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La Democracia en tiempos de la globalización
neoliberal, ha sido reducida a su mínima expresión, - ciega y
sorda – a los intereses de clase, de los “de abajo”, activa, prepotente,
elitizada y mediática en defensa y protección de “los de arriba”, ha sido
secuestrada por el poder del mercado – corporaciones transnacionales – del capital
corporativo global. Ejerce un poder
invisible a partir de los poderes facticos mundiales – Foro Económico Mundial, la Troika Europea, el Club de Bilderberg (O
los nuevos amos del mundo). En los escenarios europeos, hoy epicentro de una
crisis estructural multidimensional, la
democracia hoy es sustituida por la Troika o el gobierno político
financiero del Banco Central Europeo, la
Comisión Económica de la U.E. y el Fondo Monetario Internacional, aquí
radica el “verdadero poder”. Lo
visible hoy en la Unión Europea es el poder de la Troika- léase el poder de las políticas de
austeridad total de la Canciller Alemana Ángela Merkel - y el poder de los bancos o la bancocracia traducido, cómo
la deuda privada se ha convertido por arte de birlibirloque en deuda estatal, pública; quién paga ahora es el Estado con dinero de todos los Ciudadanos. En Atenas, Grecia, la cuna de la democracia directa, ha sido barrida por
el poder de la Troika y hoy
simplemente vemos como los sindicatos aún superviven a las dramáticas consecuencias
inhumanas de las políticas de austeridad, privatizaciones y descomposición
total del sistema. Las políticas a de
austeridad impuestas por la troika, no sólo están liquidando los derechos
sociales, políticos y laborales de los trabajadores, (España es el epicentro de esta descomposición social y política) además de liquidar los derechos de los niños
a la educación y asistencia en salud gratuita y de calidad, o también como destruyen
los derechos de los Adultos Mayores,
sino que van más allá en su odio, salvajismo y destrucción a liquidar la Instituciones fundamentales, sostén y fortaleza
constitucional de la Democracia.
Modelo absoluto de gobierno neoliberal, súbdito, dependiente de las políticas centrales de austeridad impuestas por la Troika Europea, es decir, las políticas de la Canciller Alemana. Lleno de corrupción, fracaso de la "clase" política y los "viejos" partidos políticos que marchan hacia su propia destrucción.
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La globalización neoliberal en el seno de
los países imperialistas, la democracia liberal, representativa ha sido
absolutamente capturada, secuestrada por el poder de las corporaciones y los
poderes fácticos mundiales. Hoy simplemente encontramos como recuerdo lo que en
algún momento fue la Democracia,
convertida en democracia de los misiles, democracia del espionaje, del
intervencionismo, democracia de la poderosa industria de la guerra, hoy muy
activa y destructiva en relación a las
políticas de bloqueo impuestas por el Imperio
y la Unión Europea contra Rusia, tiempo político neoliberal, escenario donde
se comienza a hablar de una “nueva”
Guerra Fría”. En México para poner otro ejemplo de un país del
grupo privilegiado de la OCDE, hoy en
serios problemas políticos donde es evidente la existencia de un doble poder: el poder político débil, corrupto y
junto a él, el narco-poder invisible,
violento, criminal, asesino, en el centro de una falsa democracia o democracia fallida. Procedimental,
mediática, elitizada, novelesca y corrompida.
La globalización neoliberal, sí necesita de
la Democracia, pero de una democracia enferma, secuestrada, democracia
de papel, cada vez más violenta, corrupta, corporativa, espionaje e
intervencionista. Hoy combate usando
todos sus poderes fácticos – en especial el poder mediático – a las nuevas democracias que van emergiendo en el
mundo, producto de las luchas de los movimientos
sociales anti-globalización y de los Movimientos Sociales Ciudadanos
Mundializados. Todo el odio de clase, todo cuanto hay que mentir para
destruir, desprestigiar y traerse abajo a las nuevas democracias participativas, democracia de Ciudadanos, democracia de los
movimientos sociales anti-globalización. América latina – Venezuela, Bolivia, Uruguay, Brasil, Ecuador, Argentina, El Salvador,
Nicaragua, han dejado de ser el patio trasero del imperio, para transformarse
hoy en países soberanos, escenario
de escenarios de una nueva, emergente, popular Sociedad Civil – el poder popular local –
construyendo Nuevas Democracias y
Liderazgos Comunitarios ajenas, hasta contradictorias a los intereses del
imperio. El escenario mundial múltiple, complejo,
turbulento, multipolar, hoy es el epicentro de dos “democracias” distintas, diferentes: Mientras en Europa, los países Imperiales – como Estados Unidos – la democracia marcha
inexorablemente hacia su propia destrucción, producto de las políticas de
austeridad que destruyen las libertades, las instituciones y los propios
modelos del Estado de bienestar. En
la otra acera, de la larga e inmensa avenida política del siglo XXI, altiva,
dinámica, empoderada en los sectores
sociales emergentes y en los nuevos actores sociales, enciende la esperanza
de la forja y
construcción de una Nueva Democracia, Participativa, Ciudadana, Intercultural,
Cívica y Republicana.
