martes, 27 de enero de 2015

ARGENTINA: GOBERNABILIDAD AFECTADA.

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El gran problema de la democracia electoral - liberal, procedimental, delegativa -, en su "sombra" crece otro poder - propio de los poderes facticos - y ese poder es el de la economía criminal, con decenas de variables en cada país, desde el narcotráfico, lavado de activos, corrupción institucionalizada, inseguridad ciudadana,(sicarios a sueldo de la muerte, grupos de criminales armados y hoy mundializada) prostitución, tráfico ilegal de personas, de niños, los paraísos fiscales, pero también está hoy el poder de la minería ilegal, criminal. En muchos países esta economía criminal ha logrado capturar - secuestrar - a la democracia - miremos el caso de México, Centro América - . Capturada la Democracia, también están controlando desde un "mundo subterráneo", oscuro y criminal -las instituciones fundamentales de la Nación. Poder Judicial, Tribunales de Justicia, Electoral, Legislativo, medios de  comunicación. Ese poder está creando una democracia fallida, democracia de papel, mediática y novelesca y cuando ve que un Ciudadano Autoridad es capaz de enfrentarse con la verdad con esos poderes, recurren a la muerte selectiva. Una opinión, el Fiscal era una persona muy incómoda y peligrosa para este poder oscuro, violento y asesino. Por ahí debemos buscar los resultados.

La muerte, suicidio o asesinato del Sr. Fiscal definitivamente es un hecho judicial-político que genera inestabilidad política; por la trascendencia de la acusación. el Fiscal que tenía Listo el Informe sobre la muerte en el AMIA y relacionarlos con la inestabilidad económico-financiero, ese ya es otro nivel – donde la gobernabilidad está absolutamente secuestrada para justificar o servir de puente o fortaleza a una realidad donde los actores principales son las élites político-financieras, que representan el 1%. Incluso, actúan más allá desde el “Poder de los medios” – convertidos en “partidos políticos” de carácter mediático, más el poder de los propios medios que en gobiernos de democracia débil, sin credibilidad, sin confianza social, y sin legitimidad institucional, es muy común hoy en América Latina, como los medios ejercen en plena democracia una dictadura violenta y en el objetivo no sólo de consolidar el mercado único, sino ahora forzar por imponer “la política única”, (el neoliberalismo corrupto, salvaje, asesino) y en directo relacionarlo con el proceso electoral, “casi, casi” en tiempo real. Este modelo de gobernabilidad, es hoy una alternativa fracasada, impositiva, fosilizada, fallida, en el sistema mundo, precisamente por su elitización y solamente sirve de “colchón” de seguridad de un proceso político general, presente en un escenario múltiple, complejo, turbulento, en un mundo multipolar.


Para consuelo del ponente, hoy la gobernabilidad – liberada del secuestro político de las elites financieras – desarrolla, recrea, enriquece en el escenario de escenarios de las clases y la lucha de clasesla calle, la plaza pública, la comunidad histórica o el pueblo originario – la vuelta del Ágora Griega – del Poder Popular Local – la Nueva Sociedad Civil – forjando políticas de consensos cultivando la cultura del diálogo, de la participación ciudadana, como mecanismo central, fuente de nueva Ciudadanía y Liderazgo Comunitario. Contexto social o conjunto de contextos diversos y múltiples, corresponde a las raíces donde se fragua la Gobernabilidad Democrática, herramienta político-social necesaria en el proceso de la forja de Políticas Públicas de Estado, que beneficien precisamente a ese 99% de la población ausente o simplemente “mirón” – excluido, marginado por los intereses de las élites – del proceso anterior donde se pelean intereses económico-financiero-exportadores y políticos neoliberales, actores dominantes, explotadores que jamás piensan en los intereses nacionales y menos de las grandes mayorías. Tenemos otra alternativa de Gobernabilidad – existen otras escuelas – que difieren muy poco del neoliberalismo que secuestra  a la democracia;  otra, la gobernabilidad  desde la Democracia Directa, Participativa – que encuentra sus orígenes en las distintas formas originarias de asociacionismo histórico, en las redes sociales, comunitarias, patriarcales, en las sinergias personales y colectivas de los Ciudadanos Multiculturales – partícipes directos de “viejas” formas de comunicación intercultural – forjadores de Líderes Comunitarios y actores principales del proceso  democrático, provistos y equipados de nuevo Capital Político en la construcción social y política de la Nueva Democracia.

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ARGENTINA: GOBERNABILIDAD AFECTADA.

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Luis Secco.

Opinión martes 27 de enero del 2015.

En un intento por sacar a su Gobierno del shock y la parálisis que le produjo la muerte del fiscal Alberto Nisman, Cristina Fernández de Kirchner se puso, a través de una contribución en Facebook, del lado de una abrumadora mayoría de la opinión pública que cree que al fiscal lo asesinaron (o como muchos prefieren decirlo, lo “suicidaron”). Claro que una vez que se plantea como posibilidad un homicidio, hace falta encontrar un móvil. Y el móvil que plantea la Presidente es el de ocasionarle un grave perjuicio a su Gobierno. En palabras de la mandataria: “La denuncia del fiscal Nisman nunca fue en sí misma la verdadera operación contra el Gobierno. Se derrumbaba a poco de andar. Nisman no lo sabía y probablemente no lo supo nunca. La verdadera operación contra el Gobierno era la muerte del fiscal después de acusar a la Presidenta, a su Canciller y al Secretario General de La Cámpora de ser encubridores de los iraníes acusados por el atentado terrorista a la AMIA.”
La Presidente dice no tener pruebas ni dudas que al fiscal Nisman lo hicieron volver para apurar la presentación de una denuncia falsa y floja de papeles, para después matarlo de forma de darle más entidad a la denuncia y dañar aún más la credibilidad y reputación de su administración. Más allá de la verosimilitud de sus hipótesis, y de lo oportuno o no que CFK se comporte como un cronista o periodista con tendencia a la auto-referencia, lo que está claro es que ella y su Gobierno, al igual que una buena parte de la opinión pública, están convencidos que estamos ante un evento que lo afecta dramáticamente. Según una encuesta preparada por Mariel Fornoni, el 63% de los encuestados cree que la muerte del fiscal Nisman afecta mucho la imagen presidencial y otro 21% que la afecta algo. Sólo un 13% cree que la imagen presidencial no se ve afectada por la muerte del fiscal.

