Pero la estrategia a través del control político ideológico del
mundo árabe e islámico promoviendo democracias “a la occidental” falló y por tanto
había que directamente intervenir con medidas de más coerción acudiendo a la
violencia política y social. El
neoconservadurismo que se maneja desde los cuarteles centrales del gran
capital internacional y de sus delegados en los países, no ha encontrado un
campo más fértil de reclutamiento que el que ofrecen las zonas más pobres y
desafectadas del mundo islámico, incluyendo
a los países de Europa Occidental con población islámica marginalizada,
para generar una industria del terrorismo en función de provocar pánico
político y social en determinados países. Aunque el término “industria del terrorismo” suene
extravagante, es lo que es. En notas anteriores para ARGENPRESS, analizando la crisis internacional en torno a la guerra
que libra Siria contra el terrorismo
desde 2011, me he referido a esa industria no estatal, (aunque recibe
fondos estatales de varias naciones), que ha utilizado a Siria como una probeta de ensayo. Esta intervención se sitúa en el
tipo de intervencionismo unilateral que se ubica al centro de la doctrina en
política exterior del partido republicano y que ha sido capaz de insertarlo en la política exterior de
Estados Unidos como parte de su estrategia por la supremacía global.
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Políticas terroristas norteamericanas que viene desde el 2004, con la finalidad de construir un Proyecto Político de Guerra en el Medio Oriente, con la finalidad no sólo de controlar toda esa vasta y amplia Región, sino disputarle la hegemonía política a China y Rusia. Hoy el Proyecto desde los acontecimientos Políticos de Ucrania 2013-2014, esta que "arde dentro de una política de guerra".
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LA
INDUSTRIA TERRORISTA Y EL PROYECTO DE FORMAR EL GRAN MEDIO ORIENTE.
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Viernes 16 de
enero del 2015.
Juan Francisco Coloane (especial
para ARGENPRESS.info)
Para explorar las causas del
terrorismo de última generación, asociadas por geografía y forzadamente, con
cierto fundamentalismo islámico, en el residual histórico del análisis tiende a
omitirse la influencia del proyecto para reformar el medio oriente y una amplia
zona adyacente.
Este proyecto adquiere cuerpo legal
en el congreso de Estados Unidos a partir de las gestiones del senador
republicano estadounidense Richard Lugar en 2004, para crear un gran fondo
fiduciario y así lanzar el plan para formar un Gran Medio Oriente. Dijo Lugar
en junio de 2004: “Se deben obtener las metas de reforma de los sistemas
económicos, a la cual dichos estados se han resistido por décadas. Estas metas
incluyen reformar el sistema económico, reducir el control del Estado de las
economías, diversificar las industrias y reformar los mercados laborales…
también se incluirán reformas políticas”. También consistía en la formación de
una fuerza de control del terrorismo con la intervención de la OTAN.
(Brookings.edu. marzo, 2004).
El proyecto coordinado desde el
congreso de Estados Unidos, recibe un apoyo importante con el lanzamiento en
abril de 2005, del Tercer Informe de Desarrollo Humano para el Mundo Árabe
preparado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).
Esto ocurre a dos años de la ocupación militar en Irak lo que indica un proceso
acelerado en una especie de “ahora o nunca” para reestructurar el medio oriente
en un formato ampliado con democracias previsibles y proclives a formar alianza
con el orden transatlántico. El informe del PNUD divulgado el 7 de abril del
2005 se centraba en las libertades políticas en las naciones árabes: “De
acuerdo a los estándares del siglo XXI, los países árabes no han resuelto las
aspiraciones de desarrollo del pueblo árabe, la seguridad y la liberación, a
pesar de las diversidades entre un país y otro a este respecto…hay un consenso
en que existen graves carencias en el mundo árabe, y que éstas se sitúan
específicamente en la esfera política”. (PNUD. 2005)
Estas recomendaciones empalman con
el esfuerzo de consolidar la unidad transatlántica. En un trabajo compilado por
Ronald Asmus, (The Washington Quarterly. 2005), se indica la necesidad de una
estrategia transatlántica para promover la democracia bajo el diseño de un Gran
Medio Oriente. La invasión a Irak de 2003 fue el gran detonante y facilitador
para implementar esta idea precedida por un ambicioso plan de Naciones Unidas
elaborado en 2002, y que contemplaba democratizar los regímenes políticos
autoritarios, incluyendo el cambio de régimen. Con el advenimiento de un grupo
expandido de ideólogos neoconservadores durante la administración de George W.
