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ESPAÑA, GRECIA,
FRANCIA: LA MUERTE DE LA POLÍTICA Y LA POLÍTICA DE LA MUERTE. España, Grecia, Francia, Portugal
se encuentra en el mismo infierno social y político, ante el fracaso de las políticas
neoliberales impuestas por la Unión Europea.
Han perdido su libertad y soberanía y
han sido sometidos progresivamente a la dictadura
alemana de la Canciller Merkel y sus políticas salvajes e inhumanas de
austeridad. Para ello han
utilizado la vía directa de la dictadura
político-financiera de la Troika. Hoy la coyuntura frente al fracaso
absoluto de las políticas únicas del neoliberalismo, como política única de
imposición en estos países (como si no hubieran otras políticas), (in)surgen
como volcanes en erupción social y política nuevos movimientos políticos que en
primer lugar rescaten la libertad y la dignidad de sus pueblos y devuelvan los derechos
sociales a sus Ciudadanos. El
Siriza, Podemos, al igual que la nueva izquierda en Francia ante la
evidente traición del presidente
Hollande, e igual en Portugal,
representan alternativas políticas que nacen de las entrañas de países
destruidos por
las políticas únicas del pensamiento único neoliberal.
El problema central como
expresa el destacado economista francés Piketty
está centralizado en “refundar la
política” como la alternativa más importante, que nace desde la izquierda del Siriza en Grecia, el Podemos
en España, la nueva izquierda socialista en Francia, para acabar con las políticas de la austeridad, chantaje e
intervencionismo directo de Alemania, la
troika, el Banco Central Europeo – por separado – la Comisión Económica Europea, el
Fondo Monetario Internacional – todas al unísono, como buenos sirvientes e
implementadores del neoliberalismo infunden miedo en la población, frente a
políticas de salvataje y austeridad
que definitivamente han fracasado, han liquidado la libertad de los Ciudadanos,
la Independencia de los países, destruido la vida de los pueblos y han
terminado con los derechos sociales,
laborales y políticos de los Ciudadanos. Rescatar la confianza en la política, recuperar la dignidad y la defensa de la soberanía
nacional, construyendo sus propias políticas sobre la base de fortalecer el
Estado –impulsando mayor inversión, re-industrializar
el país, más empleo con derechos sociales , terminar con la dictadura de la troika,
los explotadores internos de las elites político-financieras. Construir una Nueva
Democracia Participativa, de Ciudadanos, Intercultural y Republicana,
democracia del trabajo y de pleno respeto con nuestra Madre Naturaleza.
Con respecto al terror y muerte en
Francia.- Responsables políticos únicos y ahora
no traten de rasgarse las vestiduras, son ustedes, los norteamericanos y aliados europeos, que criaron, amantaron y
protegieron a esta banda de radicales y
enfermos religiosos - protegidos y hoy ejecutan las mismas barbaries que
hacen los de la CIA, con los presos
en Guantánamo y en el mundo entero
donde meten su pestilente terror y muerte -
ellos son pues los del Ejército Islámico - banda de oscurantistas y
terroristas, que directamente han bañado con
sangre a 12 ciudadanos franceses, nuestro total rechazo a todas formas de
terror, violencia extrema, espionaje e intervencionismo político. Cuantos crimines y
barbaries más cometerán sí es que no se detiene este terror, que los autores
y protectores reconozcan ante el mundo, que fueron sus armas de terror primero
contra la Unión Soviética y hoy
contra el sistema democrático, por
la responsabilidad directa de sus gobernantes. Ustedes gobernantes de los
imperios, que hoy protestan no dijeron nada, sino que justificaron la masacre de palestinos en Gaza, por parte
del ejército represivo y terrorista judío, sionista de Israel, donde se
ensañaron con la muerte de cientos de niños. Que acabe el terror y la muerte en todo el mundo, que la “Nueva Guerra Fría”, cambiando
su escenario y estrategia, en un mundo
multipolar, pero de construcción de
una Nueva Democracia. Que termine el
espionaje y el intervencionismo militar, que cada pueblo y Nación defina
históricamente su destino político en el siglo XXI.
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GRECIA, FRANCIA:
LA MUERTE DE LA POLÍTICA Y LA POLÍTICA DE LA MUERTE.
¿ESPAÑA ESTÁ EN
EL MISMO INFIERNO?.
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Manolo Monereo.
Cuarto Poder. Viernes 9 de enero del 2015.
“Sin homogeneidad social, la más radical igualdad formal se torna la más
radical desigualdad y la democracia formal, la Dictadura de la clase dominante”
Hermann Heller, 1928.
Son señales elocuentes,
datos de una profunda involución social, de crisis de la política y de
decadencia cultural. Lo que estamos oyendo y leyendo sobre Grecia supera con
mucho lo conocido hasta el presente. Se está defendiendo casi unánimemente el
derecho y el deber a la injerencia de las instituciones de la Unión Europea
(especialmente Alemania) en las elecciones griegas. Las amenazas peores, la
mentira convertida en verdad oficial y el chantaje practicado como modo usual
contra aquellos pueblos que se atrevan a cuestionar, aunque sea moderadamente
como es el caso de Syriza, las reglas del juego dominantes de esta Europa
alemana del euro.
