Hoy
América latina no es considerada en ninguno de los dos caminos o alternativas que se van construyendo a nivel
sistémico en torno al Nuevo Orden
Mundial – o el modelo capitalista Occidental con el patrocinio y dominación
del imperio y secundado por la Unión Europea – y el último despertad “militar”
del Japón – o el “modelo” capitalista corporativo ruso-chino Oriental - . por
considerar que atraviesa – al margen de su década de crecimiento
macro-económico, que forjó un elite comercial-exportadora o que hoy sea considerada
como el escenario continental donde están “floreciendo”
muchos movimientos políticos autónomos, nacionalistas, progresistas y son
Gobierno, pero uno de los aspectos determinantes que tiene “dos cabezas” es sin duda por un lado
que América latina es la Región de mayor profundidad y extensión de la desigualdad económico social – el mismo
que ha generado al interior de sus “mega-ciudades” una violencia delincuencial
imparable y de inseguridad ciudadana, de sicarios y bandas armadas de
delincuentes; y junto a esta grave situación estructural esta hoy destruyendo
las instituciones la grave situación de la corrupción
política que principalmente está comprometiendo directamente a los líderes progresistas o a su entorno o al
Partido en el Gobierno, lo cierto es que la derecha golpista hoy está en
las calles - en Brasil, Venezuela,
Chile, Argentina, Chile, Ecuador, -.Acusando a los gobernantes de turno de
estar totalmente comprometidos con los graves hechos de corrupción. La gran debilidad política de los gobiernos
progresistas es que han abandonado el trabajo sobre políticas estratégicas de orden
geopolítico en un mundo multipolar de clases y lucha de clases.
El
último fin de semana los gobernantes del MERCOSUR han celebrado una Cumbre en
Brasil, con la finalidad de “dar un nuevo
impulso” a la economía regional, establecer Nuevos Tratados Comerciales y – nos
parece importante el ingreso de Bolivia al
MERCOSUR – una economía muy importante en la estructura productiva de
Nuestra América, desarrollando un “modelo
de socialismo andino” del “vivir bien”. Sin embargo, es necesario
considerar, otro aspecto negativo que va minando la “supuesta Integración Continental” que se fundamentó desde las
Instituciones forjadas para asumir esta gran tarea política (el compromiso
Bolivariano) y responsabilidad constitucional: La Integración Política de
Sudamérica a través de UNASUR y la propia Integración Continental a
partir de la
CELAC, objetivos políticos estratégicos en “grave peligro” por el
avance del neoliberalismo y el apoyo “invisible” del imperio, como el la Alianza del Pacífico (ALPA), por lo
general gobiernos acusados de serias responsabilidades v de “violación de los
Derechos Humanos” y corrupción política. Cuidado que esta alternativa avanza –
con el apoyo de las potencias imperiales, los Tratados y las propias políticas
de control de los mercados -. Finalmente
consideramos, que América latina, puede ser un excelente “socio” estratégico en el proceso
global de la forja y construcción del
Nuevo Orden Mundial, escenario de las Políticas del Multilateralismo –económico, social,
político, cultural, ambiental e institucional – coyuntura mundial donde están
en juego no solo el salir de la poli-crisis
que destruye el mundo capitalista desarrollado, el control de los mercados,
abordar las consecuencias dramáticas e inhumanas que hoy ya están presentes del Cambio Climático
Global, o el problema de las guerras regionales.
/////
AMÉRICA LATINA EN EL NUEVO ORDEN MUNDIAL.
*****
Raúl Zibechi.
rcci.net/globalización.
Julio
del 2015.
Nación
o región que no tenga proyecto estratégico, y mantenga el timón con firmeza en
las peores tormentas geopolíticas, está destinada a ser arrastrada por los
vientos dominantes. América Latina está dejando pasar la oportunidad de romper
con su papel de subordinación como patio trasero del imperio, precisamente por
carecer de ambas condiciones: proyecto y firmeza política.
América
del Sur, la
región que está en mejores condiciones para romper con el molde impuesto por
Estados Unidos, se encuentra dividida y los países que podrían enfocarse hacia
nuevos rumbos están paralizados. En su conjunto, ha perdido peso en la arena
internacional y en los principales foros.
El
documento Estrategia militar
nacional de Estados Unidos
2015, difundido
recientemente y enfocado a la contención de China y Rusia, menciona en varios
pasajes todas las regiones del planeta, pero hace alusiones apenas laterales
hacia América Latina y el Caribe. Lo que no quiere decir que el Pentágono no
tenga una política hacia la región, sino que no vislumbra problemas mayores en
su patio trasero, donde sólo se preocupa por las organizaciones criminales
trasnacionales.
