&&&&&
Concluyo: ¿comenzó ya la Tercera Guerra Mundial?
Los publicistas y compinches del imperio lo
niegan, pero el Papa Francisco lo
afirmó en reiteradas ocasiones. Para responder a la pregunta leamos lo que
escribió uno de los más grandes filósofos políticos de todos los tiempos, Thomas Hobbes: “la guerra no consiste solamente en batallar, en el acto de luchar sino
… en la disposición manifiesta a ella durante todo el tiempo en que no hay
seguridad de lo contrario.” ¿Alguien puede seriamente dudar de que en
Estados Unidos existe una “disposición manifiesta” a la guerra? Y si es así,
¿no estamos ya en guerra, o en las vísperas de ella? Disposición decía Hobbes, y esto no es una nimiedad, que se
alimenta de la insaciable necesidad del “complejo militar-industrial-financiero” de vender
y destruir cada vez más armas y de invertir cada vez más recursos para sostener
esa excrecencia parasitaria generadora de enormes ganancias. Y para esto hacen falta guerras, y cuantas
más guerras mayor será la rentabilidad del complejo. Una pequeña parte de
sus ganancias se destina al sostenimiento
del sistema político norteamericano financiando políticos y campañas
electorales y obteniendo a cambio -en un pingüe tráfico de influencias- abultados subsidios, exenciones impositivas y toda
clase de beneficios para las grandes empresas del ramo. Las elecciones en los Estados Unidos se han pervertido al punto tal
que son simples competencias para ver quién recauda más dinero de las grandes
corporaciones, dinero necesario para que algunos políticos … ¿conquisten el
poder? No, porque el poder como
construcción de una correlación fáctica de fuerzas no está sometida a la
voluntad popular y a la legislación electoral. El poder no está en cuestión. La competencia electoral es para ver
quién se hará cargo de representar, como un astuto relacionador público, los
intereses de los poderes fácticos realmente existentes presentando un rostro
amable, que despierte simpatías y distraiga a la opinión pública, como es el
caso del afrodescendiente Barack Obama,
pero nada más. Las viejas democracias del capitalismo han degenerado en
belicosas plutocracias, y estas no surgen ni necesitan de elecciones. Sólo
precisa de políticos que sirvan como recargados mascarones de proa que oculten
de la vista del público la inmoralidad de sus privilegios y prerrogativas y
mantengan a los
pueblos sumidos en el engaño y en la infantil creencia de que son ellos quienes
gobiernan a través de sus representantes.
/////
Dr. en Sociología. Politólogo. Atilio Boron.
***
¿RUMBO HACIA LA
TERCERA GUERRA MUNDIAL?.
*****
Atilio Boron.
Rebelión Jueves 18 de diciembre del 2014.
Paso a paso, el mundo
parece encaminarse hacia la Tercera Guerra Mundial. La OTAN estrecha cada vez
más el círculo trazado sobre Rusia, llevando a sus extremos un proceso que fue
el objetivo político fundamental perseguido, en el teatro europeo, por los
sucesivos gobiernos demócratas y republicanos que ocuparon la Casa Blanca desde
los comienzos de la Guerra Fría. Y a lo anterior hay que sumar la declaración
de guerra económica que, en los hechos, ha decretado el gobierno de Estados
Unidos.
La ofensiva de la OTAN se
aceleró hace un cuarto de siglo, en coincidencia con la caída del Muro de
Berlín en 1989. En esa ocasión, tanto el presidente de los Estados Unidos,
George H. W. Bush (padre) como el Canciller alemán Helmut Kohl le aseguraron al
líder soviético Mikhail Gorbachov que la OTAN se mantendría dentro de las
fronteras pactadas con Moscú y los miembros del Pacto de Varsovia a la salida
de la Segunda Guerra Mundial. Esa promesa, como tantas otras hechas al respecto,
fue luego desechada sin más trámite. Especial mención merece el caso de Helmut
Kohl (que, hay que recordarlo, a poco de abandonar su cargo se revelaron varios
escandalosos casos de corrupción a favor de su partido, la Democracia
Cristiana, y otro en provecho propio) quien dio su palabra de que las tropas de
la OTAN no se desplazarían “ni una pulgada” hacia el Este, ni siquiera en el
territorio de la ex República Democrática Alemana. Por supuesto, ocurrió
exactamente lo contrario. En síntesis, Bush padre y Kohl, a cual más mentiroso.
Gorbachov cayó en la trampa y procedió a retirar unilateralmente las 380.000
tropas soviéticas estacionadas en la RDA en virtud de un tratado firmado a
fines de la Segunda Guerra (y que contemplaba un número similar o tal vez mayor
de fuerzas de Estados Unidos, Gran Bretaña y Francia en Alemania Occidental
donde, por ejemplo, al día de hoy Washington todavía mantiene 40.300
efectivos). Ni bien se produjo la retirada de aquellas fuerzas lo primero que
hicieron los gobiernos de estos países –fervorosos amantes de la paz, por
supuesto- fue instalar las fuerzas de la OTAN en los territorios de la antigua
Alemania Oriental, demostrando con la contundencia de los hechos que tanto Kohl
como Bush padre y luego Bill Clinton eran unos personajes despreciables,
mentirosos y de una contumaz inescrupulosidad moral.