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Las nefastas y salvajes políticas de la austeridad impuestas por los poderes facticos dominantes - el mercado, las corporaciones, la troika y el capital corporativo global - no tienen respeto y consideración de edad del pueblo - niños, ancianos, mujeres, juventud - han sido los primeros escogidos y seleccionados donde han aplicado e impuesto sus políticas salvajes,xenofóbicas - contra los migrantes -hasta homofóbicas, de la derecha conservadora hoy gobernante en varios países europeos.
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GLOBALIZACIÓN Y DEMOCRACIA. (Democracia secuestrada,
la Bancocracia y la Democracia fallida).
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Ernesto Ruíz Ureta.
Nuevas Noticias.es domingo
21 de diciembre del 2014.
En este
mundo globalizado se constata que el poder ya ha cambiado de manos, ya no lo
tiene el poder político ni está basado en la soberanía del pueblo, lo detenta
un ente que se diluye por momentos y que vienen llamando mercados, élites, 1%
Muchos autores consideran
que la globalización capitalista y neoliberal que está imperando choca con la
democracia por la sencilla razón de que lo que busca no es mejorar el
funcionamiento de ésta última sino ponérselo fácil a los intereses comerciales
y financieros que buscan acceder a los mercados a bajo coste. Por la
contradicción generada, el consenso intelectual que era hace unas décadas el
fundamento del modelo actual de globalización empezó a evaporarse. Se dio
un “retroceso pacífico” de la democracia a favor de los mercados en
palabras del economista francés Jean-Paul Fitoussi[1]. Santiago
Camacho, más contundente, escribe: “a la democracia, el ideal por el que
millones de personas han dado su vida a lo largo de la historia, le ha surgido
un enemigo más poderoso que cualquier dictador, que cualquier ideal
totalitario y que cualquier ejército. Un enemigo que a, día de hoy, está
ganando la batalla[2].” Navarro y Torres en el mismo sentido: “las
democracias se debilitan gradualmente porque las grandes empresas, los bancos,
los inversores especulativos, etc., han alcanzado un poder tan gigantesco que
les permite imponer constantemente sus intereses sobre los del resto de la
sociedad[3].” Se podría concluir, por tanto, junto con el filósofo
alemán Jürgen Habermas que la democracia se está desmantelando en
beneficio de intereses particulares.
Estamos lejos de que se
traten de opiniones exageradas. En estos años hemos vivido en Europa
situaciones que deberían ser calificadas realmente como auténticos golpes de
Estado concebidas para que se pudieran tomar más fácilmente las decisiones que
convienen a las finanzas. El ex presidente griego Papandreu simplemente había
amagado con la convocatoria de un posible referéndum y la posibilidad de que el
pueblo se expresara fue suficiente para que se le forzase a dimitir[4]. El
italiano Berlusconi, muy en su estilo, quiso imponerse frente a Berlín y
Bruselas y acabó fuera del gobierno. Los acuerdos de financiación de Grecia,
Portugal, Irlanda, España… han llevado consigo la presencia permanente en los
distintos países de autoridades extranjeras, no elegidas democráticamente, para
vigilar y poner en marcha la política económica que se considera adecuada a los
poderes financieros y económicos a los que representan, sean cuales sean las
opiniones o las preferencias de los ciudadanos. Está, por tanto, muy claro que
la democracia, si sigue existiendo, tiene su latido muy débil ya que el poder
no reside en el pueblo sino que se está alejando del mismo a grandes pasos.
Los datos conocidos sobre
el poder económico confirman plenamente lo expresado, ya que si en otro tiempo
los países eran las mayores economías del planeta, ahora no es así; desde hace
unas décadas las corporaciones ingresaron en el top cien. Así, en el año
2009 eran 44 las empresas que se incluían entre las 100 economías más grandes
del mundo. Con tal poder económico y con la especial globalización de los
mercados que vivimos, globalización sin ninguna restricción para las finanzas,
sería un suicidio ignorar el nivel de influencia de estas corporaciones. Duele
saber que junto a los niveles de pobreza que nos ha traído la actual crisis se
constate que las dos empresas con mayores ingresos en el año 2013, según
la revista Forbes, sumen 900.000 millones de dólares y que éste poder económico
de las empresas unido a la especulación financiera que facilita, permita a
algunas empresas como las famosas Fanni Mae y Freddie Marc[5] ganar
en la bolsa más de un 1000% sobre sus ventas.
