AFIRMA UN CAMINO.
Oscar Laborde *
Cuando el 21 de enero de
2006 Evo Morales recibía el bastón de mando de los pueblos originarios como su
líder político y espiritual en Tiwanaku, previo al día de asunción de la
presidencia formal de Bolivia, los allí presentes sabíamos que estábamos
viviendo un acontecimiento histórico: era el primer presidente indígena en un
país donde hasta 1952 éstos tenían negado el voto a pesar de ser la amplia
mayoría de la población. Después de 500 años habían elegido a uno de ellos como
presidente. Pero también porque afirmaba un camino comenzado por Chávez en
1998, continuado por Lula da Silva y Néstor Kirchner y afirmado pocos meses
antes en Mar del Plata cuando se le dijo No al ALCA, donde Evo había
participado como dirigente.
Por supuesto que la
derecha local y continental aseguraba que ese experimento duraría un soplo, y
rápidamente todo volvería a la “normalidad”. Sin embargo, Morales fue reelecto
por segunda vez con un respaldo del 62 por ciento (en un país donde eran
electos con un 25 o 30 por ciento), convirtiéndose en el presidente boliviano
con más tiempo en el poder. Morales lidera una nación con un crecimiento
envidiable en estos tiempos, y lo hace porque ha decidido poner al Estado al
servicio de su país y de su pueblo. La nacionalización de los hidrocarburos
permitió que lo recaudado por sus ventas anualmente subiera de 2000 a 10.000
millones de dólares y que las regalías que ingresan al Estado pasen de 300 a
6000 millones de dólares.
Eso permitió triplicar
el gasto público, aumentar el salario real un 64 por ciento, cubrir con bonos
de asistencia al 33 por ciento de la población y reducir la pobreza urbana de
24 al 14 por ciento, y la rural, del 63 al 43 por ciento. En 2009 se aprobó una
Constitución que transformaría a Bolivia. No solo se declaraba el Estado
Plurinacional (con todo lo que eso conlleva) sino que además otorgaba cuotas a
parlamentarios indígenas, creaba el sistema judicial indígena poniéndolo al
nivel de la Justicia ordinaria. Además establece un modelo social y comunitario
constituido por organizaciones estatales, privadas y comunitarias cooperativas.
Y determina que los recursos naturales pasan por derecho constitucional a manos
del Estado.
A pesar de todas estas
extraordinarias conquistas, lo más llamativo es el grado de consenso que han
conseguido en la amplia mayoría de la sociedad los planteos que vienen haciendo
Evo, su gobierno, su partido, el MAS, y los movimientos sociales. La
consolidación de una hegemonía virtuosa, la cristalización de un tipo de
integración lógica y moral de la sociedad. Esto se ha extendido evidentemente
en los últimos años y ha sumado al sector social que acompañó a Evo desde el
comienzo a toda la dirigencia sindical, a capas medias, a amplios sectores del
empresariado. Y también esta influencia se extendió territorialmente a regiones
donde hace algunos años planteaban la secesión de Bolivia, como Santa Cruz y
Pando, y hoy gana claramente el MAS.
*
Director del Instituto de Estudios de América Latina - CTA.
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Presidentes y varios Vice-presidentes de América latina, acompañan a Evo Morales en la Juramentación de su Tercer Gobierno democrático, producto de las elecciones de Octubre del 2014. Una vez más reafirma políticamente "el socialismo comunitario andino". "Esto no es copia, ni calco, es creación heroica de cada pueblo".
***
EVO MORALES: “Aquí no mandan los gringos, mandan los
indios”
Asumió su Tercer Mandato, consecutivo en
Bolivia, tras su contundente triunfo en Octubre pasado.
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El líder aymara prometió reducir la extrema pobreza a un
dígito, y recordó que en 2005 era del 37 por ciento y ahora es del 18,8 por
ciento. Se presiente un restablecimiento de relaciones entre el gobierno de
Morales y el de Obama.