Y esto es lo central, al menos para tratar de hacernos una idea de qué puede suceder de aquí en más en materia política y económica. El estado de los fundamentals económicos de la Argentina no difería ni difiere sustancialmente de los que en otras oportunidades llevaron a recordadas correcciones macro. Lo inédito era que esa macro desequilibrada, y la dinámica de deterioro progresivo mostrado en los últimos años, convivía con una situación política signada por una dosis significativa de poder y gobernabilidad presidencial. 2014 fue un claro ejemplo de esa combinación inédita: un desequilibrio fiscal y monetario creciente; una restricción externa asfixiante y una recesión generalizada; y un gobierno capaz de ejercer presiones y sesgar determinados comportamientos económicos y financieros, de aprobar todas las leyes que se propuso (la mayoría sin consenso en la opinión pública) y de manejar la agenda mediática a su voluntad.

El “ancla” político viene impidiendo entonces que el deterioro macro se acelere y desemboque en un episodio similar a los que experimentó la Argentina en 1976, 1982, 1989/1990 y 2001/2002. La pregunta clave ahora es qué sucederá con esa pata política. Estamos aún en el medio del impacto, pero ya se vislumbran algunas de sus principales consecuencias. La más relevante es una reducción significativa de las posibilidades del oficialismo para colocar a un candidato con alguna chance de alcanzar una segunda vuelta. Con menor margen para convertirse en gran electora y con menores chances de garantizar un sucesor “confiable”, la capacidad de controlar la agenda política, judicial y mediática irá en descenso. La gobernabilidad, el principal o tal vez el único activo anti-crisis macro de la gestión de CFK, se verá afectada y la capacidad del Gobierno para manejar los tiempos de la política y la economía será puesta a prueba progresivamente.

Qué tanto y cuán rápido el ancla político se volverá más liviano no será ajeno de lo que suceda con la investigación en torno a la muerte del fiscal Nisman y con la denuncia de encubrimiento del atentado terrorista a la AMIA iniciada por el fiscal. Pero lo que haga o deje de hacer la oposición (y eventualmente el peronismo) tendrá un rol determinante. El oficialismo la tendrá más fácil para preservar gobernabilidad durante más tiempo si la oposición no se esfuerza en capitalizar de manera más enfática la preocupación y el descontento de la opinión pública. Pero atención, no sólo el gobierno sino también la oposición podrían ser desbordados por esos sentimientos de la opinión pública.

La muerte del fiscal Nisman ha puesto a la economía en un tercer plano (por detrás del político y del judicial/procesal) pero no por mucho tiempo. Sobre todo si se convalida en los hechos la dinámica de deterioro de la gobernabilidad que planteamos en el punto anterior. 2015, aún antes de este “cisne negro”, ya se perfilaba como un año complicado. La confluencia de una macro más desequilibrada y más recesión (producto de la continuidad de las actuales políticas económicas), con un contexto internacional menos favorable (apreciación del dólar y menor crecimiento, sobre todo en Brasil) y un largo proceso electoral, auguraba incertidumbre y volatilidad creciente. La dolarización de los excedentes financieros en años electorales ha sido, desde hace tiempo, una constante. Y esa dolarización se podría acelerar, y eventualmente alcanzar también a los stocks, en el caso que estemos frente a un evento que desmorona la gobernabilidad. Es cierto que el Gobierno ha cerrado muchos de los caminos disponibles para dolarizarse. Pero, la efectividad de esas acciones podría verse reducida sustancialmente en tales circunstancias.

Si bien hoy resulta más probable que la carrera presidencial se le haga cuesta arriba al oficialismo, mientras el mero paso del tiempo nos pone más cerca del cambio de gobierno, no parece que esto resulte suficiente como para impulsar un escenario menos incierto y traumático. No obstante, esa expectativa de cambio ha servido, y sirve aún hoy, de ancla adicional de los precios de los activos de riesgo argentinos.

Por último, me parece relevante hacer notar que la incompetencia, la mala praxis y la impericia que emanan de los procedimientos policiales y judiciales que rodean la muerte del fiscal Alberto Nisman pueden inscribirse, sin apelar a ninguna hipótesis de encubrimiento, a lo que es la norma en la actuación del Estado argentino. Un Estado elefantiásico, en cuanto al tamaño de su gasto y su omnipresencia, pero tremendamente ineficiente y prácticamente inexistente a la hora de proveer bienes públicos elementales como seguridad y justicia. Claro está que resulta lógico pensar que en esta oportunidad pueda haber algo más.


En síntesis, la muerte del fiscal Nisman podría desencadenar un proceso de afectación de la gobernabilidad tal que “la política” deje de servir de ancla de la dinámica de deterioro macroeconómico. En tal caso, la proximidad de las elecciones presidenciales, que auguran un cambio de figuras y de políticas, ayudará a reducir la velocidad del deterioro pero difícilmente podrá evitarlo.

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