Bush, que se apodera virtualmente de la política exterior de Estados Unidos,
los componentes básicos de este proyecto menos radical en cuanto a la acción
unilateral, se transforman en vías rápidas de generar condiciones para el
intervencionismo, eufemísticamente desestabilizar para intervenir. En el
corazón del pensamiento neoconservador, la ONU no sirve para la transformación
de países en clave de mundo desregulado y menos atado a la burocracia estatal
que es la esencia del funcionamiento de la ONU.
La idea de democratizar “a la
occidental” el mapa político del Medio Oriente y el Norte de África, proviene
de los imperativos del sistema financiero mundial. El objetivo es transferir
los valores del estado liberal a los países árabes e incorporar a una gran zona
de recursos, principalmente los energéticos (más del 60% de las reservas
petroleras del mundo) y humanos, que entregarían nuevo vigor a la economía
global en crisis, pero no solucionarían los problemas políticos del estado
liberal que bajo la globalización han aumentado, por la creciente desigualdad y
concentración de poder en ciertas regiones. Es así que la incorporación de
nuevos capitales y mercados con democracias “a la occidental”, deberían
funcionar como dos tenazas en pos de la supremacía global en un capitalismo
comandado bajo la doctrina neoconservadora y en clave de gobernabilidad
totalitaria.
Pero la estrategia a través del
control político ideológico del mundo árabe e islámico promoviendo democracias
“a la occidental” falló y por tanto había que directamente intervenir con
medidas de más coerción acudiendo a la violencia política y social. El
neoconservadurismo que se maneja desde los cuarteles centrales del gran capital
internacional y de sus delegados en los países, no ha encontrado un campo más
fértil de reclutamiento que el que ofrecen las zonas más pobres y desafectadas
del mundo islámico, incluyendo a los países de Europa Occidental con población
islámica marginalizada, para generar una industria del terrorismo en función de
provocar pánico político y social en determinados países.
La nueva geo-política norteamericana en el Medio Oriente. Hoy su lucha política es intensa con China y Rusia. Pero tiene el apoyo de la Unión Europea.
Aunque el término “industria del
terrorismo” suene extravagante, es lo que es. En notas anteriores para
ARGENPRESS, analizando la crisis internacional en torno a la guerra que libra
Siria contra el terrorismo desde 2011, me he referido a esa industria no
estatal, (aunque recibe fondos estatales de varias naciones), que ha utilizado
a Siria como una probeta de ensayo. Esta intervención se sitúa en el tipo de
intervencionismo unilateral que se ubica al centro de la doctrina en política
exterior del partido republicano y que ha sido capaz de insertarlo en la
política exterior de Estados Unidos como parte de su estrategia por la
supremacía global.
Ese tipo de intervencionismo
unilateral ha sido utilizado en la operación “Contras”, en Nicaragua, para
desestabilizar el gobierno Sandinista en la década de 1980, y que estuvo ligado
a al affaire Irán-Contras durante la guerra de Irán con Irak, en plena
presidencia de Ronald Reagan un mentor del neoconservadurismo.
La historia es muy conocida. Estados Unidos le vendió secretamente armas a Irán violando las propias normas del bloqueo a Irán. Los ingresos por esa venta incrementaría los fondos de la guerrilla anti gobierno sandinista llamada Contras, pese a existir una expresa disposición del congreso de suspender el apoyo financiero a los Contras, debido a una fuerte presión internacional.
Este tipo de intervención unilateral y violando todas las normas del derecho internacional y la Carta de Naciones Unidas, tuvo otra expresión distintiva en la actividad terrorista que el régimen del Apartheid introdujo en los movimientos políticos para desestabilizar a los gobiernos no alineados con la Alianza Transatlántica en Mozambique y Angola, en la década de 1980. Estas intervenciones también operaron bajo el rótulo de guerras o guerras civiles. Esas guerras, a otra escala, en un contexto histórico diferente, con otras variables en juego y con la Unión Soviética como factor de contención, también fueron escenario de los desmanes, las decapitaciones y otras aberraciones que se practican hoy bajo la fachada del EIL o DAESH en Siria e Irak.
