DESIGUALDAD ECONÓMICO-SOCIAL
MUNDIALIZADA.- Los ricos del mundo (1%) son dueños del 50% de riqueza
mundial. En cambio el 50% más pobre
tiene menos del 1% de ingresos (90% vive en países sur-sur). Informe de OXFAM Internacional del 2014. El informe, llamado “Gobernar
para las élites: secuestro económico y desigualdad económica”, indicaba
desde el título que la situación se mantiene porque las políticas
gubernamentales se hacen para favorecer a los más ricos. Las élites
político-financiero-empresariales. La
desigualdad económico-social más profunda, extensa y devastadora –
destrucción de los derechos sociales (laborales) de millones de jóvenes en el
mundo y responsable directo de la crisis ambiental -. China, India, Rusia, Brasil son algunos de los países más
desiguales del mundo (increíble son parte de las economías emergentes, BRICS – en tanto que en Estados Unidos
concentra los más altos ingresos y allí radican más del 49% de los más
ultra-ricos del mundo. Finalmente, Usted sabe que América latina, es el
continente de población más joven del mundo, pero el que concentra la mayor desigualdad
económico-social del planeta y además tiene las ciudades más inseguras y
violentas del sistema mundo.
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La niñez y la juventud – por igual o muchas veces en peores condiciones
sociales los mayores de la tercera edad – son las víctimas directas de la
universalización de la desigualdad económico-social, como política salvaje, bárbara
e inhumana impuesta por las élites político-financiero-empresariales a nivel mundial.
La troika europea es su mejor testimonio de devastación de derechos sociales y
la crisis humanitaria.
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DESIGUALDAD GLOBAL Y DEVASTACIÓN.
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ALAI.- América Latina en
Movimiento.
Silvia Rivero.
Martes 13 de enero del
2015.
A principios de 2014, un
reporte de Oxfam resumió gráficamente la desigualdad que impera en el mundo: 85
individuos concentran más riqueza que los 3500 millones de habitantes más
pobres en el planeta, mitad de la población mundial. El informe, llamado
“Gobernar para las élites: secuestro económico y desigualdad económica”,
indicaba desde el título que la situación se mantiene porque las políticas
gubernamentales se hacen para favorecer a los más ricos. Lo cual no sorprende,
en la vasta mayoría de los casos los gobiernos y legisladores llegan a sus
cargos apoyados en las “contribuciones”, por decir lo menos, de esas élites de
poder económico. En un año, los 85 más ricos aumentaron su fortuna en 14
por ciento, que se tradujo, en conjunto, en ganancias por 668 millones de
dólares diarios, o casi medio millón de dólares por minuto.
En octubre 2014, el banco
Credit Suisse publicó un informe sobre la riqueza mundial, en el que resaltaba
la preocupación por los niveles de desigualdad que siguen creciendo, lo cual
considera un factor de riesgo. La riqueza mundial pasó de 117,000 billones
en el año 2000 a 262,000 billones de dólares en 2014.
El 1 por ciento más
rico de la población mundial tiene actualmente casi la mitad de la riqueza
global (48.5 por ciento). Al mismo tiempo, el 50 por ciento de la
población más pobre tiene menos del 1 por ciento de los ingresos y de ellos, el
90 por ciento vive en países del Sur. Si estas cifras son difíciles de
digerir, casi lo es más saber que el 70 por ciento de la población mundial,
tiene en conjunto ¡menos del 3 por ciento de los ingresos!
La región con mayor
índice de desigualdad en el mundo es América Latina y el Caribe, pese a que en
los últimos años, algunos países, como Uruguay y Venezuela, han contribuido a
bajar el promedio continental. México y Chile son los países con mayor
desigualdad de todos los miembros de la OCDE, e integran los 10 más desiguales
de la región, junto a Honduras, Brasil y Colombia, entre otros. En el último
año el número de mil-millonarios en la región aumentó 38 por ciento.
La desigualdad global
creció particularmente en las últimas tres décadas, pero la brecha se hizo
mayor a partir de las crisis de 2007-2008.
Según Credit Suisse, los países donde aumentó más la desigualdad son China e India, donde ahora se
encuentran algunas de las mayores fortunas y corporaciones del planeta. Estados
Unidos sigue siendo el país que, con distancia, concentra la mayor parte de los
ingresos. Allí radica el 49 por ciento de los individuos llamados ultra-ricos,
con una fortuna mayor a los 50 millones de dólares.
Esos no son los que
sufrieron con la crisis financiera que ellos mismos provocaron. Por el
contrario, el 1 por ciento más rico
de Estados Unidos capturó el 95 por ciento del crecimiento y
ganancias posteriores a 2009,
mientras el 90 por ciento de la
población se hizo más pobre. Y esto sin tener en cuenta las sumas ingentes
de dinero público que se gastaron para “rescatar” a instituciones financieras
en crisis, de las cuales esos mismos ricos son propietarios total o
parcialmente.
A estos análisis, es
necesario superponerle la enorme concentración corporativa que tomó vuelo en la
década de 1990, en la que las fusiones y adquisiciones empresariales crecieron
757 por ciento y siguieron en ritmo ascendente, aunque más lento, hasta el 2007.
Con las crisis financieras, económicas y alimentarias de 2007-2008, bajó el
porcentaje de fusiones y adquisiciones, pero la concentración empresarial ya
establecida nunca volvió a bajar del nivel alcanzado en el 2000, e incluso
subió en algunos años del siglo XXI. Según el estudio publicado en 2011 The
network of Global Corporate Control (La red de control corporativo global) de
los investigadores Vitali, Glattfelder y Battiston, 1328 corporaciones
trasnacionales tienen el 60 por ciento de los ingresos globales y están
interconectadas entre sí, por 2 o más relaciones mutuas, con un promedio de 20
interconexiones. En esta telaraña de relaciones que tienen atrapado al
mundo, el estudio identificó una “super-entidad” corporativa, como una
araña en la red, integrada por 147
corporaciones que detentan el 40 por ciento de los ingresos de todas las
transnacionales y que tienen un enorme poder de decisión sobre toda la red
corporativa mundial. Tres cuartas partes de éstas son instituciones
financieras, que a su vez están estrechamente ligadas con las mayores
transnacionales de sectores claves de la economía, como energía, petroquímica y
química, comunicaciones, construcción, minería, alimentación y agricultura,
etc.
Son los intereses de lucro
de esta extraordinariamente ínfima minoría de ricos, los que modelan
regulaciones nacionales e internacionales para mantener sus privilegios, las
que empujan los modelos industriales de producción y consumo masivos, y los
responsables de la devastación social, ambiental y las crisis
planetarias. Apenas un ejemplo: sólo 90
empresas, la mayoría privadas, de petróleo, carbón, gas y cemento son
responsables de dos terceras partes de las emisiones de gases que han provocado
el cambio climático.
Hay muchos factores que se
imponen para mantener la desigualdad,
incluyendo un amplio aparato bélico y represivo, en general pagado con fondos
públicos. Pero también hay muchos y diversos focos de resistencia y
construcción colectiva desde abajo, sin duda lo que sigue haciendo el mundo habitable y en
definitiva las únicas alternativas reales a estas nuevas formas de esclavitud
global.
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Silvia Ribeiro.
Directora
para América Latina del Grupo ETC
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