El gran problema de la democracia electoral
- liberal, procedimental, delegativa -, en su "sombra"
crece otro poder - propio de los poderes facticos - y ese poder es el de la economía criminal, con
decenas de variables en cada país, desde
el narcotráfico, lavado de activos, corrupción institucionalizada, inseguridad
ciudadana,(sicarios a sueldo de la muerte, grupos de criminales armados y hoy
mundializada) prostitución, tráfico ilegal de personas, de niños, los paraísos
fiscales, pero también está hoy el poder de la minería ilegal, criminal. En muchos países esta economía
criminal ha logrado capturar - secuestrar - a la democracia - miremos el caso
de México, Centro América - . Capturada la
Democracia, también están controlando desde un "mundo
subterráneo", oscuro y criminal -las instituciones fundamentales de la Nación.
Poder Judicial, Tribunales de Justicia,
Electoral, Legislativo, medios de
comunicación. Ese poder está creando una democracia fallida, democracia de papel,
mediática y novelesca y cuando ve que un Ciudadano Autoridad es capaz de enfrentarse con la verdad con esos
poderes, recurren a la muerte selectiva. Una
opinión, el Fiscal era una persona muy incómoda y peligrosa para este poder
oscuro, violento y asesino. Por ahí
debemos buscar los resultados.
La muerte, suicidio o asesinato del Sr.
Fiscal definitivamente es un hecho judicial-político que genera
inestabilidad política; por la trascendencia de la acusación. el Fiscal que
tenía Listo el Informe sobre la muerte en el AMIA y relacionarlos con la inestabilidad económico-financiero, ese
ya es otro nivel – donde la gobernabilidad está absolutamente secuestrada para
justificar o servir de puente o fortaleza a una realidad donde los actores
principales son las élites político-financieras, que representan el 1%. Incluso, actúan más allá desde el “Poder de los
medios” – convertidos en “partidos políticos” de carácter mediático, más el
poder de los propios medios que en gobiernos de democracia débil, sin
credibilidad, sin confianza social, y sin legitimidad institucional, es
muy común hoy en América Latina,
como los medios ejercen en plena democracia una dictadura violenta y en el objetivo no sólo de consolidar el
mercado único, sino ahora forzar por imponer “la política única”, (el neoliberalismo corrupto, salvaje, asesino)
y en directo relacionarlo con el proceso electoral, “casi, casi” en tiempo
real. Este modelo de gobernabilidad,
es hoy una alternativa fracasada, impositiva, fosilizada, fallida, en el
sistema mundo, precisamente por su elitización y solamente sirve de “colchón” de
seguridad de un proceso político general, presente en un escenario múltiple,
complejo, turbulento, en un mundo multipolar.
Para consuelo del ponente, hoy la
gobernabilidad – liberada del secuestro político de las elites
financieras – desarrolla, recrea, enriquece
en el escenario de escenarios de las clases y la lucha de clases – la calle, la plaza pública, la comunidad
histórica o el pueblo originario – la vuelta del Ágora Griega – del Poder Popular Local – la Nueva Sociedad Civil – forjando políticas de consensos cultivando la cultura del diálogo, de la participación ciudadana, como mecanismo
central, fuente de nueva Ciudadanía y Liderazgo Comunitario. Contexto
social o conjunto de contextos diversos y múltiples, corresponde a las raíces
donde se fragua
la Gobernabilidad Democrática, herramienta político-social necesaria
en el proceso de la forja de Políticas Públicas de Estado, que beneficien
precisamente a ese 99% de la
población ausente o simplemente “mirón” – excluido, marginado por los intereses
de las élites – del proceso anterior donde se pelean intereses económico-financiero-exportadores y
políticos neoliberales, actores dominantes, explotadores que jamás piensan en
los intereses nacionales y menos de las grandes mayorías. Tenemos otra alternativa de Gobernabilidad – existen otras escuelas
– que difieren muy poco del neoliberalismo
que secuestra a la democracia; otra, la gobernabilidad desde la Democracia
Directa, Participativa – que encuentra sus orígenes en las distintas formas
originarias de asociacionismo histórico,
en las redes sociales, comunitarias, patriarcales, en las sinergias personales y colectivas de
los Ciudadanos Multiculturales –
partícipes directos de “viejas” formas de comunicación
intercultural – forjadores de Líderes
Comunitarios y actores principales del proceso democrático, provistos y equipados de nuevo Capital Político
en la construcción social y política de la Nueva Democracia.