No sé si a estas alturas
nos estamos dando cuenta todos y todas qué tipo de construcción política y de
forma de dominio es la Unión Europea, esto que en el lenguaje usual se llama
Europa. Por lo pronto, el pensamiento único ha devenido en política única y con
ello, el neoliberalismo y sus técnicas de poder se convierten en obligatorio
para todos los Estados. Las poblaciones, sobre todo las del Sur, ven como se
degradan sus condiciones reales de vida y sus libertades materiales se recortan
sistemáticamente y, más allá, un tipo de democracia que ya no significa el
autogobierno del pueblo.
El caso griego se ha
convertido en un ejemplo de lo que son las políticas de austeridad impuestas
por los poderes fácticos europeos, es decir, por eso que se llama la Troika.
Con el pretexto de rescatar al país de una grave crisis económica y financiera,
se le impone un conjunto de medidas de ajuste que supone una enorme degradación
de las condiciones de vida y de trabajo de la población, un recorte brutal de
las prestaciones públicas y una sustancial disminución del papel regulador y
redistribuidor del Estado. Sí, se trata de una guerra y no es nada extraño que
viejos resistentes griegos a la invasión alemana así lo pongan de manifiesto.
Una guerra de clases declarada por los poderosos e impuesta a las poblaciones
bajo el chantaje de la deuda.
En Grecia se ha ido
construyendo una alternativa. No ha resultado fácil. Cuando un régimen político
se hunde y el sistema de partidos estalla, la confusión crece y el desencanto
se generaliza, no resulta fácil organizar la esperanza y convertirla en
política. Syriza parece que lo está consiguiendo y que puede ser la ganadora de
las próximas elecciones con un programa, hay que insistir sobre esto, realista
y hasta moderado pero defendiendo la dignidad de un pueblo y la independencia
del país.
Crece el temor a que Syriza
gane y que con ello entre en crisis el conjunto de la eurozona. Sorprende que
un pequeño país ponga en cuestión a la primera potencia económica del mundo. Lo
que Grecia pone de manifiesto es la debilidad estructural de esta Europa del
euro y, sobre todo, el enorme poder de decisión y de acción de eso que se
llaman los mercados y que no es otra cosa que el dominio del capitalismo
monopolista financiero.
Sin embargo, desde un punto
de vista democrático y desde las mayorías sociales lo que debería preocuparnos
es qué pasará en Grecia si no gana Syriza, es decir que el chantaje haya tenido
éxito y que las élites gobernantes de la UE se hayan impuesto. ¿Qué quedará de
la democracia en Grecia? ¿Quién defenderá las libertades democráticas cuando
estas se disocian de la justicia social y de la igualdad? ¿Quién protegerá al
pueblo de la codicia de las clases dominantes?
Estas preguntas hay que
hacérselas también pensando en la masacre de París. Francia no es cualquier
país. Tiene un Estado fuerte y ha tenido una gran capacidad de integración
social. Una sociedad civil robusta, grandes sindicatos y partidos de izquierda
y un proyecto como el gaullista, que aseguraba cohesión social e identidad
nacional. Veinte años de políticas neoliberales lo han cambiado todo, los
grandes sujetos sociales y políticos se han ido disolviendo y desintegrándose
las identidades. De los grandes proyectos colectivos no queda mucho y la
sensación es de decadencia y de orfandad. Las nuevas generaciones, los hijos de
la emigración, tienen enormes dificultades para sentirse parte de una comunidad
de hombres y mujeres libres. La relación con el Estado ha ido cambiando y la
vida pública se ha degradado mucho.
Francois Hollande llegó a
la presidencia prometiendo nuevas relaciones con Europa y con Alemania,
reindustrializar el país y poner fin a las políticas de austeridad. Nada de
esto se ha hecho y, lo que es peor, con su nuevo primer ministro Valls, está
haciendo unas políticas que nunca se atrevió a practicar la derecha. Ahora
viene el inmenso mazazo de los asesinatos en París. ¿Qué ocurre cuando en una
sociedad no hay alternativa? ¿Qué ocurre en un Estado democrático cuando
derecha e izquierda hacen las mismas políticas contrarias a la vida y a la
dignidad de la ciudadanía? Marie Le Pen está cerca.
No hay que engañarse. Lo
vivimos en los años treinta y esa lección no ha sido aprendida. Toda sociedad
reaccionará y lo hará con mucha fuerza cuando sus condiciones como pueblo y
Estado son amenazadas radicalmente. Son las políticas neoliberales impuestas
por esta Unión Europea alemana las que están poniendo en peligro las libertades
y la democracia en nuestros países. No hay nada más que mirar las encuestas
para ver que las poblaciones de los países del sur de la UE lo que quieren es
protección social, un futuro plausible para las nuevas generaciones y dignidad
para sus naciones. Desde los poderes formales e informales se les dice que esto
no es posible y que si quieren seguir perteneciendo al selecto club de los
países de la Unión Europea tienen que sacrificar sus libertades, degradar sus
derechos sociales y convertir la democracia en un simple mecanismo para elegir
a aquellos gobernantes que los poderes fácticos desean.
Este es el verdadero dilema
griego y, cada vez más, lo será el francés. Las autodenominadas izquierdas cada
vez tienen un problema más grande, las relaciones con sus pueblos, con la
ciudadanía. Mejor dicho, que tienen que escoger entre seguir siendo serviles
administradores de los intereses generales de la burguesía financiera o
convertirse en garantes de los derechos de las mayorías. Al final aparece la
vieja historia del movimiento obrero organizado, que para defender las
libertades y la
democracia hay que empeñarse en una lucha dura y terrible contra la plutocracia
que nos gobierna.
¿Y si España fuera el eslabón más débil de la cadena
del Sur?
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