ser también en la opinión pública mundial. No
obstante, no hay nada en sus antecedentes que le haga esperar a nadie este
impresionante despliegue de fuerza, en ella personalmente y, a través de ella,
en Alemania como nación. Esta es una paradoja que requiere explicación.
Comenzó la vida trabajando
como físico-química con un doctorado de una universidad de la República
Democrática Alemana (RDA). Navegó en la escena política como alguien que no
participaba. Se unió a la Juventud Libre Alemana (FDJ por sus siglas en
alemán), pero no participó en su ceremonia de mayoría de edad, prefiriendo
seguir una ceremonia religiosa. Su padre era pastor protestante.
Entró a la escena política
sólo en el momento en que Alemania oriental se colapsaba, y subió con rapidez
en el gobierno de transición. Con la integración formal a la República Federal
Alemana, se volvió participante activa de la Unión Demócrata Cristiana (UDC).
Electa al Parlamento, entró pronto al gabinete y se le consideró protegida del
canciller Helmut Kohl.
Al proseguir su ascenso
dentro de la UDC tuvo que remontar varias negativas. Era una mujer: una mujer
de la antigua zona de Alemania oriental. Era protestante en un partido con gran
respaldo de votantes católicos. Después que la UDC perdió la elección ante el
Partido Social Demócrata (PSD) en 2002, se volvió la secretaria general de la
UDC y luego su líder. La UDC, junto con su partido asociado en Bavaria, la
Unión Social Cristiana (USC), ganaron por escaso margen la elección de 2005. Ni
la UDC/USC ni el PSD tenían el suficiente respaldo para gobernar solos y
tuvieron que formar una gran coalición. En el voto parlamentario para canciller
se escogió a Merkel, pero con oposición considerable.
Hoy, unos nueve años
después, se ha convertido en la cabeza de gobierno más antigua en el cargo
dentro de la Unión Europea, con un control indisputado de lo político y de la
política exterior de su país. En su reciente relección como líder de su partido
recibió 96.7 por ciento de la votación.
Es claro que una parte de
su actual fuerza son los parámetros económicos que parecen fuertes, con una muy
positiva plusvalía producto de la exportación y un desempleo relativamente
bajo. Merkel ha tomado esta posición para proseguir calladamente, pero con gran
eficacia sus objetivos de una política exterior firme.
Ha reprendido de modo muy
público a Francia (y a Italia) por no cumplir sus obligaciones con la política
pública de la Unión Europea (UE) de reducir el déficit fiscal a menos de 3 por
ciento. Se topó con la fuerte resistencia del presidente François Hollande de
Francia, quien llegó al cargo, originalmente, como una suerte de anti Merkel
haciendo un llamado en pos de una mayor flexibilidad en la aplicación de las
obligaciones fiscales de la UE. El resultado de este desacuerdo público fue que
Francia hizo cambios dentro de su gabinete. Manuel Valls, quien tenía una
posición cercana a la de Merkel, fue nombrado primer ministro, y Arnaud
Montebourg, representando el punto de vista de los elementos de izquierda en
Francia, renunció al gabinete. No sólo cedió Hollande más o menos ante Merkel,
sino que la opinión pública francesa no lo recompensó. Sus encuestas se
desplomaron catastróficamente, mientras las de Merkel son más altas que nunca.
Merkel ha sido también
pronta en emprenderla contra el primer ministro de Gran Bretaña, David Cameron.
Cameron pensó que, dado que eran compañeros conservadores, Merkel entendería su
necesidad de hacer fuertes demandas ante la UE que le ayudaran a contener el
creciente sentimiento anti UE en Gran Bretaña. Y surgieron dos asuntos
inmediatos. La Unión Europea tiene un modo complicado de ajuste fiscal en las
cantidades que sus miembros deben pagar anualmente. Este año a Gran Bretaña se
le tasaron unos mil 700 millones de libras extras y Cameron de plano se negó a
pagar, pese a que tales reajustes son bastantes normales.
Lo más importante, sin
embargo, es la demanda de Cameron de que a Gran Bretaña se le permita crear
cuotas de migrantes de otros países de la UE. Merkel ha sido muy clara, y muy
en alto lo ha dicho, que ella considera que uno de los fundamentos de la UE es
el libre movimiento dentro de la UE de los ciudadanos de la Unión, eso es
intocable. Ella le advirtió que proseguir tal política sólo sería posible si
Gran Bretaña dejara la UE, exactamente lo que Cameron desea evitar. No
obstante, el jaloneo político interno que tiene Cameron es tan grande que no
tiene otra alternativa que continuar suplicándole a Merkel.
Merkel ha sido igualmente
crítica con el presidente Obama. Pese a que se supone respalda con fuerza una
relación cercana con Estados Unidos, ha expresado en público su gran decepción
ante el informe que muestra que la Agencia de Seguridad Nacional estadunidense
(NSA) la había espiado directamente y, más en general, los asuntos internos de
Alemania. Todo lo que Obama prometió fue revisar los aspectos más agraviantes
de tal espionaje, mientras Merkel dijo que el fin no justifica los medios y que
era necesario reconstruir la confianza... con palabras no será suficiente.
Tal vez lo más importante,
sin embargo, es su persistencia en arrastrar los pies en cuanto a las sanciones
surgidas de Ucrania. Ella ha frustrado todo intento estadunidense por
incrementar sanciones insistiendo en la prioridad de la diplomacia.
Esto nos trae a la cuestión
de su posicionamiento frente a Rusia. A nivel público, sus críticas a las
políticas rusas en Ucrania son severas y crecen en fuerza. En la práctica,
Merkel y el presidente Vladimir Putin, de Rusia, han hablado más de 40 veces
desde que comenzó la llamada crisis de Ucrania. Merkel es fluida en ruso y
Putin en alemán, así que la comunicación es bastante clara. La búsqueda de una
solución diplomática de las diferencias es apoyada muy fuerte por el ministro
de Relaciones Exteriores de Alemania, Franz-Walter Steinmeier, del PSD, quien
desde hace tiempo ha perseguido una diplomacia amistosa. Esto es secundado por
más de 4 mil firmas alemanas que tienen intereses económicos directos en Rusia.
Más sanciones podrían lastimar a Alemania tanto como a Rusia.
Un importante periódico
conservador británico, The Daily Telegraph, evaluó con mucha sensatez el
secreto político de Merkel. Ella hace tratos, no discursos, y pone el arreglo
por delante de la controversia. Es la más acabada realista en política, siempre
buscando lograr un acuerdo, pero nunca a cualquier precio.
Merkel es una conservadora
centrista y de ningún modo una radical de ninguna clase. En cierto sentido lo
que ha estado intentando hacer es enseñarle a otros poderosos países y a sus
líderes que si quieren un resultado conservador centrista tienen que jugar a su
modo. Por supuesto, esto asume que la estructura fundamental del sistema-mundo
no está, en sí misma, bajo amenaza y que Alemania puede continuar pareciendo
muy fuerte en lo económico. Yo dudo eso. Pienso que a varios años de aquí
Alemania probablemente sucumbirá a más de las negativas que el estado actual
del sistema-mundo está imponiendo en todos los países. No obstante, por el momento, Angela Merkel
domina el gallinero.
*****
Traducción: Ramón Vera Herrera
*****
No hay comentarios:
Publicar un comentario