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ARGENTINA: GOBERNABILIDAD AFECTADA.
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Luis Secco.
Opinión martes 27 de enero del 2015.
En un intento por sacar a su Gobierno del shock y
la parálisis que le produjo la muerte del fiscal Alberto Nisman, Cristina
Fernández de Kirchner se puso, a través de una contribución en Facebook, del
lado de una abrumadora mayoría de la opinión pública que cree que al fiscal lo
asesinaron (o como muchos prefieren decirlo, lo “suicidaron”). Claro que una
vez que se plantea como posibilidad un homicidio, hace falta encontrar un
móvil. Y el móvil que plantea la Presidente es el de ocasionarle un grave perjuicio
a su Gobierno. En palabras de la mandataria: “La denuncia del fiscal Nisman
nunca fue en sí misma la verdadera operación contra el Gobierno. Se derrumbaba
a poco de andar. Nisman no lo sabía y probablemente no lo supo nunca. La
verdadera operación contra el Gobierno era la muerte del fiscal después de
acusar a la Presidenta, a su Canciller y al Secretario General de La Cámpora de
ser encubridores de los iraníes acusados por el atentado terrorista a la AMIA.”
La Presidente dice no tener pruebas ni dudas que al
fiscal Nisman lo hicieron volver para apurar la presentación de una denuncia
falsa y floja de papeles, para después matarlo de forma de darle más entidad a
la denuncia y dañar aún más la credibilidad y reputación de su administración.
Más allá de la verosimilitud de sus hipótesis, y de lo oportuno o no que CFK se
comporte como un cronista o periodista con tendencia a la auto-referencia, lo
que está claro es que ella y su Gobierno, al igual que una buena parte de la
opinión pública, están convencidos que estamos ante un evento que lo afecta
dramáticamente. Según
una encuesta preparada por Mariel Fornoni, el 63% de los encuestados cree que
la muerte del fiscal Nisman afecta mucho la imagen presidencial y otro 21% que
la afecta algo. Sólo un 13% cree que la imagen presidencial no se ve afectada
por la muerte del fiscal.
Y esto es lo
central, al menos para tratar de hacernos una idea de qué puede suceder de aquí
en más en materia política y económica. El estado de los fundamentals
económicos de la Argentina no difería ni difiere sustancialmente de los que en
otras oportunidades llevaron a recordadas correcciones macro. Lo inédito era
que esa macro desequilibrada, y la dinámica de deterioro progresivo mostrado en
los últimos años, convivía con una situación política signada por una dosis
significativa de poder y gobernabilidad presidencial. 2014 fue un claro ejemplo de esa combinación inédita: un
desequilibrio fiscal y monetario creciente; una restricción externa asfixiante
y una recesión generalizada; y un gobierno capaz de ejercer presiones y sesgar
determinados comportamientos económicos y financieros, de aprobar todas las
leyes que se propuso (la mayoría sin consenso en la opinión pública) y de
manejar la agenda mediática a su voluntad.
