EL AVISO DE DILMA
A LOS GOLPISTAS.
Eric Nepomuceno.- Desde Río de Janeiro
El pasado domingo el
PSDB, principal partido de oposición, realizó su congreso en Brasilia. Las
cuatro figuras de mayor relieve y poder dentro del PSDB hablaron: el ex
presidente Fernando Henrique Cardoso, los senadores Aécio Neves y José Serra y
el gobernador de San Pablo, Geraldo Alckmin. A excepción de Cardoso, quien
ejerció dos mandatos presidenciales consecutivos, los otros tres tienen algo en
común: fueron derrotados por el PT en sus aspiraciones a alcanzar la
presidencia de la República. Serra, a propósito, fue derrotado dos veces: una
por Lula da Silva (2002) y otra por Dilma Rousseff (2010).
La tónica de los
discursos de los cuatro ha sido la misma: asegurar que su partido está listo
para retomar el poder que perdió en cuatro ocasiones en las urnas electorales.
Enfático, Neves no titubeó el afirmar que no sabe si Dilma logra llegar al
final de su mandato.
De esa manera, el PSDB
asumió un rol claro en la fuerte ola que defiende el final del gobierno
inaugurado hace escasos seis meses. Delicados y elegantes, los neoliberales que
se autoproclaman social-demócratas sin ser ni una cosa ni otra, no claman por
el retorno de los militares. Al fin y al cabo, tanto Cardoso como Serra fueron
perseguidos y exiliados. Prefieren otro recurso, el golpe parlamentario. Y para
sacralizarlo, concentran esperanzas en alguna ayudita de carácter jurídico.
El Tribunal de Cuentas
de la Unión, institución que debe fiscalizar el gobierno, podrá rechazar las
cuentas del primer mandato de Dilma. Sería algo insólito, pero con consecuencias:
ese rechazo sería elevado al Congreso. Y si el Congreso confirma que las
cuentas son irregulares, se podría dar inicio a un juicio político que
terminaría con el alejamiento de Dilma y de su vicepresidente. Y, con eso, los
dos serían alejados y se convocarían nuevas elecciones.
Otra esperanza de Neves
y compañía está en el Tribunal Superior Electoral. Un empresario preso e
investigado sobre corrupción en Petrobras afirmó que las donaciones que hizo
para la campaña de Dilma en 2010 fueron, en realidad, dinero desviado de la
estatal de petróleo. Por lo tanto, dinero ilegal. Si así lo decide el Tribunal
Electoral, Dilma sería alejada de la presidencia, y el vice Michel Temer
asumiría para concluir el mandato. Esa vía le interesa menos al PSDB, porque
quiere alcanzar lo más pronto posible lo que le fue negado por las urnas.
Ambas esperanzas no
tienen mucha base. El Tribunal de Cuentas no es un órgano punitivo. Y aunque
rechace la prestación de cuentas de Dilma, el gobierno podrá recurrir. En
relación on el Tribunal Superior Electoral, la base es menos consistente aún:
al fin y al cabo, todas las donaciones fueron registradas, cumpliendo los
requisitos de la ley. Y más: en el mismo día en que donó dos millones y medio
de dólares para la campaña de Dilma, el empresario donó dos millones de dólares
para la de su adversario Neves. ¿Será que solamente el dinero repasado a Dilma
era ilegal? ¿Será que el mismo empresario jamás prestó servicios a los
poderosos estados brasileños gobernados por el PSDB de Aécio Neves?
La verdad es que esa
falta de coherencia poco importa: hay una clara, palpable ola golpista que se
extiende por todos los grandes medios de comunicación, que se expande por las
redes sociales y que ahora fue tomada por el principal partido de oposición. Y
más: aun entre los partidos que integran la cada vez más desbaratada e infiel
alianza de base aparecen cada vez más los que, movidos por puro oportunismo,
admiten que el movimiento cuya intención es liquidar el mandato que Dilma
conquistó en las urnas y estrenó hace seis meses parece inevitable.
Hace rato que Lula da
Silva pide, implora, que Dilma reaccione. Que salga de su castillo suspendido
en el aire y se dé cuenta, de una buena vez, que está cada vez más aislada. Que
haga política.
Ahora parece que la
presidenta decidió reaccionar. Acusó directamente a la oposición “un tanto
golpista”, aseguró que no renunciará al mandato que le fue confiado por la
mayoría de los electores. Admitió que el país pasa por una etapa muy difícil,
pero que saldrá adelante.
Ojalá siga en esa línea. Ojalá no
haya sido demasiado tarde.
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“Si no quise suicidarme cuando querían matarme, ¿por
qué habría de hacerlo ahora?”, se preguntó la mandataria brasileña. “Yo no voy a caer, no
caeré...no esperen que me ponga nerviosa, no me atemorizan” con la prédica a
favor del impeachment (juicio político) reivindicada por “una cierta oposición
un tanto golpista. ¿Por qué yo no voy a terminar el mandato? Para derribar a un
presidente se necesita explicar el por qué”, sentenció Dilma en el reportaje
donde también habló de las campañas sucias sembradas en las redes sociales.
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BRASIL: “YO NO VOY A CAER, NO
CAERÉ, NO ME ATEMORIZAN”.
La Presidenta del Brasil Dilma Rousseff,
habló extensamente del golpismo en un reportaje que brindó al Diario Folha de
Sao Paulo.
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Dilma dijo que para derribar a un presidente se necesita explicar el
porqué y habló de las campañas sucias sembradas en las redes sociales. El
domingo, el PSDB oficializó su opción programática por la destitución del
gobierno.
Darío Pignotti
Página/12 En Brasil
Desde Brasilia miércoles 8 de julio del 2015.