Con la desintegración de la
Unión Soviética acaecida en 1991-1992 el terreno quedó despejado para avanzar
en la creación de una versión siglo veintiuno del “cordón sanitario” impuesto
contra la joven república soviética en 1918. En 1999 se incorporan a la OTAN
República Checa, Hungría y Polonia y ya con George W. Bush, hijo, en el 2004 se
produce una nueva expansión con la incorporación de Bulgaria, Estonia, Letonia,
Lituania, Rumania, Eslovaquia y Eslovenia. Finalmente, en el 2009 se integran a
esa coalición “rusofóbica” Albania y Croacia. Esto no es todo: hay otros países
que ya se encuentran en proceso de accesión a la OTAN: Bosnia-Herzegovina,
Macedonia y Montenegro, entre los más avanzados. Georgia y Ucrania, dos países
limítrofes con Rusia, están transitando por la misma vía pero aún no son
miembros de la organización. La crisis estallada en Ucrania es según el
profesor de la Universidad de Chicago John J. Mearsheimer consecuencia directa
de la expansión de la OTAN hacia el Este y, en menor medida, de las políticas
de la Unión Europea para absorber a aquel país en su esquema económico y, de
ese modo, penetrar por la puerta trasera en Rusia. Del argumento de Mearsheimer
se infiere que en la crisis ucraniana Moscú reaccionó igual que lo habría hecho
Estados Unidos si Rusia hubiese propiciado un “cambio de régimen” e instalado
un gobierno antinorteamericano en un país fronterizo como México. Ni más ni
menos. Por eso sostiene que la crisis ucraniana es responsabilidad de
Occidente.
Como si lo anterior no
fuera bastante para tensar la relación con Rusia y precipitar una guerra en
Europa el Congreso de Estados Unidos -salvo algunas honrosas excepciones un
antro de corruptos que se venden descaradamente a los lobbies que financian sus
carreras políticas- ha aprobado una serie de sanciones económicas en contra de
ese país, mismas que fueron puestas en práctica por la Casa Blanca. La más
reciente, una ley que Obama acaba de promulgar el día de hoy, autoriza la
aplicación de nuevas penalizaciones para impedir el acceso de los principales
bancos rusos a los mercados de créditos de Estados Unidos, bloquear la
transferencia de tecnologías para la exploración de recursos energéticos y congelar
los fondos de algunos aliados de Vladimir Putin y prohibir su ingreso a los
Estados Unidos. Agréguesele a esta nueva ronda de agresiones económicas las
políticas de la Casa Blanca que derrumbaron el precio del petróleo a la mitad
de su valor con el inocultable propósito de debilitar el poderío de Rusia, Irán
y Venezuela -tres países cuyos gobiernos son caracterizados por el régimen de
Obama como enemigos irreconciliables de Estados Unidos- y de paso asestar un
golpe mortal a la OPEP.
Tal como lo comentara hace un par de días el Ministro
de Relaciones Exteriores de Rusia, Sergey V. Lavrov, parece haber muy fundadas
razones para creer que Washington ha adoptado una demencial estrategia de
“cambio de régimen” para acabar con el gobierno de Vladimir Putin. Pero esto no
es todo: la ley aprobada unánimemente por el Congreso, y promovida por el
impresentable senador anticastrista Bob Menéndez (sobre quien pesan gravísimas
denuncias radicadas en la justicia estadounidense) contempla un aporte de 350
millones de dólares destinados a la asistencia militar de Ucrania, 10 millones
de dólares por año durante los siguientes tres para “contrarrestar la
propaganda rusa” en Ucrania, Moldavia y Georgia y otros 20 millones, también a
desembolsar anualmente durante tres años, a los efectos de “promover la
democracia, medios independientes, acceso sin censuras a la Internet y para
combatir a la corrupción en Rusia”.
¿Qué es esto?
¿Intervencionismo yankee en terceros países? ¿Maniobras
desestabilizadoras? ¿Utilización de la violencia y promoción del caos? ¡Noooo!
Sólo un mal pensado puede creer en esos cuentos. Es simplemente el cumplimiento
del “Destino Manifiesto” que el Creador ha confiado en el pueblo norteamericano
y sus gobernantes: llevar la antorcha de la libertad, la democracia, la
justicia y los derechos humanos por todo el mundo, en este caso a Rusia, a
quien jamás se le perdonará haber abierto con su revolución de 1917 aquella
nefasta grieta en la historia de la humanidad. Noam Chomsky, hombre poco afecto
a elucubraciones teológicas, ha dicho que lo que los ideólogos imperiales
presentan como una graciosa concesión del Altísimo no es otra cosa que un muy
terrenal plan de dominación mundial, más ambicioso aún que el de Hitler, y que
sus ejecutores son criminales de guerra, comenzando por los presidentes de los
Estados Unidos sin excepción.