El “ancla”
político viene impidiendo entonces que el deterioro macro se acelere y
desemboque en un episodio similar a los que experimentó la Argentina en 1976,
1982, 1989/1990 y 2001/2002. La pregunta clave ahora es qué sucederá con esa
pata política. Estamos aún en el medio del impacto, pero ya se vislumbran
algunas de sus principales consecuencias. La más relevante es una reducción significativa de las
posibilidades del oficialismo para colocar a un candidato con alguna chance de
alcanzar una segunda vuelta. Con menor margen para convertirse en gran electora
y con menores chances de garantizar un sucesor “confiable”, la capacidad de
controlar la agenda política, judicial y mediática irá en descenso. La gobernabilidad, el principal o tal
vez el único activo anti-crisis macro de la gestión de CFK, se verá afectada y
la capacidad del Gobierno para manejar los tiempos de la política y la economía
será puesta a prueba progresivamente.
Qué tanto y cuán
rápido el ancla político se volverá más liviano no será ajeno de lo que suceda
con la investigación en torno a la muerte del fiscal Nisman y con la denuncia
de encubrimiento del atentado terrorista a la AMIA iniciada por el fiscal. Pero
lo que haga o deje de hacer la oposición (y eventualmente el peronismo) tendrá
un rol determinante. El oficialismo la tendrá más fácil para preservar gobernabilidad
durante más tiempo si la oposición no se esfuerza en capitalizar de manera más
enfática la preocupación y el descontento de la opinión pública. Pero atención,
no sólo el gobierno sino también la oposición podrían ser desbordados por esos
sentimientos de la opinión pública.
La muerte del
fiscal Nisman ha puesto a la economía en un tercer plano (por detrás del
político y del judicial/procesal) pero no por mucho tiempo. Sobre todo si se
convalida en los hechos la dinámica de deterioro de la gobernabilidad que
planteamos en el punto anterior. 2015, aún antes de este “cisne negro”, ya se
perfilaba como un año complicado. La
confluencia de una macro más desequilibrada y más recesión (producto de la
continuidad de las actuales políticas económicas), con un contexto
internacional menos favorable (apreciación del dólar y menor crecimiento, sobre
todo en Brasil) y un largo proceso electoral, auguraba incertidumbre y
volatilidad creciente. La dolarización de los excedentes
financieros en años electorales ha sido, desde hace tiempo, una constante. Y
esa dolarización se podría acelerar, y eventualmente alcanzar también a los
stocks, en el caso que estemos frente a un evento que desmorona la
gobernabilidad. Es cierto que el Gobierno ha cerrado muchos de los caminos
disponibles para dolarizarse. Pero, la efectividad de esas acciones podría
verse reducida sustancialmente en tales circunstancias.
Si bien hoy
resulta más probable que la carrera presidencial se le haga cuesta arriba al
oficialismo, mientras el mero paso del tiempo nos pone más cerca del cambio de
gobierno, no parece que esto resulte suficiente como para impulsar un escenario
menos incierto y traumático. No obstante, esa expectativa de cambio ha servido,
y sirve aún hoy, de ancla adicional de los precios de los activos de riesgo
argentinos.
Por último, me
parece relevante hacer notar que la incompetencia, la mala praxis y la
impericia que emanan de los procedimientos policiales y judiciales que rodean
la muerte del fiscal Alberto Nisman pueden inscribirse, sin apelar a ninguna
hipótesis de encubrimiento, a lo que es la norma en la actuación del Estado
argentino. Un
Estado elefantiásico, en cuanto al tamaño de su gasto y su omnipresencia, pero
tremendamente ineficiente y prácticamente inexistente a la hora de proveer
bienes públicos elementales como seguridad y justicia. Claro está que resulta
lógico pensar que en esta oportunidad pueda haber algo más.
En síntesis, la
muerte del fiscal Nisman podría desencadenar un proceso de afectación de la
gobernabilidad tal que “la política” deje de servir de ancla de la dinámica de
deterioro macroeconómico. En tal caso, la proximidad de las elecciones
presidenciales, que auguran un cambio de figuras y de políticas, ayudará a
reducir la velocidad del deterioro pero difícilmente podrá evitarlo.
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