Llamemos a las cosas por su nombre, dijo ayer Dilma y habló
extensamente, por primera vez, del golpismo al que prometió enfrentar “con uñas
y dientes”. Fue en una entrevista publicada el martes de una semana política
iniciada tempranamente el domingo durante la convención en la cual el Partido
de la Socialdemocracia Brasileña (PSDB) oficializó su opción programática por
la destitución del gobierno elegido en el ballottage del 26 de octubre del año
pasado. Aécio Neves, vencido por Dilma en esos comicios, y el ex mandatario
Fernando Henrique Cardoso coincidieron, a pesar de diferencias parciales, en la
estrategia del golpe institucional, comparable con el que acabó con el mandato
del presidente paraguayo Fernando Lugo. Detalle: el PSDB justificó en 2012 la caída
de Lugo y 3 años antes la de Manuel Zelaya en Honduras.
“Yo no voy a caer, no caeré...no esperen que me ponga nerviosa, no me
atemorizan” con la prédica a favor del impeachment (juicio político)
reivindicada por “una cierta oposición un tanto golpista. ¿Por qué yo no voy a
terminar el mandato? Para derribar a un presidente se necesita explicar el por
qué”, sentenció Dilma en el reportaje donde también habló de las campañas
sucias sembradas en las redes sociales.
“El otro día postearon que yo había intentado suicidarme, que estaba
traumatizadísima. No apuesten a eso. Yo viví algo cien mil veces peor cuando
fui presa y torturada (durante la dictadura). Si no quise suicidarme cuando
querían matarme, ¿por que habría de hacerlo ahora?...Decir eso es absolutamente
desproporcionado, eso no va conmigo....No quieran comparar a la actual disputa
política con la tortura. Esto es parte de una lucha para construir (un modelo)
de país.”
Durante la extensa entrevista concedida a Folha de S. Paulo Dilma abordó
cada uno de los engranajes del golpe en gestación. Se refirió incluso a la pata
judicial, encarnada en un juez de provincia evidentemente aliado a la
oposición, quien sustancia de forma parcial el proceso de corrupción en
Petrobras.
En el contenido y la forma de las respuestas de Dilma se advierte la
decisión política de irle al toro: o se aplasta a la conspiración o será
difícil que este cuarto gobierno del PT concluya su mandato el 31 de diciembre
de 2018.
Desde las tiendas petistas hubo apoyo a las respuestas de Dilma. “La
presidenta hizo lo correcto porque la situación es grave, ella finalmente
apareció después de mucho tiempo, volvió a ser la Dilma del corazón valiente
(lema de la campaña electoral) dispuesta a dar la pelea” la respaldó ayer
Lindbergh Farias.
El senador carioca Farias impulsa, junto a sectores del PT, la formación
de un frente amplio con partidos de izquierda y movimientos sociales para
contener la avanzada destituyente.
El golpe de Freud.
En la oposición conviven grupos disímiles que van desde neoliberales
representativos de las clases medias y altas, como Aécio Neves, hasta
evangélicos con base electoral en las favelas donde predican la identificación
de Dilma con la homosexualidad y lucifer. De momento, el socialdemócrata
liberal Neves; el evangélico Eduardo Cunha, jefe de Diputados, y el titular del
Senado, Renán Calheiros, suman fuerzas para tornar inviable al gobierno y
generar las condiciones del impeachment.
Más allá del poder de fuego de esos dirigentes, a los que se suma el
socialdemócrata José Serra, lo cierto es que entre ellos hay disputas
fratricidas y plazos diferentes.
Serra sigue anhelando ser presidente, luego de dos derrotas ante el PT
en 2002 y 2010, pero desconfía de una salida inmediata y prefiere “hacer
sangrar” lentamente a Dilma y al partido gobernante.
Los plazos de Serra son distintos a los de su enemigo y correligionario
Neves, comprometido con el “impeachment ya” que le permitiría competir en
imaginadas elecciones anticipadas. El ímpetu de Neves por llegar al Planalto
suele traicionarlo, como ocurrió esta semana cuando en un acto fallido dijo que
la “convención del PSDB me reeligió este domingo como presidente de la
república”. En realidad fue reelegido como jefe del PSDB y como tal ya convocó
a una nueva marcha golpista, que espera sea tan concurrida como las de marzo y
abril pasados, para el próximo 16 de agosto.
Durante la tarde de ayer la entrevista de Dilma fue motivo de polémicas
en el Congreso donde petistas y socialdemócratas cruzaron lanzas. “Lo que está
haciendo el PSDB en complicidad con la prensa, que se autodenomina como partido
político, es criminalizar al PT y al gobierno. Eso se llama golpe”, gritó en el
recinto el senador Humberto Costa, jefe del bloque oficialista donde se
percibía un espíritu de lucha renovado.
Mientras tanto, importantes dirigentes del PT realizaban en Brasilia un
encuentro con el PC Chino en el que se debatía la importancia de construir un
mundo multipolar y Dilma volaba hacia Rusia donde hoy se inician las
deliberaciones de la VII Cumbre de Presidentes del Grupo Brics (Brasil, Rusia,
India, China y Sudáfrica).
La realización de la gira europea, que incluye una escala en Italia, es
una demostración de que pese a las bravatas opositoras al gobierno le resta
bastante sustentabilidad política: si la crisis fuera tan grave, o terminal,
como se la describe en los medios la presidenta no podría ausentarse del país
hasta el domingo.
En la ciudad rusa de Ufá, Junto a Vladimir Putin y
Xi Jinping, Dilma ajustará los últimos acuerdos para poner en funcionamiento el
Nuevo Banco de Desarrollo lanzado
durante la VI Cumbre realizada hace un año en Fortaleza, nordeste brasileño.
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