Plan que
para su eficaz ejecución precisa de la irreemplazable ayuda de la CIA y sus
torturas científicas, claro; o de la aplicación de bloqueos y brutales
sanciones económicas, como las que se le siguen aplicando a Cuba y que en el
pasado ocasionaron la muerte de 500.000 niños, en Irak y que, según la señora
Madelein Albright, embajadora de Estados Unidos ante las Naciones Unidas y
luego Secretaria de Estado de Bill Clinton, fue un sacrificio que “valió la
pena”. ¡Sí, valió la pena exterminar a medio millón de niños iraquíes, por el
imperdonable delito de haber nacido en ese país! La monstruosidad de esta
afirmación, ratificada varias veces por quien la emitiera, es una muestra
insuperable de la putrefacción moral del imperio. Y de lo que nos espera si
esta verdadera pestilencia llegase a prevalecer en el planeta.
Concluyo: ¿comenzó ya la
Tercera Guerra Mundial? Los publicistas y compinches del imperio lo niegan,
pero el Papa Francisco lo afirmó en reiteradas ocasiones. Para responder a la
pregunta leamos lo que escribió uno de los más grandes filósofos políticos de
todos los tiempos, Thomas Hobbes: “la guerra no consiste solamente en batallar,
en el acto de luchar sino … en la disposición manifiesta a ella durante todo el
tiempo en que no hay seguridad de lo contrario.” ¿Alguien puede seriamente
dudar de que en Estados Unidos existe una “disposición manifiesta” a la guerra?
Y si es así, ¿no estamos ya en guerra, o en las vísperas de ella? Disposición
decía Hobbes, y esto no es una nimiedad, que se alimenta de la insaciable
necesidad del “complejo militar-industrial-financiero” de vender y destruir
cada vez más armas y de invertir cada vez más recursos para sostener esa excrecencia
parasitaria generadora de enormes ganancias. Y para esto hacen falta guerras, y
cuantas más guerras mayor será la rentabilidad del complejo. Una pequeña parte
de sus ganancias se destina al sostenimiento del sistema político
norteamericano financiando políticos y campañas electorales y obteniendo a
cambio -en un pingüe tráfico de influencias- abultados subsidios, exenciones
impositivas y toda clase de beneficios para las grandes empresas del ramo.
Las
elecciones en los Estados Unidos se han pervertido al punto tal que son simples
competencias para ver quién recauda más dinero de las grandes corporaciones,
dinero necesario para que algunos políticos … ¿conquisten el poder? No, porque
el poder como construcción de una correlación fáctica de fuerzas no está
sometida a la voluntad popular y a la legislación electoral. El poder no está
en cuestión. La competencia electoral es para ver quién se hará cargo de
representar, como un astuto relacionador público, los intereses de los poderes
fácticos realmente existentes presentando un rostro amable, que despierte
simpatías y distraiga a la opinión pública, como es el caso del
afrodescendiente Barack Obama, pero nada más. Las viejas democracias del
capitalismo han degenerado en belicosas plutocracias, y estas no surgen ni
necesitan de elecciones. Sólo precisa de políticos que sirvan como recargados
mascarones de proa que oculten de la vista del público la inmoralidad de sus
privilegios y prerrogativas y mantengan a los pueblos sumidos en el engaño y en
la infantil creencia de que son ellos quienes gobiernan a través de sus
representantes.
En medio de esta gigantesca
estafa aparece la ineluctable necesidad de la guerra, el motor que alimenta los
negocios del “complejo militar-industrial-financiero”. Un mundo en paz sería un
desastre para el keynesianismo militar norteamericano. Necesitan de la guerra,
de muchas guerras. Y si no las hay las inventan, para lo cual disponen de
numerosos recursos humanos altamente especializados en este tipo de
operaciones. Para este entramado de intereses nada puede ser más maligno que la
paz, y cualquier pretexto es bueno para combatirla. Por eso Estados Unidos ha
venido librando guerras sin solución de continuidad desde el fin de la Segunda
Guerra Mundial. Corea, Vietnam, Laos, Cambodia, Irak, Afganistán y ahora,
probablemente, Rusia y mañana China son los hitos más trascendentes de una
lista interminable, y que cada vez con más fuerza empuja a la humanidad hacia
el abismo. Todavía es posible detener esta alocada carrera, pero cada vez hay
menos tiempo para ello. Por eso estamos aproximándonos a horas muy difíciles.
La historia enseña que todas las transiciones geopolíticas globales –y estamos
inmersas en una de ellas- estuvieron acompañadas por grandes guerras. La
excepcionalidad de la situación actual reside en que, como lo observara una vez
Albert Einstein, “no sabemos con qué armas se libraría una tercera guerra
mundial, pero sí
sabemos con cuales se lucharía en la cuarta, en caso de llegar a ella: con
piedras y garrotes.”
*****
No hay comentarios:
Publicar un comentario