Sebastián Ochoa
Página/12 En Bolivia
Desde
La Paz viernes 23 de enero del 2015.
El presidente Evo
Morales empezó su tercer mandato consecutivo con dos días de fiesta, que
incluyeron una ceremonia indígena y otra urbana con la participación de
invitados de gobiernos y organizaciones sociales de 40 países. Luego de su
triunfo en las elecciones presidenciales de octubre pasado, con el 61,3 por
ciento, el líder aymara tiene todo listo para gobernar Bolivia al menos hasta
2020. Dijo que seguirá impulsando la construcción de obras públicas en todo el
país, amparado por los ingentes recursos que dejan las empresas explotadoras de
hidrocarburos y minerales desde su asunción, en 2006. Aunque posiblemente
afecte la caída en los precios del petróleo, que Morales atribuye a un complot
entre Estados Unidos y Arabia Saudita para desestabilizar a los gobiernos de
Rusia y Venezuela. Como final feliz, se presiente un restablecimiento de
relaciones entre el gobierno de Morales y el de Barack Obama, quien envió a una
comisión de “alto nivel” a los festejos transcurridos en esta ciudad.
Anteayer, Morales realizó
en Tiwanaku una ceremonia de posesión presidencial acorde con los usos y
costumbres de los pueblos indígenas andinos. En el templo de Kalasasaya, ante
la Puerta del Sol, el presidente recibió dos bastones de mando de manos de
amawtas, guías espirituales de la cultura inca. Lucía un chu’ku, que es una
gorra en cuya frente llevaba una pieza de oro con el rostro de Wiracocha.
Cubrió su cuerpo con un unku, una prenda hecha de lana de vicuña, en cuyo pecho
repetía la cara de la deidad, también en oro. “Aquí no mandan los gringos,
mandan los indios. Ese es el orgullo que tenemos”, dijo desde allí Morales.
Abajo, entre la multitud, la comisión enviada por Obama aplaudía, aprendía a
decir “jallalla” y tomaba té de coca para contrarrestar los sufrimientos que causa
el sorojchi.
“Estamos haciendo
gestiones para tener un encuentro de alto nivel y, además de esto, tenemos
muchos deseos de reponer a nuestros embajadores. Lo único que pedimos es que
haya mucho respeto”, dijo Morales el lunes pasado, en conferencia de prensa.
Aprovechó para mandar un saludo a la “voluntad política” de Obama por enviar
representantes.
Entre ellos estaba el
subsecretario de Estado para la Democracia, Derechos Humanos y Trabajo de
EE.UU., Tom Malinowski. “Le expresé al canciller (David Choquehuanca) el gran
respeto y admiración que nosotros tenemos en Estados Unidos por el gran
progreso y la inclusión social que se registra en Bolivia”, dijo.
Desde 2008, Bolivia no
tiene embajador en Estados Unidos y viceversa. En septiembre de ese año, Evo
Morales había acusado a la embajada del país del Norte de tramar un golpe de
Estado en su contra, por lo cual expulsó a su representante, Philip Goldberg, y
a la DEA, la agencia antidrogas estadounidense. Como respuesta, Obama hizo lo
mismo con su acreditado en Washington, Gustavo Guzmán. Para dar otro golpe de
frío a sus relaciones, en 2013 Bolivia expulsó de su territorio a la Usaid, la
agencia de cooperación para el de-sarrollo del país del Norte.
Ahora, la Cancillería
boliviana trabaja para lograr una reunión entre ambos presidentes. Pese al
intercambio de sonrisas, Morales acusó a EE.UU. de estar detrás de la caída del
precio del petróleo, cuyo barril se cotiza actualmente a 48 dólares, cuando en
2008 costaba 147 dólares.
“La alianza entre
Estados Unidos y Arabia Saudita hace rebajar el petróleo para fines netamente
geopolíticos”, dijo el presidente en alusión al perjuicio que la brusca caída
causa a las economías manejadas por Vladimir Putin y Nicolás Maduro.