Estos
días se suceden dos reuniones en Ufá, en los Urales del sur: la cumbre de
los países BRICS y de la Organización de Cooperación de
Shanghai (OCS). Para el
periódico chino Global Times, la doble reunión –en realidad se
trata de convergencia de intereses– refleja un cambio profundo en la situación euroasiática
con capacidad para influir en todo el mundo, a través de mecanismos potentes
como el Banco de Desarrollo BRICS, el Cinturón Económico de la Ruta de la
Seda y el Banco Asiático de Inversiones en Infraestructura ( Global Times, 8 de julio de 2015). En ambas
cumbres el papel de la región latinoamericana es también marginal.
Ni
América Latina está presente en la coyuntura internacional, ni los grandes
poderes globales, los tradicionales o los emergentes, la toman en cuenta como
actor global. Es cierto que la región nunca tuvo presencia global, aunque
Brasil jugó años atrás cierto papel en varios escenarios y en instituciones
como los BRICS, pero lo destacable es el retroceso, en
particular de Sudamérica, como actor independiente. Hay siete razones que
explican este paso atrás.
La
primera, y
la más importante, es la
parálisis de Brasil, fruto de
la combinación de crisis económica y crisis política. La potente ofensiva del
sector financiero, la derecha y las clases medias contra el PT y el gobierno de
Dilma Rousseff, sumada a la corrupción en la estatal Petrobras, los colocaron a
la defensiva y no es fácil que puedan retomar la iniciativa.
Brasil
era el país que
había conseguido diseñar una estrategia nacional y regional, que incluye el
desarrollo de un complejo industrial-militar autónomo y una política exterior
independiente. La prisión de algunos destacados directivos de las grandes
constructoras, como Marcelo Odebrecht, presidente de la empresa clave en la
construcción de submarinos convencionales y nucleares, pone en peligro toda la
estrategia brasileña. El papel que tuvo Brasil como líder regional, con fuertes
inversiones en infraestructura, tiende a ser sustituido por la creciente
presencia de China.
La
segunda es la crisis de Venezuela, en
particular la económica, seguida de la crisis de liderazgo, que le impide
seguir siendo un referente en la región. Las elecciones parlamentarias de
diciembre pueden agravar las crisis que atraviesa el país.
La
tercera es el fin del ciclo kirchnerista en Argentina, cuya sucesión puede
ser resuelta favorablemente en las próximas elecciones presidenciales, el 25 de
octubre, pero aun así será difícil que recupere la pujanza que mostró hasta
ahora, en particular en las relaciones internacionales.
La
alianza estratégica Brasil-Argentina-Venezuela conforma la masa crítica capaz de
conducir al conjunto de la región en una dirección más independiente de
Washington, trascendiendo Sudamérica con proyectos como la CELAC (Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños).
En
cuarto lugar está la parálisis del Mercosur, donde la crisis
brasileña abre grietas en los acuerdos comerciales con Argentina y Venezuela.
El cambio del ciclo económico con la baja de precios de las commodities coloca al Mercosur ante la
necesidad de transitar hacia otro modelo productivo, que hasta ahora no se está
registrando en ninguno de ellos.
En
quinto lugar, el acercamiento de Paraguay y Uruguay hacia las políticas
promovidas por Washington. El primero está reviviendo una vieja alianza con
fuerte impronta militar, mientras el segundo quiere integrarse en la Alianza
del Pacífico. En ambos casos se registra un viraje negativo respecto al
Mercosur y la integración regional.
La
sexta cuestión se relaciona con
las dificultades que atraviesa la UNASUR, que le impiden jugar un papel activo
en la resolución de los conflictos, así como en el desarrollo de algunos
procesos de integración que lucen paralizados. El Banco del Sur, las obras de
infraestructura y los proyectos del Consejo de Defensa Suramericano están
estancados o avanzan con demasiada lentitud en relación con la aceleración
geopolítica que vive el mundo.
Por
último, cabe
destacar la falta de debates
estratégicos en la región, que
afecta a los institutos especializados, las academias, los partidos de
izquierda y progresistas, y también a los movimientos sociales. Las urgencias
del momento han relegado los temas de fondo, que incluyen desde la inserción de
cada país y la región en un mundo que cambia, hasta los diversos proyectos
nacionales. Se ha perdido una década, en gran medida por el facilismo de seguir
detrás de los altos precios de las materias primas, que actuaron como
narcóticos paralizando la voluntad de transformaciones estructurales.
Los
movimientos son parte del problema. Desaparecidos los
foros sociales como espacios de encuentro y debate, el vacío está siendo
llenado por el Vaticano. Nada bueno puede salir de la carencia de proyectos
estratégicos.
*****
No hay comentarios:
Publicar un comentario