Hay, por tanto, mucha
evidencia que deja meridianamente claro que “existe un cambio real de poder:
hay un desplazamiento del poder del pueblo trabajador de las distintas partes
del mundo hacia una enorme concentración de poder y riqueza…el sistema mundial
se está dividiendo en dos bloques: la plutocracia, un grupo
muy importante, con enormes riquezas, y el resto, en una sociedad global
en la cual el crecimiento –que en un gran parte es destructivo y está muy
desperdiciado- beneficia a una minoría de personas extraordinariamente ricas,
que dirigen el consumo de tales recursos. Y por otra parte existen los “no
ricos”, la enorme mayoría, referida en ocasiones como el precariado global,
la fuerza laboral que vive de manera precaria, entre la que se incluye mil
millones de personas que casi no alcanzan a sobre-vivir[6].” Es por
tanto el poder financiero el que puede trastocar o forzar cualquier
política social y nos engaña con mejoras sociales sin ninguna
realidad, basándose en conceptos hueros que no tienen nada que ver con lo que
dicen representar.
En este mundo globalizado
se constata que el poder ya ha cambiado de manos, ya no lo tiene el poder
político ni está basado en la soberanía del pueblo, lo detenta un ente que se
diluye por momentos y que vienen llamando mercados, élites, 1%.
Ignacio Álvarez en el libro coordinado por Bibiana Medialdea responde a la
cuestión de ¿Quién son los mercados?, refiriéndose, sin duda, a los
mercados financieros: “Al igual que el resto de mercados, los mercados
financieros son espacios (físicos o virtuales) donde se intercambia un
determinado tipo de productos: títulos financieros. En teoría, los mercados
financieros cumplen un papel esencial en una economía capitalista: facilitan
que se encuentren agentes con necesidades de financiación (administraciones
públicas, empresas u hogares), con otros que están dispuestos a utilizar sus
ahorros para proporcionar a los primeros dicha financiación. De este modo, los
títulos intercambiados en los mercados financieros son títulos que conllevan
derechos futuros de cobro para quienes ponen a disposición de otros agentes sus
ahorros. No obstante, los mercados financieros desregulados no
se limitan a cumplir esta función, y presentan también una tendencia
intrínseca a acumular «capital ficticio» y a generar burbujas desconectadas de
la economía real que, al estallar, provocan graves crisis financieras[7].”
El mundo de las finanzas ha
crecido como una bola, pero en vez de nieve lo que la va engrosando la bola es
el dinero de todos los demás, dejando a muchos sin el mínimo vital (unos pocos
ganan la mayoría social pierde). Las finanzas se han convertido en un monstruo
que dirige el mundo maniatando, incluso, a los propios gobiernos y dejando
fuera de circulación aquellos valores que otorgaban a la política, a los
gobernantes y a la democracia la capacidad para conseguir una sociedad que
busque el bien de todos y una mejor armonía. Además, la gran industria de los
mercados financieros tiene un funcionamiento bastante autónomo y libre, a
diferencia de la industria tradicional. Esta última crea riqueza allí donde se
encuentra y retribuye a los diferentes factores que la integran,
fundamentalmente el capital y el trabajo, según el orden tradicional. Esto no
es así en el caso de los mercados financieros, cuyo objetivo básico y
fundamental es la obtención permanente de beneficios allá donde se encuentre,
porque su materia prima son las ingentes masas monetarias que circulan por el
mundo.
Nos encontramos, por tanto,
con unos mercados financieros gigantescos que generan y acumulan capital
ficticio, y logran un poder descomunal que afecta, socava y desmantela la
democracia. ¿Es lo que queremos? Espero que no.
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[1] Fitoussi, Jean-Paul (2005):
La democracia y el mercado. Editorial Paidós.[2] Camacho, Santiago (2012): La troika y
los 40 ladrones. [3] Navarro, Vicenç y Torres
López, Juan (2012): Los amos del mundo. [4] Grecia el país dónde
nació la democracia se convirtió irónica y dolorosamente en una “tecnocracia”. [5] Dos gigantes de la financiación hipotecaria
que tuvieron un papel estelar en la provocación de la crisis que padecemos y
que fueron nacionalizadas el 7 de septiembre de 2008 por Estados Unidos
asumiendo un gran volumen de deuda. [6] Navarro, Torres y Garzón (2011): Hay alternativas. [7] Medialdea, Bibiana (Coord.) y otros
(2011): Quienes son los mercados y como nos gobiernan.
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