El venezolano fue uno de
los siete presidentes que estuvieron en los actos oficiales. También estuvieron
la mandataria de Brasil, Dilma Rousseff; de Ecuador, Rafael Correa; de
Paraguay, Horacio Cartes; de Costa Rica, Luis Guillermo Solís; y de Trinidad y
Tobago, Anthoni Carmona. Como representante de la Argentina fue el
vicepresidente, Amado Boudou. También había delegaciones de Colombia, Perú y
China, entre otras naciones que entregaron a Morales unos 50 regalos. Un grupo
de la Argentina le dejó un cuadro con la figura del ex presidente Néstor Kirchner,
y otro con una imagen de la escuela de Salta donde estudió el mandatario
boliviano de 55 años.
Ayer, en el acto
realizado en la Asamblea Legislativa Plurinacional, el presidente se puso un
traje como el que suelen usar los presidentes, aunque con algunos motivos
andinos. Allí, una vez más reiteró sus intenciones de recuperar el mar para
Bolivia.
“Hemos encaminado
nuestra demanda hacia la Corte Internacional de Justicia con solidez y
consistencia. Nuestra demanda está bien encaminada. Por historia, por justicia
y por derecho, un día vamos a volver al océano Pacífico con soberanía”, dijo
Morales. La presidenta de Chile, Michelle Bachelet, envió en su representación
al presidente de la Corte Suprema de ese país, Sergio Muñoz.
Morales dio un informe
de gestión que duró solamente 55 minutos. Mucho menos que el de 2012, por
ejemplo, cuando lo hizo en 4 horas y 45 minutos. Dijo que era por “respeto” a
los invitados de otros países.
Indicó que, entre 2005 y
2014, la inversión estatal subió en un 795 por ciento, mayormente destinada a
la construcción de caminos, escuelas, hospitales y hasta canchas de césped
sintético. También están las tres líneas de teleférico que inauguró el año
pasado en la ciudad de La Paz para mejorar ostensiblemente el transporte público.
Agregó que continuará
con la construcción de cuatro hospitales de cuarto nivel, que todavía no hay en
Bolivia. Y se asfaltarán carreteras para conectar regiones de la Amazonía,
aunque –dijo– ninguna pasará por medio del Territorio Indígena Parque Nacional
Isiboro Sécure (Tipnis), ante el rechazo de las comunidades locales.
“Hacia 2020 vamos a
reducir la extrema pobreza al dígito uno, al 8 o 9 por ciento. Vamos a cumplir
y ya hemos aprendido en estos nueve años. No es mucho problema”, aseguró. Y
recordó que, en 2005, la extrema pobreza era del 37,2 por ciento, mientras que
ahora es del 18,8 por ciento.
También
realizará un referéndum para reestructurar al Órgano Judicial, por lo cual no
se descuenta que
la Constitución sea modificada antes de fin de año. Para ello ya cuenta con dos
tercios del total de parlamentarios.
Álvaro García Linera, el vicepresidente, en la
ceremonia de investidura de Evo Morales celebrada en el Parlamento boliviano.
***
EVO, PRESIDENTE RÉCORD.
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Alfredo Serrano Mancilla *
Parece haber
transcurrido más de un siglo desde aquellos momentos en los que el presidente
boliviano Evo Morales estaba sometido a eso que el mismo vicepresidente Alvaro
García Linera llamara el “empate catastrófico”. Se habían ganado las elecciones
de finales del 2005 por mayoría absoluta y las elecciones a la Asamblea
Constituyente del 2006, pero esto, de ninguna manera iba a significar que la
disputa política se hubiese decantado definitivamente a favor de la Revolución
Democrática y Cultural propuesta por el MAS. Eran meses en los que los
constituyentes masistas tuvieron que salir literalmente huyendo después de ser
perseguidos en Sucre o en los que el propio presidente no podía ni aterrizar en
aeropuertos del propio territorio nacional. Eran años difíciles en los que la
otra mitad del país, esa llamada media luna, desconocía a un presidente que
había llegado para iniciar un proceso acelerado de cambio a favor de la mayoría
social boliviana. Fueron momentos complicados propios de la política, con su
esencia confrontativa, en esa etapa inicial en la que Bolivia venía mal
acostumbrada, de una larga época donde el consenso venía a ser realmente un
disenso, en los que una minoría imponía cualquier “acuerdo” en contra de la
mayoría.