La historia es muy conocida. Estados Unidos le vendió secretamente armas a Irán violando las propias normas del bloqueo a Irán. Los ingresos por esa venta incrementaría los fondos de la guerrilla anti gobierno sandinista llamada Contras, pese a existir una expresa disposición del congreso de suspender el apoyo financiero a los Contras, debido a una fuerte presión internacional.
Este tipo de intervención unilateral y violando todas las normas del derecho internacional y la Carta de Naciones Unidas, tuvo otra expresión distintiva en la actividad terrorista que el régimen del Apartheid introdujo en los movimientos políticos para desestabilizar a los gobiernos no alineados con la Alianza Transatlántica en Mozambique y Angola, en la década de 1980. Estas intervenciones también operaron bajo el rótulo de guerras o guerras civiles. Esas guerras, a otra escala, en un contexto histórico diferente, con otras variables en juego y con la Unión Soviética como factor de contención, también fueron escenario de los desmanes, las decapitaciones y otras aberraciones que se practican hoy bajo la fachada del EIL o DAESH en Siria e Irak.
La diferencia de estas
intervenciones con las anteriores consiste no tanto en los niveles del daño a
la población, sino en la escasa información al público de las atrocidades
porque la industria mediática en Estados Unidos y Europa Occidental
principalmente, no había anticipado el inmenso lucro que se podría obtener con
la exposición de la barbarie. También existía en esa misma industria mediática,
cierto decoro en mantener alguna equidistancia respecto a favorecer uno u otro
bando.
Hoy, ese escenario mediático ha
cambiado radicalmente. Los medios de mayor alcance en occidente toman partido y
el caso más patente ha sido el apoyo abierto de muchos de esos medios, al plan
de derrocar al gobierno en Siria. Buenos ejemplos han sido CNN, Al Jazeera, Le
Monde, El País de España, y The New York Times, hasta cierto punto. The New
Yorker que hasta los reportajes de Seymour Hersh, (hoy, desaparecido de sus
páginas) mantenía una postura para un análisis más abierto, bajo la dirección
de David Remnick se ha transformado en una publicación deformadora de la verdad
de lo que sucede en Siria, con el uso de reporteros propios de la revista y
locales, que entregan una visión parcial dirigida a mantener el clima de
derrocamiento de un gobierno.
Todo esto ocurre por el predominio de idea neoconservadora en política internacional que se administra desde Estados Unidos pero que atraviesa fronteras y latitudes. La idea central en el neoconservadurismo es re-posicionar a EEUU como la mayor potencia política y militar. La segunda consiste en profundizar a escala mundial los ejes del ajuste económico estructural de la década de 1980: privatizar, desregular, abrir zonas de libre mercado, desestatizar la gestión económica y social. La idea es un mundo convertido en un “Tea Party” para todos, con la refundación del estado liberal desde las bases neoconservadoras.
Todo esto ocurre por el predominio de idea neoconservadora en política internacional que se administra desde Estados Unidos pero que atraviesa fronteras y latitudes. La idea central en el neoconservadurismo es re-posicionar a EEUU como la mayor potencia política y militar. La segunda consiste en profundizar a escala mundial los ejes del ajuste económico estructural de la década de 1980: privatizar, desregular, abrir zonas de libre mercado, desestatizar la gestión económica y social. La idea es un mundo convertido en un “Tea Party” para todos, con la refundación del estado liberal desde las bases neoconservadoras.
La palabra fascista asusta,
neoconservadurismo no. La empresa privada y el libre mercado desregulado,
aunque maltraten a los trabajadores y se relacionen con ellos en todos los
estamentos en un sistema cercano a la esclavitud, expresamente no es asociada
con el fascismo. De allí que el neoconservadurismo aparezca como una vuelta de
tuerca a la sofisticación del fascismo en la actualidad.
La industria terrorista que asola a
Siria e Irak bajo la fachada del islamismo fundamentalista, la que ha golpeado
a Francia con el último atentado, forma parte del mismo proyecto de formar el
gran medio oriente, que fracasó con la idea democratizadora. Ahora se trata de
desestabilizar directamente, de generar más tensión y nuevas crisis para
justificar intervenciones invasivas. Los errores de ese tipo de intervenciones
en Afganistán, Irak y ahora que se contienen en Siria, se pagan caro a todos
los niveles, incluyendo una revista satírica. La industria terrorista que opera
en la actualidad, es una invención neoconservadora que se fue formando a medida
que el proyecto de formar el gran medio oriente no prosperaba.
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