Con buena letra y a
fuego lento, Evo Morales fue logrando que una propuesta contrahegemónica fuese
transitando hacia una sólida hegemonía posneoliberal en múltiples dimensiones.
En lo económico, se cuestiona el modelo venido de afuera al mismo tiempo que se
viene construyendo otra organización económica en base a la recuperación de los
sectores estratégicos; se fueron sustituyendo paulatinamente a los Chicago Boys
por los Chuquiago Boys (economistas formados en las universidades bolivianas).
En estos años, la democratización económica y la mejora microeconómica han
venido acompañadas de una incuestionable bonanza macroeconómica. En lo social,
Morales trajo consigo una política de redistribución que abandona la vieja e
ineficaz teoría del goteo; fue enterrando el viejo Estado aparente (un Estado
de Bienestar en miniatura) a cambio de un nuevo Estado integral del Vivir Bien
que ha centrado toda su atención en erradicar la deuda social heredada a la
mayor velocidad posible. Cuando las urgencias coyunturales son tan destructivas
para la vida cotidiana del pueblo boliviano (hambre, desnutrición), éstas no
pueden ni deben tener demasiada paciencia para ser resueltas. En este sentido,
el presidente aymara planteó desde el primer momento una economía humanista del
ahora, economía del ya, en la que los derechos sociales constituyen la
centralidad innegociable de la nueva política económica del Estado. Y en
relación con lo internacional, el nuevo proceso de cambio ha considerado desde
siempre que sólo es posible una transformación adecuada hacia adentro si ésta
viene acompañada por una reinserción afuera a partir de criterios reales de
soberanía, con una clara apuesta por una emancipada integración latinoamericana
y buscando resituarse virtuosamente en la actual transición geoeconómica que
permita definitivamente revertir los patrones de intercambio desigual del
pasado.
Es así como Morales
afronta el reto de asumir un nuevo mandato presidencial tanto simbólicamente en
Tiwanaku como institucionalmente. Este período no puede ser concebido como un
período cualquiera; Evo Morales será el presidente que habrá estado más tiempo
ininterrumpido como presidente a partir de finales de año llegando a superar a
Andrés de Santa Cruz (entre 1829 y 1839). No es un dato menor en un país que
presumía de tener el record en el número promedio de presidentes por año en las
últimas décadas. Es realmente una muestra inequívoca del nuevo sentido común en
Bolivia, propio de un cambio de época en el que se avanza de forma
irreversible. No hay marcha atrás; el neoliberalismo está muerto en Bolivia. Y
desde ese logro, en adelante, Morales encara estos próximos años con renovados
desafíos en lo productivo y en lo tecnológico, con la necesidad de ir sorteando
el amenazante rentismo importador del siglo XXI que constituye una nueva forma
de neodependentismo del capitalismo mundial. Seguramente también será necesario
anticiparse a las nuevas preguntas que vendrán de un sujeto social mayoritario
cambiante que ya no es aquel de las décadas perdidas; esta década ganada en
curso afortunadamente comienza a enterrar viejas demandas para reabrir nuevos
horizontes. Y será Evo Morales, con amplio respaldo popular, quien tenga que
pilotear este camino con el objetivo de que el “vamos bien” de la última campaña electoral
pueda volver a repetirse en la próxima contienda.
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* Director del Centro Estratégico
Latinoamericano de Geopolítica (Celag). Doctor en Economía.
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